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lunes, 21 de mayo de 2018

¿Es Bíblico el Trinitarianismo? CBL 1689

Pero Dios nos las reveló por medio del Espíritu, porque el Espíritu todo lo escudriña, aun las profundidades de Dios. Porque entre los hombres, ¿quién conoce los pensamientos de un hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Asimismo, nadie conoce los pensamientos de Dios, sino el Espíritu de Dios. (1 Cor. 2:10 - 11)

A medida que la iglesia desarrolló su comprensión de Dios durante sus primeros siglos, otros términos entraron en uso, incluyendo esencia, existencia, y subsistencia de la divinidad eterna.

Frecuentemente se da por supuesto que la doctrina de la Trinidad apareció después de haber sido escrito el Nuevo Testamento, y se da por supuesto también que esta doctrina es meramente especulativa, no esencial al mensaje cristiano. El problema de la Trinidad surgió y tuvo respuesta en tiempos del Nuevo Testamento; sus raíces se encuentran en el culto, la vivencia personal y el pensamiento del cristianismo del primer siglo. Se ha preferido la palabra «problema» a la palabra «doctrina» porque no hay una declaración formal de la doctrina de la Trinidad en el Nuevo Testamento; pero así como una doctrina es respuesta a un problema, del mismo modo aparece la doctrina sobre la Trinidad en el Nuevo Testamento. El problema de la Trinidad se presentó allí y se intentó darle solución. Y al hablar del trinitarianismo es la enseñanza que dice que Dios es Trino, que Él se ha revelado en tres Personas co-iguales y co-eternas. El propósito de este artículo es considerar la importancia del trinitarianismo en relación a la salvación y la vida cristiana.

Se nos hace la pregunta muy a menudo, ¿Tengo que creer en la Trinidad para ser salvo? La respuesta es – sí y no. ¿Necesita una persona comprender completamente y estar de acuerdo con todo aspecto del trinitarianismo para ser salvo? No. ¿Hay algunos aspectos del trinitarianismo que jueguen papeles importantes en la salvación? Sí. Por ejemplo, la deidad de Cristo es crucialmente importante en la doctrina de la salvación. Si Jesús no era Dios, Su muerte no podría haber pagado la pena infinita del pecado. Sólo Dios es infinito – Él no tuvo principio y Él no tiene fin. Todas sus criaturas, incluyendo a los ángeles, son finitas – fueron creadas en algún momento. Sólo la muerte de un Ser infinito pudo expiar el pecado de la humanidad a través de toda la eternidad. Si Jesús no era Dios, Él no podría ser el Salvador, el Mesías, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1:29). Un punto de vista no bíblico de la naturaleza divina de Jesús resulta en un concepto errado de la salvación. Toda secta “cristiana” que niega la verdadera deidad de Cristo enseña también que debiéramos añadir nuestras obras a la muerte de Cristo para poder ser salvo. La completa y verdadera deidad de Cristo, un aspecto del trinitarianismo, refuta este concepto.

Al mismo tiempo, reconocemos que hay algunos cristianos genuinos que no sostienen un trinitarianismo completo. Mientras rechazamos el Modalismo, no negamos que una persona pueda ser salva sin creer que Dios sea Tres Personas, sino más bien que se reveló simplemente en tres “modos”. La Trinidad es un misterio que ningún ser humano pueda comprender completa o perfectamente. Para que una persona reciba la salvación, Dios le exige confiar en Jesucristo, Dios manifestado en carne, como el Salvador. Para que una persona reciba la salvación, Dios no exige una completa adherencia a cada precepto de una teología bíblica sana. No, un acuerdo completo con todos los aspectos del trinitarianismo no es requerido para experimentar la salvación.

Sostenemos firmemente que el trinitarianismo sea una doctrina fundamentada en la Biblia. Proclamamos dogmáticamente que una comprensión y una creencia en un trinitarianismo bíblico sea crucialmente importante para comprender a Dios, la salvación, y la obra en operación en las vidas de los creyentes. Al mismo tiempo, ha habido hombres santos, seguidores genuinos de Cristo, los cuales han estado en desacuerdo con algunos aspectos del trinitarianismo. Es importante recordar que no somos salvos por tener una doctrina perfecta. Somos salvos por confiar en nuestro Salvador perfecto (Juan 3:16). ¿Necesitamos creer en algunas áreas del trinitarianismo para ser salvos? ¡Sí! ¿Necesitamos estar en acuerdo absoluto en todos los aspectos del trinitarianismo para ser salvos? No.

Confesión Bautista de Fe de 1689
De Dios y de la Santa Trinidad (Cap. # 2, Párr. 1-3)

¿Cómo es Dios?  
•Los atributos de Dios. 
•La relación de Dios con sus criaturas. 
•La doctrina de la Trinidad.
Dos doctrinas esenciales sin las cuales no hay verdadero cristianismo:
La inspiración plenaria y verbal de la Escrituras
La doctrina de la Trinidad.

1. El Señor nuestro Dios es un Dios único, vivo y verdadero;1 cuya subsistencia está en él mismo y es de él mismo, infinito en su ser y perfección;2 cuya esencia no puede ser comprendida por nadie sino por él mismo;3 es espíritu purísimo, invisible, sin cuerpo, miembros o pasiones, el único que tiene inmortalidad y que habita en luz inaccesible;4 es inmutable, inmenso, eterno, inescrutable, todopoderoso, infinito en todos los sentidos, santísimo, sapientísimo, libérrimo, absoluto;5 que hace todas las cosas según el consejo de su inmutable y justísima voluntad, para su propia gloria;6 es amantísimo, benigno, misericordioso, longánimo, abundante en bondad y verdad, perdonando la iniquidad, la transgresión y el pecado;7 galardonador de los que le buscan con diligencia, y sobre todo, justísimo y terrible en sus juicios, que odia todo pecado y que de ninguna manera dará por inocente al culpable.8
1. Dt. 6:4; Jer. 10:10; 1 Co. 8:4,6; 1 Ts. 1:9. 2. Is. 48:12. 3. Ex. 3:14; Job 11:7,8; 26:14; Sal. 145:3; Ro. 11:33,34. 4. Jn. 4:24; 1 Ti. 1:17; Dt. 4:15,16; Lc. 24:39; Hch. 14:11,15; Stg. 5:17. 5. Mal. 3:6; Stg. 1:17; 1 R. 8:27; Jer.23:23,24; Sal. 90:2; 1 Ti. 1:17; Gn. 17:1; Ap. 4:8; Is. 6:3; Ro. 16:27; Sal. 115:3; Ex. 3:14. 6. Ef. 1:11; Is. 46:10; Pr. 16:4; Ro. 11:36. 7. Ex. 34:6,7; 1 Jn. 4:8. 8. He. 11:6; Neh. 9:32,33; Sal. 5:5,6; Nah. 1:2,3; Ex. 34:7.

2. Teniendo Dios en sí mismo y por sí mismo toda vida, gloria, bondad y bienaventuranza, es todo suficiente en sí mismo y respecto a sí mismo, no teniendo necesidad de ninguna de las criaturas que ha hecho, ni derivando ninguna gloria de ellas, sino que solamente manifiesta su propia gloria en ellas, por ellas, hacia ellas y sobre ellas;1 él es la única fuente de todo ser, de quien, por quien y para quien son todas las cosas, teniendo sobre todas las criaturas el más soberano dominio para hacer mediante ellas, para ellas y sobre ellas todo lo que le agrade;2 todas las cosas están desnudas y abiertas a sus ojos; su conocimiento es infinito, infalible e independiente de la criatura, de modo que para él no hay ninguna cosa contingente o incierta.3 Es santísimo en todos sus consejos, en todas sus obras y en todos sus mandatos;4 a él se le debe, por parte de los ángeles y los hombres, toda adoración, todo servicio u obediencia que como criaturas deben al Creador, y cualquier cosa adicional que a él le placiera demandar de ellos.5
1. Jn. 5:26; Hch. 7:2; Sal. 148:13; 119:68; 1 Ti. 6:15; Job 22:2,3; Hch. 17:24,25. 2. Ap. 4:11; 1 Ti. 6:15; Ro. 11:34-36; Dn. 4:25,34,35. 3. He. 4:13; Ro. 11:33,34; Sal. 147:5; Hch. 15:18; Ez. 11:5. 4. Sal. 145:17; Ro. 7:12. 5. Ap. 5:12-14

3. En este Ser divino e infinito hay tres subsistencias, el Padre, el Verbo o Hijo y el Espíritu Santo,1 de una sustancia, un poder y una eternidad, teniendo cada uno toda la esencia divina, pero la esencia indivisa:2 el Padre no es de nadie, ni por generación ni por procesión; el Hijo es engendrado eternamente del Padre, y el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo;3 todos ellos son infinitos, sin principio y, por tanto, son un solo Dios, que no ha de ser dividido en naturaleza y ser, sino distinguido por varias propiedades relativas peculiares y relaciones personales; dicha doctrina de la Trinidad es el fundamento de toda nuestra comunión con Dios y nuestra consoladora dependencia de él.

1. Mt. 3:16,17; 28:19; 2 Co. 13:14. 2. Ex. 3:14; Jn.14:11; 1 Co. 8:6. 3. Pr. 8:22-31; Jn. 1:1-3,14,18; 3:16; 10:36; 15:26; 16:28; He. 1:2; 1 Jn. 4:14; Gá. 4:4-6.


"La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén" (2 Corintios 13:14).
Soli Deo Gloria