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martes, 6 de febrero de 2018

¿Todas las cosas me ayudan para mi bien?

Todas las cosas funcionan para mi bien, ¿de verdad?

Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. (Romanos 8:28)

¿Cómo lo sabemos? Porque Dios así lo dijo. Esa es la única razón por la que lo creemos, de otra manera no lo haríamos. La vida parece patearnos y herirnos, es difícil imaginar que sea para mi bien. Ah, pero Dios lo dice, eso hace la diferencia. Esa es la única razón por la que lo creemos. Esa es la única razón por la que necesitamos y Dios lo dijo.

Entonces, cuando todas las circunstancias pueden parecer malas y difíciles, incluso hirientes. Ah, pero Dios trabaja para nuestro bien en y a través de todo, para aquellos que lo ama estos son los llamados (elegidos). Esto es paz y alegría en creer. Para aquellos que aman a Dios.


Sermón Expositivo: Romanos 8:28 
Soli Deo Gloria


lunes, 22 de enero de 2018

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La Instrucción Sabia

“Hijo mío, está atento a mis palabras; Inclina tu oído a mis razones. No se aparten de tus ojos; Guárdalas en medio de tu corazón; Porque son vida a los que las hallan, Y medicina a todo su cuerpo.” Proverbios 4:20-22

Los Proverbios son la instrucción sabia de un padre para su hijo. ¡Que gran bendición cuando Dios provee padres sabios para que instruyan a sus hijos! Pero, por supuesto, el más grandioso instructor es el más sabio que todos, el Padre Celestial que instruye a sus amados hijos a través de su palabra.

Estos versículos denotan la intensidad de la instrucción de este Padre. No es una casualidad o sin cuidado. Hay un llamado urgente a apegarse al consuelo de Dios, a mantenerse firme en la verdad de la Escritura. La amonestación para mantener estas palabras en el corazón es esencial. Una cosa es conocer la palabra de Dios en la cabeza, y ahí solamente. Pero que importante es que la palabra sature profundamente e influencie nuestros corazones. Nuestros corazones constantemente necesitan corrección, dirección, perspectiva Divina y esperanza. Esto proviene de la palabra de Dios.

Cuando escuchas la palabra de Dios predicada, ora a Dios para que te ayude a mantenerla en la profundidad de tu corazón. Cuando leas, memoriza y medita en la escritura, pídele a Dios que avive e impacte tu alma, en lugar de que sean hechos impotentes y secos.

En este pasaje, el Padre le dice al hijo, “Estas palabras son para tu vida!” No tratemos la palabra insignificante y descuidadamente, más bien con urgencia y necesaria para la vida.
Soli Deo Gloria


viernes, 13 de octubre de 2017

Separación Bíblica

Una de las enseñanzas bíblicas más descuidadas de hoy es la Doctrina de la separación. Se encuentra en la Biblia y debe enseñarse a los cristianos. Los que son salvos deben creer y practicar la separación bíblica. Dado que la Biblia es nuestra única autoridad para la fe y la práctica, nos hemos esforzado por exponer sus enseñanzas de la siguiente manera:

I. Debemos ser separados para el Señor.

La Biblia nos dice que Cristo murió por nosotros para poder "purificar a Sí mismo un pueblo" (Tito 2:14). Este pueblo peculiar debe mostrar las alabanzas de Él "que le ha llamado de las tinieblas a su luz maravillosa" (I Pedro 2: 9). Estos llamados deben ser separados "al evangelio de Dios" (Romanos 1: 1). El final de nuestra separación es que podamos tener "comunión ... con el Padre y con Su Hijo Jesucristo" (I Juan 1: 3).

II. Debemos separarnos del pecado.

La Biblia nos dice que Jesucristo nació en este mundo para poder "salvar a su pueblo de sus pecados" (Mateo 1:21). De acuerdo con esto, Pablo escribió a Timoteo: "El Señor conoce a los que son suyos, y todos los que nombran el nombre de Cristo se apartan del iniquidad" (II Timoteo 2:19). Pablo escribió: "¿Continuaremos en pecado ... Dios no lo quiera? ¿Cómo viviremos más ...?" (Romanos 6: 1,2). Está muy claro que los salvos deben alejarse del pecado y crecer en la imagen de Cristo (Romanos 8:29)

III. Debemos estar separados del sistema mundial.

Cuando nuestro Señor oró por nosotros (ver Juan 17), dijo que le habíamos dado "del mundo" (vs. 6). Luego dijo que iba a dejarnos "en el mundo" (vs. 11) y que no estábamos "del mundo" (vs. 14). Esto claramente nos dice que nuestra ciudadanía está en el cielo (Filipenses 3:20) y que somos peregrinos y extraños aquí (I Pedro 2:11). De acuerdo con esto, el apóstol Juan dijo que no debíamos "amar ... el mundo, ni las cosas que están en el mundo" (I Juan 2: 15-17). El apóstol Pablo dijo: "pon tu afecto en las cosas de arriba, no en las cosas de la tierra" (Colosenses 3: 2). Ya que vamos a ser arrebatados (I Tes. 4: 13-18) y el mundo dejado atrás entrará en la Gran Tribulación (Mateo 24:21), debemos estar listos para abandonar este mundo. Está energizado por Satanás bajo la temporal voluntad permisiva de Dios y debemos separarnos conscientemente de él. Pablo describe mejor nuestra actitud hacia él cuando dijo: "no te conformes a este mundo" (Romanos 12: 2). Recuerde que Lot pensó que había conseguido lo mejor del mundo, pero al final el mundo obtuvo lo mejor de él.

IV. Debemos separarnos de los incrédulos.

La Palabra de Dios nos dice: "no se unan en yugo desigual con los incrédulos" y "salgan de entre ellos, y sean separados, dice el Señor" (II Corintios 6: 14-17). Este pasaje es muy claro y, sin embargo, es quizás el mandamiento más desobedecido del Señor a los cristianos. Podemos encontrar al menos cuatro áreas donde a los cristianos se les prohíbe unirse con las personas perdidas.

1. Al tratar de promover el testimonio del Evangelio.

Los nuevos evangélicos con su celebrado y honrado por el evangelista mundial, Billy Graham, han causado grandes estragos en la Iglesia a través de su evangelismo cooperativo. Tratar de llevar a cabo cruzadas evangelísticas coordinando los esfuerzos de los modernistas, católicos, cultistas y evangélicos ha producido una confusión increíble en la difusión del Evangelio de Jesucristo.

Los incrédulos religiosos aún son incrédulos y nos es prohibido unirnos con ellos para hacer el trabajo del Señor. El debate sobre esto se ha prolongado durante veinte años, pero todo el tiempo la Palabra de Dios no ha cambiado. Este pasaje es tan claro que el debate debería haberse apagado antes de que comenzara. Sin embargo, los Nuevos Evangélicos han persistido en su creciente desobediencia, y ahora estamos viendo el fruto de su compromiso. El asunto del diablo ha sido llenar la iglesia con cizaña que se parece al trigo y ha tenido un éxito maravilloso. (ver Mateo 13: 24-30; 36-43) Debemos hacer la obra de Dios en el camino de Dios para obtener los resultados de Dios. Nunca es correcto hacer el mal para que venga el bien.

2. En el pacto de por vida del matrimonio.

El matrimonio en la Biblia es hasta que la muerte los separe. Cuando nos comprometemos con el matrimonio, entramos en un pacto y dos personas se unen. A pesar de lo que escuchamos de la libertad de la mujer, un matrimonio no consiste en que dos personas cohabiten mientras persiguen sus propias carreras y intereses egoístas, pero hay un objetivo y un propósito, y para un cristiano que debería ser para servir al Señor. Un yugo desigual en el matrimonio donde una persona salvada se casa con una persona perdida está prohibido por este pasaje. Es simple y no hay "BUTS" o "IFS". Aquellos que se han negado a obedecer a Dios han vivido para ver que Él tenía razón todo el tiempo. El camino de la bendición sigue siendo el camino de la obediencia.

3. En la búsqueda de una educación.

Los cristianos no deberían someterse voluntariamente a los pies de maestros perdidos, donde lo mejor que se puede obtener es una educación mundana. El proceso educativo no puede llevarse a cabo sin la moral (o la inmoralidad) del maestro impartido a los estudiantes. Este es un área que ha sido entregada por los cristianos [pero debido a] el movimiento de la Escuela Cristiana ... más cristianos ahora están sentados a los pies de los creyentes para ser educados. Los cristianos que han asistido a las reuniones de la escuela pública han encontrado que es incómodo porque es un yugo desigual. La enseñanza de la evolución en la clase de ciencias, la enseñanza del sexo premarital en las clases de educación sexual, la vulgaridad en la lectura requerida de la clase de inglés y la datación de los perdidos en la escuela secundaria deben asustar la vida de un padre cristiano. El pasaje anterior es suficiente para mí, ¿qué hay de ti?

4. Al comprometer los arreglos comerciales.

El pasaje anterior nos enseña que no deberíamos embarcarnos en un negocio privado con un socio perdido. Cuando un hombre ahorrado ha elegido engancharse con un hombre perdido en el negocio, se coloca en una posición en la que Dios se siente ofendido. Cuando los israelitas llevaron a los moabitas a su campamento, Dios no los bendijo. Si una empresa comercial necesita un socio, debemos buscar un socio creyente, y juntos en Cristo, pedir la bendición de Dios en el negocio.

V. A veces debemos separarnos de los creyentes

La Biblia nos dice que hay momentos en que debemos separarnos de otros cristianos. En la edad comprometida en la que nos encontramos, es cada vez más difícil saber con quién tener compañerismo y quién evitar. Por lo tanto, debemos buscar seriamente las Escrituras para obtener sabiduría. Hay cuatro pasajes específicos de la Biblia que llamaré a su atención.

1. II Tesalonicenses 3: 6-14

Aquellos que caminaban "desordenadamente" debían ser rechazados para que pudieran avergonzarse de su conducta. La palabra "desordenada" significa "establecer irregularmente". Estos que Pablo mencionó se negaban a trabajar y mantenerse a sí mismos. Además de eso, eran "entrometidos" o entrometidos. Estas personas causaron problemas en la iglesia porque no estaban ocupados apoyándose a sí mismos. Su negocio fue interrumpir el cuerpo de Cristo.

2. I Timoteo 6: 5

Aquí Pablo nos dice que nos retiremos de quien piensa que la ganancia terrenal es la prueba de piedad. El hombre que es codicioso y busca ser rico no es un compañero adecuado para el cristiano que ha sido exhortado a "establecer su afecto en las cosas de arriba, no en las cosas en la tierra". (Colosenses 3:20)

3. I Corintios 5: 11-13

En este pasaje, se le dice al creyente que no sea un compañero de uno que es un hermano (es decir, un hijo de Dios) y, sin embargo, continúa en los pecados mencionados. Esa persona debe ser expulsada de la comunión de la iglesia.

Los pecados que deberían movernos a la separación nos son dados aquí. Un fornicario es una persona que comete una inmoralidad sexual ilegal, un fornicario. Ser codicioso es estar tan ansioso por la ganancia terrenal que no se trata de defraudar a otros para obtener lo que quiere. A estos, Jesús les dijo: "No pueden servir a Dios ni a Mamon" (riqueza deificada) (Mateo 6:24). Un idólatra era uno que adoraba las imágenes. El Señor había dicho en Éxodo 20: 4,5: "No harás a imagen alguna escultura ... No te inclinarás a ellos, ni los servirás". Al profesar el cristianismo hoy, la Iglesia Católica Romana es el principal autor del culto a las imágenes. El cristiano no debe tener comunión con tal. Un borracho es uno que está intoxicado por una bebida fuerte. Un extorsionador es quien agarra o toma por la fuerza. El significado es que se alimenta de otros para obtener lo que no es legítimamente suyo. La Palabra de Dios nos dice que ni siquiera debemos compartir una comida con tal persona. El testimonio de la salvación que Cristo nos ha dado se ve muy obstaculizado por profesar a los cristianos con obras tan malas. Debemos evitarlos para que nuestro testimonio de Cristo para los perdidos pueda ser efectivo.

4. Romanos 16:17

Pablo nos dice aquí que debemos evitar a aquellos que causan divisiones y escándalos en la iglesia. Aquellos que pervierten las doctrinas de Dios y su Palabra causan divisiones entre los creyentes y constituyen un obstáculo en el camino de los pecadores viniendo a Cristo para la salvación. Los errores en la doctrina causan errores al vivir la vida cristiana. Los errores en la doctrina producen errores en la predicación y el hombre perdido pronto tiene una visión distorsionada del Evangelio.

Para ser felices y bendecidos es necesario que sigamos la enseñanza de la Palabra de Dios relacionada con la separación. Muchos hoy se acercan al Señor con sus labios, pero su corazón está lejos de Él. Muchos profesan nacer de nuevo, pero no se separan del pecado. El mundo está vertiendo a muchos creyentes en su molde. Los creyentes han pensado erróneamente que pueden cambiar a los perdidos al unirse a ellos, y pocos creyentes quieren retirarse de aquellos que están "fuera de lugar" en el cuerpo de Cristo. La Palabra de Dios no ha cambiado y deberíamos obedecer a Dios en lugar de a los hombres.
Soli Deo Gloria



jueves, 15 de junio de 2017

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La Suficiencia de la Escritura

Cuando se acompaña por el ministerio del Espíritu Santo, la Biblia es totalmente capaz de lograr todo lo que Dios desea hacer en la tierra (Is. 55: 10-11). 

Se ve claramente en el Salmo 19:7-9, donde encontramos seis descripciones de Su Palabra – "perfecta", "seguro", "rectos", "puro", "limpio", "verdaderos" – junto con el efectos producidos en el que la recibe – "restaura", "hace sabio", "alegran", "alumbra", y creando el "temor del Señor" Estos versículos describen la naturaleza polifacética de la toda suficiente Sagrada Escritura.

1. Restauración del Alma

La Escritura es "perfecta" – es decir, entero, completa, y suficiente. El efecto de la Palabra, cuando se explica y se lleva sobre la vida de uno, se ve en su habilidad sobrenatural “que convierte el alma” (Salmo 19: 7a). La Escritura es tan poderosa, David escribe, que convierte y transforma toda la persona interior. Este cambio radical trabaja de adentro hacia fuera, restaurando el hombre en lo más profundo de su existencia.

2. Instruye al Simple

Las Escrituras se representan como el "testimonio del Señor" (Sal 19: 7b), lo que significa que contiene el testimonio abierto de Dios al hombre. La Biblia habla francamente, abiertamente, y directamente. La Palabra es "segura", lo que indica que es absolutamente fiable, confiable, constante, e inamovible. La Escritura siempre "hace sabio al sencillo." En otras palabras, se proporciona una visión dada por Dios para aquellos cuya comprensión y juicio aún no han madurado: “Tus mandamientos me hacen más sabio que mis enemigos, porque son míos para siempre. Tengo más discernimiento que todos mis maestros, porque tus testimonios son mi meditación. Entiendo más que los ancianos, porque tus preceptos he guardado” (Salmo 119: 98-100).

3. Alegran el Corazón

La Palabra es "correcto", lo que significa que da a conocer lo correcto y el camino correcto a tomar en la vida. Su efecto es que "alegran el corazón", produciendo gran alegría (Salmo 19: 8a). La verdad bíblica es tan todo suficiente que incluso hace que el corazón temeroso o deprimido se alegre. Proporciona la verdadera felicidad y satisfacción duradera, que sólo Dios puede dar.

4. Alumbra los Ojos

Estos mandamientos del Señor son "puros", lo que significa que son esclarecedores. Hacen que las cosas oscuras de la vida vengan a la luz, trayendo realidades eternas en atención. La Escritura da luz a los que están en la oscuridad acerca de los caminos de Dios. El salmista escribe: " lámpara es a mis pies Tu palabra y lumbrera a mi camino" (Salmo 119:105).  “He escogido el camino de la verdad; he puesto tus ordenanzas delante de mí.” (Salmo 119: 30). Dios guía a Su pueblo por medio de Su Palabra que da luz.

5. Permanece Para Siempre

La ley es "limpio", sin ningún tipo de impureza, desprovisto de cualquier defecto. Cada faceta de la Escritura “permanece para siempre,” lo que significa que es permanente y eterno, perdurable en el tiempo y las épocas por venir. “Para siempre, oh Señor, tu palabra está firme en los cielos.” (Salmo 119: 89). “Desde hace tiempo he sabido de tus testimonios, que para siempre los has fundado.” (Salmo 119: 152). “La suma de tu palabra es verdad, y cada una de tus justas ordenanzas es eterna.” (Sal 119: 160).

6. Todos Justos

La Escritura es "todos justos", que contiene la revelación de la justicia divina para el hombre y la justicia a producir en los que la obedecen: “Tu justicia es justicia eterna, y tu ley verdad.” (Salmo 119: 142). La Escritura es justa, habla lo que es justo, y produce lo que es justo.

El Salmo 19 es una imagen clara de la realidad de la suficiencia de las Escrituras. Mostrándonos que es suficiente para todo lo que necesitamos en esta vida mientras somos conformes a la imagen de Cristo y crecemos en santidad. En este nuevo año, tome la Palabra de Dios en su mente y corazón y permita que le transforme desde dentro hacia fuera.

Steven J. Lawson
Soli Deo Gloria



viernes, 30 de septiembre de 2016

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La experiencia interior del Creyente

“Porque según el hombre Interior, me deleito en la ley de Dios, mas veo otra ley en mis miembros que se rebela contra la ley de mi espíritu, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. ¡Miserable hombre de mí! ¿quién me librará del cuerpo de esta muerte? Gracias doy a Dios por Jesucristo Señor nuestro. Así que yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, pero con la carne a la ley del pecado.” (Romanos, 7:22-25).

Un creyente ha de ser conocido no sólo por su paz y por su gozo, sino también por su lucha y por su congoja. Su paz es muy peculiar; la recibe de Cristo. Es una paz celestial, una paz santa. Su combate, su lucha es también muy especial; porque la tiene muy arraigada en lo más íntimo de su ser, le produce verdadera agonía y sólo cesará cuando muera. Si el Señor lo permite, la mayoría de nosotros esperamos participar el próximo domingo de la cena del Señor. La gran pregunta que ha de ser contestada antes de participar de la comunión es: “¿Me he refugiado en Cristo Jesús, o sigo expuesto a la condenación?”

Quisiera conocer sólo este punto, que a menudo me turba el pensamiento, ¿Amo yo o no amo a mi Señor? ¿Soy realmente de Él o no lo soy?

Para ayudaros a hacer más clara la pregunta me ha parecido bueno escoger el sujeto de las luchas del cristiano para que podáis saber por ello si sois un soldado de Cristo, si realmente estáis peleando la buena batalla de la fe.

I. EL CREYENTE SE DELEITA EN LA LEY DE DIOS

“Según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios’’ (v. 22).

1. Antes de que el hombre acuda a Cristo, aborrece y le desagrada la ley de Dios. Su alma se alza contra ella: “La intención de la carne es enemistad contra Dios”.

Primero: el hombre no convertido odia la ley de Dios por ser tan pura. “Tu palabra es muy pura, por esto la ama tu siervo.” Y por la misma razón la odia el hombre no regenerado. La ley fue dada como expresión de la mente pura y santa de Dios. Es infinitamente opuesta a toda impureza y pecado. Cada palabra y línea de la ley se opone al pecado. Pero el hombre natural ama el pecado y por esto se opone a la ley, porque ella condena todo cuando el hombre ama. Del mismo modo que el murciélago no ama la luz y huye de ella, también el no convertido odia la pura luz de la ley de Dios y se desentiende de ella.

Segundo: la odia también por su amplitud, por su alcance. “Ancho en gran manera es tu mandamiento.” Alcanza en sus preceptos todos a sus actos internos, vistos o no vistos, llega a condenar toda palabra ociosa que los hombres pronuncian, se extiende hasta redargüir las miradas de los ojos lascivos, profundiza hasta las más secretas intenciones de pecado y de lujuria que anidan en el corazón. El inconverso desprecia la ley a causa de su rectitud y estricta acción. Si su acción se limitase a solamente los hechos exteriores, entonces quizá podría tolerarla, pero condena también mis pensamientos y deseos más secretos, lo cual me resulta imposible impedir. Por todo ello el hombre natural se levanta contra la ley.

Tercero: La odia a causa de su inmutabilidad. El cielo y la tierra pasarán, pero ni una jota ni una tilde de la ley quedarán en modo alguno eliminados. Si la ley cambiase, o hiciese algunas concesiones, o tolerase algunas cosas en según qué casos, e incluso quedase eliminada su acción en ciertas circunstancias, quizás entonces sí complacería a los impíos. Pero es tan inmutable como Dios mismo: la ha dictado el corazón de Dios, en quien no hay variación ni sombra de cambio alguno. No puede cambiar, a menos que Dios cambie; no puede morir, a menos que Dios muera. Aún en el mismo infierno, en los tormentos eternos, sus requerimientos y sus maldiciones seguirán siendo los mismos. Es una ley inmutable porque ha sido promulgada por un Dios inmutable. Éstas son las razones por las que los impíos odian, con un desprecio también inmutable, a la ley santa y buena y perfecta

2. Cuando un hombre viene a Cristo, todo le ha sido cambiado. Puede decir: “Según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios”. Con David puede repetir: ¡Cuánto amo yo tu ley! es ella mi meditación día y noche.” Con Jesús puede decir en el Salmo 40: “El hacer tu voluntad, Dios mío, hazme agradado, y tu ley está en medio de mis entrañas”.

El convertido ama la ley por dos razones:

La ley ya no le es más un enemigo. – Si alguno de vosotros siente la opresión del temor por causa de sus infinitos pecados y las maldiciones de la ley que culpablemente ha quebrantado, acuda a Cristo, en quien hallará descanso. Entonces podrá decir como Pablo: “Cristo me redimió de la maldición de la ley, siendo hecho maldición por mí, como está escrito. Maldito cualquiera que es colgado en madero”. Por tanto, nunca más tendrá temor de aquella temible y santa ley: “Ya no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia”. Nunca más tendréis temor de la ley con que habíais de ser juzgados en el día del juicio. Imaginaos cuál será la experiencia del alma salvada una vez terminado el juicio; cuando el terrible cuadro haya concluido, cuando los muertos, pequeños y grandes estarán en pie delante del Trono blanco, cuando, la sentencia de eterno castigo se haya dictado sobre los no convertidos y se leí; sumerja en el lago de fuego que nunca puede ser apagado, ¿no dirán los redimidos: “yo no he de temer nada más de aquella ley santa, ya he visto cómo sus vasos de ira han sido derramados, pero no me ha alcanzado ni una gota de su contenido?”

Creyente en Cristo Jesús, ya puedes hablar así. Cuando tu alma contemple el alma de Cristo con las cicatrices que le produjeron los rayos de la justicia de aquella santa ley quebrantada por ti; cuando contemple su cuerpo traspasado por el pecado, exclamarás: “Fue hecho maldición por mí, ¿por qué he de temer que me sobrevengan las maldiciones de la ley?” El Espíritu de Dios graba la ley en el corazón. – Ésa es la promesa. “Después de aquellos días, dice el Señor, daré mi ley en sus entrañas y escribiréla en sus corazones: y seré yo a ellos por Dios y ellos me serán por pueblo.” (Jeremías 31:33). Acudiendo a Cristo desaparecerá vuestro temor a la ley, y por otro lado, viniendo el Espíritu Santo a morar en vuestros corazones, hará que améis la ley íntimamente. El Espíritu Santo nunca más abandonará tales corazones. Vendrá al corazón y lo ablandará. Quitará el corazón de piedra y lo cambiará por uno de carne y allí escribirá la tres veces -santa ley de Dios. Entonces la ley resultará dulce al alma y se deleitará íntimamente en ella. “La ley es santa, y el mandamiento santo, y justo y bueno”. Ahora el creyente desea sincera y fervientemente que todo pensamiento, palabra y obra se ajuste aquella ley santa. “¡Oh, que mis caminos fuesen dirigidos guardar tus estatutos! gran paz tienen los que aman tu ley y no hay para ellos tropiezo”. El Salmo 119 se convierte en el aliento del nuevo corazón. Ahora el creyente se afana en lograr que todo el mundo se sujete a aquella ley pura y santa. “Ríos de agua descendieron de mis ojos porque no guardan tu ley” (Salmo 119-136).
¡Oh, si todo el mundo comprendiese que la santidad y la felicidad son una misma cosa! ¡Oh, si todo el mundo se hiciese una familia santa, con su acudir gozosamente todos a someterse a las puras reglas del Evangelio! Conócete a ti mismo por esta prueba. ¿Puedes decir “me deleito en la ley de Dios?” ¿Recuerdas cuándo la odiabas? Porque ha tenido que haber un tiempo cuando la rechazabas, si ahora realmente eres suyo. ¿La amas ahora? ¿Te enardece el pensamiento de que llegará el tiempo cuando vivirás en la eternidad bajo sus direcciones de forma total, siendo tú mismo santo como Dios es santo, puro como Cristo es puro?

¡Oh, venid, pecadores y ofreced vuestros corazones a Cristo para que escriba por su Espíritu Santo su santa ley en ellos! Demasiado tiempo ha estado esculpida en vuestros corazones la ley del diablo: venid, pues, a Jesús, y Él no sólo os guardará de las maldiciones de la ley, sino que también os dará el Espíritu para que la grabe en vuestros corazones; entonces notaréis que la amáis en lo más íntimo de vuestra alma. Pedid que juntamente con Él os sea concedido el cumplimiento de sus promesas. Con toda seguridad que habéis gustado los placeres del pecado por demasiado tiempo. Venid ahora y probad los goces de la santidad, fruto del nuevo corazón.

Si murieseis tal como ahora estáis, para toda la eternidad os quedaría estampado vuestro corazón malo y perverso. “El que es injusto, séalo todavía, y el que es sucio, ensúciese todavía” (Apoc. 22:11). ¡Oh, venid a Cristo y permitid que cambie vuestro corazón antes de que muráis! A menos que nazcáis de nuevo, no veréis el reino de Dios.

II. UN VERDADERO CREYENTE SIENTE UNA LEY OPUESTA EN SUS MIEMBROS.

“Veo otra ley” (v. 23). Cuando un pecador viene a Cristo, generalmente piensa que dará un adiós para siempre al pecado: “Ahora -piensa- nunca más pecaré”. Se siente ya en la misma puerta del cielo. Pero pronto nota en su corazón una leve sombra de tentación y es forzado a exclamar: “Veo otra ley”.

1. Observamos cómo la llama Pablo: “Otra ley”. Una ley completamente diferente a la ley de Dios. Una ley evidentemente contraria a ella. La llama “ley del pecado” (v. 25), una ley que le impulsará a cometer el pecado, una ley que le urge a pecar a veces con premios, a veces con amenazas, una “ley del pecado y de la muerte” (8:2); una ley que, no sólo impulsa al pecado, sino que conduce a la muerte, y muerte eterna: “La paga del pecado es muerte”. Es la misma ley que en Gálatas se llama “la carne”: “La carne lucha contra el espíritu” (Gál. 5:17). Es la misma que en Efesios 4:22 recibe el nombre de “el viejo hombre” que es guiado por pasiones pecaminosas; la misma ley que en Colosenses 3 es llamada “vuestros miembros”. La misma que se llama en Romanos, 7:24 “el cuerpo de esta muerte”. La verdad es, por tanto, que en el corazón del creyente anidan todos los miembros y cuerpo del viejo hombre, de su vieja naturaleza. En su vieja naturaleza existe la fuente de todo pecado, la cual ha contaminado todo el mundo.

2. Observad otra vez lo que la ley está haciendo, “Se rebela”. Esta ley que se halla en mis miembros no está quieta, no está inmóvil, sino que se rebela, siempre está en una acción de rebelión. Así es que nunca puede haber paz en el seno del creyente. Hay, sí, paz con Dios, pero guerra constante con el pecado. Esta ley que está en los miembros, cuenta con un ejército de pasiones que radica en lo íntimo del convertido y guerrea constantemente contra la ley de Dios. Algunas veces, ciertamente, algún arma es dejada guardada y quieta y permanece inmóvil hasta que se presenta un momento favorable. Del mismo modo en el corazón las pasiones a menudo están quietas, pero se hallan en estado de alerta hasta que llega la ocasión propicia y entonces pelean contra el alma. El corazón es como un volcán, algunas veces dormita y humea sólo de cuando en cuando, pero en tanto, el fuego está completamente encendido en el fondo y no tarda en propagarse de forma violenta al exterior. Hay dos grandes combatientes dentro del alma del creyente. Por un lado está Satanás, con la carne y todas sus concuspiscencias a sus órdenes; por otra parte, el Espíritu Santo con la nueva criatura a sus mandatos. Y así “la carne pelea contra el Espíritu y el Espíritu contra la carne; y la una es contraria a la otra, para que no hagáis lo que quisiereis”.

¿Triunfa siempre Satanás? En la sabiduría insondable de Dios la ley en los miembros triunfa en numerosas ocasiones sobre el alma. Noé fue perfecto y anduvo con Dios y, sin embargo, también fue vencido.

“Y bebió del vino y se embriagó” (Génesis, 9:21). Abraham fue el “amigo de Dios” y, con todo, mintió diciendo de Sara, su esposa, “es mi hermana”. Job también fue varón perfecto, varón que temía a Dios y se apartaba del mal y, a pesar de todo, fue provocado a maldecir el día en que nació. Y lo mismo pasó con Moisés, con David, y con Salomón y Ezequías y los apóstoles.

3. ¿Habéis experimentado esta batalla? Es una señal inequívoca que se da en los hijos de Dios. Me temo que la mayoría de vosotros jamás la habéis experimentado. No penséis que me engañáis. Casi todos vosotros habéis sentido la batalla cuando algunas veces ha luchado vuestra conciencia con la ley de Dios. Es una contienda entre la conciencia y la ley de Dios. Pero no es esa la contienda que se libra en el seno del creyente. Es una lucha entre el Espíritu de Dios en el corazón y el viejo hombre con sus obras, la lucha del creyente.

4. Si alguno de vosotros gime en medio de esa guerra, aprenda a ser humilde, pero no se desaliente. Sed humildes por causa de ella. – Dios está intentando que muerdas el polvo con las derrotas para que sientas que no eres sino gusano. ¡Oh, qué miserable debes de ser, que aun después de haber sido perdonado y de haber recibido el Espíritu Santo, tu corazón todavía tiene una fuente de maldades sin número! ¡Cuán vil, que aún en tus más solemnes contactos con Dios, en la misma casa de Dios, en situaciones terriblemente llenas de responsabilidad -tales como hallándote arrodillado ante algún lecho de muerte- sientes bullir en tu seno todos los miembros de tu vieja naturaleza!

Permite que tal situación te enseñe tu necesidad de Jehová. – Ahora te es tan vitalmente necesaria la sangre de Cristo como lo fue cuando tuvo lugar tu conversión. Nunca podría permanecer delante de Dios por ti mismo. Una y otra y otra vez debes ser lavado; aun en el momento de tu muerte habrás de refugiarte en Jehová – Jehová nuestra justicia. Debes apoyarte en Jesús, sólo Él te puede sobrellevar. Mantente más y más cerca cada día de Él.

No te desalientes. – Jesús desea ser un Salvador para ti tal cual eres, quiere ser tu adecuado Salvador. Puede salvarte hasta lo máximo. ¿Piensas que tu caso ha de ser difícil o desesperado para Cristo? Todo aquel a quien Jesús ha salvado tiene exactamente un corazón igual que el tuyo. Pelea, por tanto, la buena batalla de la fe; echa mano de la vida eterna. Aplícate la resolución de Jonathan Edwards:

“Por muchos que aun mis fracasos, nunca abandonaré mi lucha, me permitirá en lo más mínimo que mis corrupciones la aminoren”. “Al que venciere, yo le haré columna en el templo de mi Dios” (Apocalipsis 3:12).

III. LOS SENTIMIENTOS DEL CREYENTE DURANTE SU PELEA.

1. Se siente miserable. – “Miserable hombre de mí” (v. 24). No hay nadie tan feliz en este mundo como el creyente. Ha acudido a Cristo y ha hallado descanso. Ha hallado en Cristo el perdón de todos sus pecados. Ha sido hecho cercano a Dios. Tiene el Espíritu Santo morando en su corazón. Tiene la esperanza de la gloria. En los tiempos peores y más peligrosos puede mantenerse feliz, porque siente que Dios está con él. Y, a pesar de todo, hay momentos en que clama: ¡Miserable hombre de mí! Cuando nota y descubre la terrible plaga que hay en su propio corazón, cuando siente el aguijón de la carne, cuando su corazón malvado le es puesto de manifiesto en toda su terrible malignidad… ¡ah, entonces se postra humillado clamando: “¡Miserable hombre de mí!” ‘ Una razón que pone de manifiesto su miseria, consiste en que el pecado, descubierto ya en su corazón en su terrible malignidad, le quita la esperanza de que podrá ser perdonado. Un sentimiento de culpabilidad pesa sobre la conciencia y una densa nube cubre su alma. “¿Cómo puedo ahora, al, ahora, acudir a Cristo? “Es su clamor.” ¡Ay de mí, que he pecado contra mi Salvador!” Otra razón radica en lo asqueroso y detestable que es el pecado. Causa en el corazón la misma sensación que la mordedura de una víbora. El hombre natural cae a menudo en un estado de miseria moral que le convierte en una piltrafa por causa del pecado, pero él nunca es consciente cuán detestable y asqueroso es. Sin embargo, la nueva criatura en Cristo conoce cuán vil y miserable es el Pecado. ¡Ah hermanos!, ¿habéis conocido algo de lo que significa la miseria del creyente? Si no lo habéis conocido’ os estará vedado el camino que conduce al gozo de la gracia en favor del pecador, gracia y gozo que constituyen el más preciado don. Si os resultan desconocidas las lágrimas y gemidos del creyente, también desconocéis su cántico de victoria.

2. El creyente busca liberación. – ¿Quién me librará? Antiguamente algunos tiranos acostumbraban a encadenar a sus prisioneros junto con un cadáver, de tal manera que por doquiera fuese el prisionero arrastras él el Putrefacto cadáver. Parece ser que Pablo hace alusión aquí a práctica tan inhumana. Sentía Pablo que su viejo hombre era un repugnante cadáver corrompido, cadáver que continuamente llevaba tras sí. Su deseo intenso era verse libre de él. “¿Quién me librará?”. Vosotros recordáis bien que cuando Dios permitió que un aguijón en la carne atormentase cruelmente a su siervo, un mensajero de Satanás que le abofetease, Pablo se sintió impulsado a caer postrado ante Dios. “Tres veces he rogado al Señor que se quite de mí” ¡Oh, ésta es, la verdadera señal de todo hijo de Dios! El mundo tiene una vieja naturaleza; todos a una son cada uno “un viejo hombre.” Pero tal hecho no les hace caer de rodillas porque no tienen la nueva naturaleza. ¿Cuál es vuestra actitud, almas queridas? ¿La corrupción que sientes en ‘ti mismo’ te conduce al trono de la gracia? ¿Te mueve ella a invocar el nombre del Señor? ¿Te hace hacer como la viuda inoportuna que pedía “hazme justicia de mi adversario?”‘ ¿Hace como aquel hombre que llamaba en casa de su amigo a la media noche para que le diese tres panes? ¿Es también tu clamor como el de la mujer cananea que no dejaba a Jesús, invocando de Él una curación? ¡Ah!, recuerda y sabe que si la concupiscencia obra en tu corazón y tú continúas tan tranquilo con ella sin clamar por tu liberación, tú no eres de Cristo.

3. El creyente da gracias por la victoria. – Ciertamente somos más que vencedores en aquel que nos amé; podemos dar gracias porque la victoria ya ha sido conseguida. Si aun en lo más tremendo de la batalla podemos mirar a Jesús y clamar: “¡Gracias a Dios!” En el momento en que un alma que se lamenta bajo la opresión de su corrupción fija su alma en Jesús, en ese mismo instante su gemido es trocado en un cántico de alabanza. En Jesús descubriréis una fuente en que lavar toda vuestra culpabilidad del pecado. En Jesús hallaréis gracia suficiente para vosotros, gracia para sosteneros hasta el fin y la segura y firme promesa de que el pecado pronto será totalmente esarraigado de vuestro corazón. “No temas que yo te redimí; te he llamado por nombre y mío eres tú”. ¡Ah, esta verdad cambia los gemidos en himnos de alabanza! Esta es la experiencia diaria de todo el pueblo de Dios. ¿Es la tuya amigo? Examínate a ti mismo por medio de ella.

¡Oh, si no conoces la canción de alabanza del creyente, nunca rendirás tu corona con todos los salvos en el cielo a los pies de Jesús! Queridos creyentes, alegráos en gloriáros en vuestras enfermedades para que toda la potencia de Cristo os baste. ¡Gloria, gloria sea dada al Cordero!
Soli Deo Gloria