Mostrando entradas con la etiqueta Teología Sistemática. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Teología Sistemática. Mostrar todas las entradas

miércoles, 18 de marzo de 2020

,

¿Estudiar teología como un acto de adoración?

"Si tu teología no te lleva a adorar entonces necesitas una mejor teología."

Una reflexión del teólogo bautista John L. Dagg (1794-1884) quien escribió en su Manual de Teología sobre la pregunta de este post reflexivo.

“El estudio de la verdad religiosa debe llevarse a cabo y enjuiciarse desde el sentido del deber, y con miras a la mejora del corazón. Cuando se aprende, no debe colocarse en el estante, como objeto de especulación; pero debe depositarse en lo profundo del corazón, donde debe sentirse su poder santificador. Estudiar teología, con el propósito de satisfacer la curiosidad, o prepararse para un debate, es un abuso y una profanación de lo que debería considerarse como lo más sagrado. Aprender cosas pertenecientes a Dios, simplemente por diversión o ventaja secular, o para satisfacer el mero amor al conocimiento, es tratar al Altísimo con desprecio”.

Entonces, el propósito de estudiar las Escrituras, y la teología en general, es adorar a Dios y crecer en nuestra comprensión de Él. Que todo nuestro estudio se realice con un corazón anhelante de saber más acerca de Dios, y no solo para producir sermones, tareas o aumentar nuestro propio intelecto. Oh ¿Simplemente estar leyendo la Escritura para avanzar con un marcador, de modo que, al final del año, pueda decir: "He leído la Biblia de principio a fin?"

Cuando venimos al estudio de las Escrituras deberíamos hacerlo como un acto de adoración. Ahora Cuando escuchamos la palabra "adoración", no es raro que pensemos instantáneamente en música e himnos en el Día del Señor. La adoración congregacional es un momento en que expresamos abiertamente nuestro amor por Dios, y lo hacemos con reverencia. Pero, cuando se trata de estudiar las Escrituras o leer teología, a menudo podemos separar esos actos de la función de adoración; Sin embargo, este no debería ser el caso.

Nos preguntamos ¿Teología? Este es un término muy amplio. No solamente se refiere a Dios, sino a todo lo que Dios nos ha revelado en las Sagradas Escrituras. Dentro de la disciplina de la teología está el estudio de Cristo, que llamamos "cristología". También incluye el estudio del Espíritu Santo, que llamamos "pneumatología"; el estudio del pecado, que llamamos "hamartiología"; y el estudio de las cosas futuras, que llamamos "escatología". Estas son subdivisiones de la teología. Los teólogos también hablan de "la teología propiamente dicha", que se refiere específicamente al estudio de Dios mismo.

Ahora particularmente de nuestro conocimiento de Dios seremos afectados en nuestro vivir y doxología. Dado que la verdad con respecto a Dios es lo más importante y se afirma que la “teología es una necesidad racional.”

“La teología es el esfuerzo sostenido de conocer el carácter, la voluntad y los actos del Dios trino según Él los ha desvelado e interpretado para su pueblo en las Escrituras… con el fin de que podamos conocerle, aprender a orientar nuestros pensamientos hacia Él, vivir nuestra vida en su mundo y según sus términos y proyectar su verdad mediante nuestro pensamiento y nuestros actos en nuestro propio tiempo y cultura.” David Wells

Recursos adicionales:

Soli Deo Gloria




domingo, 12 de enero de 2020

, ,

La regeneración y el llamamiento eficaz


A. LOS TÉRMINOS QUE EN LA BIBLIA SE USAN PARA REGENERACIÓN Y LAS IMPLICACIONES DE ESOS TÉRMINOS

1. LOS TÉRMINOS QUE TENEMOS QUE CONSIDERAR
La palabra griega "regeneración" (palingenesia) se encuentra nada más en Mat. 19: 28 y Tito 3: 5 y sólo en este último pasaje se refiere al principio de la vida nueva en el individuo cristiano. La idea de este principio se expresa de manera más común por medio del verbo gennao (con anothen en Juan 3: 3), o su compuesto anagenao. Estas palabras significan, bien, engendrar de nuevo o, concebir o nacer, Juan 1: 13; 3: 3, 4, 5, 6, 7. 8; I Ped. 1: 23; I Juan 2: 29; 3: 9; 4: 7; 5: 1, 4, 18. En un pasaje, es decir Sgto. 1: 18, la palabra apokueo, concebir o hacer nacer, es la que se emplea, además, el pensamiento de la producción de una nueva vida está expresado por la palabra ktizo, crear, Ef. 2: 10, y el producto de esta creación se llama una kaine ktisis (nueva criatura), II Cor. 5: 17; Gál. 6: 15, o un kainos anthropos (nuevo hombre), Ef. 4: 24. Por último el término suzoopoieo, hacer vivir con, vivificador con se usa también en un par de pasajes, Ef. 2: 5; Col. 2: 13.

2. LAS IMPLICACIONES DE ESTOS TÉRMINOS
Estos términos llevan consigo varias implicaciones importantes, a las que debemos dirigir nuestra atención.

(a) La regeneración es una obra creadora de Dios, y es, por tanto, una obra en la que el hombre permanece pasivo por completo, y en la que no hay lugar para la cooperación humana.) Este es un punto muy importante, puesto que acentúa el hecho de que la salvación es por completo de Dios.

(b) La obra creadora de Dios produce una nueva vida, en virtud de la cual, el hombre, vivificado con Cristo, participa de la vida de resurrección, y puede ser llamado una criatura nueva, "creada en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas", Ef. 2: 10.

(c) Deben distinguirse dos elementos en la regeneración, es decir, la generación o la concepción de una vida nueva, y el producirla o hacerla nacer, 'mediante los cuales la vida nueva brota de esas escondidas profundidades. La generación implanta el principio de la nueva vida en el alma, y el nuevo nacimiento hace que este principio comience a presentarse en acción. Esta distinción es de gran importancia para un entendimiento adecuado de la regeneración.

B. EL USO DEL TERMINO "REGENERACIÓN" EN LA TEOLOGÍA

1. EN LA IGLESIA PRIMITIVA Y EN LA TEOLOGÍA CATOLICORROMANA
En la  mente de la  iglesia  primitiva el  término  "regeneración"  no se mantuvo  como un concepto definido con precisión.  Se  usó para denotar  un cambio relacionado  en  forma estrecha  con el  lavamiento  de los pecados,  y no se  hizo una distinción  clara  entre  la regeneración y la justificación. Según  se le identifica con la gracia bautismal, el primero se entendía de manera especial como una designación de la remisión de los pecados aunque la idea de una cierta renovación  moral no estaba excluida.  Aun Agustín no trazó aquí una línea estricta; sino que distinguió entre regeneración y conversión. Para él la regeneración incluía, además de la remisión del pecado, nada más un cambio inicial del corazón, seguido por la  conversión  posterior.   Concebía Agustín la  regeneraran  como una obra de Dios estrictamente solitaria, en la que el sujeto humano, no puede cooperar, y a la que tampoco el hombre puede resistir. De consiguiente, para Pelagio, la "regeneración" no significaba el nacimiento  de una criatura  nueva, sino  el  perdón de los pecados  en  el  bautismo,  la iluminación de la mente por medio de la verdad y la estimulación de la voluntad por medio de las promesas divinas. La confusión entre la regeneración y la  justificación, que ya se descubre en Agustín,  se hizo todavía más notable en el escolasticismo. De hecho, del más prominente de los dos conceptos que resultó ser la justificación, se pensaba que incluía la regeneración  y se  concebía   como un acto  en  el  que Dios y el  hombre  cooperan. La justificación  según  la  explicación  común incluía la  infusión de gracia,  es  decir, el nacimiento de una nueva criatura, o regeneración, el perdón de los pecados y el desalojo de la culpa que le correspondía. No obstante, había una diferencia de opinión respecto a, cuál de estos dos elementos es por razón lógica el primero. Según Tomás de Aquino la infusión de gracia es primero, y el perdón de los pecados se basa sobre esto, cuando menos en cierto sentido; pero según Duns Escoto el perdón de los pecados es primero y sirve de base para la infusión de la  gracia.  Ambos elementos  se  efectúan  por medio  del bautismo  ex  opera operato. La opinión de Tomás de Aquino triunfó en la Iglesia. Hasta el día de hoy hay en la iglesia católica romana una cierta confusión entre regeneración y justificación, la cual, sin duda, se debe en gran parte al hecho de que la  justificación no se concibe como un acto forense,  sino  como un acto  o proceso  de renovación.  En ese acto  el  hombre  no está declarado sino hecho justo. Dice Wilmers en su obra, Handbook  of the Christian Religión: "Así como la  justificación  es  una renovación y regeneración  espiritual,  se  sigue  que el pecado queda verdaderamente destruido  por ella, y no como los reformadores sostienen, que nada más queda cubierto  o que ya no se imputa".

2. COMO LA ENTENDIERON LOS REFORMADORES Y LAS IGLESIAS PROTESTANTES
Lutero no pudo escaparse por completo de confundir la regeneración con la justificación. Además  habló de la  regeneración  o del  nuevo nacimiento  en  un sentido  todavía  más amplio.  Calvino  también  usó el  término  en  un sentido muy comprensivo.  Como una designación  de todo el proceso por medio del cual el hombre  es renovado,  incluyendo además del acto divino que origina la nueva vida también la conversión (arrepentimiento y fe)  y  la  santificación    Varios  autores  del Siglo  XVII  fallaron  en  distinguir  entre regeneración y conversión y usan indistintamente ambos términos, tratando lo que ahora llamamos regeneración bajo el título de vocación o de llamamiento eficaz. Los Cánones de Dort usaron también las dos palabras como sinónimas, y la Confesión Belga parece que habla de la regeneración en un sentido todavía  más amplio.  Este uso comprensivo del término “regeneración” condujo con frecuencia a la confusión y  al  descuido  sobre distinciones muy necesarias., Por ejemplo, aunque  la  regeneración y  la conversión  se identificaran, la regeneración se declaraba todavía como acto solitario de Dios, a pesar del hecho del que en  la  conversión  el  hombre,  en  realidad  coopera. La  distinción  entre regeneración y justificación se había hecho ya más clara, pero por grados se hizo necesaria, y se estableció también, la costumbre de emplear el término "regeneración" en un sentido más  restringido.  Turretin  define dos clases  de conversión  : primero,  una "habitual"  o conversión  pasiva, producida por una disposición o hábito del alma, la  cual, acentúa él, debiera llamarse mejor "regeneración", y segundo, una "actual" o conversión "activa", en la cual este hábito o disposición implantada se vuelve activo en la fe y el arrepentimiento. En la teología Reformada de hoy, la palabra "regeneración" se usa por lo general en un sentido más restringido, como una designación de aquel acto divino por medio del cual el pecador queda dotado de nueva vida espiritual y mediante ese acto el principio de la vida nueva entra  por primera vez en  acción. Concebida así, la  regeneración incluye tanto  el "ser engendrado  de nuevo" como el  "nuevo nacimiento",  en  el  que la  nueva  vida se  hace manifiesta.  No obstante,   en estricta  armonía,  con el significado  literal de la  palabra "regeneración" el término "se emplea  a veces en un sentido todavía  más limitado, para denotar nada  más la  implantación  de la  nueva vida en el  alma,  aparte de las  primera s manifestaciones  de esta  vida. En la  moderna  teología  ancha el  término "regeneración" adquiere un significado diferente. Schleiermacher distinguió dos aspectos de regeneración, es decir, la conversión y la justificación y sostuvo que en la regeneración "se produce en el creyente  una nueva conciencia  religiosa mediante  el  espíritu  cristiano  ordinario de la comunidad, y se prepara para la nueva vida, o la 'santificación'. (Pfleiderer) Que el "espíritu cristiano de la comunidad o congregación" es el resultado de un influjo de la vida divina, por medio de Cristo, en la Iglesia, y se llama "el Espíritu Santo" por Schleiermacher. El concepto moderno  está bien expresado en las palabras siguientes  que son de Youtz: "La interpretación moderna inclina al retorno del uso simbólico del concepto de regeneración. Nuestras realidades éticas tienen que ver con los caracteres transformados. La regeneración expresa  así un cambio ético radical y vital, más bien  que un principio metafísico, por completo nuevo. La regeneración es un peldaño vital en el desarrollo  natural de la vida espiritual, un reajuste radical de los Procesos morales de la vida". Los investigadores en la psicología de la religión, en general, dejan de distinguir entre regeneración y conversión. Consideran que la regeneración es un proceso en el que la actitud del hombre hacia la vida cambia de lo auto céntrico a lo heterocéntrico. Este proceso encuentra  su explicación  en primer  lugar  en  la  vida subconsciente,  y  no envuelve  por necesidad  nada que sea sobrenatural. James dice: "Ser convertido, ser regenerado, recibir la gracia, experimentar la religión,  adquirir  seguridad, son otras  tantas  frases  que denotan  el  proceso,  gradual  o repentino,  por medio del cual uno mismo, que hasta aquí  estaba dividido, consciente  de estar equivocado,  de ser  inferior  e  infeliz  se convierte   en  una personalidad unificada, conscientemente recta,  superior y  feliz  como consecuencia  de su firme  apego  a  las realidades religiosas". Según Clark, "los investigadores han convenido  en distinguir tres diferentes etapas en la conversión:

1.  Un período de 'tormenta y lucha', sentido de pecado, o sentimiento de desarmonía interna, lo que la teología conoce como `convicción de pecado' y designado por James como 'enfermedad del alma'.
2.  Una crisis emocional que señala un punto de regreso
3.  Una venturosa tranquilidad acompañada por un sentido de paz, descanso, armonía interior, aceptación delante de Dios, y con frecuencia, de reflejos motores y sensorios de varias clases".

C. LA NATURALEZA ESENCIAL DE LA REGENERACIÓN
Respecto a la naturaleza de la regeneración hay varios errores que debemos evitar. Será bueno mencionar éstos antes de comenzar el estudio de las cualidades positivas de esta obra re-creadora de Dios.

1. LOS ERRORES
(a) La regeneración no es un cambio  en la substancia de la naturaleza humana, como enseñaban los maniqueos y también  en los días de la Reforma Flacio Ilírico, que concebía el pecado original como una substancia que había de ser substituida por otra en la regeneración. Ninguna nueva semilla o germen físico se  implanta en el hombre; ni hay tampoco  que hacer alguna  adición  a  las  facultades  del alma,  o alguna substracción de ellas.
(b)  Tampoco  es nada más un cambio  en una o más de las facultades del alma como, por ejemplo, de la vida emocional (sentimientos o corazón), que remueve la aversión a las cosas divinas, según algunos evangélicos la conciben, o del intelecto, o una iluminación de la mente que está obscurecida por el pecado, como la consideran los racionalistas. La regeneración afecta el corazón, entendida la palabra en el sentido de la Escritura, es decir, como el órgano central del alma que lo controla todo y del cual fluyen las corrientes de la vida. Esto  significa que afecta a  la naturaleza humana como un todo.
(c) Tampoco  es un cambio completo o perfecto de toda la naturaleza del hombre, o de alguna parte de ella como para que ya no sea capaz  de pecar como  enseñaron los extremados anabaptistas y algunos de las sectas fanáticas. Esto no significa que, en principio, no afecte  a  toda la  naturaleza  del hombre; sino  nada más  que no constituye el cambio  completo  que se obra en el hombre mediante la operación del Espíritu Santo. Es decir, no incluye ni la conversión ni la santificación.

2. LOS CARACTERES POSITIVOS DE LA REGENERACIÓN
Tenemos que hacer las siguientes confirmaciones positivas acerca de la regeneración:

a.  La regeneración consiste en la implantación del principio de la nueva vida espiritual en el hombre, en un cambio radical de la disposición regente del alma, la cual bajo la influencia del Espíritu Santo, da nacimiento a una vida que se mueve en dirección hacia Dios. En principio este cambio  afecta al hombre completo : en su intelecto; I Cor. 2 : 14, 15 ; II Cor. 4 : 6 ; Ef. 1 : 18 ; Col. 3: 10 ; en su voluntad,  Sal 110 : 3 ; Fil. 2 : 13 ; II Tes. 3 : 5 ; Heb. 13 : 21; y en sus sentimientos o emociones, Sal 42 : 1, 2; Mat. 5: 4; I Ped. 1: 8.
b.  Es un cambio instantáneo en la  naturaleza del hombre, que afecta al momento al hombre  completo,  intelectual,  emocional  y  moral.  La  afirmación de que la regeneración es un cambio  instantáneo implica dos cosas:
(1) Que no es  un trabajo  que esté preparado  por grados  en  el  alma,  según enseñan  los católico  romanos  y  todos los semipelagianos;  no hay etapa intermedia entre la vida y la muerte; uno vive o está muerto
(2) Que no es un proceso gradual como la santificación. Es verdad que algunos autores Reformados en ocasiones han usado el término "regeneración" como que incluye aun la santificación; pero esto fue en los días cuando  el ordo salutis no estaba desarrollado por completo como lo está hoy.
c.  En un sentido más limitado es un cambio  que ocurre en la vida subconsciente. Es una obra secreta e inescrutable de Dios, que nunca  se percibe directamente por el hombre. El cambio  puede tener lugar  sin  que el hombre  sea consciente de él al momento,   aunque  éste  no es  el  caso  cuando  coinciden la regeneración  y  la conversión; y aun más tarde, el hombre la percibe sólo en sus efectos. Esto explica el hecho de que el cristiano puede, por una parte, luchar por largo tiempo con dudas e incertidumbres, y por la otra,  puede todavía  triunfar, por grados,  sobre  éstas y levantarse a las alturas de la seguridad.

3. DEFINICIÓN DE REGENERACIÓN
De   lo  que  hemos dicho  precedentemente   respecto   al  uso  actual  de  la palabra "regeneración",  se  sigue  que la  regeneración  puede ser definida de dos maneras. En el sentido  estricto de la palabra podemos decir: La regeneración es  aquel acto de Dios por medio del cual el principio de la vida nueva queda implantado en el hombre, y se hace santa la disposición regente del alma. Pero para incluir la idea del nuevo nacimiento tanto como la del ser "engendrado otra vez", será necesario completar la definición con las siguientes palabras: "quedando asegurado el primen ejercicio santo de esta nueva disposición".

D. EL LLAMAMIENTO EFICAZ EN RELACIÓN CON EL LLAMAMIENTO EXTERNO Y LA REGENERACIÓN

1. INSEPARABLE CONEXIÓN ENTRE EL LLAMAMIENTO EFICAZ Y EL LLAMAMIENTO EXTERNO
El llamamiento de Dios puede decirse que es uno, y la diferencia entre llamamiento externo o interno y eficaz únicamente llama la atención al hecho de que en ese llamamiento hay dos aspectos. Esto no significa que estos dos aspectos estén siempre unidos y vayan siempre juntos. No afirmamos con los luteranos que "el llamamiento  interno  no sea  siempre concurrente con el oír de la palabra". No obstante, significa que cuando el llamamiento interno llega a los adultos es por la mediación de la predicación de la Palabra. Es una y la misma palabra la que se escucha en el llamamiento externo, y que se hace efectiva en el corazón en el llamamiento interno. Por medio de la poderosa aplicación del Espíritu Santo el llamamiento externo  pasa a ser directamente   interno. Pero aunque este llamamiento esté relacionado en forma estrecha con el externo y forme una unidad con El, hay ciertos puntos de diferencia: (a)  Es un llamamiento hecho por la Palabra, aplicada en forma salvadora mediante la operación del Espíritu Santo, I Cor. 1: 23, 24; I Ped. 2: 9 (b)  Es  un llamamiento  poderoso,   es decir, un llamamiento  que es  efectivo  para  la salvación, Hech. 13: 48; I Cor. 1: 23, 24 (c)  Se concede irrevocablemente, es decir, un llamamiento que no está sujeto  a cambio y que nunca será retirado, Rom. 11:29.

2. CARACTERÍSTICAS DEL LLAMAMIENTO INTERNO
Deben notarse las siguientes características:

a.  Opera mediante  la  persuasión  moral más la  operación  eficaz  del Espíritu Santo. Tenemos que preguntar si en este llamamiento (como distinto de la regeneración) la Palabra de Dios obra en forma creadora, o mediante persuasión moral. Ahora bien, no hay duda acerca de que de la Palabra de Dios se dice  a veces que obra de una manera creadora, Gen 1: 3; Sal 33: 6, 9; 147: 15; Rom. 4: 17 (aunque  este pasaje debe interpretarse en forma diferente). Pero todos estos pasajes se refieren al poder de la Palabra de Dios, a su mandato autoritativo, y no a la Palabra de la predicación que es la que nos concierne aquí. El Espíritu de Dios obra mediante la predicación de la Palabra sólo de una manera moralmente persuasiva, haciendo más efectiva la persuasión de la Palabra, de tal manera que el hombre  escucha la  voz de su Dios. Esto se deduce de la íntima naturaleza de la Palabra, que se dirige al entendimiento y a  la  voluntad.   No obstante,  debe recordarse  que esta  persuasión  moral  no constituye todavía el todo del llamamiento interno; debe haber además de esto una operación poderosa del Espíritu Santo para aplicar la Palabra al corazón.
b.  Obra en la vida consciente del hombre. Este punto está relacionado de manera muy íntima con el precedente. Si la palabra de la predicación no obra en forma creadora sino nada, más de una manera moral y persuasiva, se sigue que puede obrar nada más en la vida consciente del hombre.  Se dirige al entendimiento, que el Espíritu capacita con el sentido de la vista espiritual dentro de la verdad, y por medio del entendimiento ejerce influencia en forma efectiva sobre la voluntad,  de manera que el pecador  se vuelve a Dios. El llamamiento interno necesariamente desemboca en la conversión, es  decir, en un regreso consciente  fuera del pecado y en dirección hacia la santidad.
c.  Es teleológico. El llamamiento interno es de carácter  teleológico, es decir, llama al hombre para determinado  fin, hacia la gran meta a la  cual el Espíritu Santo está dirigiendo al elegido, y, en consecuencia hacia las etapas intermedias que hay en el camino de su destino final. Es un llamamiento al compañerismo con Jesucristo,  I Cor. 1: 9; para heredar bendición, I Ped. 3: 9; a la libertad, Gál. 5: 13; a la paz, I Cor. 7: 15; a la santidad,  I Tes. 4: 7; hacia una esperanza, Ef. 4: 4; hacia la vida eterna, I Tim. 6: 12; y el reino de Dios y de su gloria, I Tes. 2: 12.

3. LA RELACIÓN ENTRE EL LLAMAMIENTO EFICAZ Y LA REGENERACIÓN

a.  La identificación de los dos en  la  teología  del Siglo XVII.  Es  un hecho  bien conocido que en la teología del Siglo XVII con frecuencia se identificaban del todo, y si no del todo, al menos,  hasta donde  la  regeneración  se  consideraba  que está incluida en el llamamiento. Varios de los antiguos teólogos tienen un capítulo aparte sobre el llamamiento, pero ninguno sobre la regeneración. Según la Confesión de Westminster X, 2, el llamamiento eficaz incluye la regeneración. Este concepto encuentra  alguna  justificación  en  el  hecho de que Pablo,  que usa  el  término "regeneración"  sólo  una vez, evidentemente  la  concibe como incluida en  el llamamiento, en Rom. 8: 30. Además, hay un sentido en el que el llamamiento y la regeneración están relacionados como causa y efecto. No obstante, debe recordarse que al  hablar del llamamiento  como que incluye. o como que está  relacionado causalmente con la regeneración no queremos decir nada más lo que técnicamente puede denominarse  llamamiento  interno o eficaz,  sino el llamamiento en general, que incluye aún el llamamiento creador. El uso extensivo en los tiempos de la post Reforma, del término "llamamiento" más bien que "regeneración", para designar el principio de la obra de la gracia en la vida de los pecadores,  se debió  a un deseo de acentuar la estrecha relación que existe entre la Palabra de Dios y la operación de su gracia. Y el predominio del término "llamamiento" en la época apostólica encuentra su explicación y justificación en el hecho de que, en el caso de aquellos que fueron reunidos en la iglesia, en aquel período misionero, la regeneración y el llamamiento eficaz fueron, por lo general, simultáneos aunque el cambio  se reflejaba en la vida consciente de ellos como un poderoso llamamiento de Dios. No obstante,  en una presentación sistemática de la verdad debemos distinguir con mucho cuidado entre llamamiento y regeneración.
b.  Los puntos de diferencia  entre  la  regeneración  y  el  llamamiento  eficaz. La regeneración  en  el sentido  más  estricto  de la  palabra,  es  decir, como el ser engendrado otra vez, tiene lugar en la vida subconsciente del hombre y es del todo independiente  de cualquiera  actitud  que él  asuma  con referencia  a   ella.  El llamamiento  por otra   parte,   se  dirige  a   la  conciencia,  e   implica  una cierta disposición  de  la  vida subconsciente.  Esto   se  deduce   del hecho de que  la regeneración obra desde adentro, en tanto que el llamamiento viene desde afuera. En el caso de los niños hablamos de regeneración más bien que de llamamiento. Además, la regeneración es una operación creadora  e hiperfísica del Espíritu Santo, por medio de la cual el hombre queda trasladado de una condición a otra,  de una condición de muerte espiritual a una de vida espiritual. El llamamiento  eficaz, al contrario, es teleológico, produce la nueva vida y la enfoca en la dirección de Dios. Asegura el ejercicio  de la  nueva disposición  y hace  que la  nueva vida entre  en acción.

c.  El orden relativo del llamamiento y la regeneración. Esto quizá se entienda mejor si notamos las siguientes etapas:
(1)   Con toda lógica,  el  llamamiento  externo  en  la  predicación  de la  Palabra (excepto  en el caso de los niños) precede, por lo general, o coincide con la operación del Espíritu Santo, por lo cual la vida nueva se produce en el alma del hombre.
(2)  Entonces  por medio  de la palabra creadora,  Dios genera  la nueva  vida, cambia la disposición  interna  del alma, ilumina  la mente,  despierta los sentimientos y renueva la voluntad. En este acto de Dios queda implantado el oído que capacita  al hombre  para oír el  llamamiento  de Dios  para la salvación de su alma. Esta es la regeneración en el sentido más estricto de la palabra. En ella    la regeneración     el hombre permanece del todo pasivo.
(3)  Habiendo recibido el oído espiritual, el llamamiento de Dios en el evangelio es oído por el pecador y hace, efectivamente, su aposento en el corazón. El deseo de resistir ha sido  cambiado  en deseo de obedecer,  y el pecador se rinde a la influencia persuasiva de la Palabra por medio de la operación del Espíritu Santo. Este  es el llamamiento eficaz por medio  de la instrumentalidad de la palabra de la predicación aplicada en forma efectiva por el Espíritu de Dios.
(4)  Por último, este llamamiento eficaz asegura usando la verdad como medio, el primer ejercicio santo de la nueva disposición que ha nacido en el alma. La nueva vida comienza a manifestarse; la vida implantada desemboca en el nuevo nacimiento. Este es el cumplimiento de la obra de la regeneración en el más amplio sentido de la palabra, y el punto  en el que  se transforma en conversión.
Ahora bien, no deberíamos cometer el error de considerar este orden lógico como un orden temporal que tendrá que aplicarse en todos los casos. La vida nueva con frecuencia se implanta en el corazón de los niños mucho antes de que sean  capaces  de oír el  llamamiento  del evangelio;  no obstante,  son capacitados  con esta  vida sólo  cuando el  evangelio  es  predicado.  De consiguiente, hay siempre un llamamiento creador de Dios por medio del cual se produce   la  vida nueva. En el caso de aquellos  que viven bajo la administración del evangelio existe la posibilidad de que reciban las semillas de la regeneración mucho  antes de que lleguen a los años de discreción y, por tanto, también mucho antes de que el llamamiento eficaz penetre en sus conciencias. No obstante,  es muy improbable que siendo regenerados, vivan en pecado durante años y que aun después de haber llegado a la madurez no den evidencia,  de ninguna clase,  de que en  ellos  hay vida nueva. Al contrario,  en el caso de aquellos  que no viven bajo la  administración  del pacto no hay razón  para aceptar  un  intervalo  entre  el  tiempo  de su regeneración y su  llamamiento eficaz. En el llamamiento eficaz ellos al momento  se dan cuenta de su renovación, e inmediatamente encuentran las semillas de la regeneración que germina en una vida nueva. Esto significa que la regeneración, el llamamiento eficaz y la conversión coinciden.

E. LA NECESIDAD DE LA REGENERACIÓN

1. LA MODERNA TEOLOGÍA ANCHA NIEGA ESTA NECESIDAD
La necesidad de la regeneración, tal como  se entendía en la iglesia cristiana la niega, como es natural, la moderna teología ancha. No está en acuerdo con la enseñanza de Rousseau de que el hombre  es bueno por naturaleza. Cualquier cambio radical o desvío completo  en la vida' de un hombre que es esencialmente bueno, sería un cambio para peor. Los partidarios de estos conceptos anchos hablan de la salvación por el carácter, y la única regeneración de la que ellos saben es una concebida como un escalón vital en el desarrollo natural de la vida espiritual, un reajuste radical del proceso moral de la vida". (Youtz.) Muchos enseñan una serie de renovaciones éticas. Emerton dice: "El carácter ganador de esta manera, probado y retenido,  es redención. No hay otra definición que valga. Es la redención del yo más bajo del hombre por el dominio de su yo más elevado. Es lo espiritual que redime lo animal"

2. ESTA NECESIDAD SE DEDUCE DE LA ENSEÑANZA DE LA ESCRITURA CON REFERENCIA A LA CONDICIÓN NATURAL DEL HOMBRE
La santidad o la conformidad con la ley divina es la condición indispensable para asegurar el favor divino, alcanzar paz de la conciencia y gozar de la comunión con Dios, Heb. 12:14. Ahora bien, la condición del hombre por naturaleza es, según la Escritura, tanto en disposición como en acto, exactamente lo opuesto de lo que es la santidad que aquí es tan indispensable.  El hombre   está  descrito como muerto a  causa  de sus  transgresiones  y pecados, Ef. 2: 1, y esta condición reclama nada menos que una restructuración hacia  la vida. Un cambio literal interno se hace necesario, un cambio por medio del cual se cambie toda la disposición del alma.

3. LA NECESIDAD  DE LA REGENERACIÓN  TAMBIÉN  ESTA AFIRMADA  POR LA ESCRITURA
La Escritura no nos deja  en duda acerca de la necesidad de la regeneración, pero afirma esto en los términos  más claros.  Jesús dijo: "De  cierto,  de cierto  te digo que el que no naciere de nuevo no puede ver el reino de Dios", Juan 3: 3.262 Esta afirmación del Salvador es absoluta  y no deja lugar para las excepciones. La misma verdad se deduce con claridad de las afirmaciones de Pablo como por ejemplo, I Cor. 2: 14: "Pero el hombre natural no percibe las cosas del Espíritu de Dios porque le son locura, ni las puede conocer porque han de ser discernidas espiritualmente", Gál. 6: 15: "Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión es algo, ni la incircuncisión, sino la nueva criatura". Compárese Jer. 13: 23; Rom. 3: 11; Ef. 2:3, 4.

F. LA CAUSA EFICIENTE DE LA REGENERACIÓN

Hay sólo tres diferentes conceptos fundamentales que nos vienen a la consideración aquí, y todos los otros son modificaciones de éstos.

1. LA VOLUNTAD HUMANA
Según Pelagio el concepto de la regeneración es sólo un acto de la voluntad humana, y en la práctica  es  idéntico con la  propia reforma  lograda  por uno mismo.  Con algunas  ligeras diferencias  este  es el concepto de la  teología moderna ancha. Una modificación  de este concepto  es el de los semipelagianos y de los arminianos, que la  consideran, al menos en parte, como un acto del hombre  que coopera con las  influencias  divinas  aplicadas  por medio de la verdad.  Esta  es la  teoría sinergética de la  regeneración. Estos dos conceptos envuelven una negación de la depravación total del hombre enseriada con tanta claridad en la Palabra de Dios en Juan 5: 42; Rom. 3: 9-18; 7: 18, 23; 8: 7; II Tim. 3: 4; y de la verdad bíblica de que sólo Dios es el que inclina la voluntad del hombre, Rom. 9: 16; Fil. 2: 13.
2. LA VERDAD
Según el concepto anterior la verdad  es un sistema de motivos presentados  a la voluntad humana  por el Espíritu  Santo,  y esa  verdad   es  la  causa  inmediata del cambio  de la inmundicia a la santidad. Este fue el concepto de Lyman Beecher y de Charles G. Finney. Esta teoría acepta que la obra del Espíritu Santo difiere de la del predicador sólo en grado. Ambos obran sólo por persuasión. Pero resulta una teoría insatisfactoria. La verdad puede ser un motivo de santidad  sólo si se  la  ama, en tanto  que el hombre natural no ama la verdad, sino la aborrece, Rom. 1: 18, 25. En consecuencia, la verdad presentada en forma externa no puede ser la causa eficiente de la regeneración.
3. EL ESPÍRITU SANTO
El único concepto adecuado es el que ha tenido la Iglesia de todos los Siglos, que considera al Espíritu Santo la causa eficiente de la regeneración. Esto significa que el Espíritu Santo obra en forma directa sobre el corazón del hombre y cambia su condición espiritual. No hay cooperación  de ninguna clase  de parte del pecador  en esta obra.  Es la obra del Espíritu Santo directa y exclusivamente, Ez. 11: 19; Juan 1: 13; Hech. 16: 14; Rom. 9: 16; Fil. 2: 13. La regeneración, pues, tiene que concebirse en su forma solitaria. Dios solamente obra, y el pecador no tiene parte  ninguna  en esa obra.  Esto,  de consiguiente,  no significa  que el hombre no coopere en etapas posteriores en el trabajo de la redención. De la Escritura se desprende con claridad que el hombre lo hace.

G. EL  USO   DE  LA  PALABRA DE  DIOS  COMO  UN  INSTRUMENTO  EN  LA REGENERACIÓN

Se puede preguntar si la Palabra de Dios se usa como  un medio en la regeneración o no; o como con frecuencia se hace la pregunta, si la regeneración es mediata  o inmediata.

1. LA IMPORTANCIA ADECUADA DE LA PREGUNTA
Se requiere una discriminación cuidadosa para evitar equivocaciones.

a. Cuando los antiguos teólogos Reformados insistían sobre el carácter inmediato de la regeneración, con frecuencia le daban al término "inmediato" una connotación que ya no tiene en la actualidad. Algunos de los representantes de la Escuela de Saumur, como Cameron y Pajon, enseñaron que en la regeneración el Espíritu Santo ilumina y convence, de manera sobrenatural, la mente o el intelecto en forma tan poderosa que la voluntad  no puede  fallar en  seguir  el dictado  predominante  del juicio práctico. El Espíritu Santo  obra  en  forma inmediata sobre el intelecto y por su medio  sobre la  voluntad.  Según los de Saumur no hay operación  inmediata  del Espíritu Santo  sobre  la voluntad del hombre. En oposición a estos  hombres  los teólogos Reformados acentúan por lo general el hecho de que en la regeneración el Espíritu Santo también  obra en forma directa  sobre la voluntad del hombre, y no nada más  por mediación  del intelecto.  En la  actualidad  la  pregunta  sobre  la regeneración  mediata  o  inmediata  es  un poco diferente,  aunque  sigue  siendo pregunta relacionada.  Es la  pregunta  acerca del uso de la  Palabra  de Dios como medio en la obra de regeneración.
b. La forma exacta del asunto tiene que notarse con cuidado. El asunto no es, si Dios obra la regeneración por medio de una palabra creadora. Por lo general se admite que así lo hace. Tampoco  es, si se emplea  la Palabra  de verdad, la palabra de la predicación  en   el  nuevo nacimiento,  para   distinguirlo  del  ser   engendrado divinamente del nuevo hombre,  es decir, para asegurar el primer ejercicio santo de la vida nueva. El asunto  verdadero  es, si Dios, para implantar o generar la vida nueva,  emplea  la palabra de la Escritura o la palabra de la predicación como instrumento o medio. Al discutir este asunto  en tiempos anteriores se  sufrió con frecuencia de la falta de una adecuada discriminación.

2. CONSIDERACIONES QUE FAVORECEN UNA RESPUESTA NEGATIVA

El Dr. Shedd dice: "La influencia del Espíritu Santo puede distinguirse de la de la verdad; de la del hombre sobre el hombre; y de la de cualquier instrumento o medio  de que se trate. Su  energía  actúa  en  forma directa  sobre la misma alma humana.  Es la influencia del Espíritu sobre el espíritu; de una de las personas de la Trinidad sobre una persona humana. Ni la verdad, ni un compañero,  pueden obrar así en forma directa sobre la esencia del alma misma. Las siguientes consideraciones favorecen este concepto:
a. La regeneración es un acto creador por el cual el pecador, espiritualmente muerto, queda restaurado  a la vida. Pero la verdad del Evangelio puede obrar sólo de una manera moral y persuasiva. Semejante instrumento no tiene efecto sobre un muerto. Defender su uso sería tanto como negar la muerte espiritual del hombre; lo que de ninguna manera se entiende por aquellos que toman esta posición.
b.  La regeneración tiene lugar en la esfera de lo subconsciente, es decir, fuera de la esfera de la atención consciente, en tanto que la verdad  se dirige por sí misma a la conciencia del hombre.  La  verdad puede ejercitar su  influencia persuasiva sólo cuando la atención del hombre  se fija sobre ella.
c.  La Biblia hace distinción entre la influencia del Espíritu Santo y la de la Palabra de Dios, y declara que la del Espíritu se hace necesaria para la recepción adecuada de la  verdad,  Juan 6: 64, 65; Hech. 16: 14; I Cor. 2: 12-15; Ef. 1: 17-20. Nótese particularmente el caso de Lidia, de quien Lucas dice: "Ella estaba oyendo (ekouen, inf.), y el Señor abrió el corazón de ella (dienaixen,  aor., un solo acto), para que estuviese atenta (prosechein, inf. de resultado o propósito) a lo que Pablo decía".

3. PASAJES DE LA BIBLIA QUE PARECEN PROBAR LO CONTRARIO

a.  En Santiago 1: 18 leemos: "El, de su voluntad,  nos hizo nacer por la palabra de verdad,  para que seamos primicias de sus criaturas". Este pasaje no prueba que la nueva generación quede intervenida en su concepción por la Palabra de Dios puesto que el término  usado  aquí,  apokuesen,  no se  refiere  a  engendrar,  sino  a  dar nacimiento.  Aquellos  que creen  en  la  regeneración  inmediata  no niegan  que el nuevo nacimiento, en el que la nueva vida se hace manifiesta por vez primera, esté asegurado por medio de la Palabra.
b.  Pedro exhorta  a los creyentes a amarse unos a otros  fervientemente en atención al hecho de que ellos  han sido  "renacidos  no de simiente  corruptible, sino  de incorruptible, por la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre", I Ped. 1:23b. No es correcto   decir como algunos  lo han hecho,  que "la  Palabra" en  este versículo es la palabra creadora, o la segunda persona de la Trinidad, porque Pedro mismo  nos informa  que él está recordando  la  Palabra  que había predicado  a sus oyentes, versículo  25. Pero  está en  perfecto  orden señalar que aun  geennao (la palabra que aquí se usa) no se refiere siempre a un acto de engendrar mediante un ser masculino, sino que puede denotar también el acto sinónimo de dar nacimiento al niño.  Esto es por completo  evidente según se ve en pasajes como Luc. 1: 13, 57;23: 29; Juan 16: 21; Gál. 4:24. En consecuencia, no hay autorización para afirmar que Pedro en este pasaje se refiere al acto inicial en la regeneración, es decir, el acto de engendrar. Y si se refiere a regeneración en un sentido más amplio, entonces el pasaje  no  ofrece  ninguna dificultad  en  relación  con el  asunto  que  estamos considerando. La idea de que  se refiere aquí al nuevo nacimiento, está favorecida por el  hecho  de que los lectores están representados  como habiendo  nacido de nuevo de una semilla que evidentemente ya había sido  implantada  en  sus almas, compárese Juan 1: 13. No es necesario identificar la semilla con la Palabra.
c.  Algunas veces se hace violencia sobre la Parábola del Sembrador para favorecer la idea de que la regeneración tiene lugar por medio de la Palabra. La semilla en esta parábola  es la palabra del reino. El argumento  es que la vida está en la semilla  y brota de la semilla. En consecuencia la nueva vida viene de la semilla de la Palabra de Dios. Pero,  en primer  lugar,  esto  se sale  de propósito,  porque resultaría  muy difícil decir que el Espíritu  o el principio de la vida nueva  está encerrado  en la Palabra, en la misma forma en que el germen viviente  está encerrado en la semilla. Esto nos recuerda un concepto un tanto luterano del llamamiento, según el cual el Espíritu está en la Palabra de manera que el llamamiento siempre resulta efectivo si el hombre no pone un tropiezo  en el camino. Y en segundo lugar, esto  es hacer presión  sobre  un punto que para nada  es el  tertium  comparationis.  El Salvador quiere explicar en esta parábola cómo  acontece que la semilla de la Palabra lleva fruto en algunos casos, y en otros no. Lleva fruto sólo en aquellos casos en los que cae en buena tierra, en corazones preparados  en tal forma que pueden entender la verdad.

4. LAS ENSEÑANZAS PERTINENTES DE NUESTROS SÍMBOLOS CONFESIONALES

Los pasajes siguientes se nos presentan aquí para consideración: De la Confesión Belga, los artículos XXIV  y XXXV; del Catecismo de Heidelberg la pregunta 54; de los Cánones de Dort, III y IV, Art. 11., 12, 17; y por último, las Conclusiones de Utrecht,  adoptadas por nuestra iglesia en 1908. De estos pasajes resultaría del todo evidente que nuestros escritos confesionales hablan de la regeneración en un sentido amplio, en el que incluye tanto el origen de la vida nueva como su manifestación en la conversión. Hasta se nos dirá que la fe regenera al pecador. Hay  pasajes  que parecen decir que la  Palabra  de Dios sirve  de instrumento en la obra de la regeneración. Pero están redactados en un lenguaje tal que todavía queda en duda si efectivamente enseñan que el principio de la vida nueva queda implantado  en el alma  por la'  instrumentalidad  de la  Palabra.  Fallan  en discriminar  con cuidado entre   los  varios elementos  que distinguimos  en   la regeneración.  En  las conclusiones de Utrecht leemos : "Hasta donde tiene que ver con el tercer punto, el de la regeneración inmediata el Sínodo  declara que esta  expresión puede  usarse en  un buen sentido, hasta donde nuestras iglesias lo han confesado siempre, en contra de los luteranos y de la iglesia católico romana, que la regeneración no se efectúa por medio de la Palabra o de los Sacramentos como tales,  sino  mediante la  obra todopoderosa y regeneradora del Espíritu  Santo;  que esta  obra  regeneradora  del Espíritu  Santo,  no obstante,  no debe disociarse,  en  este  sentido,  de la  predicación  de la  Palabra,  como si ambos  agentes estuvieran  separados  uno del otro ; porque aunque  nuestra  Confesión enseña  que no debemos tener duda respecto a la salvación de nuestros niños que mueren en la  infancia, aunque no hayan oído la predicación del evangelio, y nuestros símbolos confesionales en ninguna parte se definen respecto  a la manera en la que se efectúa la  regeneración en el caso de estos y de otros niños,     no obstante, por otra parte, es cierto que el evangelio es poder de Dios para la salvación de todo aquel que cree, y que en el caso de los adultos la obra regeneradora del Espíritu Santo acompaña a la predicación del evangelio".

H. CONCEPTOS DIVERGENTES RESPECTO A LA REGENERACIÓN

1. EL CONCEPTO PELAGIANO
Según los pelagianos, la libertad  del hombre v su responsabilidad personal implican que él en todo tiempo es tan capaz para dejar de pecar, como para cometer pecado. Sólo los actos de volición consciente se  consideran  como pecado.  En consecuencia  la  regeneración consiste nada más en la reforma moral. Significa que el hombre que anteriormente  había elegido transgredir la ley, ahora elige vivir en obediencia a ella.

2. LA REGENERACIÓN BAUTISMAL
Esta no siempre se presenta  en la misma forma.

a. En la  iglesia de Roma. Según la iglesia católico romana la regeneración incluye no sólo la renovación espiritual sino también la justificación o el perdón de los pecados,  y se  efectúa por medio del bautismo. En el caso de los niños la obra de la regeneración  siempre es  efectiva: pero no es así en el caso de los adultos. Estos pueden aceptar y utilizar con gratitud la gracia de la  regeneración, pero también  pueden  resistir o hacerla  ineficaz. Además, siempre es posible que los que se la han apropiado la pierdan de nuevo.
b.  En la iglesia anglicana. La iglesia de Inglaterra no está unánime  sobre este punto, sino  que  representa  dos tendencias  diferentes.  Los llamados  puseyitas, en  lo esencial, están en acuerdo  con la iglesia de Roma. Pero también hay en la iglesia anglicana un partido influyente que distingue dos clases de regeneración: Uno que consiste  nada más  en el cambio de las  relaciones  personales  con la iglesia  y los medios de gracia, y el otro, en un cambio fundamental de la naturaleza humana. Según los de este partido sólo el primero se efectúa Por medio del bautismo. Esta regeneración no incluye la renovación espiritual. Por medio del bautismo el hombre nada más entra en una nueva relación con la iglesia, y se convierte  en Hijo de Dios en el mismo sentido en el que los judíos se convertían  en hijos de Dios por medio del pacto del cual era sello la circuncisión.
c.  En la iglesia luterana. Lutero y sus seguidores no tuvieron éxito en limpiar su iglesia de la levadura de Roma en cuanto a este punto. Globalmente los luteranos sostienen, en oposición a Roma, el carácter solitario de la regeneración. Consideran al hombre, por completo, pasivo en la regeneración e incapaz de contribuir de ninguna manera a ella, aunque  los adultos pueden  resistirla por largo tiempo. A  la vez algunos enseñan que el bautismo, obrando  ex opere operato,  es el medio usual por el que Dios efectúa la regeneración.  Es  el medio  usual,  pero no el único, porque  la predicación  de la palabra  también  puede producirla.  Hablan  de dos clases de regeneración, es decir, regeneratio prima por medio de la cual se engendra  la vida nueva, y la regeneratio secunda o renovatio, por medio de la cual la nueva vida se dirige en dirección hacia Dios. Aunque los niños reciben la regeneratio prima por medio del bautismo, los adultos, que reciben la primera regeneración por medio de la palabra, se convierten  en participantes de la regeneratio secunda por medio del bautismo. Según los luteranos la regeneración se puede perder. Pero por medio de la gracia de Dios puede ser restaurada en el corazón del pecador penitente y eso sin que sea rebautizado. El bautismo es la prenda de la continua solicitud de Dios para renovar al bautizado y perdonarle sus pecados. Además, la regeneración no siempre se ejecuta instantáneamente, sino que sigue, con frecuencia, un proceso gradual en la vida de los adultos.

3. EL CONCEPTO ARMINIANO

Según los arminianos la regeneración no es obra exclusiva de Dios, ni es tampoco  exclusiva del hombre. Es el fruto de la elección del hombre para cooperar con las influencias divinas ejercidas por medio de la verdad. Hablando estrictamente, la obra del hombre  es primera que la de Dios. Ellos no aceptan que haya una obra precedente de Dios por medio de la cual la voluntad del hombre puede inclinarse hacia el bien. Como  es natural también creen que la gracia de la regeneración se puede perder.  Los arminianos wesleyanos alteran este concepto  en tal forma que acentúan el hecho de que la regeneración es obra  del Espíritu Santo, hecha en cooperación con la voluntad humana. Aceptan una primera operación del Espíritu Santo para iluminar, despertar y dirigir al hombre. No obstante, creen también que el hombre puede resistir esta obra del Espíritu Santo y que en tanto que lo haga permanece en su condición irregenerada.

4. EL CONCEPTO DE LOS TEÓLOGOS DE POSICIÓN MEDIA

Este concepto está modelado según el pensamiento panteísta. Después de la encarnación no quedan dos naturalezas separadas en Cristo sino sólo una que es divina-humana, una fusión de la  vida divina con la  humana: En la  regeneración una parte de aquella  vida divina- humana  pasa hasta  el  pecador.  Esto  no requiere  del Espíritu  Santo  una operación  por separado,  en  dondequiera   que el  pecador  sea  regenerado.  La   vida nueva ha sido comunicada  a la iglesia de una vez por todas; es en la actualidad la posesión permanente de la iglesia, y pasa de la iglesia a los individuos. La comunión con la iglesia también asegura la participación de la vida nueva. Este concepto ignora por completo el aspecto legal de la obra de Cristo. Además, hace imposible sostener que alguien haya podido  ser regenerado antes de que existiera la vida divina-humana de Cristo. Los santos del Antiguo Testamento no pudieron ser regenerados. Schleiermacher, es el padre de este concepto.

5. EL CONCEPTO TRICOTÓMICO

Algunos teólogos construyeron una teoría peculiar  de la  regeneración, basándose  en el concepto tricotómico de la  naturaleza  humana. Procedieron sobre la  hipótesis  de que el hombre consiste de tres partes,      cuerpo, alma y espíritu. Se acepta por lo general, aunque hay - variaciones sobre este punto, que el pecado tiene su asiento nada más en el alma, y no en  el espíritu  (pneuma).  Si el pecado  hubiera  penetrado  al espíritu  el hombre  habría quedado irremediablemente perdido, del modo preciso en que están: perdidos los demonios que son meros  seres espirituales.  El espíritu  es  la  vida superior  y divina en el hombre, destinado para gobernar la vida más baja. Debido  a la entrada del pecado en el mundo la influencia del espíritu" en la vida más baja se ha debilitado en extremo; pero mediante la regeneración se fortalece otra vez, y se restaura  la armonía en la vida del hombre. Esto es, de consiguiente, una teoría puramente racionalista.

6. EL CONCEPTO DEL LIBERALISMO MODERNO, O AMPLITUDISMO

Los teólogos amplitudistas (liberales) de la actualidad, no tienen todo el mismo concepto de la regeneración. Algunos hablan en términos que nos hacen recordar  a Schleiermacher. No obstante,  de manera  más  general  patrocina  un concepto  meramente  naturalista.  Son adversos  a la idea de que la regeneración es una obra sobrenatural y re-creadora  de Dios. En virtud de un Dios inmanente cada hombre  tiene un principio divino dentro de Él y de esta manera poseen en forma potencial todo lo que es necesario para la salvación. La única cosa necesaria,  es  que el hombre   se haga  consciente  de su potencialidad  divina, y que conscientemente se someta  a la dirección del más alto principio que hay adentro de él. La regeneración es, sencilla y éticamente, un cambió de carácter.
Teología Sistematica - Louis Berkhof

Articulo relacionado: La salvación y la regeneración
Soli Deo Gloria