martes, 4 de junio de 2019

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La adoración ordenada – CBL 1689

Dios temible en la gran congregación de los santos, y formidable sobre todos cuantos están alrededor de él. Salmo 89:7 

Introducción
¿La adoración corporativa e instrumental en las iglesias de hoy es simplemente una cuestión de preferencia? ¿Muestra la Biblia como debe regularse la música que adoptamos?

Hoy esto nos lleva ver la realidad de muchas Iglesias  que pasan por alto y de ahí  la confusión de muchos en el presente respecto al tema. En la práctica, la música ha estado bajo la influencia de la cultura popular prevaleciente.

Nuestro servicio de adoración debe ser apostólico
Ahora deseo tomar  en este post el nombre de los apóstoles para una mayor presentación de este artículo.

¿Te imaginas a Pablo tocando una guitarra eléctrica, Pedro en la batería y Juan cantando voces? Y un coro completo con los demás apóstoles? Si hubiéramos visitado la Iglesia Primitiva de Roma, Ahí ¿Hay un ministerio (ministro, director) de música? ¿Cómo era el servicio de adoración?


La respuesta es que no hay ministerio de música en la Iglesia Primitiva de Roma, Corinto, Efeso y en las Iglesias de Cristo según las escrituras en el nuevo pacto.

¿Lees en algún lugar de la biblia donde tienen a un grupo de jóvenes separados para que adoren? La respuesta es que  la Biblia no ha cambiado. Y Dios tampoco ha cambiado en cuanto a cómo quiere ser adorado. El servicio de adoración siempre debe ser reverencial, respetuoso, adorador... ¡apostólico!
Entonces, el principio regulador tiene un lugar de  mayor importancia con el Dios de la Biblia.

¿Qué hay, pues, hermanos? Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación. Hágase todo para edificación. 1 Corintios 14:26
Pero hágase todo decentemente y con orden. 1 Corintios 14:40
Pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz.  Como en todas las iglesias de los santos. 1 Corintios 14:33 

Cuando lees las escenas de adoración en el Nuevo Testamento, ¿qué encuentras? Encuentras hombres maduros adorando, predicando y enseñando. Eso es apostólico!!!. Entonces…
Nuestro servicio de adoración se compone de una asamblea de adoración, no de un grupo de espectadores en una actuación. El énfasis de nuestro servicio de adoración es la predicación de la palabra de Dios. Eso es lo más importante que debemos hacer. Nuestro servicio de adoración no está diseñado para complacer a los adolescentes y niños. No es un programa. No es una serie de rituales hechos por el hombre.

Toda la congregación está involucrada en el servicio de adoración de principio a fin. Los niños se sientan con sus padres amorosos. Cantando desde el corazón y escuchando la palabra de Dios expuesta por los hombres llamados de Dios. Ese es el servicio de adoración simplista que encontramos en la Biblia con respecto a la iglesia infantil de hoy.

Y llegamos al autor de Hebreos para contemplar e unificar la adoración apostólica de manera práctica y simple del nuevo pacto.

Muchos han sintetizado la teología de la adoración en el Nuevo Testamento como una lucha para los cristianos desde la iglesia primitiva. En particular, la forma en que se produjo la venida, la vida, la muerte y la resurrección de Cristo y, en algunos casos, revolucionó el culto al judaísmo del Antiguo Testamento, ha sido objeto de un debate considerable, y los errores en esta cuestión han llevado a varios errores prácticos, a veces graves. Sin embargo, esta controversia no es algo nuevo. Los creyentes de los primeros años del cristianismo, especialmente los que salieron del judaísmo, tuvieron dificultades para reconciliar la transición entre el culto judío y el culto cristiano. De hecho, la confusión se intensificó hasta tal punto que algunos apostataron del cristianismo a favor de la adoración de su herencia judía. Y el libro de Hebreos funciona como la respuesta suprema del NT a este difícil dilema. Como Peterson sugiere,

Hebreos presenta la teología más completa y totalmente integrada de la adoración en el Nuevo Testamento. Todas las categorías importantes del pensamiento del Antiguo Testamento sobre este tema (santuario, sacrificio, altar, sacerdocio y pacto) están relacionadas con la persona y la obra de Jesucristo.
Por lo tanto, un estudio cuidadoso del mensaje del libro de Hebreos, incluida su bien desarrollada teología de la adoración cristiana, revela que si bien la adoración del NT tiene sus raíces en la revelación del AT, la adoración en y por medio de Jesucristo es superior a la adoración del judaísmo.

Y hoy  en el presente se relativiza a adoración contemporánea o tradicional, dejando la adoración apostólica a un lado escrituralmente. (La adoración que ha sido designada por Dios, hoy es sustituido por una nueva forma de adoración). Cuando el apóstol Pablo simplifica nuestra adoración en su carta a los Filipenses.

Porque nosotros somos la circuncisión, los que en espíritu servimos a Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne. Flp 3:3 

¡Esa es la razón más importante para elegir un lugar de culto domingo tras domingo! Según Jesús, la verdad te hará libre.

La Base Scriptural para el Principio Regulador de Adoración

¿Cómo deberíamos adorar a Dios? Esa es la pregunta que se está considerando en este post. Y creo que la respuesta ya está implícita en nuestra adherencia firme a la Biblia como la palabra inspirada de Dios, y como la única regla infalible de nuestra fe y práctica (CBL 1689). En este artículo voy a intentar demostrar dos cosas de las Escrituras: (1) la primera es el hecho que hay un principio regulador enseñado en las Escrituras, y (2) el segundo es lo que éste principio significa – y cómo debería ser aplicada – hoy, en nuestras iglesias.

A. El Antiguo Testamento
Comenzamos, pues, considerando unos ejemplos de lo que el Antiguo Testamento enseña. 

[1] Y el primero se encuentra en Génesis 4, donde leemos sobre la adoración de Caín y Abel
Este pasaje nos dice que la adoración de Caín fue rechazada por Dios, mientras la de Abel fue recibida.  También nos dice que la razón que Dios rechazo a Caín y recibió Abel no fue simplemente una diferencia entre los dos hermanos.  No fue sólo que algo estaba mal con el actitud subjetiva de Caín, en comparación con el actitud de Abel. También hubo una diferencia vital en el contenido objetivo de su adoración.  Por eso es que Dios tuvo respeto no tan solo a Abel sino también a la ofrenda que él trajo a Jehová. Abel ofreció lo que Dios le plació recibir, mientras que Caín no estaba dispuesto a hacerlo.  La razón de esto, en mi opinión, es que Abel puso atención a la revelación que Dios había dado hasta ese tiempo en la historia, mientras que Caín lo trato ligeramente.  Es posible, por cierto, que Dios dio una revelación directa a Abel.  Pero es más seguro que él actúo sobre la base del mismo dato de relevación que nosotros mismos tenemos en los primeros tres capítulos de Génesis.  Cuando Dios cubrió la desnudez de Adán y Eva con el piel de animales, es evidente que los animales tuvieron que ser muertos primero para este propósito (Gen. 3:21). De esto Abel hubiera concluido que su propia esperanza con Dios fue por el sacrificio de un substituto de muerte. Pero si consideramos el punto de vista de que Abel, dio con la “forma correcta de adoración”, por medio de la intuición, eso nos lleva a la misma conclusión. En el momento en que Dios acepto Abel y su sacrificio—también rechazó a Caín y su ofrenda—por ese mero hecho Él dejó perfectamente en claro,  que la manera aceptable de adoración fue la manera de Abel.  Aunque Caín supo esto, él no estaba dispuesto a adorar a Dios en esa manera aceptable.  No es una exageración en ninguna manera, cuando decimos que esto fue la caída de Caín: él no estuvo dispuesto a limitarse a una manera de adoración que tenía aprobación divina.  Así que vemos un principio bien claro aquí: adoración que no tiene aprobación de Dios es prohibida. 

[2] En  segundo lugar le pido que tomen nota del hecho de que este mismo principio es enseñado en el segundo mandamiento
El segundo mandamiento dice: «No te harás imagen, ni ninguna semejanza de cosa que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra: No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos, sobre los terceros y sobre los cuartos, a los que me aborrecen, Y que hago misericordia en millares a los que me aman, y guardan mis mandamientos.»  En el primer mandamiento Dios declara ser el único Dios verdadero, quién solamente debe de ser adorado. En el segundo Él nos dice «el tipo de adoración con la cual Él debería ser honrado, para  no atrevernos a formar una concepción carnal de Él». En cuanto a esto Calvino ha dicho: «aunque Moisés solamente habla de idolatría (aquí), aún no queda duda que por sinécdoque, tanto como en el resto de la Ley, Él condena todo los servicios ficticios que los hombres en su ingenio han inventado».  
 
[3] Como tercer ejemplo, consideraremos brevemente la construcción del tabernáculo en el tiempo de Moisés
Y aquí permítanme decir, que sería difícil pensar en una forma de dar mayor peso a este principio, lo que encontramos en la narración de la revelación de –y preparación de –la adoración de Dios por parte del pueblo del Antiguo Testamento.  (1) Cada estudiante de los cinco libros de Moisés sabe  que detallada fue esa revelación.  No es una exageración decir que cada aspecto de  la construcción del tabernáculo fue prescrito por Dios, y que nada fue dejado a la imaginación del hombre. ¿No dijo Dios a Moisés: «Y mira, y hazlos –y con ‘hazlos’ Él entiende cada cosa en el Tabernáculo—conforme a su modelo, que te ha sido mostrado en el monte»? [Ex. 25:40]   Es cierto, por supuesto, que Dios hizo uso de los  hombres en la construcción del Tabernáculo.  Pero, no es cierto, como es comúnmente asumido que el Tabernáculo fue un producto creativo meramente natural y un impulso artístico del pueblo de Dios para construirlo. Sin duda estos hombres tuvieron un talento creativo natural. Pero eso no fue suficiente; la Biblia está bien clara de eso.

Las cosas que pasaron dentro del Tabernáculo fueron producidas (como la misma Biblia) por revelación especial divina: «Mira, yo he llamado por su nombre á Bezaleel, hijo de Uri, hijo de Hur, de la tribu de Judá; Y lo he henchido de espíritu de Dios, en sabiduría, y en inteligencia, y en ciencia, y en todo artificio, Para inventar diseños, para trabajar en oro, y en plata, y en metal, Y en artificio de piedras para engastarlas, y en artificio de madera; para obrar en toda suerte de labor. Y he aquí que yo he puesto con él á Aholiab, hijo de Ahisamac, de la tribu de Dan: y he puesto sabiduría en el ánimo de todo sabio de corazón, para que hagan todo lo que te he mandado... harán conforme a todo lo que te he mandado.» [Ex. 31:2-11].  Que lejos esta esto del argumento que tanto se escucha hoy día, al efecto que ‘obra de arte’ en el Tabernáculo de Moisés. La verdad es que no hubo ‘obra de arte’ en el Tabernáculo, a menos que por ‘obra de arte’ signifiquemos una clase única inspirada e infalible, y esa clase de arte no se da más.

Lo que hemos dicho sobre el Tabernáculo también era cierto del Templo más elaborado. Nada fue dejado a las innovaciones del hombre. Cuando « David dio a Salomón su hijo la traza del pórtico, y de sus casas, y de sus oficinas, y de sus salas, y de sus recámaras, y de la casa del propiciatorio» (1 Crónicas 28:11) no hubo nada en esto de su propio innovación. Al contrario, «Todas estas cosas, dijo David, se me han representado por la mano de Jehová que me hizo entender todas las obras del diseño.»

Ahora ¿Por qué es esto tan importante? ¿Por qué todo tuvo que ajustarse a un modelo revelado primero a Moisés, y más adelante a David? La razón es evidente: No adorarán a Dios de ninguna otra manera que como Él ha ordenado. Como dijo Calvino una vez: «No estoy consciente de lo difícil que es de persuadir el mundo que Dios rechaza e incluso abomina cada cosa referente a su adoración que sea ideada por razón humana.» Pero la verdad es que «no hay nada más peligroso a nuestra salvación que una adoración de Dios absurda y perversa.»

[4] Encontramos otro pasaje instructivo en Levítico 10 – en la historia de Nadab y Abiú, los hijos de Aarón
Ellos murieron, leemos, cuando «salió fuego de delante de Jehová que los quemó» (Lev. 10:2).  ¿Y por qué sucedió esto? Las Escrituras dicen que sucedió por qué ellos  «ofrecieron delante de Jehová fuego extraño, que él nunca les mandó» (v.1). Ahora, no dice que esto paso porque ellos no fueron sinceros – o porque a ellos les faltaban ‘buenas intenciones’; ni dice que sucedió porque ellos hicieron algo que Dios había expresamente prohibido. No, lo que dice es que ellos hicieron esto sin antes asegurarse primero de que tenían una orden para hacerlo. Y tiene como su fin el enseñarnos que la adoración que no es mandado por Dios mismo es, por consecuencia, prohibida. 

[5] Y en cuanto a la rebelión de Coré
Moisés y Aarón fueron designados por el Señor para mediar entre Dios y Su pueblo. Pero Coré –y los que le siguieron—no les gusto está designación exclusiva.  Ellos quisieron soltarse de esta idea ‘estrecha’ que solamente había un camino correcto; a saber, el camino que Dios ha designado.  Así que ellos se rebelaron contra esta restricción. Pero el resulto bien conocido muestra, otra vez, que ofensivo fue esto a Jehová.

Tras todo el Antiguo Testamento encontramos prueba abundante de la magnitud de esta maldad: cada vez que los hombres no estaban satisfechos de alabar a Dios en la manera designada por Él—cada vez que ellos trajeron sus propias innovaciones—Dios siempre  ha dejado perfectamente claro que Él estaba disgustado grandemente con la adoración de ellos.

[6] Tomen al Rey Saúl, por ejemplo
Saúl no tenía ninguna autorización, de Dios, de participar de la función sacerdotal (1 Sam. 13:11 FF). Aun así afirmó, debido a la presión de la circunstancia, que él se sintió esforzado «…pues, y ofrecí holocausto» en Gilgal (V. 12). Bien puede ser, por lo que sabemos, que él actúo con lo que hoy muchos llamarían ‘lo mejor de las intenciones.’ Con todo esto sabemos que Dios lo encontró ofensivo. Samuel  le dijo  «Locamente has hecho» porque no se limitó a lo que Dios había ordenado (V. 13). Fue, de hecho, debido a esto que Dios quitó el reino de Saúl y se lo dio a David (V. 14). ¿No hace esto perfectamente claro que éste principio tiene un lugar de  mayor importancia con el Dios de la Biblia?

[7] Y considere lo que le paso a Uza
Cuando David intentó primero  traer el arca, descuidada por un gran tiempo, a Jerusalén, los bueyes se tropezaron de repente. En ese momento Uza extendió su mano para estabilizar el arca con el fin de evitar que se caiga.  Eso es muy natural, puede ser que estemos inclinados para decir, y una acción inocente. Pero la Escritura dice que «é hiriólo allí Dios por aquella temeridad» (2 Sam. 6: 7). No podemos encontrar la razón atrayente, pero se indica claramente en la Escritura. Uza murió porque--como David explica más adelante-- «por cuanto no le buscamos según la ordenanza» (1 Cron. 15:13). Sucedió, es decir, porque fallaron en no preocuparse con lo que Dios había ordenado expresamente. Pero qué diferente fue cuando «los hijos de los Levitas trajeron el arca de Dios… como lo había mandado Moisés conforme a la palabra de Jehová» (1 Cron. 15:15). Vemos otra vez el mismo principio revelado claramente: lo que no es mandado por Dios es prohibido. 

[8] Y considere al Rey Jeroboam
Cuando llego ser rey, él quiso consolidar su asimiento sobre los diez tribus que se rebelaron contra la casa de David. Y para ello las Escrituras dicen que «ordenó» o «instituyó» una clase de adoración que «él había inventado de su corazón» (1 Reyes 12:32,33). Por esta razón un hombre de Dios fue enviado de Judá para denunciar esta adoración desautorizada. Y eso no es todo, porque Jeroboam siempre es mencionado, después de ese tiempo, de ser la persona que «hizo» pecar a Israel como sociedad corporal (1 Reyes 15:30). No exageramos, pues, cuando decimos que ésta era la fuente de la cual vino la última caída de Israel.  La adoración que había sido designada por Dios fue sustituida por una nueva forma de adoración.  Era adoración no ordenada por Dios, y por lo tanto fue prohibido.

[9] Y recuerde el pecado del rey Uzías
Las Escrituras dicen que «entrando en el templo de Jehová para quemar sahumerios en el altar del perfume» (2 Cron. 26:16).  Azarías el sumo sacerdote intervino valerosamente para oponerse al acto de la adoración inventada de Uzías. Y fue justificado por la intervención de Dios, porque el rey fue inmediatamente golpeado con la lepra, como muestra del juicio de Dios. Una vez más está claro que lo qué no es ordenado por Dios es un aborrecimiento para Él.

[10] Y luego esta el rey Acaz.
La Biblia dice que Acaz «Quemó también perfume en el valle de los hijos de Hinnom, y quemó sus hijos por fuego, conforme a las abominaciones de las gentes que Jehová había echado delante de los hijos de Israel» (2 Crónicas 28:3).  Lo que probablemente nos hace encoger, mientras que leemos esta historia, es que éstos eran pequeños niños desamparados. Pero ésa no era la razón principal por la que esta práctica fue condenada por el Señor, según Jeremías el profeta. No, la primera razón-que es mucho más importante-es indicado de esta manera por el profeta: «Y han edificado los altos de Topheth, que es en el valle del hijo de Hinnom, para quemar al fuego sus hijos y sus hijas, cosa que yo no les mandé, ni subió en mi corazón» (Jer. 7:31).  ¿Cómo puede Dios hacerlo más claro? Adoración que no es ordenada por Dios es por consecuencia prohibida.

Aquí, entonces, está el principio uniforme enseñado en las Escrituras del Antiguo Testamento, resumidas en estas palabras de Moisés: «No añadiréis á la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella, para que guardéis los mandamientos de Jehová vuestro Dios que yo os ordeno» (Deut. 4:2). Esto se aplica al conjunto de nuestras vidas, por supuesto, y no solamente a la esfera de la adoración. Pero en ninguna otra parte está como vital, como está en esta esfera, de excluir cada invención humana.

B. El Nuevo Testamento

Pero la pregunta que debemos considerar ahora es ésta: ¿es esto también la doctrina del Nuevo Testamento?

[1] Quiero comenzar con las palabras de Jesucristo mismo, concerniente a la tradición Judía
Él denuncio a los escribas y a los Fariseos  porque  «bien invalidaban el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición» (Mc. 7: 9). Y debido a este hecho nuestro Señor siguió hablando referente a Su adoración: «Este pueblo con los labios me honra, Mas su corazón lejos está de mí. Y en vano me honra, Enseñando como doctrinas mandamientos de hombres» (Mc. 7:6,7 [citado de Jeremías 29:13]). No hay duda que esto fue ofensivo a ellos. Pero eso no es lo qué importa. Lo que importa es que Dios fue ofendido. Y según Jesucristo la causa de la ofensa era doble en naturaleza: (1) primero, se había puesto a un lado lo qué Dios había ordenado, y [2] en segundo lugar, había una rito diligente de algo qué no fue ordenado por Dios; a saber, tradiciones artificiales hechas por el hombre. Vemos, pues, que incluso las tradiciones que se estiman altamente entre hombres son ofensivas a Dios a menos que sean lo que Él ha ordenado.  

[2] El Segundo ejemplo que quiero considerar es Cristo y la mujer samaritana
Nadie nunca ha expuesto el principio regulador con más fuerza y claridad que Jesucristo lo hizo, en su encuentro con la mujer samaritana (Juan 4:22-26). Aquí, como Calvino señala, nuestro Señor «divide el tema en dos porciones. Primero, Él condena las formas de adorar a Dios que los samaritanos utilizaban como supersticiosas y falsas, y declara que la forma aceptable y justa estaba con los judíos. Y Él pone la razón de la diferencia que los judíos recibieron garantía de la palabra de Dios sobre Su adoración, mientras que los samaritanos no tenían ninguna certeza de los labios de Dios. En segundo lugar, Él declara que las ceremonias observadas hasta ahora por los judíos pronto serían terminadas.» Respecto al primer punto-donde nuestro Señor les dijo «ustedes samaritanos adoran lo que no sabéis» - Calvino hace esta conclusión: «todas las supuestas buenas intenciones son golpeadas por este rayo, que nos dice que los hombres no pueden hacer nada sino errar cuando se dirigen por su propia opinión, sin la Palabra o el mandato de Dios.» Entonces se va al segundo punto, diciendo: «diferenciamos de los padres solamente en la forma exterior [de adoración], porque en su adoración de Dios [en tiempos del Antiguo Testamento] estuvieron limitadas a las ceremonias que fueron suprimidas por la venida de Cristo.» Así pues, si preguntamos lo que significa adorar a Dios «en espíritu y en verdad» esto es la respuesta de Calvino: «es quitar las cubiertas de las ceremonias antiguas y conservar simplemente lo que es espiritual en la adoración…» El problema es que «puesto que los hombres son carnales...se placen de hacer lo que corresponde a sus naturalezas. Eso es porqué inventan muchas cosas en la adoración de Dios…[cuando] ellos deben considerar que están tratando con Dios, que no más está de acuerdo con lo carnal que el fuego lo hace con el agua.»  Para adorar a Dios en espíritu y en verdad, entonces, es adorar a Dios de la manera que él ahora nos ordena. Y «es simplemente insoportable» como Calvino dice, «que la regla colocada por Cristo debe ser violada.» Los que quieran adorar al Dios verdadero, aceptablemente, deben hacerlo tan en espíritu y en verdad-porque eso, y solamente eso, es lo que Él ha ordenado.

[3] Considera la gran comisión
El principio regulador está claramente implícito en estas palabras de Jesucristo: «Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.  Por tanto, id, y doctrinad…bautizándolos… Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado» (Mateo 28:18-20). Esto en nuestra opinión, es exactamente lo que hicieron los apóstoles. Enseñaron lo qué Cristo les había ordenado, no qué Él había ordenado más sus propias invenciones. Sabiendo que toda la autoridad perteneció a Él, sabían que no había lugar para sus propias innovaciones. En las palabras de Calvino, «Él envía a los apóstoles con esta reserva, que no presentarán a sus propias invenciones, sino que entreguen puramente y fielmente, de mano a mano (como decimos), lo que Él les había confiado.» Ahora por supuesto podemos decir que estas palabras se aplican a nuestra existencia entera como cristianos. Pero el punto es que nada es de mayor interés a Dios que la adoración que Él ha ordenado.

[4] La vista de Pablo de las Escrituras
Este principio también se implica claramente en la vista de Pablo de las Escrituras: «Toda Escritura es inspirada divinamente y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instituir en justicia, Para que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente instruido para toda buena obra.» (2 Ti. 3:16,17). No es nuestro argumento que cuando Pablo escribió estas palabras él pensaba, específicamente, sobre la adoración. Pero es seguramente evidente que la declaración del apóstol no sería verdad si hay cualquier aspecto de la adoración que no es claramente-y enteramente-revelado a nosotros en la Biblia.

No hay necesidad de elaborar el punto. Pero, quizás, no será superfluo considerar brevemente lo que hicieron los apóstoles en la iglesia apostólica cuando este principio fue desatendido, o amenazado.

[5] La reprimenda de Pablo a los gálatas
En la carta de Pablo a los gálatas hay una mención clara de la adoración desautorizada.  «Más ahora, habiendo conocido a Dios, o más bien, siendo conocidos de Dios, ¿cómo os volvéis de nuevo á los flacos y pobres rudimentos, en los cuales queréis volver á servir? Guardáis los días, y los meses, y los tiempos, y los años.  Temo de vosotros, que no haya trabajado en vano en vosotros.» (Gal. 4:9-11)  La gente a quien Pablo escribió esta carta observaba probablemente los días y las estaciones especiales designadas por Dios en el sistema ceremonial del Antiguo Testamento (Ex. 23:14-17, 34:18, etc.). Pero, si ése es el caso, solamente hace la fuerza de la objeción del apóstol todo el más fuerte cuando está aplicado a los días especiales que Dios nunca ordenó. Cuando vino Cristo el sistema ceremonial del Antiguo Testamento de adoración fue reemplazado. Fueron incluidos en esto los días sagrados anuales, e incluso los sábados judíos. Para que los gálatas siguieran celebrando estos días era actuar como si todavía esperaban el advenimiento del Mesías. Y ustedes pueden ver el uso. ¿Si el apóstol miró la necesidad de decir esto a la gente que continuaba observando a los días que habían sido ordenado antes, pero ahora obsoleto, qué diría él a la gente, hoy en día, que observan los días santos especiales que nunca ordenó Dios?

A este punto necesitamos fijarnos de lo que dijo Pablo sobre esto en Romanos 14. Aquí el apóstol dio instrucciones al fuerte para ser paciente con el débil, porque el débil todavía no entendía la libertad que él tenía en Jesucristo. De hecho ellos ya no más estaban bajo cualquier obligación de observar incluso los días especiales que Dios había, hace una vez, designado a través de Moisés. Pero el problema era que algunos de los miembros de la iglesia en Roma todavía no entendían esto. Y, mientras que fuera solamente un miembro particular de la iglesia que fue afligida con esta debilidad lamentable, Pablo estaba dispuesto de ser paciente con él. Él estaba dispuesto, es decir para tolerar en membresía de la iglesia a una persona quien sentía obligado-por tener una conciencia mal informada – de observar éstos días. En Gálatas 4, sin embargo, el apóstol tenía una diversa preocupación en vista. En este caso la iglesia en conjunto se había sometido a un yugo de esclavitud. La iglesia de los Gálatas, como congregación, se había rendido a las demandas ‘del débil’ observando estos días de una manera institucional. Y cuando sucedió esto el apóstol era muy inflexible en su oposición. La razón es que es incorrecto que la iglesia haga una parte de su adoración corporativa a cualquier cosa que Cristo no ha mandado. Es una cosa, decir, tolerar la debilidad en miembros individuales. Pero es otra cosa cuando esta opinión errante es impuesta sobre toda la congregación. [Aún esto es exactamente lo que vemos hoy en día en la mayoría de las iglesias reformadas.]

[6] La advertencia de Pablo a los Colosenses
Consideren también la iglesia de Colosas. A esta iglesia el apóstol escribió: «Por tanto, nadie os juzgue en comida, o en bebida, o en parte de día de fiesta, o de nueva luna, ó de sábados» (2:16).  Él también los advirtió para no ser estafados por los que intentaron inducirles en delicias «afectando humildad y culto á los ángeles» (2:18).  «Tales cosas» dice Pablo «tienen á la verdad cierta reputación de sabiduría en culto voluntario» (v.23). Aquí, otra vez, tenemos un uso del principio que dice que ‘lo qué no es ordenado por lo tanto es prohibido.’

[7] El libro de Hebreos
El libro entero de Hebreos es, entre otras cosas, una extendida aplicación del principio regulador. Sostiene que el sistema entero de adoración, ordenado por Dios bajo la administración Mosaico del pacto de Dios, es ahora obsoleto (8:13). ¿Y qué tenemos en su lugar?  La respuesta es que tenemos ‘lo auténtico’ - no las viejas «copias» de cosas divinas, sino “las cosas divinas mismas” (9:23).  En cuanto que la gente de Dios, en la época de Moisés, vino a una montaña terrestre (12:18), nosotros «venimos al monte Sión… la ciudad del Dios vivo… la Jerusalén divina» y así sucesivamente (12:23).  La iglesia de hoy, es decir, tiene que vivir en el reino de realidades divinas, y ya no más en el reino del simbolismo vago.  ¿Qué pensaríamos de una madre que descuida a su propio bebé real para subir al ático para jugar con las muñecas de su niñez?  Y eso es exactamente lo que estamos viendo en muchos denominaciones reformadas que hace tiempo fueron firmes –en cuanto ellos vuelven a los elementos débiles y mezquinos de la adoración ceremonial y simbólica.  Como creyentes bajo el Nuevo Testamento nosotros tenemos que adorar en la esfera del ‘espíritu y de verdad’, no en la esfera de lo material y representativo, como nuestros hermanos y hermanas del Antiguo Testamento hicieron.

Muchas iglesias de hoy, que se llaman reformados, están clamando  para una vuelta a la adoración ceremonial. Llaman a esto el ‘renacimiento litúrgico.’ Si tales iglesias fueran realmente serias en su demanda de ser bíblicas, serían bastante constantes de ir hasta el final, adoptando el sistema entero del Antiguo Testamento.  Entonces tendrían un coro compuesto de gente de la tribu de Levi.  Recolectarían a una orquesta entera en vez de una combinación de su propia opción.  E incluso abogarían la reconstrucción del templo de Jerusalén. Y, si lo hicieran, podríamos por lo menos respetarlos por ser constantes. Pero, por supuesto, la verdad es que estos ‘elementos débiles y mezquinos’ de la adoración ceremonial del Antiguo Testamento no tienen ningún lugar legítimo en la iglesia del nuevo convenio. No necesitamos los coros, las orquestas, las batas púrpuras, las velas, el incienso, el baile, o el funcionamiento dramático. ¿Por qué?  Porque estas representaciones vagas solamente son obstáculos de la realidad de nuestro privilegio tras el Nuevo Testamento; el privilegio de ir en cada día del Señor—en la observancia fiel de los ejercicios ordenados de la adoración de  Dios—directamente dentro los lugares divinos y a la presencia de Jesucristo.  Qué el Señor restablezca y reforme Su iglesia otra vez de modo que pare de volverse a lo débil y mezquino, y vuelva a la simplicidad y a la belleza de la adoración espiritual.

¿Cuál debe ser nuestra actitud frente a éste privilegio impresionante? ¿Estamos con la libertad de hacer como nos place, de formar nuestro propio ‘estilo’ de adoración, mientras que el pueblo de Dios en los tiempos del Antiguo Testamento tenían que estar seguros que adoraban a Dios solamente como Él mandó?  No, la verdad se ubica en la dirección opuesta: nosotros-sobre todo-deberíamos aborrecer y rechazar todas estas innovaciones.  ¿Qué no es esto la base del siguiente advertimiento? «Mirad que no desechéis al que habla.  Porque si aquellos no escaparon que desecharon al que hablaba en la tierra, mucho menos nosotros, si desecháramos al que habla de los cielos…Así que, tomando el reino inmóvil, retengamos la gracia por la cual sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia; Porque nuestro Dios es fuego consumidor» (Heb. 12: 25, 28, 29). Si nos atrevemos a inventar nuestra propia manera de adoración, cuando Dios nos ha dicho del cielo lo que Él requiere de nosotros, nuestro pecado será muy mayor que el de los Israelitas bajo el antiguo administración del convenio. La manera de adoración bajo el nuevo convenio ahora ha sido instituida por Jesucristo.  A diferencia de la adoración del antiguo convenio, nunca será reemplazada hasta que nuestro Señor vuelva.  ¡Qué atrevido y audaz sería, pues, para cualquiera de nosotros de suponer cambiar lo que Él ha ordenado!
Soli Deo Gloria



martes, 30 de abril de 2019

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El Pacto de Redención entre el Padre y el Hijo

Por tanto, yo le daré parte con los grandes y con los fuertes repartirá despojos, porque derramó su alma hasta la muerte y con los transgresores fue contado, llevando El el pecado de muchos, e intercediendo por los transgresores. Is. 53:12 

Isaías 53 es uno de los grandes capítulos de la Biblia. Muchos se han convertido leyendo esta profecía, incluyendo el eunuco de Etiopía (Hch. 8:30-37).
En el v. 12 hay tres cosas que debemos notar:

Introducción
DEL PACTO DE DIOS -  Teología del Pacto Bautista de la CBL de 1689 (Cap. 7).

¿Qué es la teología del pacto? ¿Cuántos pactos tiene la Biblia y cuáles son estos? ¿Cuál es el entendimiento de los pactos de los bautistas reformados?

La teología del pacto nos ayuda a ver la historia de toda la Biblia. La teología del pacto une al pueblo de Dios y su propósito. La teología del pacto cree que el pacto es el marco mediante el cual se entiende la Biblia y que Dios ha establecido para lograr su propósito con el mundo.

La teología del pacto (también conocida como pactismo, teología federal o federalismo) es una descripción conceptual calvinista y un marco interpretativo para comprender el flujo general de la Biblia. Utiliza el concepto teológico de pacto como principio organizador de la teología cristiana. La descripción estándar de la teología del pacto contempla la historia de los tratos de Dios con la humanidad, desde la creación hasta la caída y la redención hasta la consumación, en el marco de los tres pactos teológicos generales vemos el pacto de redención, el de las obras y el pacto de gracia.

Según Isaías veamos…

I. La Obra de Cristo: "derramó su vida hasta la muerte ... habiendo Él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores".

II. La Recompensa de Cristo: "Yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartiré despojos".

III. La Relación entre ambas cosas: "por cuanto ".

La obra de redención se efectuó sobre la  base de un pacto entre Dios el Padre y Dios el Hijo; un pacto establecido en la eternidad.

El pacto􀀻 del que hablamos no es el Nuevo Pacto porque ese fue establecido entre establecido Dios y entre nosotros. El pacto del que estamos hablando es un pacto diferente establecido entre las dos Personas de la Trinidad. El Nuevo Pacto requiere de nosotros fe; el pacto entre el Padre y el Hijo requirió el derramamiento de la sangre de Cristo.

Una vez más considerando la revelación celestial en las escrituras que sellan el acuerdo de un pacto entre el Padre y el Hijo antes de la creación del mundo para la redención de los pecadores elegidos. Revisaremos el plan de salvación desde antes de la fundación del mundo como un legado pactal del Padre al Hijo. El Padre en su eterno consejo divino confió al Hijo la obra de la redención y prometió recompensarlo por su obra en la tierra. Esto requirió la encarnación y los sufrimientos de Cristo, y como nuestro Señor fue obediente, fue recompensado por su obra.

Este pacto es presentado en Isaías 49 en la forma de un dialogo entre el Padre y el Hijo (Ver. v. 6). Para entender mejor ese pacto debemos notar los siguientes puntos.

1. Las personas que entablan el Pacto. Son grandes personas: Dios el Padre, quien exige la satisfacción por el pecado de los hombres, y Dios el Hijo, quién se encarga de ofrecerla. El Espíritu es responsable por aplicar los resultados de ese pacto a los seres humanos.

2. El Propósito del Pacto. Lograr la salvación de un número incontable de pecadores. La  tarea que tenían por delante era cómo hacerlo sin minar la justicia de Dios.

3. La Naturaleza del Pacto. Fue por medio de compromisos hechos por cada  Persona de la Trinidad. El Padre se comprometió sostener al Hijo (Is. 42: 1). El Hijo se comprometió obedecer al Padre (Is. 50:5). El Espíritu Santo se comprometió aplicar la obra de Cristo a los pecadores.

4. Los Acuerdos Particulares.

a. El Compromiso del Padre

I. Otorgar al Hijo tres títulos y ungirle para un triple oficio: Profeta (Is. 42:6-7; 61:1), Sacerdote (Sal. 110:4; Heb. 7:16-17, 24-25) y Rey (Sal. 2:6-8).

II. Dado a que el trabajo que tenía que hacer era tremendamente difícil, el Padre se comprometió darle al Hijo la fortaleza espiritual necesaria (Is. 42:5-7). La humanidad de Cristo necesitaba nada menos que el fortalecimiento del Dios omnipotente. El Padre le concedió esa ayuda por medio del Espíritu Santo, que vino sobre Cristo en una forma nueva de su bautismo, juntamente con ciertas palabras de aliento espiritual (Lc. 3:22). En momentos de gran tentación, el Padre envió a sus ángeles para animar a Cristo (Mt. 4:11; Lc. 22:43). Y en el momento de su muerte, el Señor fue fortalecido espiritualmente por el Espíritu Santo (Heb. 9:14).

III. Además, el Padre prometió al Hijo que sería victorioso en Su trabajo (Is. 53: 10).

IV. También prometió exaltar al Hijo grandemente por Su obra de redención (Fil. 2:9-11). Ese fue parte del gozo que el Padre colocó delante del Señor (Heb. 12:2).

b. El Compromiso del Hijo

I. El Hijo se comprometió obedecer al Padre en todo (Is. 50:5-7; Sal. 40:6-10).

II. Se encarnó, tomando forma de hombre, en el cual cumplió toda justicia (Mt. 3: 15) y glorificó al Padre (Jn. 17:4).

III. En obediencia al Padre, el Hijo dedicó Su vida a enseñar a los seres humanos, mostrándoles el amor de Dios en forma práctica (Jn. 17:19).

IV. Finamente, el Hijo entregó su vida en la cruz, asumiendo la responsabilidadad de pagar completamente el pecado de aquellas personas a quienes el Padre le encargó salvar. Cristo dijo, ''pongo mi vida por mis ovejas” (Jn. 10:11, 15). ¿Por cuáles ovejas? Por las  ovejas que el Padre le dio para salvar (Jn. 10:26-29; 17·6;  9, 11, 24).

Si preguntamos, ¿cuándo fue establecido este pacto entre el Padre y el Hijo?, la respuesta sería: En la eternidad (2 Ti. 1:9; 1 Pe. 1:19-20).

Soli Deo Gloria



lunes, 25 de marzo de 2019

El Mensaje de Cristo


“Después que Juan había sido encarcelado, Jesús vino a Galilea proclamando el evangelio de Dios, y diciendo: El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos y creed en el evangelio”. Marcos 1:14-15

Encontramos en esta porción de la Escritura el comienzo del ministerio de predicación de Jesucristo. Comienza después de su bautismo y subsecuentes pruebas en el desierto. Jesús aparece en escena e inmediatamente comienza a llamar al hombre a la verdad del Evangelio. Él comienza a enseñar a las multitudes lo que era verdaderamente esencial para la salvación. Al examinar de cerca nuestro texto, encontramos que hay cuatro elementos cruciales que conforman su enseñanza.

Primero, vemos que el mensaje comienza con la frase: "El tiempo se ha cumplido". Esta frase nos dice que hubo una cierta expectativa con respecto a la salvación. El Antiguo Testamento había profetizado con respecto a la venida del Mesías y la salvación que él traería. El mensaje comienza con la declaración de que el momento ha llegado y que todas las expectativas del Antiguo Testamento se han cumplido. Este fue un momento emocionante. Debemos entender que se ha cumplido el tiempo y que se ha abierto la ventana de oportunidad para la salvación.

A continuación, vemos la frase "... y el reino de Dios se ha acercado". La siguiente parte del mensaje dice que el reino de Dios ya ha llegado y que debe ingresarse con toda la prontitud. El reino de Dios ha llegado y le incumbe al hombre hacer todo lo posible para entrar en él. Si bien tenemos una oportunidad, debemos esforzarnos por entrar en el reino de Dios mientras que Dios lo ha hecho posible. La oportunidad para la salvación se cerrará un día, y luego, será demasiado tarde.

La siguiente parte de nuestro texto llama a todos los hombres, en todas partes, a "arrepentíos". Esta es el primer paso por la cual podemos entrar en el reino. Con este mandato, Cristo declara lo que es inevitable con respecto a la condición humana. Cristo de manera inequívoca hace la declaración de que todos los humanos son pecadores. Todos debemos arrepentirnos. Todos debemos volvernos de nuestro pecado a Cristo para salvación. Cristo no le ordena a la humanidad a arrepentirse. ¡No! Él manda a toda la humanidad a arrepentirse. Todos hemos quebrantado la Ley de Dios. Todos hemos mentido, engañado, enojado, codiciado, robado y contaminado con respecto a la Ley de Dios. El hombre debe arrepentirse. Este mandato en el idioma original habla del arrepentimiento que continúa arrepintiéndose. No es un arrepentimiento de una sola vez, sino que habla de caminar en el arrepentimiento. Debemos dejar nuestro pecado y seguir a Dios.

La cuarta parte de nuestro texto manda a los hombres a "creed en el evangelio". Después del arrepentimiento inicial, debe haber una creencia en Cristo. Debemos creer que él es el único camino de salvación. Debemos creer que Él es el Hijo de Dios. Esta creencia, como el arrepentimiento anterior, es un llamado a caminar constantemente en la creencia en Dios. Debemos entender que debido a nuestros pecados, somos culpables ante Dios y que hemos incurrido en una gran medida de ira. Debemos creer que Jesús pagó nuestra deuda y se ha sustituido gentilmente en nuestro nombre. Esta es la esencia del evangelio. Es a través del arrepentimiento y la creencia de que el hombre puede entrar en el reino de Dios. Ruego que Dios te lleve siempre al mensaje de Cristo.
Soli Deo Gloria



viernes, 22 de marzo de 2019

¿Evangélicos actuando como Postmodernistas?

Estando siempre preparados para presentar defensa ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros, pero hacedlo con mansedumbre y reverencia. 1Pedro 3:15 

Uno de los efectos más generalizados de la filosofía postmoderna es la muerte al debate razonado y en algunos casos dentro de la fe evangélica. Mientras que en el pasado las personas discutían sus posiciones de manera convincente, hoy en día demasiadas personas parecen ser incapaces de hacerlo debido a la carencia de convicciones y celo por la verdad dentro de la era actual.

Mirad que nadie os haga cautivos por medio de su filosofía y vanas sutilezas, según la tradición de los hombres, conforme a los principios elementales del mundo y no según Cristo. Colosenses 2:8

Hoy se concluye que el postmodernismo se ha infiltrando en la iglesia y está arraigada en nuestra cultura presente, y en muchos casos un poco discreto pudiera estar en muchos de nuestros “propios” pensamientos. Pero ahora nos preguntamos qué puede hacer la Iglesia. ¿Cómo podemos aprovechar sus fortalezas y debilidades para el progreso del Evangelio? ¿Qué podemos hacer como creyentes para enfrentar esta era que amenaza con hundir a la iglesia?

Días como en antaño, hoy prevalece el concepto humano de la filosofía moderna, dejando así la verdad absoluta de las sagradas escrituras,

En aquellos días no había rey en Israel; cada uno hacía (pensaba) lo que bien le parecía. (Jueces 17:6)

Para arriesgarse a una simplificación excesiva, el postmodernismo sostiene que todas las posiciones sostenidas con sinceridad son igualmente válidas, no existe el bien o el mal, solo la falta de sinceridad. Esto significa que, en lugar de discutir contra la posición de alguien, la única arma que tiene el postmodernista contra un oponente es atacar el carácter de esa persona; La persona es insincera, mala y malvada. Esto significa que el postmodernista se vuelve desagradable muy rápidamente. Ahora, cuando uno no tiene un estándar absoluto de verdad que sea comprensible. Lo que me preocupa es que los cristianos evangélicos que profesan una creencia en la verdad absoluta actúan como posmodernistas y van directamente a los ataques personales contra aquellos con quienes no están de acuerdo.

Cualquier proposición verdadera es capaz de una prueba razonada; también lo son algunas falsas. Cualquier curso de acción correcto es capaz de una prueba razonada. Cuando no actuamos de manera razonable y nos dirigimos directamente al ataque personal, estamos negando lo que profesamos creer; estamos permitiendo que nuestro pensamiento se ajuste al patrón de este mundo.

La respuesta a los argumentos falsos es siempre refutarlos, a menos que estemos bastante seguros de que el "argumento" es simplemente una tontería para aclarar el problema, en cuyo caso debe señalarse firmemente que este no es el momento ni el momento. El lugar para bromear.

Palabras finales…

Yo creo que la clave la podemos encontrar en la Palabra de Dios, está en el libro de 2 Timoteo 4:2 “Predica la Palabra”. No hay nada tan precioso, tan inmenso, tan claro, tan verdadero, tan transformador, tan liberador, tan refrescante como la Palabra de Dios. ¡Es el mismísimo aliento de Dios! Es la Palabra de Dios inspirada, inerrante, infalible, suficiente, y con la autoridad de Dios. No necesitamos vencer la mente postmodernista, simplemente necesitamos predicar la Palabra. No es irracional, no es ilógica, no contradice la vida o la historia, no es una fabricación humana… es la Palabra de Dios con la autoridad del Creador y que puede hacerte “sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús” 2 Timoteo 3:15.

Hoy es la hora en pleno siglo XXI, donde la iglesia de Cristo tiene que  enfrentar la postmodernidad con el Evangelio cristiano que trasciendo toda época y tiene aplicación a todas las generaciones. Seamos luz y sal a nuestra generación y a las próximas generaciones.

El cielo y la tierra pasarán, más mis palabras no pasarán. Mateo 24:35 

Referencias Bíblicas

Col. 2:8; Ro. 12:2; Jn. 14:6; Hchs. 4:12; Jn. 17:17; 2 Ti. 3:16; Jn. 8:32; Ef. 5:6; 1 Pe. 3:15; 1 Cor. 2:1-16; 1 Jn. 2:1-29; Col. 1:1-29; Jn. 3:1-36; Sal. 119:160; Juec. 2:10; 1 Pe. 2:1-25; Jn. 18:38; Jer. 10:23; Is. 41:10; Sal. 119:151; Apoc. 1:1-21; Tit. 2:13; Col. 3:1-25; 2:1-23; Fil. 4:13; Ef. 2:8; Gal. 2:20; Jn. 18:37; Jn. 4:23; Jn. 3:16-17; 1:1; Mt. 11:2-5; 5:14; Dn. 3:1-30; Is. 8:20; Prov. 14:12; 3:5; Sal. 117:2; 100:5; 19:7; Est. 10:1-3; Rt. 1:1-22; Deut. 30:15-20; 12:29-32; 4:5-8; 1:1-46

Soli Deo Gloria