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martes, 12 de junio de 2018

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Depravación Total

El tema de la “depravación total” no es aquel tipo de asunto que es generalmente conocido o confesado dentro del mundo de la iglesia de nuestros  días.   Por  el  contrario,  están  a menudo   repetida   expresión   que   es   aún   más popular; “hay algo de malo en los mejores de nosotros y algo de bueno en los más malos de nosotros.”   Este dicho bien conocido señala como la doctrina de la “depravación total” es simplemente rechazada.    Por   lo   tanto,   es   importante   que nosotros entendamos lo que ésta verdad que concierne a la depravación total implica.  La iglesia y el Cristiano que ama la Palabra de Dios, deberá sujetarse a esta importante enseñanza de la Escritura.

¿QUÉ ES LO QUE DEBEMOS ENTENDER POR “DEPRAVACIÓN TOTAL?”

La frase está compuesta por dos palabras cuyos significados son de por sí evidentes. “Depravación” significa maldad; corrupción; la perversidad propia del  hombre  degenerado.   El  agregar  la  palabra “total” a la depravación, es enfatizar sin ninguna sombra de duda la verdad de que no hay bien en lo que fuere en el hombre natural – en el hombre que es  nacido  del  malvado  Adán.   La  frase “depravación total” recalca de la manera más fuerte posible la verdad de la Escritura de que no hay nada bueno en el hombre natural para nada.

Esta     es     la     sencilla     enseñanza     de     la Escritura.  Abran sus Biblias y primeramente vamos a Génesis 8:21.  Allí leemos, Y dijo Jehová en su corazón.  No volveré más a maldecir la tierra por causa del hombre; porque el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud.”  Usted notará  en  este  pasaje  que  lo  malo  es  desde nuestra juventud.  Y Dios declara esto inmediatamente después de la inundación, cuando la  única  gente  en  esta  tierra  fueron  Noé  y  su familia.

Un segundo pasaje es el Salmo 51:5, donde David confiesa, “He aquí, en maldad, he sido formado, y en pecado me concibió mi madre.”  Usted probablemente ha escuchado a la gente hablar de bebés inocentes – pero el salmista insiste en que él fue   formado   en   iniquidad   y   concebido    en pecado.  Él no se consideró a sí mismo inocente al nacer – sino ya depravado.

Otra vez, leemos en Jeremías 17:9 “engañoso es el corazón  más  que  todas  las  cosas  y  perverso; ¿Quién lo conocerá?”

Veamos ahora en el Nuevo Testamento y primero en Romanos 3:10 – 18 (el cual es una cita del Salmo 14), donde leemos “Como está escrito: No hay justo, ni aún uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios.  Todos se desviaron, a una  se  hicieron  inútiles;  no  hay  quien  haga  lo bueno, no hay ni siquiera uno.  Sepulcro abierto es su garganta con su lengua engaña veneno de áspides hay debajo de sus labios; su boca está llena  de maldición  y  de amargura.   Sus pies se apresuran para derramar sangre; quebranto y desventura hay en sus caminos; y no conocieron camino de paz.  No hay temor de Dios delante de sus ojos.” Y el mismo pensamiento está expresado poco después en Romanos 7:18“y yo sé que en mí, (esto es, en mi carne), no mora el bien.”

Estos son algunos de los muchos pasajes Escriturales, los cuales insisten acerca de la verdad de    que    el    hombre    natural    es    totalmente corrupto.  El hombre natural es incapaz de hacer ningún bien de cualquier forma.  Él no puede complacer a Dios.  El no obedecerá la Santa ley de Dios. El no desea entrar a la gloria eterna.

Sobre las bases de las claras enseñanzas de la Escritura,  las  antiguas  confesiones  de  la  Iglesia han insistido sobre esta misma verdad.  Breve pero claramente, el Catecismo de Heidelberg enseña en la pregunta y respuesta 8.  “¿Somos entonces tan corruptos,  que  somos  totalmente  incapaces  de hacer ningún bien e inclinados a toda maldad? Verdaderamente, lo somos; excepto que seamos regenerados por el Espíritu de Dios.”

La Confesión  Belga  declara en  el Art.  14.  “...  y habiéndose hecho impío, perverso y corrupto en todos sus caminos, ha perdido todos los excelentes dones que había recibido de Dios, no quedándole de ellos más que pequeños restos, los cuales son suficientes para privar al hombre de toda excusa; ya que toda la luz que hay en nosotros se ha cambiado en tinieblas como nos enseñan las Escrituras, diciendo: La luz en las tinieblas resplandece y las tinieblas no prevalecieron contra ella; aquí San Juan llama tinieblas a los hombres...”

Y todo esto es una prueba suficiente de que la Escritura y las antiguas confesiones de la Iglesia de Cristo enseñan que el hombre por naturaleza es totalmente depravado – esto es, él es incapaz de hacer ningún bien en absoluto.

Sin embargo, a pesar de estas claras enseñanzas de  la  Escritura,  muchos  tratan  de  evadir  y  aún negar esta verdad evidente por sí misma.  Se ha enseñado que el hombre es totalmente depravado, pero no que es absolutamente depravado.  A pesar de que la frase “total depravación” no debería permitir ninguna sombra de duda concerniente al estado corrupto del hombre; algunos aún insisten que hay algo de bueno en el hombre natural.  Por lo tanto, ellos insisten que el hombre no es absolutamente depravado.  Se utiliza la ilustración de una fanega de manzanas podridas.  Esa fanega podría  ser  descrita  como  totalmente  podrida,  si cada manzana tuviera alguna parte podrida – sin embargo quizás también tiene algunas partes buenas.  La fanega de manzanas será absolutamente podrida   si   cada   manzana   fuera totalmente podrida.  Así, se dice que cada parte del ser humano es tocada por la podredumbre del pecado – pero cada parte no es necesariamente completamente corrupta.  Toda esta idea es una intención  de  negar  la  total  depravación  y  aún retener la expresión. El hombre es un depravado, y esto es, completo – o él no es depravado.

Otras   consideraciones   falsas   con   respecto   al estado natural del hombre se han levantado en la historia   de   la   Iglesia.    Hubo   la   opinión   del Pelagianismo,   el   cual   surgió   acerca   de   400 años después de la ascensión de Cristo.  Pelagio, el que dio origen a esta opinión dijo que cuando Adán pecó, él se lastimó solo a sí mismo, su posterioridad no fue afectada.  Posteriormente, el sugirió que cada bebé que nace en el mundo nace en el mismo estado y condición que Adán tenía antes de su caída. Cada bebé nace en esta tierra perfecta y sin pecado.  ¿Cómo entonces, explicó Pelagio la existencia del pecado en todos los hombres?  El insistió que nosotros nos volvemos pecadores  cuando  imitamos  a  alguna  otra persona.  Tan pronto como los bebés comienzan a imitar a sus padres o a otros que ellos observen, ellos se vuelven pecadores y el camino de cambiar a los pecadores otra vez en Santos es persuadiéndoles a ellos a imitar aquello que es bueno.   Está  dentro  de  la  capacidad  de  cada hombre, dice Pelagio, el imitar el bien y merecer la vida eterna.

La  idea  del  Pelagianismo  no  es  extraña  a  las iglesias hoy en día tampoco.  De hecho, es la base del “evangelio social” de nuestros días.  Dentro de las iglesias hay una fuerte campaña para cambiar las condiciones sociales de nuestros días.  Las iglesias supuestamente están para ver que haya mejor vivienda para los pobres y para los grupos raciales de la minoría; ellos deberán ver que todos los hombres tengan cuidado médico adecuado y una educación conveniente; ellos deberán estar en la delantera del manejo por la integración.

Entonces, de acuerdo a esta teoría, si es que llevamos a cabo nuestras metas en todas estas áreas, no deberíamos estar tan preocupados con el pecado, la maldad, y todas las formas de la corrupción.  Posiblemente no necesitaríamos más cárceles.    El   número   de   policías   podría   ser reducido.  No estaríamos más preocupados con la delincuencia juvenil y adulta. Gradualmente, este mundo se volvería cierta clase de utopía.  Más esto está basado en la vieja herejía de Pelagio de que si las personas viven en buenos ambientes, si ellos pueden imitar buenos ejemplos, entonces los hombres serían buenos.  Toda esta opinión niega la verdad Escritural de la depravación total.

Otro error es la vista del Arminianismo.  El Arminianismo, o libre albedrío, esencialmente por lo  general  negará  la  verdad  de  la  depravación total.

El Arminianismo enseña que el hombre era verdaderamente totalmente depravado después de la caída; pero inmediatamente después de la caída, Dios intervino por su gracia.

La operación de esta gracia de Dios sobre todos los  hombres implica  dos  operaciones,  las  cuales mitigan la depravación.  Primero, el Arminianismo sostiene que, a pesar de que el hombre por sí mismo es incapaz de hacer ningún bien, sin embargo, por una operación general de la gracia de Dios sobre el, ahora él puede hacer una cierta medida de bien.

Pero el Arminianismo enseña más.  Sugiere que el hombre natural,  aunque originalmente totalmente depravado  es  ahora  capaz  de  aceptar  a  Cristo como su Salvador personal.  El hombre a través del ejercicio de su propia voluntad puede rechazar o recibir al Salvador.  El Arminianismo sugiere que el hombre puede recibir a Cristo solo por gracia  – pero que cada individuo tiene la suficiente gracia dada a él por Dios para facilitar el aceptar a Cristo.

La  diferencia  entre  un  hombre  salvo  y  otro  no salvo, de acuerdo al Arminianismo, no se lo va a encontrar en que uno reciba la gracia de Dios y el otro no lo hace, sino más bien en la voluntad del hombre  mismo.   Esta  opinión  falsa  del Arminianismo niega tanto la verdad Escritural, la cual enseña que el hombre por naturaleza está tan muerto en el pecado, que el nunca podrá “recibir a Cristo como a su Salvador personal.”

Insistimos,  en  las  bases  de  los  pasajes Escriturales, que fue citado anteriormente, de que el hombre está por naturaleza completamente muerto  en  el  pecado.   Separado  de  Cristo  el hombre  no  puede  hacer  ninguna  cosa  buena delante de Dios.  El hombre no puede hacer ningún bien “natural” o “cortés” en esta tierra.  Tampoco puede ningún hombre ejercitar su voluntad para “aceptar” a Cristo – porque también su voluntad está limitada por el pecado y la muerte.

Algunos han propuesto que los hombres de este mundo, aquellos que están fuera de la iglesia, también   efectúan   muchos   buenos   actos.    El hombre, aparentemente, no es siempre completamente depravado.  Un cierto hombre rico puede  dar  un  millón  de  dólares  para  construir y mantener un hospital para ayudar a la pobre y sufriente  humanidad.   ¿Es  esto  pecado?   ¿O  es esto bueno?  Puede que su vecino no vaya a la iglesia o que ore – pero él tiene una maravillosa relación  con  su  familia.  ¿Es  esto  bueno  o  es malo?  Un hombre salva a un prójimo de ahogarse a riesgo de perder su propia vida. ¿Es esto bueno – o malo?  Estas preguntas surgen, y con ellas la pregunta: ¿es el pecador de hecho realmente depravado?

A la luz de la Escritura debemos aún mantener que cualquier hombre fuera de Cristo peca en cualquier cosa que el haga.  Debemos ser bien cuidadosos de no equivocarnos, que es lo que nosotros pensamos que es bueno como es bueno en la opinión de Dios.

El hombre ya sea que ama y sirve a Dios o no lo hace.   O  él  está  con  Cristo  o  en  contra  de  Él. Puede que él haga algo en verdadera fe y para la gloria  de  Dios,  o  él  lo  hace  en  el  servicio  del hombre y para su gloria.  No hay entre medio.  No hace ninguna diferencia si el hombre da un millón de dólares para fundar un hospital o ya sea que él tenga una buena vida familiar, o que el salve a individuos que se estén ahogando – en todo esto, el hombre natural camina no por fe sino en pecado y corrupción.  Dios, por lo tanto, juzga cada una de sus acciones como pecaminosas.

Si bien todos los hombres son totalmente depravados, a pesar de que todas sus acciones efectuadas por naturaleza son pecaminosas – aún hay obviamente, variaciones que se ven en los hombres.  Todos  los  hombres  no  pecan  en  el mismo grado o de la misma manera.

En primer lugar, el tipo y grado del pecado de un hombre está determinado por la época en la cual vive.  Obviamente, hoy en día con nuestras radios, televisión y automóviles el hombre puede pecar de muchas más maneras que sus antepasados no podían.  En segundo lugar, el pecado está limitado en gran cantidad por el ambiente y las circunstancias.

Un hombre rico tiene los medios para pecar en muchas y más diferentes maneras que un hombre pobre. Pero ambos pecan en todo lo que ellos hacen.  En tercer lugar, el grado de pecado está determinado por la edad de la persona.  Un niño pequeño  no  peca  de  muchas  maneras  como  lo hace el adulto.

Finalmente,  el  grado  y  tipo  de  pecado  en  un hombre está muchas veces regulado por su propio respeto  de  sí  mismo  –su  propio  y  egoísta orgullo.  ¿Por qué un hombre malvado vive en una agradable y pacífica relación con su familia?  No es porque la ley de Dios así lo requiere, sino porque el comprende que es para su propio beneficio, porque de esta manera, él vive en una relación decente con su prójimo.

¿Pero porqué es tan importante el que la iglesia enfatice esta verdad de la total depravación? ¿Porqué enfatizar la terrible corrupción del hombre?

Si uno no enfatiza esto, el eventualmente perderá todas las otras doctrinas significantes de la Escritura.  Uno no puede entender la expiación de la cruz acertadamente, si es que el no comprende correctamente la enseñanza Escritural de la depravación.  Aquel que no comprende correctamente la enseñanza Escritural de la depravación, aquel  que no entiende propiamente la depravación, seguramente que no podrá comprender correctamente la Soberanía de Dios, quien hace todas las cosas en armonía con su propia voluntad.

Por lo tanto el cristiano deberá entender esta verdad y enseñarla a sus hijos.
Y cada hijo de Dios deberá vivir y caminar en la conciencia de la depravación del hombre natural.

No comiencen a admirar lo que el mundo es y lo que el mundo produce.  No comiencen a imitar y a envidiar al mundo.  Reconozcan que todos los hombres, incluidos nosotros, por naturaleza, estamos muertos en el pecado.  En mi carne, dijo Pablo no hay nada bueno.  Pero entonces comprendan que el  creyente fue en  otro tiempo liberado de tal depravación, porque él ha sido redimido sólo y totalmente a través de la sangre del Cordero.
Por Gise J. Van Baren

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viernes, 1 de julio de 2016

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Calvinismo y Arminianismo

Introducción

Debido a un resurgimiento agresivo del calvinismo en el siglo 20, muchos cristianos en los Estados Unidos están aprendiendo la palabra "calvinismo" por primera vez. Son vagamente conscientes de que hay una batalla teológica entre el calvinismo y el arminianismo hoy.

Es obvio que la batalla va a calentarse mientras el calvinismo está ganando fuerza entre los cristianos de mentalidad seria que desean ser exegéticos en su acercamiento a la Escritura y están cansados de los sermones poco profundos del pastor evangélico típico arminiano.

También hay un resurgimiento del interés por la Reforma y su teología, porque aquí es donde comenzó la Iglesia protestante. Tales líderes modernos como Francis Schaeffer, JI Packer, Jay Adams, Gordon Clark, RC Sproul, James Boice y James Kennedy son abiertamente calvinistas en su teología. Un nuevo día parece estar amaneciendo para la fe reformada mientras la gente está descubriendo que sus raíces se encuentran en la teología de la Reforma.

Es importante para el cristiano moderno entender que la actual batalla entre el Calvinismo y el Arminianismo no es un desarrollo nuevo o reciente. Los temas que se están disputando han sido puntos de controversia desde hace dos mil años. Por tanto, es indispensable colocar la presente controversia en el contexto de dos mil años de investigación y conclusiones cristianas.

Primera Parte

I. El “Calvinismo” es una etiqueta que se coloca en los que, básicamente, están de acuerdo con la teología de Juan Calvino (1509-1564). Calvino fue el más grande teólogo de la Reforma en que él fue quien primero desarrolló una teología protestante sistemática. Lo que enseñó acerca de la naturaleza de la salvación y la naturaleza del hombre estaba en unión con lo que los otros reformadores enseñaron. Incluso su doctrina de la predestinación y de su negación de la doctrina católica del “libre albedrío,” era la posición protestante aceptada. Por ejemplo, véase el libro de Lutero La Esclavitud de la Voluntad, donde Lutero dio todo su peso a lo que se llama apropiadamente “las doctrinas de la gracia.”

La Posición de Calvino sobre la salvación fue aceptada oficialmente por representantes de todas las Iglesias protestantes en el Sínodo de Dort en 1619. Que no haya error en este punto. La teología protestante de la Reforma era lo que ahora llamamos calvinismo.

II. El Arminianismo es una etiqueta que se puso en los que siguieron la teología de James Hermann (L560-L609), cuyo nombre latino era Jacob Arminius. Aunque fue criado en la Iglesia Reformada de Holanda, a través de la lectura de las obras del culto Sociniano, cuyo miembro más famoso fue Servet, llegó a abrazar su tipo de pelagianismo.

Sus seguidores se enfrentaron en una batalla para cambiar los credos de la Iglesia para reflejar sus puntos de vista en lugar de mantener la teología de la Reforma como la posición oficial de la Iglesia. Esta controversia alcanzó su punto culminante en el Sínodo de Dort, cuando los temas fueron debatidos por representantes de todo el Protestantismo.

Los puntos de vista de Arminius fueron condenados como herejía y como un velado intento de volver al catolicismo romano. También se señaló que Arminius sólo revivía la doctrina del semi-pelagianismo que ya había sido condenado como herejía por el Concilio de Orange en el año 529.

Los temas que Arminius ahora estaba planteando eran los mismos temas que estuvieron involucrados en la controversia entre Agustín y Pelagio en la iglesia primitiva.

III. El Agustinismo es una etiqueta colocada en los que siguen la teología de San Agustín (AD 354, 430), que fue el más grande teólogo de los Primeros Padres. Su posición sobre la naturaleza de la salvación y la naturaleza del hombre reflejan, en su mayor parte, las opiniones de los Padres ortodoxos antes que él.

Él era el que fue llamado a refutar las enseñanzas del monje Pelagio. Agustín creía que la salvación era por gracia y que el hombre no aporta nada a su propia salvación. Él enseñó que el hombre es totalmente incapaz de buscar a Dios o hacer buenas obras que podrían merecer la salvación.

Todos los hombres nacen con la culpa y la depravación de Adán sobre ellos y, por naturaleza, están espiritualmente muertos e incapaces de salvarse a sí mismos. Por lo tanto Dios debe iniciar la salvación, la fe y el arrepentimiento, que son los buenos dones de Dios. Sus opiniones fueron aceptadas como la posición oficial de la Iglesia Cristiana y ratificado como tal por los distintos concilios.

Después de varios siglos, la Iglesia Romana abrazó una perspectiva semi-pelagiana que promovía buenas obras para la salvación, y la necesidad de ganar méritos para la salvación.

En el momento de la Reforma, los reformadores fueron simplemente reviviendo el agustinismo. Proclamaron que la salvación era por gracia. La justificación fue solo por gracia, mediante la fe, en Cristo solamente. La Iglesia Romana condenó oficialmente las “doctrinas de gracia” en el Concilio de Trento. La Iglesia Romana misma hoy muestra como herejía enseñar lo que fue condenado por los concilios de la iglesia primitiva.

IV. El Pelagianismo es una etiqueta colocada en aquellos que siguen las enseñanzas del monje Pelagio (411-431 dC). Siguiendo las enseñanzas de la herejía de Orígenes, que trató de combinar el cristianismo y la filosofía griega, Pelagio llegó a creer que cada alma humana fue colocada en el bebé por un acto creador de Dios. Cada alma era, por tanto, perfecta y sin pecado en el nacimiento de la misma manera que Adán y Eva se encontraban en la creación original. Así, la caída de Adán y Eva no afecta de ninguna manera a sus hijos. Tenemos libre albedrío perfecto y podemos estar sin pecado si así lo decidimos. La salvación no es por gracia, porque somos perfectamente capaces de ser salvados por un acto de nuestra propia voluntad libre. La fe y el arrepentimiento no son los dones de Dios. El hombre puede iniciar su propia salvación. Somos libres para ser libre pecado o pecaminosos. No estamos indefensos. No necesitamos a Dios que intervenga para la salvación.

Las enseñanzas de Pelagio fueron descubiertas por primera vez a través de su discípulo Coelestius, que predicó esto con valentía en Cartago. Después de mucho debate, las doctrinas de Pelagio fueron condenadas como herejía por la Iglesia de Cartago en el año 412. Más tarde, más iglesias se involucraron en condenar el pelagianismo en el Sínodo de Mileum en el año 416. Llegó a su punto culminante en el año 431 dC, cuando el Concilio Ecuménico de Éfeso condenó el pelagianismo como una herejía. Había siete de esos Concilios Ecuménicos donde los representantes de todas las iglesias de la cristiandad se reunieron para decidir estas cuestiones.

Con el triunfo del agustinismo en el Concilio de Éfeso, los seguidores de Pelagio modificaron sus puntos de vista en ciertos puntos y manifestaron lo que se llamó semi-pelagianismo. Esta fue condenada por el Concilio de Orange en el año 529. Veinticinco artículos fueron desarrollados contra el semi-pelagianismo. Algunos de estos artículos son los siguientes:

1.    Condenamos los que sostienen que el pecado de Adán ha afectado sólo el cuerpo del hombre haciéndole mortal y no ha afectado el alma también.

2.    Condenamos los que sostienen que el pecado de Adán ha herido sólo a él mismo o que la muerte del cuerpo es el único efecto de su transgresión, que ha descendido a su posteridad.

3.    Condenamos los que enseñan que la gracia se da en respuesta a la oración del hombre y que niega que es a través de la gracia que es llevado a orar en absoluto.

4.    Condenamos los que enseñan que Dios espera nuestra voluntad ante nosotros la purificación del pecado y que no es por Su Espíritu que nos del deseo de ser purificado.

5.    Condenamos a los que sostienen que el acto de fe, por el que creemos en Aquel que justifica, no es obra de la gracia, sino que somos capaces de hacerlo nosotros mismos.

6.    Condenamos a los que sostienen que el hombre puede pensar o hacer algo bueno, en lo que se refiere a su salvación, sin la gracia.

La Situación Actual

El Pelagianismo apela al hombre no regenerado, ya que exalta al hombre y rebaja la necesidad de la gracia divina. Con el tiempo, suplantó agustinismo en la Iglesia romana en la época de la Reforma. Las iglesias protestantes revivieron el agustinismo y proclamaron las doctrinas de la gracia. Arminio fue el primero en desear oficialmente el regreso al semi-pelagianismo de la Iglesia Romana. Era de esperar que el Sínodo de Dort fuera capaz de detener la propagación de esta antigua herejía, pero dentro de dos siglos, el Arminianismo había suplantado el Calvinismo en las iglesias principales.

Se ha llegado al punto de partida, una vez más. Hay quienes exaltan el hombre y su supuesto libre albedrío y que mantienen que el hombre tiene todo lo que necesita en sus propios poderes para adquirir la salvación. No se necesita la gracia divina para arrepentirse o creer. Ellos hablan de los niños como “inocentes” y han inventado el concepto bíblico de una “edad de responsabilidad.” Cualquier intento de ver al hombre como un pecador desamparado se resistió. Dios es visto como la respuesta a lo que hacemos. Él nos elige si lo elegimos. El hombre es el árbitro final de su salvación. Las necesidades del hombre y no la gloria de Dios es la meta de la salvación.

Hoy en día, hay un resurgimiento de lo que se llama el calvinismo, Teología Protestante, Teología Reformada o Agustinismo. Hay un principio Nueva Reforma en el que las antiguas doctrinas de la gracia se proclaman con audacia por primera vez en mucho tiempo. La gente siente que ha llegado el momento de exaltar a Dios como el Señor de toda la vida y derribar la autonomía pretendida de los hombres que se ven a sí mismos como el centro del universo.

Las iglesias deben reformarse de acuerdo a la Palabra de Dios. Durante demasiado tiempo, Dios ha sido representado como un anciano indefenso o como una marioneta a la que el hombre controla. Dios es tratado como un sirviente que espera en los mandamientos de los hombres.

Los cristianos serios ya no pueden soportar la degradación de Dios y la exaltación del hombre. Dios es soberano y su salvación es sólo por gracia de principio a fin. Somos pecadores indefensos que necesitan de Dios para intervenir en nuestras vidas para llevarnos a Sí mismo.

Esta es la única respuesta a las enseñanzas del humanismo secular y religiosa. La razón de que los fundamentalistas no pueden responder al humanismo es que su Arminianismo es en sí mismo una forma de humanismo. Es por eso que deben depender de los calvinistas como Francis Schaeffer.

Así como el humanismo encuentra su clímax lógico en el ateísmo, aun así el teísmo encuentra su clímax lógico en el calvinismo. Es la única que da a Dios toda la gloria y llama a los pecadores a caer y servirle quien es su Creador y Redentor.

Segunda parte
25 Preguntas Cruciales
1.    ¿Cuál es la condición espiritual original del hombre en su creación? ¿Tenía una voluntad libre? ¿En qué sentido?
2.    ¿Qué le pasó a Adán y Eva cuando pecaron contra Dios? ¿Qué efecto tuvo el pecado de tener en su mente, emociones y voluntad?
3.    ¿El pecado de Adán afecta a su posteridad? ¿En qué sentido?
4.    ¿Cuándo y cómo las personas reciben su alma?
5.    ¿Cuál es la condición espiritual y la posición del hombre en la concepción? ¿Acaso Adán transmitió su culpabilidad y depravación a toda su descendencia?
6.    ¿Es la naturaleza humana perfectible por sus propias capacidades? ¿Es posible ser sin pecado en esta vida?
7.    ¿Somos capaces de agradar a Dios con nuestras propias acciones, palabras o acciones?
8.    ¿Tenemos la capacidad de producir buenas obras, y nuestra propia justicia ante Dios que merece nuestra salvación?
9.    ¿El hombre necesita a Dios para que intervenga en la gracia de salvarlo o solo el hombre necesita otra oportunidad?
10. ¿Qué es la gracia y por qué la Biblia hace referencia tanto?
11. ¿Fue la vida y la muerte de Cristo necesarios para nuestra salvación o había un número infinito de formas en que la salvación se podría dar?
12. ¿Es la obra del Espíritu Santo necesaria para la salvación? ¿Él interfiere con el corazón y la voluntad de los pecadores para hacer que se vuelvan a Dios?
13. ¿Son la fe y el arrepentimiento los dones de Dios a pecadores desamparados o regalos del hombre a Dios?
14. ¿Podemos decir que los hombres tienen libre albedrío? ¿En qué sentido?
15. ¿Quién inicia la salvación? ¿Dios o el hombre?
16. ¿Es el objetivo del plan de salvación la gloria de Dios o las necesidades del hombre?
17. ¿Quién completa el proceso de la salvación? ¿Dios o el hombre?
18. ¿Es la salvación un acuerdo de 50/50 entre Dios y el hombre con cada uno haciendo sus partes, o es la salvación enteramente de la gracia de Dios o de la obra del hombre?
19. ¿Cuál es la base de la justificación?
20. ¿Estaba la obediencia activa de Cristo en la vida vicaria en naturaleza, es decir, en nuestro lugar?
21. ¿Es la elección y la predestinación divina basada en cualquier cosa que hemos de hacer o hemos hecho? ¿Dios nos eligió porque lo elegimos o lo elegimos porque El primero nos escogió?
22. ¿Vino Cristo solo para hacer posible la salvación o vino a asegurar la salvación real de los pecadores? ¿Fue la expiación sólo hipotética o fue en realidad vicaria en naturaleza? ¿Cristo murió solamente en lugar de los elegidos, asegurando su salvación eterna? O bien, fue Su muerte una situación hipotética en la que Él no llegó a morir por nadie en absoluto? Por tanto ¿él realmente murió en el lugar de todos los hombres o de los elegidos? ¿Hizo Él posible la salvación sólo si los hombres usan su libre albedrío para buscarlo?
23. ¿La regeneración (es decir, el nuevo nacimiento) precede o sigue al acto de fe?
24. ¿El hombre es totalmente pasivo en la regeneración? ¿Puede el hombre regenerarse a sí mismo por un acto de su propia voluntad?
25. ¿Cuál es la verdadera condición espiritual del hombre y posición delante de Dios?

Estas cuestiones deben ser tratadas con honestidad, porque implican la esencia del Evangelio de la gracia inmerecida de Dios. La Iglesia Cristiana fue fundada en las doctrinas de la gracia y tuvo su mayor crecimiento en ese período. Ella siempre ha triunfado sobre el paganismo y el humanismo cuando estas mismas doctrinas se predican. Estas maravillosas doctrinas de la gracia regresaron a Europa en la Reforma. Ellos fueron restablecidos en América por el Gran Avivamiento bajo el gran calvinista Jonathan Edwards. Ellos formaron la base de los avivamientos evangélicos bajo Whitefield y fueron la fuerza conductora detrás de los grandes esfuerzos misioneros de Carey y Judson.

La Iglesia ha tenido sus horas más oscuras cuando se volvió hacia el pelagianismo y sus diversas formulaciones. La Iglesia de hoy está sumida en la ignorancia y la pobreza extrema espiritual. La predicación centrada en el hombre abunda en todas las manos. El humanismo secular está triunfando en nuestra cultura porque el humanismo religioso ha sido la norma en nuestras iglesias durante generaciones. Estamos de vuelta al “encerrarnos” con la mayoría de las personas “religiosas” creyendo que van al cielo sobre la base de la buena vida que están tratando de llevar. ¡Es como si la Reforma nunca hubiera sucedido!

Acerquémonos pues y entendemos la gracia de Dios y el poder que tiene para salvar a los pecadores desvalidos. Limpiémonos de los errores del pelagianismo y el Arminianismo, su expresión moderna. Y vamos a audazmente proclamar que la salvación es totalmente por la gracia soberana, inmerecida de Dios Todopoderoso (Ef. 2:8-10).

El Fundamento del Calvinismo

La base del calvinismo es su compromiso con la supremacía absoluta de la Escritura por encima de todas las demás cosas. Los reformadores rechazaron el humanismo del Renacimiento que enseñó que el hombre era el origen y la base de todas las cosas, incluyendo la verdad religiosa. El humanismo siempre ha deificado algún aspecto de la naturaleza humana y lo convierte en el origen de la verdad, la moral, la justicia y la belleza. Tres puntos de vista filosóficos generales se han desarrollado desde el compromiso del humanismo a la idea de que “el hombre es la medida de todas las cosas.”

1.    Los racionalistas afirman que la razón humana es la base y el juez de la verdad.

2. Los empiristas apuntan a la experiencia humana como la fuente de todo conocimiento.

3.  Los místicos ven dentro de sí mismos y afirman que sus emociones pueden decirles el bien y el mal, la verdad del error.

Las objeciones que escuchamos hoy en contra de las doctrinas de la gracia soberana de Dios suelen surgir del compromiso de alguien al Racionalismo, Empirismo o el Misticismo. Las doctrinas de la gracia son rechazadas antes de que la Biblia esté aún abierta. El calvinista por lo general no se le da el beneficio de la duda y no se permitirá hacer valer sus derechos debido a un compromiso anterior al pensamiento humanista.

El Racionalista: “No es razonable creer en la soberanía de Dios. Como yo lo veo, la razón exige que el hombre tenga un libre albedrío. En cuanto a la expiación limitada, ¡es impensable! ¿Quién puede conciliar la libre oferta del evangelio con la elección? Si no puedo entenderlo, lo rechazo. Nuestras creencias deben justificarse ante el tribunal de la Razón. ¿Por qué perder el tiempo buscando en la Biblia para ver si esas ideas irracionales como el calvinismo son ciertas?”

El calvinista: “Yo no pretendo entender todo. Admito que no sé cómo reconciliar la soberanía de Dios y la responsabilidad humana. Pero, eso no es algo que me moleste en lo más mínimo. La cuestión es, ¿qué enseña la Biblia? Rechazo la razón humana como la corte final de apelación. Las Escrituras solos deciden lo que creo y cómo vivo. No entiendo la Trinidad, pero yo no la rechazo porque yo no lo entiendo. La fe nada cuando la razón ya no puede tocar el fondo.”

El empirista: “Creo que el Arminianismo es cierto, puesto que funciona. ¡Mira todo el dinero que tienen! ¡Mira sus grandes iglesias! Hey, no puedes discutir con el éxito. Si funciona, no lo descarte. No necesito mirar en la Biblia cuando veo la respuesta frente a mí.”

El calvinista: “La experiencia humana no debe ser visto como el origen de la verdad y la moral. Debemos interpretar nuestra experiencia de acuerdo a las Escrituras, y no al revés. Las Escrituras enseñan claramente que sólo porque algo funciona, esto no significa que sea cierto. El fin no justifica los medios. No me importa el éxito que algún evangelista o pastor ha tenido. La única pregunta que me interesa es si su mensaje y sus métodos provienen de las Escrituras.”

El místico: “No me gusta esa horrible doctrina de la elección. ¡Me hace volver loco! ¡Es totalmente cruel y falto de amor! Oré al respecto y el Señor me dijo en mi corazón que no puede ser verdad. Yo sé lo que me dijo porque lo siento muy dentro de mí. Bueno, de todos modos, mis sentimientos me dicen que la elección no es cierta. Eso es lo que siento por ella. Tú me puedes mostrar todos los versículos de la Biblia hasta que se te vuelva azul la cara, pero yo sé lo que siento.”

El calvinista: “Nuestras emociones no debe ser puestas en el lugar de la Palabra de Dios. En lugar de mirar dentro de ti mismo en tus sentimientos, debes buscar fuera de ti mismo a las Escrituras. Los sentimientos no pueden determinar la verdad. Solo la Escritura es el origen y el juez de la verdad.”

Casi todas las objeciones al calvinismo que hemos leído u oído se reducen a tres argumentos básicos:

Racionalismo: “No es razonable.”
Empirismo: “No va a funcionar.”
Misticismo: “Mis sentimientos lo rechazan.”

El calvinista conoce de la Escritura que no puede confiar en la razón humana, la experiencia o los sentimientos (Prov. 3:5-7). Entonces, ¿en qué es lo que confía? Él confía en la mente infinita de Dios revelada en la Escritura. El calvinista está dispuesto a inclinarse humildemente ante la infinita sabiduría de Dios que trasciende la mente limitada y pecaminosa del hombre (Romanos 11:33-36.; Efesios 3:9 , 19; Filip 4:7). Él sabe que no está bajo ninguna restricción bíblica para justificar la Verdad Revelada ante la razón, la experiencia o los sentimientos del hombre. Hacer ello sería pecaminoso.

El calvinista encuentra en la orilla de la sabiduría infinita de Dios y sabe que nunca va a sondear sus profundidades, escalar sus alturas o buscar todas sus riquezas. Él se contenta con creer en las verdades reveladas, aunque parezcan ser contradictorias. Mientras que su razón no puede entenderlo, él sabe que no hay ningún conflicto en la mente de Dios sobre tales cosas (Isaías 55:8, 9).

La experiencia o sentimientos no ponen nervioso al calvinista. La Escritura debe interpretarlos. ¿Qué pasa si algún pecador no le gusta la soberanía de Dios? ¿Y si él se opone a los decretos de Dios? Tanto el AT y el NT reprender esas actitudes y objeciones como rebelión contra Dios (Sal. 2; Rom 9:10-23; Ezequiel 18:25, 29).

¿Qué pasaría si todos los hombres se levantaran y condenarán a una determinada enseñanza de la Escritura como “malvada,”, “irracional,” “falto de amor,” “inútil,” o “desagradable?” El calvinista respondería en las palabras del apóstol Pablo: “Sea Dios veraz y todo hombre mentiroso” (Romanos 3:4).

Lo que el hombre piensa o siente acerca de la Verdad Revelada no tiene ninguna incidencia sobre la Verdad. Debemos inclinarnos humildemente ante la mente infinita de Dios y aceptar lo que Él ha revelado y dejar los consejos secretos de Dios en paz (1 Cor 4:6.; Isa 8:20; Deuteronomio 29:29). Cualquier religión que es completamente comprendida por el hombre es de origen humano y no de la verdadera religión. La religión que viene de la mente infinita que creó el universo va a superar la mente débil del hombre. Sus misterios prueban su origen divino.

Ya que la Escritura revela la mente infinita de Dios, el calvinista espera encontrar ideas en él que sobrepasan todo entendimiento. Por lo tanto él no es "sacudido" cuando se topa con cosas que no puede entender. Sus creencias no descansan en su capacidad de entender, sino en la fidelidad de Dios para revelar. Como dijo Agustín: “No entiendo para creer. Creo para entender.”

Una vez que alguien decide que la Biblia es realmente digna de confianza y que él va a creer lo que enseña, independientemente del hecho de que él no puede entenderla o reconciliarla o que sus sentimientos se rebelan en contra de ella, se convertirá en un calvinista al final. Por lo tanto, el número de calvinistas en cualquier generación está directamente relacionado con el número de aquellos que realmente aceptan la Biblia como la autoridad final en todas las cuestiones de doctrina y de vida.

Conclusión

El Calvinismo era la religión de nuestros padres puritanos y peregrinos que iniciaron este país. Ellos estaban comprometidos con la autoridad absoluta de la Escritura sobre la totalidad de la vida. Cuando el liberalismo surgió en Nueva Inglaterra, la autoridad de la Biblia fue rechazada y el calvinismo cayó en tiempos difíciles. Durante los últimos cincuenta años, han sucedido dos cosas. La plena autoridad de la Escritura ha revivido y el calvinismo ha comenzado a florecer una vez más. Los dos están relacionados entre sí y mantienen o caen juntos. No se puede tener una Biblia totalmente inspirada y libre de error a menos que Dios sea soberano sobre todas las cosas, incluyendo la voluntad del hombre.

Dr. Robert A. Morey
Soli Deo Gloria