jueves, 20 de julio de 2017

¡Cristo nuestro maná!

Éxodo 16: 1-31

En el NT Jesús se comparó a sí mismo con el maná divinamente provisto en el desierto: Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno come de este pan, vivirá para siempre. El pan que yo daré por la vida del mundo es mi carne (Juan 6:51; cf. 6:48-58).

Una comida especial provista para los hebreos durante el éxodo de Egipto. La palabra heb. man es en realidad una pregunta y como prefijo de hu sería ¿Qué es ésto? Por el otro lado, puede ser una adaptación del egipcio mennu, comida. Josefo y otros autores antiguos atribuyen el nombre a la pregunta ¿Es comida?, que queda bien en el contexto del desierto. Venía de noche (Num. 11:9). Era blanco, de sabor delicioso, y se parecía a la semilla de cilantro, una planta del área este del Mediterráneo que era tanto sabrosa como nutritiva (Ex. 16:31). Que vino de modo milagroso, esto demuestra en su naturaleza, su hora de llegada y que duraba hasta el sábado (Ex. 16:20-26; Dt. 8:3).

Tan pronto como hubo otra comida, el maná cesó (Jos. 5:12). Lo llamaban trigo del cielo (Sal. 78:24), pan del cielo (Sal. 105:40), y pan de ángeles (Sal. 78:25). Jesús al referirse a sí mismo, lo utilizó como metáfora (Jn. 6:31-58).

Hay cinco cosas representadas en el maná celestial como se da en la figura de Cristo el verdadero pan de Dios. Estas son cosas que todo creyente conocerá en la dulce experiencia de la gracia.

Primero: Él vendrá a ver que este verdadero maná fue provisto por Dios solamente. No se levantó de la tierra maldecida ni evolucionó sobre la hierba que llevaba hierba; Fue dad por la divinidad . "Les dio pan del cielo para comer". (Juan 6: 31) "Ordenó las nubes desde lo alto, abrió las puertas del cielo y llovió maná sobre ellos para comer y les dio el grano de los cielos". (Salmos 75: 23-24).

Segundo: Este maná debe ser buscado. Todos los que no buscaban no descubrian el maná. El maná cayó donde Dios dijo que lo haría. El maná cayó en la congregación de Dios. El maná era fácil de encontrar. La mayoría de los hombres no encuentran a Cristo porque no miran donde se revela el maná.

Tercero: El maná debe ser recogido. El maná en el suelo no servía de nada a nadie. Simplemente escuchar sobre el maná no satisface el hambre. Debe ser recogido. ¿Quién recogió este maná? Las almas hambrientas lo buscaban y lo recogían.

Cuarto: El maná debe ser procesado. Israel no sólo lo recogió con puñados y lo comió como habas de jalea; Fue molido en los molinos o batido en un mortero y luego horneado en pan. (Mateo 11: 8) El evangelio de Jesucristo es procesado por la obra interior del Espíritu. (I Corintios 2: 10-14) Debe ser oído, considerado, comprendido y creído.

Quinto: El maná debe ser comido. Maná en una canasta no dará vida. Debe ser masticado y masticado. Debe ser tomada de Dios, el Espíritu Santo lo hace con nosotros y crea la fe, la vida y la esperanza.

En el Evangelio, el maná es figura del verdadero pan del cielo, Cristo. ¡Cristo es nuestro maná! Que Dios se complazca en guiarnos donde él pueda ser encontrado, revelarlo a nuestros corazones, hacer que recojamos a nosotros mismos la medida plena que Dios nos ha dado, ayúdanos a procesar lo que hemos recolectado y a comer lo que Dios ha dado.
Soli Deo Gloria

miércoles, 19 de julio de 2017

Predicando con mucha Franqueza


Teniendo, por tanto, tal esperanza, hablamos con mucha franqueza. (2 Corintios 3:12)

Veo a muchos hombres que dicen predicar el Evangelio de la gracia de Dios en Cristo Jesús, pero están involucrados en confusiones y debates  irrelevantes. Gracias a Dios por aquellos que por su gracia y poder predican con mucha franqueza y sencillez que es en Cristo Jesús. Si los niños pequeños no pueden entender (intelectualmente) su evangelio, entonces su evangelio no tiene valor.

Sé que la verdad debe ser revelada por Dios y que es insondable, pero el Evangelio que nuestro Señor predicó no fue confuso o difícil de entender. Entonces  aquellos que rechazan nunca pudieron llegaran al conocimiento de la verdad. Pero aquellos que oían la claridad de su evangelio, llegaron a entender lo que Jesús  estaba diciendo, aunque estaban espiritualmente ciegos antes de oír con claridad.

La gente se está muriendo y va al infierno mientras que los doctores de la teología están discutiendo por horas en redes sociales, centros académicos etc. Seamos sinceros con las personas como pecadores que son y que solamente necesitan oir el evangelio con mucha franqueza.

He oído hablar de una hermosa niña que vendía violetas en la calle. Esta niña tenía que llevar todas las noches a su pobre y miserable choza las violetas que le sobraban. A fuerza de hacer esto, llegó a decir que odiaba el perfume de esa flor por haberse acostumbrado a él, "¡Qué extraño!", exclamó alguien. Sin embargo, eso mismo es lo que dicen algunos de los que oyen el evangelio. Temo, sobre todas las cosas, que vuestro olfato se acostumbre tanto a la agradable fragancia de la Rosa de Sarón y del Lirio de los Valles que su aroma os llegue a causar náuseas.

Y todo esto procede de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por medio de Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación;  a saber, que Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo mismo, no tomando en cuenta a los hombres sus transgresiones, y nos ha encomendado a nosotros la palabra de la reconciliación. Por tanto, somos embajadores de Cristo, como si Dios rogara por medio de nosotros; en nombre de Cristo os rogamos: ¡Reconciliaos con Dios! Al que no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia de Dios en El. (2 Corintios 5:18-21)
Soli Deo Gloria



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El día que Dios predicó desde el cielo

Y he aquí una voz del cielo, diciendo: Este es mi Hijo amado, en quien me complazco. Mateo 3:17

El mensaje del glorioso Evangelio de Dios se encuentra en estas asombrosas palabras de que Dios habló un día de su trono. Este es mi Hijo amado, en quien me complazco. ¡Dios está bien complacido con Su amado Hijo! Esta es la única esperanza del pecador de redención.

¡Dios está airado con el impío todo los días! (Salmo 7:11) Sin embargo, el Padre está bien complacido con su amado Hijo. ¡Nunca ha habido un tiempo en que Dios no estuviera muy complacido con Su Hijo, el Señor Jesucristo! Este es el mensaje de Dios que da vida a los perdidos e indefensos. Dios está bien complacido con Su hermoso Hijo. Dios nunca estará complacido con hombres y mujeres pecadores y sus obras de justicia propia. Pero Dios está bien complacido con Cristo. ¡Por eso tengo que tenerlo! En Él es el único lugar que Dios puede estar complacido conmigo. Él nació a semejanza de Su pueblo al asumir la carne y vivir delante de Dios en perfecta justicia para su pueblo escogido y elegido. En Él como mi Sustituto, perfectamente justo. Murió como pecador en el lugar de Su pueblo, aunque totalmente inocente de un solo pecado, ¡porque somos pecadores! Él se levantó de nuevo tomando el aguijón de la muerte, y la victoria sobre el sepulcro que nosotros que no merecemos nada sino la muerte podría tener vida eterna. Nuestro Señor se sienta a la diestra de Dios en todo poder, para que Su pueblo pueda un día sentarse a Sus pies en gloria, perfectamente justo y santo como Él es. En Su Hijo amado, Dios ahora está complacido conmigo. Esta es la única manera en que Dios puede o será complacido con cualquiera de la raza caída de Adán. 

Así que permíteme preguntarle querido lector, ¿está bien complacido con el Señor Jesucristo? Si Dios te da ojos para ver que en Él es el ÚNICO lugar donde Dios puede estar complacido con usted, usted estará muy complacido con Él.
Soli Deo Gloria



martes, 18 de julio de 2017

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¿Cómo ir a las Escrituras?

Respondiendo Jesús, les dijo: ¿Ni aun esto habéis leído...? (Lucas6:3) 

Este pasaje contiene una gran verdad general. Jesús les dijo a los fariseos: "¿Es que no habéis leído lo que hizo David?» La respuesta sería sin duda que sí; pero no se habían dado cuenta de lo que quería decir.

Es posible leer las Escrituras meticulosamente, conocer la Biblia de tapa a tapa y poder citar literalmente capítulo y versículo, y no haberse enterado de su verdadero significado.

¿Por qué no lo habían captado los fariseos, y por qué sigue pasando tan a menudo?

1.  Porque no venían a la Escritura con una mente abierta. No venían a la Escritura para aprender la voluntad de Dios, sino para encontrar textos que confirmaran sus propias ideas. Con demasiada frecuencia los hombres han llevado su teología a la Biblia en vez de encontrar su teología en la Biblia. Cuando leemos la Escritura debemos decir, no «Escucha, Señor, porque tu siervo está hablando», sino «Habla, Señor, porque tu siervo está escuchando.»

2. No venían con un corazón necesitado. El que no viene con un sentimiento de su necesidad siempre se pierde el sentido más profundo de la Escritura. Cuando despertamos a nuestra necesidad, la Biblia es un libro nuevo. 

El sentimiento de su necesidad le abrió el sentido de la Escritura. Entonces al final podemos decir he leído esas palabras mil veces, y nunca me había enterado de su significado hasta ahora.

Cuando leemos el Libro de Dios debemos venir con una mente abierta y con un corazón necesitado: entonces será también para nosotros el libro más maravilloso del mundo.

La Biblia es como un álbum de fotografías. Voy a la casa de un amigo, y mientras lo espero comienzo a hojear su álbum. Voy dando vuelta a las hojas y encuentro gente que conozco, y gente que se parece mucho a mis vecinos y amigos. Si leemos la Biblia, encontraremos en ella nuestros retratos. Mi amigo, quizás seas un fariseo. Si es así, mira lo que dice el evangelio de Juan, capítulo 3. Pero tal vez no seas un fariseo. Quizás pienses que eres un pecador demasiado malo para llegar a Cristo. Lee lo que dice la Biblia acerca de la mujer de Samaria, y cree en las palabras que el Señor le dijo a ella.

Dice nuestra CBL 1689 Cap. 1 Parr. 7, 9
7. No todas las cosas contenidas en las Escrituras son igualmente claras en sí mismas ni son igualmente claras para todos; sin embargo, las cosas que son necesarias saber, creer y guardar para salvación, se proponen y exponen tan claramente en uno u otro lugar de las Escrituras que no sólo los eruditos, sino los que no lo son, pueden adquirir un entendimiento suficiente de tales cosas por el uso adecuado de los medios ordinarios.

9. La regla infalible de interpretación de las Escrituras la constituyen las propias Escrituras; y, por consiguiente, cuando surge una duda respecto al verdadero y pleno sentido de cualquier pasaje bíblico (que no es múltiple, sino único), éste se debe buscar en otros pasajes que se expresen con más claridad.
Soli Deo Gloria



jueves, 6 de julio de 2017

Reforma Protestante

El nacimiento de la reforma comenzó como una pequeña luz después de siglo de tinieblas, y hoy ha llegado a ser historia para las naciones.  Y esto dio al nacimiento de Iglesias Reformadas. A conmemorarse los quinientos años este 2017, después de que aquel monje de la orden agustiniana pegara sus Noventa y Cinco Tesis el 31 de octubre de 1517, se pueden observar con bastante claridad, no sólo las consecuencias de la influencia ideológica y espiritual que el protestantismo ha efectuado en occidente y el mundo entero, sino también que el cristianismo, aunque enfrentándose a distintas vicisitudes y problemas culturales, sigue siendo lo que el teólogo Alister McGrath ha denominado “la idea peligrosa” del cristianismo. Pero, ¿cuál es esta idea peligrosa que Dios quiso recuperar en la Reforma Protestante? McGrath lo establece de la siguiente manera:

La nueva idea peligrosa, firmemente materializada en el corazón de la revolución protestante, era que todos los cristianos tienen la prerrogativa de interpretar la Biblia por ellos mismos. No obstante, en última instancia probó ser incontrolable, generando desarrollos que pocos en aquel momento pudieron haber vislumbrado o predicho. Las grandes convulsiones de los inicios del siglo dieciséis que los historiadores ahora llaman “La Reforma” introdujo a la historia del cristianismo una nueva idea peligrosa que dio lugar a un nivel de creatividad y crecimiento nunca antes visto…El desarrollo del protestantismo como una gran potencia religiosa en el mundo ha sido moldeada decisivamente por las tensiones creativas emergentes de este principio.

Esta idea peligrosa ha sido de vital importancia no sólo para poder llevar a cabo los cambios necesarios, tanto eclesiásticos como sociales, sino que también ha sido imprescindible para la extensión de reino de Dios en muchos sentidos, particularmente en tres puntos principales. En primer lugar, la idea peligrosa ha implementado el “sacerdocio de todos los creyentes”, lo cual ha establecido, a la larga, un mayor acercamiento del pueblo “laico” a las Escrituras. En segundo lugar, esta situación, a su vez, ha terminado con las pretensiones de infalibilidad que se adjudicaban las instituciones eclesiásticas, y ha dado rienda suelta al pensamiento genuino e individual de todos los creyentes basados primordialmente en el principio de Sola Scriptura. Finalmente, esta idea peligrosa ha hecho a la iglesia de Jesucristo humilde para aceptar errores y ser completamente dependiente de la guía de Dios.

Primeramente, conviene recordar que el catolicismo romano había sido víctima de un elitismo eclesiástico del más alto calibre. Por ende, no parece ser una aseveración tan desproporcionada el afirmar que—aunque sin duda alguna hubo crecimiento teológico en la Edad Media—las personas comunes estaban viviendo sus vidas con base en una interpretación que no podían siquiera pensar en cuestionar. La Reforma y el humanismo de aquella época fueron factores esenciales para poder escapar de rígidas y, en muchas ocasiones, erróneas interpretaciones basadas en los textos latinos. Esto se llevó a cabo a través del principio luterano del “sacerdocio de todos los creyentes”, junto con el énfasis en la traducción de la Biblia a lengua vernácula.

En segundo lugar, es menester comprender que toda cosmovisión tiene un concepto de infalibilidad, ya sea explícita o implícitamente. Para el catolicismo romano, como se ha reconocido recientemente, la infalibilidad recae en la iglesia, y específicamente en el Papa y su interpretación de la Biblia. La Reforma cambió el concepto de infalibilidad del Papa y el magisterio en general a la Biblia en particular. Este cambio se originó a partir del pensamiento y fervor de los primeros reformadores, y ha sido una de las bases más importantes de la doctrina protestante, resumida en la frase latina “Sola Scriptura”.

Finalmente, a pesar de todas las consecuencias positivas que la idea peligrosa desatada por los reformadores ha traído, es bastante esencial notar aún otro aspecto: la humildad. El que ya no exista una sola interpretación impuesta por la iglesia institucional sobre todos los creyentes debe crear en nosotros un sentimiento de humildad, pues es posible caer en el error. Y, por esa razón, es de vital importancia el poder dialogar con otros creyentes tanto contemporáneos como aquellos que nos precedieron.

Ahora bien, estamos llamados a renovar nuestras mentes constantemente (Rom.12:2). Indudablemente parte vital de lo que constituye la renovación de mente se logrará a través de la noble tarea de escudriñar las Escrituras por nosotros mismos para saber si no estamos viajando por las sendas correctas (Hechos17:11). Sin embargo, Dios también ha constituido maestros con el fin de esclarecer las Escrituras para la iglesia (Efesios4:11-16). Entonces, no es accidente que Martin Lutero cada vez más hablara de “la Biblia y Agustín” como las fuentes de sus ideas. Así, el reformador nos muestra la imprudencia de descartar el trabajo de todos maestros de la iglesia que le precedieron.

Por lo tanto, creo que tenemos la responsabilidad de dialogar con aquellos grandes pensadores cristianos que nos precedieron para que podamos, con la ayuda de Dios, ser iluminado con muchas otras “ideas peligrosas”.

Existieron otras “ideas peligrosas” que los reformadores echaron en marcha que siguen siendo de suma importancia para el cristianismo actualmente.

En conclusión han pasado casi quinientos años desde que Martín Lutero encendió la Reforma Protestante, ese movimiento fundamental que provocó el cambio exaltante de Dios en la iglesia. Un medio milenio eliminado, la iglesia se encuentra hoy en una coyuntura crítica similar. La oscuridad de esta edad requiere una nueva reforma. Si un tal despertar espiritual está por venir, debe haber una nueva generación de heraldos, hombres como Martín Lutero, que son audaces y bíblicos en su proclamación del púlpito. Deben tener una visión elevada de la Escritura, una vista elevada de Dios y una vista elevada del púlpito. Cada uno de estos compromisos fundamentales es indispensable.

Como Cristianos Reformados queremos seguir orando: "Señor, guárdanos obedientes a ti" y "Señor, haznos uno". Y  tendremos que seguir trabajando ya que lo que Dios ha iniciado el lo va a terminar.
Soli Deo Gloria


lunes, 26 de junio de 2017

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Marcas de una Verdadera Iglesia Cristiana (CBL 1689)

1. La verdadera predicación de la Palabra de Dios

Nuestra predicación debe ser expositiva (declarando fielmente lo que la Biblia enseña) y aplicando (apuntando la verdad a la conciencia del oyente).

Confesión Bautista de Fe 1689 Cap. 26 De la Iglesia, Parr. 11

11. Aunque sea la responsabilidad de los obispos o pastores de las iglesias, según su oficio, estar constantemente dedicados a la predicación de la Palabra, la obra de predicar la Palabra no está tan particularmente limitada a ellos, sino que otros también dotados y calificados por el Espíritu Santo para ello y aprobados y llamados por la iglesia, pueden y deben desempeñarla.1
1. Hch. 8:5; 11:19-21; 1 P. 4:10,11.

2. La correcta administración de los sacramentos

Nosotros administramos el bautismo del creyente cuando surge la ocasión feliz, y normalmente buscamos administrar la cena del Señor sobre una base mensual. En el bautismo, Cristo nos declara nuestra unión con él en su muerte al pecado y resurrección a la novedad de vida, y declaramos públicamente nuestro compromiso con Cristo. En la mesa del Señor, conmemoramos la muerte de nuestro Señor hasta que él venga. Deseamos preservar la santidad de estas ordenanzas. 

Confesión Bautista de Fe 1689 Cap. 28 Del bautismo y la Cena del Señor

1. El bautismo y la Cena del Señor son ordenanzas que han sido positiva y soberanamente instituidas por el Señor Jesús, el único legislador,1 para que continúen en su iglesia hasta el fin del mundo.2
1. Mt. 28:19,20; 1 Co. 11:24,25.
2. Mt. 28:18-20; Ro. 6:3,4; 1 Co. 1:13-17; Gá. 3:27; Ef. 4:5; Col. 2:12; 1 P. 3:21; 1 Co. 11:26; Lc. 22:14-20.

2. Estas santas instituciones han de ser administradas solamente por aquellos que estén calificados y llamados para ello, según la comisión de Cristo.1
1. Mt. 24:45-51; Lc. 12:41-44; 1 Co. 4:1; Tit. 1:5-7.

3. El ejercicio fiel de la disciplina

Creemos que una profesión sincera de Cristo es un compromiso sincero con la vida cristiana. Nos hemos jurado el uno al otro caminar juntos uno al otro mientras que viajamos el camino estrecho hacia el cielo juntos. Por lo tanto, estamos de acuerdo en alentar fielmente, reprobar, instruir y exhortar unos a otros. También voluntariamente defendemos, defendemos y nos sometemos al gobierno de la iglesia de Cristo como se enseña en las Sagradas Escrituras.

Confesión Bautista de Fe 1689 Cap. 26 De la Iglesia, Parr. 12

12. Todos los creyentes están obligados a unirse a iglesias locales cuándo y dónde tengan oportunidad de hacerlo. Asimismo, todos aquellos que son admitidos a los privilegios de una iglesia también están sujetos a la disciplina y el gobierno de la misma, conforme a la norma de Cristo.1

1. 1 Ts. 5:14; 2 Ts. 3:6,14-15; 1 Co. 5:9-13; He. 13:17.
Soli Deo Gloria



sábado, 24 de junio de 2017

No menospreciéis las Profecías

El capítulo 14 de 1ª. Corintios es notable por ser la única Escritura en la cual se declara el orden de la iglesia cuando "toda la iglesia se reúne en un solo lugar" (1ª. Corintios 14:23). Esto debería darle, ciertamente, alguna importancia a los ojos de aquellos que creen que Aquel que "amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella" (Efesios 5:25), no ha cesado de amar y de cuidar; y además, que la Cabeza de ella no ha renunciado a su jefatura.

Para los que piensan que el mero asunto de la conducta de las reuniones de los santos es una cosa de ninguna o de poca importancia, es bueno comentar cuán solemnemente finaliza el capítulo con la seguridad de que las cosas que el apóstol escribió eran "mandamientos del Señor." (1ª. Corintios 14:37).

Estos mandamientos, ¿han dejado de ser aplicables, o han sido revocados? O, ¿se tomó todo este cuidado por la Iglesia al principio, y ahora este cuidado ya no existe?

«No ha cesado el cuidado, ciertamente», la gente responde; «pero los dones regulados en el capítulo han cesado y, por lo tanto, la regulación de ellos también.»

Pero, entonces, no es verdad que el capítulo completo se ocupa meramente de la regulación del don. Este presenta, más bien, la regulación de la asamblea como estando «reunida». "Vuestras mujeres guarden silencio en las iglesias" (1ª. Corintios 14:34 - VM), no despertaba el  interrogante de si acaso ellas tenían don o no. Algunas, de hecho, profetizaban, que es la cosa principal que se regula en este capítulo; pero la cosa está aquí: ellas no lo podían hacer en "las iglesias" (VM) o "en las congregaciones" (RVR60); fuera de eso, lo que ellas o los demás podrían hacer, no se considera en absoluto.

Entonces, de nuevo, "cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina (una enseñanza)" (1ª. Corintios 14:26). Lo último no ha cesado, ciertamente; no, ni tampoco lo anterior, porque no hay terreno para suponer que fuera alguna alocución inspirada o incluso recién incitada. Lo que debía dirigir la manifestación de todo esto en la asamblea era el principio, "Hágase todo para edificación." (1ª. Corintios 14:26).

De este modo, el capítulo completo trata de la asamblea, y se supone el caso de un incrédulo que entra, mientras tales o cuales cosas sucedían en la asamblea, y cuál sería el efecto sobre aquel que entraba. Ahora bien, suponiendo que ciertos dones han cesado - como claramente lo han hecho las "lenguas" y las «interpretaciones» - esto no destruiría los principios generales que debían gobernar esta «reunión». Puntos de detalle podrían dejar de ser aplicables, mientras que aun así, los principios permanecían intactos. Aun en aquellos días, el don de lenguas podría estar escaseando en algunas asambleas; pero eso no afectaría la aplicación general del capítulo a estos principios. Si ellos no tenían más que un "salmo" o una "doctrina" (enseñanza), ello tendría aplicación. Estas eran verdaderamente, y son, una especie de tipo o muestra de lo que ocupaba a la asamblea cuando se reunía, dirigiéndose el salmo a Dios en alabanza, u oración, con una melodía de corazones conscientes de Su favor "mejor que la vida" (Salmo 63:3), mientras la doctrina (la enseñanza) se dirigía de Dios a los hombres. Lo uno era adoración; lo otro, ministerio. Ciertamente, si estos dos permanecen, no estamos totalmente desprovistos de lo que puede equipar a nuestra asamblea; y si no tuviésemos nada más, los principios del capítulo serían aplicables a nosotros.

Es verdaderamente claro, que el apóstol tiene especialmente dos cosas en su mente como estando relacionadas con la asamblea, pero que afectaban su mente en forma muy diferente. Estas eran: la profecía y el don de lenguas. Él los vio a ellos enorgulleciéndose acerca de lo último, y cayendo en completa locura en su orgullo, de tal manera que ellos se estaban exponiendo a la vergüenza incluso delante de los incrédulos por medio de ello; hablando en lenguas que nadie entendía, y donde nadie podía entrar o ser edificado mediante ellas. Hablando comparativamente, a la profecía se le atribuía poca importancia en presencia de este don más llamativo. Lo que era "una señal, no para los que creen, sino para los incrédulos" (1ª. Corintios 14:22 - LBLA), estaba usurpando el lugar de aquello que hablaba a los incrédulos "para edificación, exhortación y consolación." (1ª. Corintios 14:3). Si en la asamblea, entonces, la norma era que todas las cosas debían ser hechas para edificación, la profecía que estaba expresamente pensada para eso, era realmente la cosa mayor y mejor.

De este modo, él los alienta diciendo, "desead ardientemente el poder profetizar" (1ª. Corintios 14:39 - VM), pero por otra parte, "no impidáis el hablar lenguas." (1ª. Corintios 14:39 - VM). Estas dos cosas tienen, en la estimación del apóstol, un lugar ampliamente diferente. Yo estoy, en una medida, preparado para oír acerca de la desaparición de aquello de lo cual los hombres abusaban tanto. Por otra parte, mientras más yo pienso acerca del lugar que él atribuye a la profecía, como eso que era "para edificación, exhortación y consolación", de tal manera que él los exhorta a desearlo ardientemente como siendo lo que edificaba la asamblea, yo menos puedo suponer que sea posible que ella desaparezca hasta que la Iglesia sea perfeccionada y llevada al cielo.

Por otra parte, yo puedo entenderlo siendo aún una cosa menospreciada y pasada por alto por los hombres hasta cualquier medida imaginable. Yo encuentro, tanto aquí en 1ª. Corintios 14 como nuevamente en 1ª. Tesalonicenses 5:20 (pasaje este último que junta las dos advertencias, " No apaguéis al Espíritu. No menospreciéis las profecías."), la seguridad de que ellos ya estaban haciendo esto. Había en la naturaleza de este don precioso, aquello que lo exponía peculiarmente al menosprecio y a la desestimación del hombre. Lo que comenzó en ese entonces bien puede haber avanzado en nuestro día hasta la negación completa del don.

Si nosotros preguntamos en cuanto a la naturaleza de este «profetizar» - un "profeta" era, según el estricto significado de la palabra, «uno que hablaba en nombre de otro»; y el nombre fue dado entre los paganos a aquellos que hablaban en nombre de un dios y daba a conocer su voluntad a los hombres. Ello no estaba, de ninguna manera, necesariamente en la enunciación de la predicción, apropiadamente llamada así; para esto, se usó otra palabra que la Escritura no emplea. Aun un "poeta" era un profeta, como uno que hablaba en nombre de las Musas, hablando así, como se suponía, bajo una especie de inspiración, no meramente de su propia mente. Aun Pablo habla así acerca de un "profeta" de los Cretenses. (Tito 1:12).

El Nuevo Testamento no conoce nada acerca de un simple vidente de futuro. El profeta era uno que hablaba en nombre de Dios. Así, "un hombre de Dios" es tan a menudo la hermosa y significativa designación de un profeta. En días de tinieblas y apostasía, ellos estuvieron firmes de Su parte, a quien los hombres habían olvidado, y les trajeron Su palabra y Su voluntad. Sus predicciones no eran sino una parte de estas palabras, las cuales trataban la condición moral de aquellos a quienes iban dirigidas, llamándoles al arrepentimiento; animando, advirtiendo, consolando, exhortando, instruyendo en justicia. De entre semejantes rasgos, el rasgo más distintivo era que ellos eran «hombres de Dios.» El apóstol Pablo habla muy significativamente como si "toda Escritura" fuese escrita para los tales. "Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra." (2 Timoteo 3: 16, 17 - LBLA). Aquí estaba la condición necesaria de las profecías, esa verdad y consagración al Dios viviente que los capacitaba (o, equipaba) como viviendo cerca de Él para conocer Su mente. Esto realza la declaración de Amós, "Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas." (Amós 3:7). Semejante a eso, nuevamente en Apocalipsis, "para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto." (Apocalipsis 1:1).

De este modo, ello se podría dar a conocer de diferentes maneras - mediante nueva revelación positiva, la cual para nosotros ha cesado de existir, desde que se completó la Palabra de Dios; o por medio del Espíritu en viviente frescura, usando esa Palabra según lo que Pablo dice a Timoteo. El hombre de Dios es aquel que, en ambos casos, tiene la mente de Dios en cuanto a la escena a través de la cual él pasa. Para un tal, "el conocimiento del Santo es inteligencia." (Proverbios 9:10 - LBLA).

Ahora bien, si esta es la base del profetizar, no es de extrañar que el apóstol lo valore tan elevadamente. Si el profetizar es solamente hablar en nombre de Dios, la Palabra de Dios en medio de Su pueblo, es fácil ver de qué manera el pueblo debería ser exhortado a «desearlo  ardientemente», y a hacerlo fervientemente. El "amor", no buscando lo suyo propio, procuraría aquello que será tan provechoso "para edificación, exhortación y consolación." (1ª. Corintios 14:3). Siendo suficientemente distinto de la "doctrina" (o, enseñanza), no se deducía necesariamente algún don para lo último, ni tampoco, de hecho, para hablar en público, en absoluto. "Cinco palabras" (1ª. Corintios 14:19), y no siendo estas palabras las propias del que habla, podían ser suficiente: la Palabra de Dios leída sencillamente podría llevar su sencillo e inteligible significado a los corazones de todos los presentes. No eran necesarios ni la elocuencia de ninguna forma, ni el poder de presentar la verdad arreglada ordenadamente. La Palabra Divina podría entrar en palabras y frases entrecortadas, y ser, aun así, el cumplimiento del mandato, "Si alguno habla, hable conforme a los oráculos de Dios" (1ª. Pedro 4:11 - RVR1865), de modo que aun el más simple que se encuentra allí, o el incrédulo que entra allí, cae bajo el poder de esa Palabra, es convencido por todos, es juzgado por todos, y habiéndose manifestado los secretos de su corazón, cae sobre su rostro, y adora a Dios, y declara que verdaderamente Dios está allí (1ª. Corintios 14: 24, 25). El apóstol deseaba ardientemente esto para ellos, y quería que ellos lo desearan ardientemente también para ellos mismos; este trato directo de Dios con el corazón y con la conciencia que el hombre podía, de hecho, evitar, pero que, no obstante, estaba lleno de bendición para él.

Apenas necesito decir que la reunión de la iglesia en este capítulo 14 de 1ª. Corintios era, aun en este relato, una reunión «abierta», en este sentido y para este propósito, para que Dios pudiera hablar en Su propia manera soberana por aquel que Él quisiera. Fue así, abierta en la manera más completa, a tal punto que el hombre podía, y de hecho abusaba de ello allí en Corinto. "Cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación." (1ª. Corintios 14:26). Él afirma el hecho, no se pronuncia en cuanto si está bien o mal, sino que añade sólo, "Hágase todo para edificación." Para que ello pudiera ser así, los que tenían don de lenguas podrían hablar, dos o tres, no más, y sólo cuando hubiese un intérprete. Similarmente en cuanto a los profetas: pueden hablar dos o tres. Sólo las mujeres debían guardar silencio absoluto en la asamblea. No hubo otra línea de prohibición, en absoluto, en cuanto a quienes habían de ser los que hablasen.

Esta puerta abierta, tan ampliamente abierta, era una necesidad especial. Se podía abusar de ella. Se abusó de ella. Eso no alteraba, en absoluto, la necesidad real. Habría sido mejor excluir a Dios, aun mediante un pre-arreglo, que los que eran los más dotados hubiesen sido los que hablasen. ¿Quién tenía derecho a arreglar esto? Ninguno entre los hombres, ni siquiera uno. La Escritura no reconoce un poder de esta especie en la Iglesia, excepto el de la Cabeza de la Iglesia. En cuanto al uso, ello podría excluir, sin duda, alguna especie de desorden, pero sólo a expensas del desorden muchísimo peor.

El don no significa espiritualidad. La iglesia en Corinto no se quedaba atrás en cuanto a dones, aun así el apóstol no les pudo hablar como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. (1ª. Corintios 3:1). No es menospreciar el don decir que sin el acompañamiento de la espiritualidad, aquel que posee el don más precioso podría ser bastante incompetente para edificar. Y, ¡es lamentable!, los hombres cambian y los hombres decaen. Aquellos altamente dotados, algunas veces, incluso mediante los dones, hacen que aquellos que los siguen se extravíen. Por eso, cuando la iglesia se reúne, Dios no hará que se levante ninguna voz que excluya la Suya. En perfecta sabiduría, Él puede, a Su voluntad, poner a un lado al más dotado, para traer Su Palabra mediante algún pobre, simple hombre, que ha estado sobre su rostro delante de Él, y ha aprendido Su mente donde el hombre aprende mejor, en la más humilde de las escuelas. Aquel, a quien, quizás, ellos habrían excluido totalmente de que les enseñase, el cual es verdaderamente, en cuanto a la medida del don, por debajo de cualquiera que está allí, puede ser aquel que es presentado para enseñar a todos.

Y el apóstol pone así este poder de profetizar ante ellos, y los exhorta a desearlo ardientemente, "Por lo cual, hermanos, desead ardientemente el poder profetizar." (1ª. Corintios 14:39 - VM). Un don tal como sólo el amor, que tuviese a Cristo como motivo, y la bendición de los hombres como el deseo del corazón, podía desear ardientemente. Ello no conduciría por una senda fácil. La Palabra misma "No menospreciéis las profecías" (1ª. Tesalonicenses 5:20), puede mostrar a qué situación ello llevaría. Y, ¿cuál ha sido siempre la historia de los profetas? Los «hombres de Dios» deben, de entre todos los hombres, ser hombres de fe, estar satisfechos con esperar en Dios, y andar con Dios, y quizás, además, andar solitarios. "¿A cuál de los profetas no persiguieron vuestros padres?" (Hechos 7:52). ¿Creen ustedes que esto no podría suceder en una asamblea de Cristianos? Bien por nosotros, si ello fuese así. Pero yo estoy seguro de esto, que ningún hombre, en sus sentidos, asumiría la vocación de la cual hablo, para ganar alabanzas aun de parte de los santos.

Pero, ¿dónde están los «hombres de Dios»? Yo puedo encontrar muchos hombres amables, afables. Y no pocos hombres justos, honestos y rectos. Pero hombres salvados que lo sepan, y gracias a Dios por ello, son muchos menos, pero aun así, son muchos. Pero, ¿dónde están los hombres para quienes "el vivir es Cristo" (Filipenses 1:21)? ¿Dónde están Sus siervos, los que son absolutamente Suyos? ¿Acaso no es eso lo que todos nosotros somos, como habiendo sido comprados por Su sangre preciosa? ¿Es eso lo que nosotros somos en la realidad práctica?

Hay pocas cosas adicionales que han de ser deseadas ardientemente para la asamblea de los santos aparte de este "profetizar." Los hombres pueden enseñar la verdad, y pueden enseñarla bien; pero ello es absolutamente otra cosa. El lugar prominente dado a la profecía en este capítulo que regula la reunión de la asamblea, debería asegurarnos de su importancia especial en este lugar [*]. Esa importancia es que la voz del Dios vivo debería ser oída por Su pueblo, dirigida claramente a la necesidad de ellos, a la condición completa de ellos en el momento. ¡Qué cosa más diferente de personas hablando para llenar el tiempo; o del más inteligente orador, para suplir la ausencia de un maestro; o, una vez más, del maestro mismo debido a que él es un maestro, o porque tiene algo en su mente que le ha interesado o le ha impresionado! "La palabra de Jehová que había hablado por sus siervos los profetas" (2 Reyes 24:2) no era ninguna de estas cosas: era un mensaje directo desde el corazón de Dios a los corazones y conciencias de Su pueblo. Y aun así, "si alguno habla", él ha de hablar "conforme a los oráculos de Dios" (1ª. Pedro 4:11 - RVR1865), como siendo, meramente, la boca de Dios.

[*] Una reunión a cargo de un maestro es una cosa bastante distinta de la asamblea reuniéndose. Él es responsable de enseñar, ciertamente; y los santos no son menos responsables de oír; pero se trata de otro asunto.

Pero una cosa es afirmar que eso debería ser, y otra cosa es decir, ello es. Una cosa es decir, «yo debería hacer esto», y otra cosa es decir, «lo he hecho». La humildad será aquí, ciertamente, la sabiduría más verdadera. No necesitamos reclamar nada: "El que juzga es el Señor." (1ª. Corintios 4:4).
Soli Deo Gloria