viernes, 22 de junio de 2018

La Visión Reformada de las Escrituras (CBL 1689)

Los redactores intencionalmente comienzan la Confesión de Fe de 1689 con una extensa declaración sobre la Escritura, que es importante dado que las Escrituras son el punto de partida y la base de la Confesión de fe.

"El primer capítulo de la CBL 1689 se clasifica como una  declaración completa del Protestantismo Reformado clásico sobre el tema de las. Por lo tanto, tenemos el privilegio de comenzar nuestro estudio de la Confesión de 1689 al examinar la declaración confesional más completa sobre las Escrituras en la cristiandad.

La reforma protestante del siglo 16: Se llevó de un regreso a los apóstoles por medio de las escrituras. Luego la reforma en Inglaterra siglo 17: Y los puritanos. Presbiterianos, Bautistas e independientes, dieron grandes confesiones de Fe. (Westminster, Savoy y Londres.)

En el Cap. I de la Confesión de Fe de 1689, vemos una visión general de  la Biblia misma (Bibliología)
Capítulo # 1. De las Santas Escrituras. ¿Qué enseña la Biblia acerca de si misma?

2 Ti 3:15 -17 y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.
He. 1:1-2 Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo;

Resumiendo los elementos principales del párrafo # 1:
a) INSPIRACION PLENARIA Y VERBAL DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS, sin esta doctrina no hay verdadero cristianismo.
Plenaria = En su totalidad
Verbal = Palabra por palabra.

b) CESE DE LA REVELACIÓN: Han cesado los anteriores medios de revelación y solo la inspiración ESCRITURADA es la forma como Dios habla a su pueblo hoy. Sola Escritura. CESACIONISMO.

Métodos de revelación que cesaron: Viva voz (Adán, Moisés y otros), Cara a Cara (Moisés), Sueños (José y otros), Profecía (Profetas A.T. y N.T.), Lenguas (Iglesias del N.T.), Visiones (A.T. y N.T.).

Entonces la doctrina de la Escritura es de interés perenne para las personas evangélicas, y lo más apropiado, ya que solo a través de las Escrituras buscan la regla de la fe suficiente y la vida. Y la "Confesión de Fe de 1689", expone este tema, como la mejor declaración de la doctrina de las Escrituras que se haya publicado. El artículo no se presenta como una declaración definitiva, sino más bien como una contribución al debate muy importante que ahora se desarrolla con respecto a la doctrina de las Escrituras,

Este documento de la Confesión de Fe de 1689, tiene un lugar de honor de la rama puritana. Ahora forma una base sólida para este artículo de la visión reformada de las Escrituras. La declaración de estas doctrinas reformada sobre las Escrituras, y una de las más respetadas en estos siglos se  ven contenidas en este documento, donde se reunieron para publicar su armonía sustancial  contenido en un documento redactado por representantes  de cada congregación  de las Iglesias Bautistas Particulares; haciendo así dar testimonio al mundo los sanos principios bíblicos.

Esta exposición de la enseñanza de la Confesión de Fe de 1689 sobre las Escrituras se hará en términos de cuatro características que, (1) necesidad, (2) autoridad, (3) suficiencia, (4) perspicuidad.

No es necesario agregar que no todos los escritores del período reformado o posterior estarían de acuerdo con la ubicación del material que sigue bajo los encabezamientos tal como se ha dispuesto.

I. NECESIDAD

Una de las cuatro características de las Escrituras, según el punto de vista reformado, es su necesidad. La Biblia es necesaria, dice la Confesión de Fe de 1689, (Cap. 1 Párr. 1)
Por lo tanto, agradó al Señor, en distintas épocas y de diversas maneras, revelarse a sí mismo y declarar su voluntad a su iglesia; y posteriormente, para preservar y propagar mejor la verdad y para un establecimiento y consuelo más seguros de la iglesia contra la corrupción de la carne y la malicia de Satanás y del mundo, le agradó poner por escrito esa revelación en su totalidad, lo cual hace a las Santas Escrituras muy necesarias, habiendo cesado ya las maneras anteriores por las cuales Dios revelaba su voluntad a su pueblo.
(a) La necesidad que se adhiere a las Escrituras no es de un tipo absoluto, sino una necesidad como consecuencia de ciertas decisiones dentro del propósito de  Dios. La razón para el compromiso de su voluntad de escribir fue que "agradó al Señor... revelar su voluntad" y debe ser considerado como que se propuso el Señor lograr. Mientras que, por lo tanto, la Escritura es necesaria para el bienestar de la Iglesia. Dios podría, haber querido elegir alguna otra forma de revelación del conocimiento de su voluntad.

(b) Lo que "hace que la Sagrada Escritura sea más necesaria" es el hecho de que al Señor le agradó, habiéndose revelado a sí mismo, "después... comprometerse por completo a escribirlo. La Confesión de Fe de 1689, reconoce así que la revelación no se dio por primera vez cuando se escribieron los libros de la Biblia, sino que son el compromiso de escribir lo que ya se había revelado.

Esta actitud por parte de los reformadores, es decir, su reconocimiento de que la Palabra de Dios (es decir, todo lo que le agradó al Señor de diversas maneras declarar) vino a los hombres al mismo tiempo y se escribió en un momento posterior, tal inspiración pertenecía a la revelación.

Prefiero describir esta actitud de los reformadores como una que reconoce una distinción entre revelación e inspiración, que como una que se niega a separarlos. Pero lo importante es notar lo que los Reformadores en general, y los teólogos de los bautistas particulares dijeron. Algunos de sus críticos no parecen estar conscientes de ello; ni todos los que buscan defender su causa.

(c) De hecho, el hecho de no hacer esta distinción entre la revelación y la inspiración. Por lo tanto, las Escrituras ahora se consideraban inspiradas puramente porque fueron escritos por autores bíblicos  y por Dios."  Y esto claramente afirma la Confesión de Fe de 1689".

(d) La falta de comprensión de la posición de los reformadores que surge cuando no se reconoce que distinguen entre la revelación y de la comisión de que la escritura es muy similar a la que se presenta Este último malentendido puede expresarse como un error al reconocer que los reformadores distinguieron entre "La Palabra de Dios" y "Sagrada Escritura".

(e) El hecho de que la Escritura es necesaria no significa que no haya otra vía para que Dios se dé a conocer. "La luz de la naturaleza y las obras de la creación y la providencia" se dice que "manifiestan la bondad, la sabiduría y el poder de Dios"

(f) Y la afirmación concerniente a "las maneras anteriores por los cuales Dios revelaba su voluntad a su pueblo" que cesaron evidentemente no se refiere a esta parte del artículo, sino a la segunda ("revelar y declarar su voluntad a la Iglesia").

Incluso esta afirmación no debe tomarse en lo que parece ser su valor nominal. El compromiso de "lo mismo para escribir" no ha silenciado a Dios, como las referencias de la Confesión al "testimonio" y a la "iluminación" y al "hablar" del Espíritu Santo lo ponen de manifiesto (1. v, vi, x). Se considera, sin embargo, que cualquier enseñanza que pretenda ser una revelación de Dios debe mostrarse en consonancia con la enseñanza de las Escrituras: es "por y con la palabra" que el Espíritu Santo da testimonio en nuestros corazones.

II. AUTORIDAD

De acuerdo con la visión que estamos considerando, las Escrituras tienen autoridad.

(a) Esta autoridad, dice la Confesión de Fe de 1689, depende del hecho de que Dios es el autor (I. iv). Él es el autor porque todos los libros canónicos son dados por su inspiración (I. ii). Son "inspirados inmediatamente" (I. viii); los libros apócrifos no tienen autoridad porque no son de inspiración divina (I. iii).

(b) Bajo el título de "autoridad" podemos retomar la cuestión de la inspiración, señalando que la Confesión de Fe de 1689 parece decir claramente que los libros canónicos son autoritativos porque fueron producidos bajo la inspiración de Dios. En mi opinión, solo entre los reformadores posteriores y menores surgió la convicción (que dominó el pensamiento cristiano durante tres siglos) de que las Escrituras están inspiradas porque fueron dictadas a los escritores por Dios, y que la autoridad de Las Escrituras se basan en la manera en que relacionan ciertas cosas. Esta es la línea del pensamiento reformado que dio lugar a la "escolástica" que consideraba preguntas tales como si la inspiración se extendía a los puntos vocálicos del texto hebreo, a los acentos del hebreo y el griego, y a los títulos de los libros; si los escritores sagrados escribieron bajo compulsión y de mala gana; si entendieron todo lo que escribieron, y si sus amanuenses también fueron inspirados.

Aunque aquellos que discutieron tales cuestiones no estuvieron de acuerdo con las mismas conclusiones, subyace en la discusión una visión de la inspiración que llegó a ser tan generalmente aceptada que fue una premisa silenciosa en todos los argumentos.

(1) La diferencia entre esta actitud y lo que yo mismo considero la verdadera línea del pensamiento reformado se puede ver al considerar la actitud de Juan Calvino, cuya escritura al respecto, como en la mayoría de los otros asuntos, proporciona la norma para los reformados.

Es cierto, que "para Calvino la expresión 'el Espíritu Santo dice' generalmente es sinónimo de 'la Escritura dice'. Por lo tanto, él llama a las Escrituras la verdadera voz de Dios que nos habla". Que cuando habla de la Escritura, se vincula con ella mediante un vínculo irrompible con el Espíritu Santo.

La Escritura es la Palabra de Dios porque ha sido pronunciada por el Espíritu, que continúa hablando la misma palabra. Es el "vínculo" que se olvida cuando Calvino es aclamado (tanto por amigos como por enemigos) como adherente, sin calificación a una vista de "verbal inspiración".

Incluso aquellos estudiosos que consideran que la actitud de Calvino hacia las "escrituras" fue la de los "calvinistas escolásticos", y que de hecho consideró la inspiración de las Escrituras como la misma Palabra de Dios, no todos dirían que fue esto hecho que los dotó de su autoridad. Consideramos que Calvino vio el texto original como inerrante,
(2) Aunque puede haber, como se ha sugerido, algunos signos de que los teólogos de dentro del siglo xvi han sido influenciados por el pensamiento posterior e inferior de la Reforma, la Confesión muestra su comprensión del principio del testimonium internum. "Muestra la plena persuasión y seguridad de la verdad infalible y la autoridad divina "de las Escrituras" proviene del trabajo interior del Espíritu Santo ", dice, añadiendo cuidadosamente:" dando testimonio por y con la palabra en nuestros corazones "(I. v). "Muchas otras excelencias incomparables" que las Escrituras pueden mostrar y cualquier testimonio que otros puedan darles (como la Iglesia), la autoridad de las Escrituras descansa finalmente en nada excepto en las Escrituras mismas, ya que el hecho es testificado por el Espíritu Santo en el creyente.

(3) Las Escrituras autoritativas son los autógrafos, no cualquier manuscrito o traducción en particular. Es "el Antiguo Testamento en hebreo... y el Nuevo Testamento en griego", que son inmediatamente inspirados por Dios "(I. viii).

Por lo tanto, se puede suponer que si los teólogos se hubieran enfrentado a los resultados de una crítica textual que demostrara que los textos vitales en los que basaron algunos dogmas estaban equivocados, habrían hecho las enmiendas correspondientes en su formulación de la doctrina. Pero, por supuesto, ninguno de los teólogos fue confrontado alguna vez con tal demostración; ni, debe agregarse, tiene ninguno de los que han trabajado en la formulación doctrinal en los tres siglos que han transcurrido desde que se redactó la confesión.

Aunque muchos no estén de acuerdo con la confianza de la CBL de 1689, de que el Antiguo Testamento esta en hebreo y el Nuevo Testamento en griego han sido "mantenidos puros en todas las edades", si con eso se quiere decir "cada versículo, cada sílaba, cada letra", tenemos buen motivo de confianza de que tenemos a nuestro alcance un texto que difiere de los autógrafos solo en detalles sin importancia.

III. SUFICIENCIA

Una tercera característica de las Escrituras que la Confesión de Fe de 1689 declara es su suficiencia. Esta suficiencia radica en el hecho de que "todo el consejo de Dios sobre todas las cosas necesarias para su propia gloria, la salvación, la fe y la vida del hombre, ya sea expresamente establecido en las Escrituras o por una buena y necesaria consecuencia puede deducirse de las Escrituras: al cual nada en ningún momento debe ser agregado, ya sea por nuevas revelaciones del Espíritu, o tradiciones de hombres" (I. vi).

(a) Esta suficiencia de la Escritura no significa que no quede lugar para la práctica de la investigación teológica. Se declara que algunos aspectos de "todo el consejo de Dios" deben deducirse "por una buena y necesaria consecuencia", y que algunas circunstancias relativas a la adoración y al gobierno "deben ordenarse a la luz de la naturaleza y la prudencia cristiana, de acuerdo con las reglas generales de la palabra "(I. vi).

(b) La suficiencia de la Escritura no se reclama para nada más que "todas las cosas necesarias para la gloria (de Dios), la salvación del hombre, la fe y la vida" (I. vi). En la Confesión de Fe de 1689 no hay ninguna declaración de que la Biblia tenga autoridad en asuntos de ciencia e historia.

La ideología del siglo XVII no tenía fundamento para pensar que había algún error en las declaraciones bíblicas relacionadas con asuntos que ahora reciben atención especializada por parte de disciplinas independientes; existía una convicción general de que el conocimiento poseído por los escritores de las Escrituras (considerado aparte de su posición única como receptores de la revelación) en todas las cosas era probable que fuera tan sólido como el de cualquier otra persona, y no había una buena razón para cuestionar la precisión de cualquiera de sus declaraciones.

(c) No se puede negar, sin embargo, que alguna distinción (entre los reinos en los que las Escrituras se declaran suficientes y aquellas en las que no lo es) es necesaria en la actualidad, porque frecuentemente es el descubrimiento en la Biblia de lo que él recuerdos como histórico o inexactitudes científicas que llevan a un hombre a descartar una vista de ella como suficiente para cualquier otra cosa.

IV. CLARIDAD

En cuarto lugar, la Confesión de Fe de 1689 afirma la perspicuidad de la Biblia. Esas cosas que son necesarias para ser conocidas, creídas y observadas para la salvación son comprensibles por cada hombre que hará un uso debido de los medios ordinarios (I. vii), y que se comparara las Escrituras con las Escrituras (I. IX).

(a) Debe notarse nuevamente que la Confesión de Fe de 1689 limita la perspicuidad de la Escritura a "aquellas cosas que son necesarias... para la salvación" (I. vii). No hay ninguna declaración de que las Escrituras dan instrucciones claras e inequívocas sobre cada asunto que tienen ocasión de mencionar.

(b) Tampoco se afirma que cada palabra o frase separada en las Escrituras se explica por sí misma a la mente de cada lector. "Todas las cosas en la Escritura no son igualmente claras, ni tampoco claras para todos" (I. vii); existe la necesidad de comparar las Escrituras con las Escrituras (I. ix).

(c) El principio de la interpretación de que las Escrituras interpretan las Escrituras a veces se critica con el argumento de que no es más que la edición de la Escritura a la luz de un núcleo asumido de doctrina esencial que el resto de la Escritura solo existe para explicar.

Y algo de terreno para esta objeción aparece en lo que los Reformadores tuvieron que decir. Bucan afirma que la exégesis de la Escritura debe obtenerse "de la atención y comparación de lo que precede y sigue con otros pasajes de la Escritura", en donde se debe insistir en la regla de la analogía de la fe", es decir, el sentido constante e inmutable de la Escritura". Escritura expuesta en pasajes abiertos de las Escrituras y de acuerdo con el Credo de los Apóstoles, el Decálogo y el Padrenuestro, etc.
"La analogía de la fe es el argumento de los dogmas generales que contienen la norma de todo lo que debe enseñarse en la Iglesia".  Pero tal procedimiento difícilmente puede evitarse si queremos dar sentido a las Escrituras.

Lo que es importante notar con respecto a la vista Reformada en este punto. Y lo que lo distingue de algunos otros puntos de vista (como la visión liberal de la Palabra de Dios como un "núcleo" dentro de la Biblia, y algunas expresiones de la visión "católica" de la tradición como determinantes del sentido de la Escritura), es que el "núcleo central" se encuentra dentro de las Escrituras, y no debe ser llevado a la Escritura y está en sí mismo en todo punto sujeto a corrección por las Escrituras.

(d) El hecho de que se prevé la posibilidad de que surjan preguntas "sobre el verdadero y pleno sentido de cualquier escritura" (I. ix). Y la consecuente necesidad de considerar lo que se menciona en otras Escrituras. Sugiere que los teólogos no consideraron la perspicuidad de las Escrituras para hacer innecesaria su exposición, sugerencia que encuentra una confirmación explícita en otra parte de la Confesión, donde se dice que "la predicación y la audición de la palabra" es parte de "la adoración religiosa ordinaria de Dios" (XXII. v).
Soli Deo Gloria


jueves, 21 de junio de 2018

Charles Haddon Spurgeon (Biografía)

Charles Haddon Spurgeon (Kelvedon, 19 de junio de 1834 - Menton, Francia, 31 de enero de 1892) fue un pastor bautista reformado inglés. A lo largo de su vida evangelizó alrededor de 10 millones de personas y a menudo predicaba 10 veces a la semana en distintos lugares. Sus sermones han sido traducidos a varios idiomas y fue conocido como el «Príncipe de los Predicadores». Tanto su abuelo como su padre fueron pastores puritanos, por lo que creció en un hogar de principios cristianos. Sin embargo no fue sino hasta que tuvo 15 años en enero de 1850 cuando hizo profesión de fe en una Iglesia metodista. (FUENTE)

Nacido en una familia con un largo legado de pastores, Carlos Haddon Spurgeon  entró al mundo el 19 de junio de 1834. Se transformaría en el pastor más influyente en el ámbito internacional en los últimos 200 años.
Debido a premuras económicas, Carlos fue enviado un tiempo a la casa de sus abuelos cuando tenía 2 años.  Cuando regresó a los 6 años para comenzar la escolaridad formal. Para esa edad el niño ya sabía leer pues sus abuelos le habían enseñado con la Biblia.
Cuando regresó, su padre, quien también era pastor continuó ejerciendo una gran influencia sobre él. Pero él habla más de la influencia de su madre.
Los domingos por la tarde ella juntaba a sus hijos alrededor de la mesa familiar para leer y orar. Spurgeon decía que ella oraba más o menos así: 
Ahora, Señor, si mis hijos continúan en sus pecados, no será por ignorancia que perecerán. Mi alma testificará contra ellos en el día  del juicio si no se aferran a Cristo”.
Aunque Spurgeon tenía una estirpe santa resistió la obra del Espíritu Santo. Una vez escribió, 
Debo confesar que nunca habría sido salvo si lo hubiese podido evitar. Me rebelé y luché contra Dios. Cuando tenía que orar, no oraba; y cuando las lágrimas rodaban por mi mejilla, la limpiaba y desafiaba a Dios para que derritiera mi alma. Antes que yo comenzara con Cristo, él comenzó conmigo”. (1)
Spurgeon una vez dijo que cuando tenía 16 años el Espíritu Santo estuvo arando su alma con 10 caballos—los diez mandamientos—y sembró el evangelio.

Un domingo por la mañana la nieve caía pesadamente y Carlos no pudo llegar a su iglesia, así que enfiló hacia la pequeña capilla Metodista Primitiva. Cuando llegó, descubrió que el pastor no pudo llegar, ni había un predicador invitado. Lo único que sabemos que predicó un hombre sin ninguna clase de educación, pero no sabemos hasta hoy su nombre. Spurgeon recordaba con detalle aquel día, “Ese hombre leía con dificultad y predicó el texto, “Mirad a mi todos los términos de la tierra”. Se pegó al texto porque en realidad tenía muy poco para decir. “Mis queridos amigos”, dijo, “es un texto muy simple. Dice ‘Mirad’. El mirar no lleva mucho trabajo, ¿no? Mirar… no hace falta ir al colegio para aprender a mirar. Puedes ser el tonto más grande y aún así puede mirar. Cualquiera puede mirar; aún un niño puede mirar. Pero el texto dice ‘Mirad a mí’. Muchos de ustedes se están mirando a ustedes mismos, peo no sirve mirar así. Nunca encontrarán paz en ustedes…miren a Cristo. El texto dice, ‘Miren a mi’”.

Uno de los biógrafos de Spurgeon dice que luego de 10 minutos este hermano había dicho todo lo que había que decir. Pero luego tomó cuenta del joven Spurgeon que estaba sentado atrás, debajo del balcón; no lo reconoció, pero se dio cuenta de su expresión desconsolada, se enfocó en él y dijo, “Joven, usted se ve miserable. Y siempre lo será—miserable en la vida y miserable en la muerte—si no obedece mi texto, pero si lo obedece ahora, será salvo. ¡Joven, mire a Cristo!, ¡¡mire, mire, mire!!”. Y terminó el sermón. Esa invitación de su Palabra en forma tan simple penetró en el corazón de Spurgeon, miró a Cristo y fue salvo, su vida cambió para siempre”. (2)

El pasaje era de Isaías 45. Este versículo llegó a ser el lema de su vida.  Debemos reconocer que ese predicador y ese texto no hubieran pasado ninguna exanimación homilética, ni siquiera en la escuela para predicadores que fundara luego Charles Haddon Spurgeon. Ninguno de los que leen este artículo invitaría a ese hombre a predicar en sus conferencias pastorales. Hay una guerra silenciosa entre aquellos que se ufanan de su doctrina y de sus herramientas bíblicas para predicar y enseñar, frente a otros que no lo hacen con excelencia, sin preparación ninguna. Dios ha usado a ambos a lo largo de la historia. Luego de aquella fría mañana, pasó un año y Carlos fue invitado a predicar con 17 años a un puñado de campesinos que se reunían en un granero improvisado. Accedió. En 2 años ese grupo creció a 400 personas. Sin ninguna educación formal, aunque Spurgeon tenía una memoria fotográfica y era un lector voraz—leía un promedio de 6 libros por semana y su biblioteca incluía más de 12.000 volúmenes—así y todo amaba predicar.

A la edad de 19 años fue invitado a predicar a Londres en la bien conocida y ya en decadencia Capilla de la Calle New Park. Tenía un auditorio para más de 1200 personas y una larga historia de pastores brillantes y bíblicos. La iglesia había quedado envuelta en una ciudad que crecía. Había quedado dentro de un barrio que hoy llamaríamos pobre, pero no tenía ninguna trascendencia en la vida de ese barrio. Tampoco tenía un pastor/maestro que compartiera la Palabra de Dios.
Spurgeon pensó que la invitación había sido un error e intentó rehusarse. ¿Por qué un joven campesino sin educación tendría que ir a la ciudad? Pero esta iglesia que había sido alguna vez vibrante escuchó sobre este joven que hablaba con pasión y color e insistieron en la invitación. Al fin Carlos aceptó y fue a predicar. Cuando habló aquel domingo, dicen que había menos de 200 personas.

La historia llegó hasta nosotros diciendo que su aspecto eran un tanto desgarbado, su cabello un tanto desobediente al peine, simplemente no calzaba en aquel ambiente citadino. Su padre le había dicho que era un error ir a esa iglesia—quizá tuviera razón.

Una joven de la congregación recuerda cómo aquel joven se presentó un aspecto un tanto distraído—si no cómico. Ella escribió en su diario—y la cito—“su cabello mal recortado, su saco un poco grande de satin, y un pañuelo azul que no iba para ese saco, pañuelo con pecas blancas, que describían gráficamente su sermón, llamando más la atención. Despertó en mí algo cómico”. (3) Despertó más que eso, porque en 2 años se casaría con él.  Su nombre era Susannah y de ahí en más Carlos no volvió a usar pañuelos.

Cuando cumplió 20 años, Carlos aceptó el pastorado de esa iglesia y la iglesia explotó con crecimiento. En un año ya no pudieron reunirse allí, y decidieron construir otro edificio. Durante la construcción la congregación alquiló un lugar público, lo cual fue un escándalo, porque las iglesias no se reunían en edificio públicos. ¡Qué le importaba eso a Carlos si ya se había reunido 3 años en un granero! Un año después ya estaban en el nuevo edificio, pero volvió a llenarse, y se alquiló otro edificio mientras terminaban la segunda edificación. Para esta época Carlos Haddon Spurgeon era conocido en toda la ciudad de Londres. Su dramático estilo de predicación, con gestos ampulosos de las manos era muy inusual en aquella época—sus tonos e inflexiones de voz estaban salpicados con metáforas, historias  y humor, lo cual creaba alboroto en toda Londres. Especialmente su humor…el humor en el púlpito era impropio y extremadamente fuera de toda línea por aquellos días de moral victoriana. De hecho, en una ocasión una mujer adinerada le increpó por usar demasiado humor en el púlpito a lo que él respondió, “Madame, usted no tiene idea de las cosas que me guardo”.
Luego escribía, “No hay nada espiritual en la tristeza y la desesperanza. Jesús no dijo, ‘benditos los cristianos tristes’; y a mí me parece que muchos predicadores parecen tener atadas sus corbatas apretando sus almas”. (4)

Los pastores de todo Londres se dividían en su opinión sobre el joven Spurgeon. Unos lo llamaban un buscador de gloria, otros lo llamaban El Niño Actor. No importaba…en tanto todos quisieran escucharlo predicar.

Su teología era bíblica. Desagradó a su familia que se convirtiera en bautista, rehusando bautizar infantes, lo que habían hecho su abuelo y su padre por décadas. Luego escribiría, “Aunque los amo y reverencio (a su padre y abuelo), no hay razón por la que deba imitarlos”. (5) Predicaba y tenía por alto la soberanía de Dios, la elección y el juicio final. Cuando una vez le preguntaron, dijo que prefería pensar de sí mismo como un cristiano común, 
“Nunca me avergüenza ser conocido como calvinista; no dudo en llevar el nombre de bautista, pero si me preguntan cuál es mi credo, contesto, simplemente Jesucristo”.
En marzo de 1861 la iglesia se mudó al, hasta hoy conocido, Tabernáculo Metropolitano, con capacidad para 5.600 personas sentadas, no tenía órgano ni ningún instrumento, porque Carlos creía que todo lo que no fuera la voz humana, era una distracción.

Cuando aún eran de novios, Susannah sabía que Spurgeon pertenecía a Dios. Unos días antes de su boda Carlos estaba corrigiendo unos sermones, Susannah se sentó, y luego recordaría, “aprendiendo a estarme quieta”. (6) Una vez estando comprometidos, Spurgeon se olvidó de ella completamente y la dejó en la iglesia, ella corrió a casa de la madre bañada en lágrimas. (7) Así y todo, tuvieron un maravilloso matrimonio—aunque muy ocupado y lleno de interrupciones. Tuvieron dos varones mellizos. Tomás, con el tiempo, fue pastor en la misma iglesia, y Carlos Junior se hizo cargo del orfanato que su padre había fundado. A la edad de 33 años, Susannah sufrió problemas físicos. Parece ser que tuvo una rara intervención quirúrgica en las vertebras cervicales hecha por Santiago Simpson, el padre moderno de la ginecología. Esa operación no surtió efecto. Quedó virtualmente inválida por los siguientes 27 años. A partir de allí en muy raras ocasiones escuchó predicar a su esposo ante miles de personas en la iglesia.

La iglesia creció tanto que en ocasiones Spurgeon le pedía a la congregación no venir el próximo domingo para que así otras personas nuevas pudieran encontrar lugar. En cierta ocasión le pidió a la congregación que se retirara para que los que estaban fuera pudieran entrar. Así lo hicieron, y el recinto volvió a colmarse de gente. Al fin de su ministerio pudo ver 14.500 bautismos y una membresía activa de 5.300 personas. (8) En medio de todo esto, Spurgeon tuvo sus vaivenes de salud. Sufría de gota, sus articulaciones se inflamaban, reumatismo e inflamación de riñones, lo que le provocaba agudos dolores. 

Desde los 35 años, hasta su muerte a la edad de 57 años pasó una tercera parte del tiempo fuera del púlpito para recuperarse en el cálido clima del sur de Francia, la ciudad de Mentone. Así y todo trabajaba 18 horas al día, y escribió  140 libros de su autoría.  Para nombrar uno, mi favorito, “El Tesoro de David”, 7 volúmenes de un comentario de los Salmos. Creo que todavía no ha sido superado. Lleno de citas, bosquejos propios y ajenos de decenas de predicadores puritanos, con ilustraciones de homilética. Un lujo. Ese comentario devocional le llevó la mitad de su ministerio. Puede conseguirlo en castellano, aún para ebook.

Cuando su amigo, el misionero David Livingstone, le preguntó, “Carlos ¿Cómo manejas el trabajo de dos personas en un solo día?” Spurgeon replicó, “te has olvidado que dentro mío somos dos”. Amaba el verso que escribiera Pablo a los colosenses, para lo cual también trabajo, luchando según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en mi (Col 1.29). Carlos escribió una vez, 
“Si por labor excesiva, morimos antes  de la edad media de un hombre, agotados al servicio del Maestro, gloria sea a Dios, tendremos menos de este mundo, y más del cielo. Es nuestro deber y privilegio extinguir nuestras vidas para Jesús. No tenemos que ser especímenes vivos de hombre preservados finamente, sino vivir vidas sacrificadas, cuyo destino es ser consumidas”.
Temprano en su ministerio, Carlos fundó una escuela de pastores. El quería que los muchachos recibieran la educación que él nunca recibió. En esta empresa, su forma directa de abordar el tema del ministerio, junto con su implacable humor, fueron una leyenda. Por ejemplo, un comité de púlpito de una iglesia pedía un estudiante para que fuera su pastor. Presentaron lo que buscaban, las tareas a realizar y lo que estaban dispuestos a pagar al pastor, Spurgeon les escribió diciéndoles que el salario le parecía bajo. Cito la carta, el único individuo que conozco que puede ocupar esa vacante con tal salario es el ángel Gabriel. El no necesitaría efectivo ni dinero para ropa; puede descender del cielo el domingo y volver por la noche; les aconsejo invitar a Gabriel como su pastor (9) En otra ocasión, llegó una carta de un comité pastoral—le escribieron para que les recomendara un pastor que pudiera llenar su auditorio. Spurgeon contestó que no tenía un estudiante tan grande, pero que les podía recomendar uno que fuera capaz de llenar el púlpito. Spurgeon personalmente entrevistaba a cada estudiante en prospectiva—buscaba lo que él llamaba una clara evidencia del llamado de Dios a sus vidas. Muchas veces tenía que desalentar a  los estudiantes, al punto que le llamaban Asesino de Pastores. Simplemente le preocupaba proteger a las iglesias de personas poco dotadas, poco calificados o poco santos. Spurgeon escribe de un joven, y cito, “Su cara pudo haber servido como portada para un libro sobre el orgullo y la arrogancia. Me envío nota que quería verme inmediatamente—sin ninguna cita. Su audacia me intrigó; y cuando estuvo delante mío dijo, “Señor, quiero entrar a su Colegio y quisiera hacerlo ya”.

“Me puso al tanto de sus dotes como predicador, y que podría darme muchos testimonios que certificaran su don, pero le pareció innecesario, porque una simple entrevista conmigo me convencería de su habilidad. Su sorpresa fue grande cuando le dije, “Señor, me veo obligado a decirle que no puedo aceptar su aplicación”. “¿Por qué no? “Bien, se lo voy a decir claramente; usted es tan terriblemente inteligente que yo no puedo insultarlo al recibirle como estudiante, ya que  solamente tenemos estudiantes tan ordinarios que usted tendría que rebajarse para tratar con ellos”. “Bueno”, dijo, “al menos déjeme mostrarle mis habilidades como predicador—escoja cualquier texto o tema, y en este mismo lugar predicaré”. Spurgeon respondió, “Oh, no puedo, me considero indigno de tal privilegio”.

Usted se podrá imaginar lo demandado que era al tener 60 ministerios diferentes bajo su supervisión. Al tener una memoria fotográfica podía acordarse de todo lo que había leído en libros y comentarios. Los sábados por la tarde comenzaba a preparar sus sermones del domingo por la mañana. No es una buena idea si usted no tiene una memoria fotográfica y no ha estado leyendo vorazmente durante toda la semana. Spurgeon era un predicador textual—exponía uno o dos versículos y los estrujaba hasta sacar todo el jugo. El próximo domingo estaría en otro libro, otro texto.  A veces sucedía que no encontraba un texto para predicar y convocaba a Susannah con desesperación llamándola “Susi” o “esposita”. Susannah acudía con gran gozo y traía su Biblia leyéndole varios pasajes que habían sido de bendición para ella. Entonces él repentinamente decía “¡Ese!”, y en pocas horas tenía su sermón.

El lunes siguiente editaba el manuscrito y lo presentaba a los periódicos para que sea leído por millones en todo el mundo de habla inglesa. Un sábado a la noche en particular, estando Spurgeon en cama, literalmente predicó en sueños; con toda claridad. Susannah tomó papel y pluma e hizo las notas; cuando Spurgeon despertó, ella le pasó las notas. Carlos descartó lo que había preparado y ese domingo predicó lo que había dicho en sueños. ¿Puede imaginarlo?

Otro sábado por la noche tuvo la interrupción de un prominente y orgullos líder religioso. El ama de llaves le hizo saber a Spurgeon de tremenda visita—a lo que este le hizo saber que no podría atenderlo porque estaba estudiando su sermón. El caballero un tanto ofendido pidió ser anunciado como que un siervo del Maestro quería hablar con él. La respuesta de Spurgeon fue que en ese momento estaba ocupado con el Maestro y no podía ser interrumpido por ningún siervo.

El ministerio de Spurgeon también tuvo nubarrones. Controversias doctrinales. En una ocasión predicó sobre el bautismo infantil y causó una batahola en todo Londres. Los periódicos de Estados Unidos editaban sus sermones sacando toda mención que Spurgeon hiciera atacando la esclavitud. A él no le interesaba lo que la mayoría de la gente opinara.

Algunas controversias las inició él mismo. De hecho, los dos pastores más famosos en la Inglaterra victoriana fueron Carlos Haddon Spurgeon y José Parker. Spurgeon predicaba a 10.000 personas cada domingo; la congregación de Parker era la segunda en tamaño. Al principio fueron amigos al punto de intercambiar púlpitos. Pero, desafortunadamente, hubo desacuerdos. Spurgeon acusó a Parker de ser un pastor poco espiritual porque iba al teatro y la ópera. Parker contestaba la agresión criticando el mal ejemplo de Spurgeon al fumar esos cigarros, en público y privado. Sus intercambios de palabras fueron virulentos. Esas acusaciones se aireaban en los periódicos. Dos grandes siervos que rompieron su comunión y su amistad nunca fue la misma. (10)

En una ocasión, una conversación inocente llegó a los periódicos. El evangelista norteamericano D. L. Moody visitaba a Spurgeon. Parece ser que Moody le preguntó a Spurgeon cuándo iba a dejar esos horribles cigarros. Spurgeon apuntó con el dedo a la barriga de Moody y dijo, “Cuando te liberes de esto”. Uso esos ejemplos para recordarnos que todos los hombres de fe pueden discutir y argumentar, y aún dividirse, por cosas mucho menos significativas que el evangelio que defienden. Si usted puede leer sus obras—le recomiendo sus devocionales “Mañana y Tarde”, usted se dará cuenta que por sobre todo, Spurgeon era un pastor. Amaba a la gente. Amaba a Cristo. Amaba el pastorear. Sus escritos tienen la habilidad—aún después de 20 años—de traer consuelo a los corazones desalentados.

Por ejemplo, escribió, Amigo mío, cuando el dolor te apriete estando en el polvo, adora ahí. Si tal lugar se convierte en tu Getsemaní, presenta ahí tus lágrimas a Dios. Recuerda las palabras de David, ‘hermanos, derramen sus corazones—no termina ahí la cita—ante El’. Den vuelta el recipiente; es bueno que esté vacío, porque esta pena puede fermentar en algo más amargo; den vuelta el recipiente y dejen que corra cada gota; que corra ante el Señor. (11)

Spurgeon también escribió sobre sus propios sufrimientos y cito, 
“Lo bueno que he recibido de mis tristezas, y dolores, y penas es incalculable…la aflicción es el mejor mueble de mi casa. Es el mejor libro de mi biblioteca.”
Los últimos años de su ministerio estuvieron signados por la controversia llamada “Down Grade”. Spurgeon acusó a los pastores de la Unión Bautista a la cual pertenecía él también, de negar el evangelio y aguar la doctrina; atacó su creciente acomodo a las teorías de Carlos Darwin (la teoría de la evolución). Esos pastores estaban negando una creación de 6 días literales. Cientos de pastores estaban enfurecidos con sus acusaciones al punto que votaron echarle de la Unión Bautista. Su renuncia fue el 26 de octubre de 1887. Quizá su cita más famosa fue, 
“Querer predicar a Cristo sin su cruz, es entregarle con un beso.”
Solía decirle sus estudiantes, 
“Hermanos, si no sois teólogos, no sois buenos para nada como pastores.”
Carlos Haddon Spurgeon falleció seis meses antes de cumplir 58 años. (Enero de 1892)

Fuentes
wholesomewords.com – Recursos bibliográficos cristianos – Spurgeon p.1
Ibid, p.2
Carlos Haddon Spurgeon, Autobiografía: Volumen 1 (Banner of Truth Reprint, 2005), p.180
Kent Hughes, El Sermón del Monte (Crossway, 2001= p.26
Susannah Spurgeon & Joseph Harrald, Autobiografía de Carlos Haddon Spurgeon Volumen 1 (Banner of Truth Reprint, 2006)
Richard Ellsworth Day, The Shadow of the Broad Brim (Judson Press, 1934), p.110
Susannah Spurgeon & Joseph Harrald, p.289
Ibid, p.3
Susannah Spurgeon & Joseph Harrald, Autobiografía de Carlos Haddon Spurgeon, Volumen 2 (Banner of Truth Reprint, 2006), p.162
Adaptado de R. Kent Hughes, Romanos (Crossway Books, 1991), p.263
Carlos Spurgeon, El Sufrimiento del Hombre & La Soberanía de Dios (Fox Rivers Press, 2001), p.18
Soli Deo Gloria