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viernes, 13 de julio de 2018

Antinomianismo y legalismo tienen la misma raíz

Sin embargo, sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino mediante la fe en Cristo Jesús, también nosotros hemos creído en Cristo Jesús, para que seamos justificados por la fe en Cristo, y no por las obras de la ley; puesto que por las obras de la ley nadie será justificado.” Gálatas 2:16

El apóstol claramente enseña que la salvación no es por obras, sino solo por fe en el Señor Jesucristo. Sin embargo, sabemos que esta enseñanza puso a Pablo en problemas con las personas religiosas de su tiempo. En Romanos 3: 8 dice la Escritura: “¿Y por qué no decir (como se nos calumnia, y como algunos afirman que nosotros decimos): Hagamos el mal para que venga el bien?”

Y Romanos 6: 1, el apóstol se ve obligado a hacer la pregunta:  “¿Qué diremos, entonces? ¿Continuaremos en pecado para que la gracia abunde?”

Pablo fue acusado de ser un antinomista y creo que cualquiera que esté predicando el verdadero evangelio de Jesucristo debería ser acusado en algún momento de lo mismo. Sin embargo, del otro lado del espectro, cuando enseñamos que la salvación debe ir acompañada de la obediencia (Santiago 2: 17-20) en la santificación o que el creyente profeso no debe tener la seguridad de la salvación, se nos acusa de ser legalistas.

Es interesante porque aquellos que son antinomianos constantemente acusarán a otros de ser legalistas y viceversa. Cuando digo legalista en este contexto estoy hablando de aquellos que agregan obras a la fe para justificación y cuando digo antinomianos en este contexto me refiero a aquellos que dicen "No importa cómo vivas, siempre y cuando tú "recibas a Jesús" estarás bien. Si comprendemos la raíz de ambos errores condenatorios, podemos tratarlos de manera más efectiva y las raíces son las mismas.

El antinomianismo y el legalismo surgen de un malentendido fundamental de la naturaleza de Dios y un malentendido fundamental de la naturaleza del Hombre. Ambos fallan en el sentido de que ambos rebajan el proceso de salvación, lo que muestra una incomprensión de Dios. Dios no baja el estándar de la perfección y cualquiera que no sea perfecto no entrará y nuestra perfección está en Cristo.

Y hemos visto brevemente ambos que cometen un error al comprender la condición del hombre, lo que necesitan comprender es regeneración o el nuevo nacimiento, y realmente ambos antinomianos y legalistas están agregando obras. El hombre está muerto y necesita de un milagro que se devuelva a la vida y esa es la respuesta de Pablo a ambos lados del error en Gal.2: 20 “Con Cristo he sido crucificado, y ya no soy yo el que vive, sino que Cristo vive en mí; y la vida que ahora vivo en la carne, la vivo por fe en el Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.”

Recurso AdicionalAntinomismo
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viernes, 30 de marzo de 2018

¿Qué es el Antinomismo?

En estos tiempos modernos hay un grupo de teólogos liberales y sus (libros) e Iglesias con sus líderes rechazando el mandato de obedecer la Ley de Dios. Estos con conocidos como los antinominianos manifiestan su rechazo a la ley de varias maneras. Algunos acreditan que no tenemos obligación de obedecer la ley moral de Dios por que Jesús nos liberó de la Ley. Insisten en que la Gracia no solo liberta de la maldición de la Ley, sino también, nos liberta de la obligación de obedecerla. La Gracia en este caso se torna una licencia a la desobediencia.

La palabra antinomismo proviene de dos palabras griegas, anti, que significa “contra”; y nomos, que significa “ley.” Antinomismo significa “contra la ley.” Teológicamente, el antinomismo es la creencia de que no hay leyes morales que Dios espere que obedezcan los cristianos.

Esta  palabra se refiere a la práctica no bíblica de vivir sin la debida consideración de la rectitud de Dios, emplear la gracia de Dios como si fuera una licencia para pecar y confiar en la gracia para ser limpio del pecado. En otras palabras, ya que la gracia es infinita y somos salvos por gracia, entonces para el antinomianismo podemos pecar cuanto queramos y aún ser salvos.

El antinomismo lleva la enseñanza bíblica a una conclusión antibíblica. La enseñanza bíblica es que los cristianos no requieren la observancia de la ley del Antiguo Testamento como un medio de salvación. Cuando Jesucristo murió en la cruz, Él cumplió la ley del Antiguo Testamento (Romanos 10:4; Gálatas 3:23-25; Efesios 2:15). La conclusión antibíblica es que no hay ley moral que Dios espere que obedezcan los cristianos.

El apóstol Pablo trató con este problema del antinomismo en Romanos 6:1-2, “Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?”

Esta idea es errónea porque, aunque como cristianos no estemos bajo la Ley (Ro. 6:14), todavía somos llamados a cumplir la ley como la Ley del amor (Ro. 13:8,10; Gál. 5:14; 6:2). Debemos amar a Dios con todo nuestro corazón, alma, fuerza y mente, y a nuestro prójimo como a nosotros mismos (Lc. 10:27) y, de este modo, evitar la ofensa del pecado que le costó a Dios su unigénito Hijo. Pablo habla contra la noción del antinomianismo en Romanos 6:1-2: No hemos de usar la gracia de Dios como una excusa para pecar; en lugar de esto, hemos de ser controlados por el amor de Dios y de esta forma traer el fruto del Espíritu Santo (Gál. 5:22-25).

El ataque más frecuente sobre la doctrina de la salvación solo por gracia, es que ésta alienta el pecado. La gente puede preguntarse,  ‘Si soy salvado por gracia y todos mis pecados son perdonados, ¿por qué no pecar todo lo que quiera?’ Esa lógica no es el resultado de una conversión verdadera, porque la verdadera conversión produce un mayor deseo de obedecer, y no lo contrario. El deseo de Dios  y nuestro deseo cuando somos regenerados por Su Espíritu es que nos esforcemos por no pecar. En gratitud por su gracia y perdón, deseamos agradarle. Dios nos ha dado su infinitamente grandioso regalo de la salvación a través de Jesucristo (Juan 3:16; Romanos 5:8). Nuestra respuesta es consagrar nuestras vidas a Él mediante el amor, la adoración y gratitud por lo que Él ha hecho por nosotros (Romanos 12:1-2). El antinomismo es antibíblico porque aplica equivocadamente el significado de la gracia y el favor de Dios.

Una segunda razón por la que el antinomismo es antibíblico, es que hay una ley moral que Dios espera que obedezcamos. 1 Juan 5:3 nos dice: “Pues este es el amor de Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos.” ¿Cuál es esta ley que Dios espera que obedezcamos? Es la ley de Cristo  “Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.” (Mateo 22:37-40). No, no estamos bajo la ley de Antiguo Testamento. Sí, sí estamos bajo la ley de Cristo. La ley de Cristo no es una extensa lista de códigos legales. Es una ley de amor. Si amamos a Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, con toda nuestra mente y con toda nuestra fuerza, no haremos nada que lo ofenda. Si amamos a nuestro prójimo como a nosotros mismos, no haremos nada que los dañe. Obedecer la ley de Cristo no es un requerimiento para ganar o mantener la salvación. La ley de Cristo es lo que Dios espera de un cristiano.

El antinomismo es contrario a todo lo que la Biblia enseña. Dios espera que vivamos una vida de moralidad, integridad y amor. Jesucristo no liberó de los onerosos mandamientos de la ley del Antiguo Testamento, pero eso no es una licencia para el pecado, sino más bien un pacto de gracia. Debemos luchar para vencer el pecado y cultivar la justicia, dependiendo de la ayuda del Espíritu Santo. El hecho de que somos liberados por gracia de las demandas de la ley del Antiguo Testamento, debe tener como consecuencia el vivir nuestras vidas en obediencia a la ley de Cristo. 1 Juan 2:3-6 dice, “Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos. El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él; pero el que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él. El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo.”

Huellas de tal pensamiento son evidentes en el Nuevo Testamento. La espiritualización de la ley en el único precepto del amor a Dios, enseñado y ejemplificado por Jesús, estimuló a algunos entusiastas devotos a creer que habían sido exaltados hasta tal altura de espiritualidad y a tal dominio del amor a Dios que no necesitaban tener en cuenta los preceptos morales o la conducta externa. El duro conflicto de Pablo con los judaizantes respecto a las ceremonias judaicas, podía hacer creer a sus partidarios más anti-judaicos que el esfuerzo para mantener la ley no sólo era inútil sino que vaciaba el evangelio de la gracia en Cristo Jesús. Es probable que alguna de tales perversiones de la enseñanza de Pablo se contemple en 2 Pedro 3:16. Los miembros de la iglesia de Corinto que estaban enorgullecidos y no se afligieron por la persona incestuosa, así como las facciones culpables de unión abominable (1 Corintios 5:1-6) eran probablemente antinomianos y de semejante tendencia eran sin duda los nicolaítas (Apocalipsis 2:2,15), los que sostenían la enseñanza de Balaam (Apocalipsis 2:14) y los que toleraban a Jezabel (Apocalipsis 2:20).

La enseñanza de Pablo de que los cristianos son libres de la ley es en ocasiones mal interpretada como antinomiana. Pero Pablo venera la ley de Dios, y enseña a los creyentes, quienes son libres de la ley como sistema para salvación, a que la guarden como muestra de agradecimiento por la salvación que se les ha brindado libremente, y porque la santidad según definida por la ley es un llamado a los cristianos.

Una característica central de las iglesias y de la predicación y enseñanza bíblica modernas es el antinomianismo, una posición contraria a la ley. El antinomiano piensa que la fe libra de la ley al creyente, y este no está fuera de la ley sino más bien muerto a la ley.

No hay absolutamente ninguna garantía en las Escrituras para el antinomianismo. La expresión «muerto a la ley», en verdad está en las Escrituras (Gál. 2:9; Ro 7:4), pero se refiere al creyente en relación a la obra expiatoria de Cristo como el representante y sustituto del creyente; el creyente está muerto a la ley como acusación, como sentencia de muerte en contra suya, pues Cristo murió por él, pero el creyente está vivo a la ley en cuanto a la justicia de Dios. El propósito de la obra expiatoria de Cristo fue restaurar al hombre a una posición de guardar el pacto en lugar de romperlo, capacitar al hombre para guardar la ley al libertarlo «de la ley del pecado y de la muerte» (Ro 8:2), «para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros» (Ro 8:4). El hombre es restaurado a su posición de cumplidor de la ley. La ley, pues, tiene una posición de centralidad en la formulación de cargos contra el hombre (sentencia de muerte contra el hombre pecador); en la redención del hombre (el hecho de que Cristo, aunque fue perfecto cumplidor de la ley como el nuevo Adán, murió como sustituto del hombre), y en la santificación del hombre (proceso en que el hombre crece en la gracia conforme crece en su observancia de la ley, porque la ley es el camino a la santificación).

Entonces en conclusión el antinomianismo es una designación comparativamente moderna para varios tipos de pensamiento ético en los cuales la hostilidad hacia la ley de Moisés (incluyendo el Decálogo) y a los principios incorporados ha desembocado en una enseñanza y práctica inmoral.
Si me amáis, guardad mis mandamientos. Jn. 14:15
Textos a leer: Ro. 3.27-31; 6.1, 2; 1 Jn. 2.3-6; 5.1-3 
Más recursos para su información en el siguiente enlace de Richard Baxter, Benjamín Cox, William Mason,  Charles Spurgeon Antinomianism ZIP
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