lunes, 26 de junio de 2017

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Marcas de una Verdadera Iglesia Cristiana (CBL 1689)

1. La verdadera predicación de la Palabra de Dios

Nuestra predicación debe ser expositiva (declarando fielmente lo que la Biblia enseña) y aplicando (apuntando la verdad a la conciencia del oyente).

Confesión Bautista de Fe 1689 Cap. 26 De la Iglesia, Parr. 11

11. Aunque sea la responsabilidad de los obispos o pastores de las iglesias, según su oficio, estar constantemente dedicados a la predicación de la Palabra, la obra de predicar la Palabra no está tan particularmente limitada a ellos, sino que otros también dotados y calificados por el Espíritu Santo para ello y aprobados y llamados por la iglesia, pueden y deben desempeñarla.1
1. Hch. 8:5; 11:19-21; 1 P. 4:10,11.

2. La correcta administración de los sacramentos

Nosotros administramos el bautismo del creyente cuando surge la ocasión feliz, y normalmente buscamos administrar la cena del Señor sobre una base mensual. En el bautismo, Cristo nos declara nuestra unión con él en su muerte al pecado y resurrección a la novedad de vida, y declaramos públicamente nuestro compromiso con Cristo. En la mesa del Señor, conmemoramos la muerte de nuestro Señor hasta que él venga. Deseamos preservar la santidad de estas ordenanzas. 

Confesión Bautista de Fe 1689 Cap. 28 Del bautismo y la Cena del Señor

1. El bautismo y la Cena del Señor son ordenanzas que han sido positiva y soberanamente instituidas por el Señor Jesús, el único legislador,1 para que continúen en su iglesia hasta el fin del mundo.2
1. Mt. 28:19,20; 1 Co. 11:24,25.
2. Mt. 28:18-20; Ro. 6:3,4; 1 Co. 1:13-17; Gá. 3:27; Ef. 4:5; Col. 2:12; 1 P. 3:21; 1 Co. 11:26; Lc. 22:14-20.

2. Estas santas instituciones han de ser administradas solamente por aquellos que estén calificados y llamados para ello, según la comisión de Cristo.1
1. Mt. 24:45-51; Lc. 12:41-44; 1 Co. 4:1; Tit. 1:5-7.

3. El ejercicio fiel de la disciplina

Creemos que una profesión sincera de Cristo es un compromiso sincero con la vida cristiana. Nos hemos jurado el uno al otro caminar juntos uno al otro mientras que viajamos el camino estrecho hacia el cielo juntos. Por lo tanto, estamos de acuerdo en alentar fielmente, reprobar, instruir y exhortar unos a otros. También voluntariamente defendemos, defendemos y nos sometemos al gobierno de la iglesia de Cristo como se enseña en las Sagradas Escrituras.

Confesión Bautista de Fe 1689 Cap. 26 De la Iglesia, Parr. 12

12. Todos los creyentes están obligados a unirse a iglesias locales cuándo y dónde tengan oportunidad de hacerlo. Asimismo, todos aquellos que son admitidos a los privilegios de una iglesia también están sujetos a la disciplina y el gobierno de la misma, conforme a la norma de Cristo.1

1. 1 Ts. 5:14; 2 Ts. 3:6,14-15; 1 Co. 5:9-13; He. 13:17.
Soli Deo Gloria



sábado, 24 de junio de 2017

No menospreciéis las Profecías

El capítulo 14 de 1ª. Corintios es notable por ser la única Escritura en la cual se declara el orden de la iglesia cuando "toda la iglesia se reúne en un solo lugar" (1ª. Corintios 14:23). Esto debería darle, ciertamente, alguna importancia a los ojos de aquellos que creen que Aquel que "amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella" (Efesios 5:25), no ha cesado de amar y de cuidar; y además, que la Cabeza de ella no ha renunciado a su jefatura.

Para los que piensan que el mero asunto de la conducta de las reuniones de los santos es una cosa de ninguna o de poca importancia, es bueno comentar cuán solemnemente finaliza el capítulo con la seguridad de que las cosas que el apóstol escribió eran "mandamientos del Señor." (1ª. Corintios 14:37).

Estos mandamientos, ¿han dejado de ser aplicables, o han sido revocados? O, ¿se tomó todo este cuidado por la Iglesia al principio, y ahora este cuidado ya no existe?

«No ha cesado el cuidado, ciertamente», la gente responde; «pero los dones regulados en el capítulo han cesado y, por lo tanto, la regulación de ellos también.»

Pero, entonces, no es verdad que el capítulo completo se ocupa meramente de la regulación del don. Este presenta, más bien, la regulación de la asamblea como estando «reunida». "Vuestras mujeres guarden silencio en las iglesias" (1ª. Corintios 14:34 - VM), no despertaba el  interrogante de si acaso ellas tenían don o no. Algunas, de hecho, profetizaban, que es la cosa principal que se regula en este capítulo; pero la cosa está aquí: ellas no lo podían hacer en "las iglesias" (VM) o "en las congregaciones" (RVR60); fuera de eso, lo que ellas o los demás podrían hacer, no se considera en absoluto.

Entonces, de nuevo, "cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina (una enseñanza)" (1ª. Corintios 14:26). Lo último no ha cesado, ciertamente; no, ni tampoco lo anterior, porque no hay terreno para suponer que fuera alguna alocución inspirada o incluso recién incitada. Lo que debía dirigir la manifestación de todo esto en la asamblea era el principio, "Hágase todo para edificación." (1ª. Corintios 14:26).

De este modo, el capítulo completo trata de la asamblea, y se supone el caso de un incrédulo que entra, mientras tales o cuales cosas sucedían en la asamblea, y cuál sería el efecto sobre aquel que entraba. Ahora bien, suponiendo que ciertos dones han cesado - como claramente lo han hecho las "lenguas" y las «interpretaciones» - esto no destruiría los principios generales que debían gobernar esta «reunión». Puntos de detalle podrían dejar de ser aplicables, mientras que aun así, los principios permanecían intactos. Aun en aquellos días, el don de lenguas podría estar escaseando en algunas asambleas; pero eso no afectaría la aplicación general del capítulo a estos principios. Si ellos no tenían más que un "salmo" o una "doctrina" (enseñanza), ello tendría aplicación. Estas eran verdaderamente, y son, una especie de tipo o muestra de lo que ocupaba a la asamblea cuando se reunía, dirigiéndose el salmo a Dios en alabanza, u oración, con una melodía de corazones conscientes de Su favor "mejor que la vida" (Salmo 63:3), mientras la doctrina (la enseñanza) se dirigía de Dios a los hombres. Lo uno era adoración; lo otro, ministerio. Ciertamente, si estos dos permanecen, no estamos totalmente desprovistos de lo que puede equipar a nuestra asamblea; y si no tuviésemos nada más, los principios del capítulo serían aplicables a nosotros.

Es verdaderamente claro, que el apóstol tiene especialmente dos cosas en su mente como estando relacionadas con la asamblea, pero que afectaban su mente en forma muy diferente. Estas eran: la profecía y el don de lenguas. Él los vio a ellos enorgulleciéndose acerca de lo último, y cayendo en completa locura en su orgullo, de tal manera que ellos se estaban exponiendo a la vergüenza incluso delante de los incrédulos por medio de ello; hablando en lenguas que nadie entendía, y donde nadie podía entrar o ser edificado mediante ellas. Hablando comparativamente, a la profecía se le atribuía poca importancia en presencia de este don más llamativo. Lo que era "una señal, no para los que creen, sino para los incrédulos" (1ª. Corintios 14:22 - LBLA), estaba usurpando el lugar de aquello que hablaba a los incrédulos "para edificación, exhortación y consolación." (1ª. Corintios 14:3). Si en la asamblea, entonces, la norma era que todas las cosas debían ser hechas para edificación, la profecía que estaba expresamente pensada para eso, era realmente la cosa mayor y mejor.

De este modo, él los alienta diciendo, "desead ardientemente el poder profetizar" (1ª. Corintios 14:39 - VM), pero por otra parte, "no impidáis el hablar lenguas." (1ª. Corintios 14:39 - VM). Estas dos cosas tienen, en la estimación del apóstol, un lugar ampliamente diferente. Yo estoy, en una medida, preparado para oír acerca de la desaparición de aquello de lo cual los hombres abusaban tanto. Por otra parte, mientras más yo pienso acerca del lugar que él atribuye a la profecía, como eso que era "para edificación, exhortación y consolación", de tal manera que él los exhorta a desearlo ardientemente como siendo lo que edificaba la asamblea, yo menos puedo suponer que sea posible que ella desaparezca hasta que la Iglesia sea perfeccionada y llevada al cielo.

Por otra parte, yo puedo entenderlo siendo aún una cosa menospreciada y pasada por alto por los hombres hasta cualquier medida imaginable. Yo encuentro, tanto aquí en 1ª. Corintios 14 como nuevamente en 1ª. Tesalonicenses 5:20 (pasaje este último que junta las dos advertencias, " No apaguéis al Espíritu. No menospreciéis las profecías."), la seguridad de que ellos ya estaban haciendo esto. Había en la naturaleza de este don precioso, aquello que lo exponía peculiarmente al menosprecio y a la desestimación del hombre. Lo que comenzó en ese entonces bien puede haber avanzado en nuestro día hasta la negación completa del don.

Si nosotros preguntamos en cuanto a la naturaleza de este «profetizar» - un "profeta" era, según el estricto significado de la palabra, «uno que hablaba en nombre de otro»; y el nombre fue dado entre los paganos a aquellos que hablaban en nombre de un dios y daba a conocer su voluntad a los hombres. Ello no estaba, de ninguna manera, necesariamente en la enunciación de la predicción, apropiadamente llamada así; para esto, se usó otra palabra que la Escritura no emplea. Aun un "poeta" era un profeta, como uno que hablaba en nombre de las Musas, hablando así, como se suponía, bajo una especie de inspiración, no meramente de su propia mente. Aun Pablo habla así acerca de un "profeta" de los Cretenses. (Tito 1:12).

El Nuevo Testamento no conoce nada acerca de un simple vidente de futuro. El profeta era uno que hablaba en nombre de Dios. Así, "un hombre de Dios" es tan a menudo la hermosa y significativa designación de un profeta. En días de tinieblas y apostasía, ellos estuvieron firmes de Su parte, a quien los hombres habían olvidado, y les trajeron Su palabra y Su voluntad. Sus predicciones no eran sino una parte de estas palabras, las cuales trataban la condición moral de aquellos a quienes iban dirigidas, llamándoles al arrepentimiento; animando, advirtiendo, consolando, exhortando, instruyendo en justicia. De entre semejantes rasgos, el rasgo más distintivo era que ellos eran «hombres de Dios.» El apóstol Pablo habla muy significativamente como si "toda Escritura" fuese escrita para los tales. "Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra." (2 Timoteo 3: 16, 17 - LBLA). Aquí estaba la condición necesaria de las profecías, esa verdad y consagración al Dios viviente que los capacitaba (o, equipaba) como viviendo cerca de Él para conocer Su mente. Esto realza la declaración de Amós, "Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas." (Amós 3:7). Semejante a eso, nuevamente en Apocalipsis, "para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto." (Apocalipsis 1:1).

De este modo, ello se podría dar a conocer de diferentes maneras - mediante nueva revelación positiva, la cual para nosotros ha cesado de existir, desde que se completó la Palabra de Dios; o por medio del Espíritu en viviente frescura, usando esa Palabra según lo que Pablo dice a Timoteo. El hombre de Dios es aquel que, en ambos casos, tiene la mente de Dios en cuanto a la escena a través de la cual él pasa. Para un tal, "el conocimiento del Santo es inteligencia." (Proverbios 9:10 - LBLA).

Ahora bien, si esta es la base del profetizar, no es de extrañar que el apóstol lo valore tan elevadamente. Si el profetizar es solamente hablar en nombre de Dios, la Palabra de Dios en medio de Su pueblo, es fácil ver de qué manera el pueblo debería ser exhortado a «desearlo  ardientemente», y a hacerlo fervientemente. El "amor", no buscando lo suyo propio, procuraría aquello que será tan provechoso "para edificación, exhortación y consolación." (1ª. Corintios 14:3). Siendo suficientemente distinto de la "doctrina" (o, enseñanza), no se deducía necesariamente algún don para lo último, ni tampoco, de hecho, para hablar en público, en absoluto. "Cinco palabras" (1ª. Corintios 14:19), y no siendo estas palabras las propias del que habla, podían ser suficiente: la Palabra de Dios leída sencillamente podría llevar su sencillo e inteligible significado a los corazones de todos los presentes. No eran necesarios ni la elocuencia de ninguna forma, ni el poder de presentar la verdad arreglada ordenadamente. La Palabra Divina podría entrar en palabras y frases entrecortadas, y ser, aun así, el cumplimiento del mandato, "Si alguno habla, hable conforme a los oráculos de Dios" (1ª. Pedro 4:11 - RVR1865), de modo que aun el más simple que se encuentra allí, o el incrédulo que entra allí, cae bajo el poder de esa Palabra, es convencido por todos, es juzgado por todos, y habiéndose manifestado los secretos de su corazón, cae sobre su rostro, y adora a Dios, y declara que verdaderamente Dios está allí (1ª. Corintios 14: 24, 25). El apóstol deseaba ardientemente esto para ellos, y quería que ellos lo desearan ardientemente también para ellos mismos; este trato directo de Dios con el corazón y con la conciencia que el hombre podía, de hecho, evitar, pero que, no obstante, estaba lleno de bendición para él.

Apenas necesito decir que la reunión de la iglesia en este capítulo 14 de 1ª. Corintios era, aun en este relato, una reunión «abierta», en este sentido y para este propósito, para que Dios pudiera hablar en Su propia manera soberana por aquel que Él quisiera. Fue así, abierta en la manera más completa, a tal punto que el hombre podía, y de hecho abusaba de ello allí en Corinto. "Cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación." (1ª. Corintios 14:26). Él afirma el hecho, no se pronuncia en cuanto si está bien o mal, sino que añade sólo, "Hágase todo para edificación." Para que ello pudiera ser así, los que tenían don de lenguas podrían hablar, dos o tres, no más, y sólo cuando hubiese un intérprete. Similarmente en cuanto a los profetas: pueden hablar dos o tres. Sólo las mujeres debían guardar silencio absoluto en la asamblea. No hubo otra línea de prohibición, en absoluto, en cuanto a quienes habían de ser los que hablasen.

Esta puerta abierta, tan ampliamente abierta, era una necesidad especial. Se podía abusar de ella. Se abusó de ella. Eso no alteraba, en absoluto, la necesidad real. Habría sido mejor excluir a Dios, aun mediante un pre-arreglo, que los que eran los más dotados hubiesen sido los que hablasen. ¿Quién tenía derecho a arreglar esto? Ninguno entre los hombres, ni siquiera uno. La Escritura no reconoce un poder de esta especie en la Iglesia, excepto el de la Cabeza de la Iglesia. En cuanto al uso, ello podría excluir, sin duda, alguna especie de desorden, pero sólo a expensas del desorden muchísimo peor.

El don no significa espiritualidad. La iglesia en Corinto no se quedaba atrás en cuanto a dones, aun así el apóstol no les pudo hablar como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. (1ª. Corintios 3:1). No es menospreciar el don decir que sin el acompañamiento de la espiritualidad, aquel que posee el don más precioso podría ser bastante incompetente para edificar. Y, ¡es lamentable!, los hombres cambian y los hombres decaen. Aquellos altamente dotados, algunas veces, incluso mediante los dones, hacen que aquellos que los siguen se extravíen. Por eso, cuando la iglesia se reúne, Dios no hará que se levante ninguna voz que excluya la Suya. En perfecta sabiduría, Él puede, a Su voluntad, poner a un lado al más dotado, para traer Su Palabra mediante algún pobre, simple hombre, que ha estado sobre su rostro delante de Él, y ha aprendido Su mente donde el hombre aprende mejor, en la más humilde de las escuelas. Aquel, a quien, quizás, ellos habrían excluido totalmente de que les enseñase, el cual es verdaderamente, en cuanto a la medida del don, por debajo de cualquiera que está allí, puede ser aquel que es presentado para enseñar a todos.

Y el apóstol pone así este poder de profetizar ante ellos, y los exhorta a desearlo ardientemente, "Por lo cual, hermanos, desead ardientemente el poder profetizar." (1ª. Corintios 14:39 - VM). Un don tal como sólo el amor, que tuviese a Cristo como motivo, y la bendición de los hombres como el deseo del corazón, podía desear ardientemente. Ello no conduciría por una senda fácil. La Palabra misma "No menospreciéis las profecías" (1ª. Tesalonicenses 5:20), puede mostrar a qué situación ello llevaría. Y, ¿cuál ha sido siempre la historia de los profetas? Los «hombres de Dios» deben, de entre todos los hombres, ser hombres de fe, estar satisfechos con esperar en Dios, y andar con Dios, y quizás, además, andar solitarios. "¿A cuál de los profetas no persiguieron vuestros padres?" (Hechos 7:52). ¿Creen ustedes que esto no podría suceder en una asamblea de Cristianos? Bien por nosotros, si ello fuese así. Pero yo estoy seguro de esto, que ningún hombre, en sus sentidos, asumiría la vocación de la cual hablo, para ganar alabanzas aun de parte de los santos.

Pero, ¿dónde están los «hombres de Dios»? Yo puedo encontrar muchos hombres amables, afables. Y no pocos hombres justos, honestos y rectos. Pero hombres salvados que lo sepan, y gracias a Dios por ello, son muchos menos, pero aun así, son muchos. Pero, ¿dónde están los hombres para quienes "el vivir es Cristo" (Filipenses 1:21)? ¿Dónde están Sus siervos, los que son absolutamente Suyos? ¿Acaso no es eso lo que todos nosotros somos, como habiendo sido comprados por Su sangre preciosa? ¿Es eso lo que nosotros somos en la realidad práctica?

Hay pocas cosas adicionales que han de ser deseadas ardientemente para la asamblea de los santos aparte de este "profetizar." Los hombres pueden enseñar la verdad, y pueden enseñarla bien; pero ello es absolutamente otra cosa. El lugar prominente dado a la profecía en este capítulo que regula la reunión de la asamblea, debería asegurarnos de su importancia especial en este lugar [*]. Esa importancia es que la voz del Dios vivo debería ser oída por Su pueblo, dirigida claramente a la necesidad de ellos, a la condición completa de ellos en el momento. ¡Qué cosa más diferente de personas hablando para llenar el tiempo; o del más inteligente orador, para suplir la ausencia de un maestro; o, una vez más, del maestro mismo debido a que él es un maestro, o porque tiene algo en su mente que le ha interesado o le ha impresionado! "La palabra de Jehová que había hablado por sus siervos los profetas" (2 Reyes 24:2) no era ninguna de estas cosas: era un mensaje directo desde el corazón de Dios a los corazones y conciencias de Su pueblo. Y aun así, "si alguno habla", él ha de hablar "conforme a los oráculos de Dios" (1ª. Pedro 4:11 - RVR1865), como siendo, meramente, la boca de Dios.

[*] Una reunión a cargo de un maestro es una cosa bastante distinta de la asamblea reuniéndose. Él es responsable de enseñar, ciertamente; y los santos no son menos responsables de oír; pero se trata de otro asunto.

Pero una cosa es afirmar que eso debería ser, y otra cosa es decir, ello es. Una cosa es decir, «yo debería hacer esto», y otra cosa es decir, «lo he hecho». La humildad será aquí, ciertamente, la sabiduría más verdadera. No necesitamos reclamar nada: "El que juzga es el Señor." (1ª. Corintios 4:4).
Soli Deo Gloria



¿Qué es el Evangelio?

¡El Evangelio significa literalmente "buenas noticias"!

Esta buena noticia se centra alrededor de un judío nacido hace más de 2000 años. ¡Su nombre es Jesús de Nazaret y su venida cambiaría el mundo!. Para entender las buenas nuevas de Jesús necesitamos empezar por entender algunas cosas acerca de Dios y de nosotros mismos.

Dios es el creador de todas las cosas. Él es santo, perfecto y justo. Él creó todas las cosas perfectamente y con el propósito de traer a sí mismo la gloria y el honor. Esto es lo que se merece como nuestro creador.

Como coronación de su creación, Dios formó al primer hombre y mujer, Adán y Eva, para gobernar todo lo que había creado. Su propósito era glorificar y gozar del Dios infinitamente valioso que los había creado. Aunque Dios creó a Adán y Eva perfectamente, ellos eligieron pecar y desobedecer al Dios que los había creado. Haciendo esto hicieron a sí mismos y a todos sus descendientes esclavos del pecado. La última pena de pecado (desobedecer la ley de Dios) para Adán y Eva y cada uno de nosotros que son sus descendientes es la muerte. Esta muerte no es sólo física, pero cuando morimos físicamente continuamos experimentando una muerte espiritual eterna que la Biblia describe como tormento eterno bajo la justa ira de Dios.

Todos somos descendientes de Adán y Eva. Debido a esto, tú y yo somos todos pecadores que no merecen más que la ira y el juicio de Dios. Debido a nuestro pecado no tenemos esperanza de salvarnos a nosotros mismos y reconciliarnos con el Dios que nos dio la vida.

Aunque la Biblia declara que estábamos "muertos en nuestras delitos y pecados" Dios ha hecho una cosa asombrosa en gracia, en su amor y misericordia por los pecadores, envió a su Hijo único, Jesucristo (que es Dios mismo), para que nazca como un niño hace 2000 años. Jesús creció como un pobre judío en la ciudad rural del siglo I de Galilea. Aunque era Dios, se humilló a sí mismo para vivir la vida como un hombre. Donde Adán y Eva (y cada uno de nosotros) pecaron y violaron la ley de Dios, Jesucristo vivió una vida perfecta. Él nunca rompió una vez la ley de Dios, pero en todo lo que hacía le complacía perfectamente a su Padre. Entonces, habiendo vivido una vida perfecta, Jesús murió la muerte de un pecador en una cruz romana. Aunque murió como si fuera el más grande de los pecadores, Jesús no había cometido ningún pecado. Al tercer día después de su muerte, Dios hizo algo increíble para mostrar la justicia de Jesús. ¡Resucitó a Jesús de entre los muertos! Jesús ahora se sienta en el cielo a la diestra de Dios el Padre que ha sido exaltado sobre todos y todo en toda la creación.

La buena noticia es esta! Jesús murió como un sustituto para pagar por pecados que no eran suyos. Hizo esto por su increíble misericordia y amor. Si te alejas de (arrepentirte) de tus pecados y confías en Jesús para salvarte del juicio que mereces, entonces puedes reconciliarte con Dios y tener vida. Ya no tienes que enfrentar una eternidad bajo la ira de Dios, pero puedes vivir aquí y ahora como un amigo e hijo de Dios.

Debido a lo que Jesús ha hecho, ahora usted se enfrenta a la pregunta, '¿cómo le responderé?' ¿Vas a rechazar a Jesús y esta noticia acerca de él, o creerás en él para tu propia salvación? Por favor, considere cuidadosamente. Si tiene alguna pregunta sobre Jesús o lo que significa ser cristiano, por favor estoy para guiarlos por medio las escrituras a su encuentro con Jesucristo.
Soli Deo Gloria



jueves, 22 de junio de 2017

La Predestinación esta en la Biblia

En algunas iglesias, es una palabra que evoca imágenes de un Dios iracundo y caprichoso que actúa arbitrariamente para salvar a algunos, pero envía a la mayoría de los pecadores incluidos los infantes fallecidos a la perdición eterna. Para muchos cristianos profesantes estas palabras no la quisieran ver las escrituras, pero tan verdad que está en la Biblia que hay que enseñarla y practicarla.

En otras iglesias, es una palabra acariciada que describe una doctrina amada, una que otorga comodidad e inquebrantable confianza de que no existe una molécula rebelde, ni una partícula subatómica rebelde fuera del control providencial de Dios, incluso en materia de salvación. ¿Quieres comenzar una conversación animada? Entonces pronuncie la palabra:

Predestinación.

Una doctrina bíblica

Efesios 1: 5: "En amor nos predestinó para ser adoptados como hijos por medio de Jesucristo". Y de nuevo seis versículos más tarde: "En él (Cristo) Han obtenido una herencia, habiendo sido predestinados según el propósito de aquel que hace todas las cosas según el consejo de su voluntad ". Esos textos de Efesios, junto con Romanos 9, gran parte de Juan 6 y la oración sacerdotal de Jesús en Juan 17 derribaron Mi compromiso con la teología del libre albedrio hace años atras.

Hechos 13:48 Oyendo esto los gentiles, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor; y creyeron cuantos estaban ordenados a vida eterna. (Un golpe de Gracia)

Disputada y desdeñada sea la predestinación, la elección, se enseña claramente en la Escritura y cada exegeta debe hacer la paz con ella. En el capítulo 3, párrafo 3, la Segunda Confesión de Londres establece la doctrina de esta manera:

"Por el decreto de Dios, para la manifestación de su gloria, algunos hombres y ángeles son predestinados, o preordenados, a vida eterna por medio de Jesucristo, para alabanza de la gloria de su gracia;1 a otros se les deja actuar en su pecado para su justa condenación, para alabanza de la gloria de su justicia".

Muchos evangélicos incluyendo a los pastores ven la doctrina como mejor dejada sola, fruta teológica prohibida, llena de especulación. No es práctico, argumentan. Es un debate para las clases de seminario sin ninguna influencia real en la prensa de la vida cotidiana.

Pero Juan Calvino, el pastor-teólogo a menudo acreditado con inventar la predestinación, argumenta lo contrario:

"Este gran tema no es, como muchos imaginan, una mera disputa espinosa y ruidosa, ni especulación que fatigue las mentes de los hombres sin ningún beneficio; Sino una sólida discusión eminentemente adaptada al servicio de los piadosos, porque nos edifica en buena fe, nos entrena a la humildad y nos eleva a la admiración de la bondad ilimitada de Dios hacia nosotros, mientras que eleva a alabar esta bondad en nuestras más altas tensiones".

Lorraine Boettner, autor de quizás el volumen más extenso nunca escrito sobre la predestinación, está de acuerdo:

"Esto no es una teoría fría, estéril, especulativa, no un sistema antinatural de extrañas doctrinas, como muchas personas están inclinadas a creer, sino una más cálida y viva, un relato más vital e importante de las relaciones de Dios con los hombres. Es un sistema de grandes verdades prácticas que se diseñan y adaptan, bajo la influencia del Espíritu Santo, para moldear los afectos del corazón y dar la dirección correcta a la conducta ".

Una hermosa doctrina

La predestinación es una hermosa doctrina. Su belleza radica en el hecho de que un Dios santo nos lo ha revelado en su Palabra. Y, como señalan Calvino y Boettner, tiene una aplicación práctica significativa. La predestinación no es sólo un tema de discusión y debate entre curiosos estudiantes del seminario. Nos dice mucho sobre el carácter de Dios:

Dios está meticulosamente escribiendo la historia de acuerdo con su propio guión. Aunque hablamos de "accidentes", realmente, no hay accidentes. Nada ocurrirá hoy que no haya sido cuidadosamente planeado antes en la eternidad pasada por un Creador todopoderoso y bueno.

Dios ama a los pecadores. Nunca deberíamos superar la impresionante realidad de esta declaración. Aunque nos hemos rebelado contra él, Dios envió a su único Hijo a morir en lugar de hombres y mujeres pecadores para rescatarlos del pecado y de la muerte (Romanos 5: 8). Cristo, que no era culpable, dio su vida por los culpables (1 Pedro 3:18). Él soportó la ira que merecemos.

Dios usa medios para lograr sus fines. Nuestro Señor escoge vasijas de barro débiles y las envía a los confines de la tierra para predicar las buenas nuevas de su misión de rescate en Cristo (Romanos 10: 14-15). Él le da a los hombres caídos el privilegio inconcebible de proclamar su pecado, matar y derrotar a la muerte del evangelio.

La gloria de Dios es suprema, no la del hombre. El comienzo del Catecismo Menor marca el fin principal del hombre para glorificar a Dios y disfrutarlo para siempre. Dios nos hizo para su gloria (Isaías 42: 8). Cada búsqueda en la vida se debe hacer con un ojo a la difusión de su fama.

La predestinación también dice algo importante sobre nosotros: aparte de una obra unilateral de gracia, no podemos agradar a Dios. Estamos muertos en nuestros pecados, y los muertos no pueden hacer nada (Efesios 2: 1). Por lo tanto, ignoramos la predestinación a nuestra propia desnutrición espiritual.

Una Doctrina Práctica

Aquí hay algunas maneras en que esta doctrina a menudo difamada pone el acero en nuestras espinas espirituales.

1. La predestinación significa que nuestra salvación es tan segura y establecida como el Dios que nos escogió. Si nuestra herencia está enraizada en Dios que nos escogió antes de la fundación del mundo entonces no podemos caer. No hicimos nada para ganarla. No podemos hacer nada para perderla (Romanos 8: 29-31). Por su gracia, el pueblo de Dios perseverará hasta el fin, incluso a través de muchos peligros, trabajos y lazos. Esta verdad es un bálsamo de consuelo para los santos que se cansan de las luchas cotidianas de la vida, cuyas piernas espirituales pueden ser debilitadas por la guerra diaria dentro y fuera. El Dios que te escogió seguramente te mantendrá (Juan 10:28). Calvino:
"Porque no hay un medio más eficaz de edificar la fe que el dar nuestros oídos abiertos a la elección de Dios, que el Espíritu Santo sella en nuestro corazón mientras oímos, mostrándonos que está en la eterna e inmutable buena voluntad de Dios hacia nosotros; Y que, por lo tanto, no puede ser movido ni alterado por ninguna tormenta del mundo, por ningún asalto de Satanás, por ningún cambio, por cualquier fluctuación o debilidad de la carne. Porque nuestra salvación está segura para nosotros, cuando hallamos su causa en el pecho de Dios ".
2. La predestinación significa que nuestra salvación está eternamente basada en un Dios soberano y bueno, por lo tanto, nuestros sufrimientos, dolores, persecuciones y derrotas no son un accidente. Dios no es desprevenido cuando sufrimos. Como dijo Spurgeon: "Todos los sabuesos de la aflicción son amordazados hasta que Dios los libere." Y, de mayor importancia, como Pablo lo expresó en Romanos 8:28, "Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su propósito." Dios nunca llega tarde. Nunca obtiene la dirección equivocada. Aunque nunca puedas entenderlo completamente, tu herida es su instrumento puesto en uso en su infatigable misión de rehacerte en la imagen de su Hijo. La soberanía absoluta de Dios con su bondad es la mejor medicina para la ansiedad humana.

Boettner se basa en las palabras del pastor presbiteriano Clarence E. Macartney:
"Las desgracias y las adversidades de la vida, así llamadas, asumen un color diferente cuando las miramos a través de este vaso. Es triste oír a la gente tratando de vivir otra vez sobre sus vidas y diciéndose a sí mismos, 'Si hubiera tomado un cambio de rumbo diferente', 'Si me hubiera casado con otra persona'. Todo esto es débil y no cristiano. La red de destino que hemos tejido, en cierto sentido, con nuestras propias manos, y sin embargo, Dios tuvo Su parte en ella. Es parte de Dios en ella, y no nuestra parte, la que nos da fe y esperanza ".
3. Predestinación significa que debemos ser humildes y agradecidos, no amargos, temerosos o siempre estropeando para el debate. ¿Por qué Dios escogió adoptarme en su familia? ¿Por qué soy cristiano y (al menos por ahora) mi vecino no lo es? ¿Por qué nací de padres que valoraban la iglesia y atesoraban la Palabra de Dios? ¿Por qué tengo el indescriptible privilegio de servir como un heraldo de la verdad de Dios y servir al pueblo de Dios? No puedo explicar nada de esto excepto como lo hace la Escritura: Fue la intención amable de su voluntad (Efesios 1: 5). No pude salvarme a mí mismo. Que complaciera a Dios que lo hiciera, debería humillarme y poner acción de gracias en mis labios cada momento de cada día, porque Dios lo hizo todo y no hice nada. Mi vida podría haber sido radicalmente diferente, pero debido a su gracia, no lo es. Dios ha sido bueno conmigo, ha sufrido mucho tiempo conmigo, y debo extender la misma gracia a los demás, particularmente a los hermanos y hermanas en Cristo que aún no han luchado completamente con esta doctrina.

Al igual que muchos, cuando encontré con la doctrina predestinación por primera vez, inmediatamente puse a Dios en el banquillo y puse la injusticia: "Pero eso no es justo. ¿Cómo podría un Dios amoroso elegir a algunos y no a otros? "Esa es una objeción común a esta doctrina, y ciertamente fue la mía. Pero Dios, fiel a su carácter, fue tierno y paciente conmigo. Él finalmente me dio los ojos para ver la belleza y la fuerza estabilizadora de la vida de este insondable principio bíblico.

Si Dios me hubiera dado lo que yo exigía la justicia entonces estaría recibiendo la ira que mis pecados merecen en este mismo momento. Pero él me ha dado y millones de otros a lo largo de su cronología de la historia algo que ningún ser humano merece: misericordia. Y no hay nada más práctico que eso.

Termino citando las palabras de nuestro hno. Charles Spurgeon (Una defensa del Calvinismo):  
SI Dios no me hubiese  escogido a mí, yo nunca lo habría escogido a Él.
Soli Deo Gloria



5 Teólogos muertos de los Bautista que cada pastor debe leer

Los Bautistas Particulares contribuyeron de forma apreciable a la teología bautista  y que llegó a prevalecer en la historia como confesionalistas y recibiendo el legado de la reforma protestante. Los bautistas particulares absorbieron a los generales o arminianos, congregacionales y presbiterianos a través de la historia.

También no dudamos de que nuestros amigos presbiterianos  tienen una fuerte herencia confesional con una famosa lista de nombres que van desde Calvino, Knox, Hodge, Warfield y Machen. Pero los bautistas también tienen un sólido linaje teológico. Como pastores, deberíamos estar leyendo e involucrando figuras conocidas de nuestro pasado y, a medida que surge la oportunidad, debemos hacer que nuestras congregaciones sean conscientes de nuestro rico legado confesional, teológico y púlpito.

Hacia ese fin, aquí hay cinco teólogos bautistas del pasado que recomiendo como deben leer para cada pastor Bautista.

1. Benjamin Keach (1640-1704). Keach sirvió como pastor de la iglesia Horse-lie-down en Southwark, Inglaterra. Abrió la soteriología Reformada después de haberse adherido inicialmente al Arminianismo. Keach estaba entre los signatarios de la Segunda Confesión de Londres de 1689, escribió quizás el catecismo bautista más utilizado y discutió con éxito a favor del himno cantado en la adoración congregacional.

Las principales áreas de contribución de Keach incluyen la teología del pacto en su expresión bautismal y la justificación por la fe. Escribió 43 obras, varias de las cuales permanecen impresas. Lectura recomendada de Keach: Catecismo de KeachPredicación de los Tipos y Metáforas de la BibliaLos viajes de la verdadera piedadLa médula de la verdadera justificaciónExposición de las parábolas.

2. John Gill (1697-1771). Gill era un pastor bautista que también escribía lo que estudiaba y presentaba a su congregación y a otros grupos. John Gill es visto como un hipercalvinista por algunos, mientras que ese punto es discutible, durante muchos años pastoreó Horsleydown Church, la congregación pastoreada por Keach y Charles Spurgeon (eventualmente se convertiría en el Tabernáculo Metropolitano). Debatió el famoso fundador del metodismo, John Wesley, sobre la predestinación y resistió acusaciones de que su teología de la soberanía de Dios ascendía al antinomianismo. Muchas iglesias y pastores recibieron bendiciones de ese siervo de Dios,

Las principales áreas de aportación de Gill incluyen una defensa de las doctrinas de la Gracia, la ley y el evangelio, la teología sistemática y la exposición de la Escritura. Lectura recomendada de Gill: Cuerpo completo de la divinidad prácticauna exposición del viejo y del nuevo testamentola causa de Dios y de la verdadel convenio eterno.

3. Andrew Fuller (1754-1815). Fuller podría ser considerado el padre del movimiento misionero moderno junto con su colega más famoso, William Carey. Convertido bajo la predicación de un pastor hipercalvinista llamado "Mr. Eve, "Fuller se convirtió y bautizó en 1770 en Soham, Inglaterra, donde más tarde sirvió como pastor de 1775 a 1782. Se trasladó a Kettering en 1782, donde permaneció pastor hasta su muerte en 1815. Fuller proporcionó el razonamiento teológico para las misiones mundiales Con su libro seminal, El Evangelio Digno de Toda l Aceptacion, en el que respondió en respuesta a las críticas del hipercalvinismo lo que entonces se conocía como "La Cuestión Moderna: ¿Tiene cada persona el deber de arrepentirse de los pecados y creer en Cristo? Fuller respondió afirmativamente y envió Carey a la India.

Fuller era un firme defensor del calvinismo experimental y evangélico y participó en varias controversias teológicas importantes, incluyendo debates con Robert Sandeman sobre una forma de fácil creencia. Debatió al general bautista Dan Taylor sobre el alcance de la expiación. Fuller fue un padre fundador de la Sociedad Misionera Bautista y sirvió como secretario durante 23 años hasta el final de su vida. Fuller produjo muchas obras y es una lectura muy fructífera. En muchos sentidos, Fuller y Spurgeon brillan como preeminentes ejemplos bautistas del pastor-teólogo. Las obras de Andrew Fuller permanecen disponibles hoy en tres volúmenes.

4. John Leadley Dagg (1794-1884). Dagg fue el primer teólogo de la escritura entre los Bautistas del Sur. Nacido en el condado de Loudon, Virginia, Dagg pastoreó en Filadelfia y finalmente se dirigió a Georgia, donde sirvió como presidente de la Universidad Mercer. Sus escritos suman con el dulce sabor de Cristo al articular un robusto calvinismo evangélico.

Su obra magna fue Manual de Teología en 1857, la primera teología sistemática comprensiva escrita por un Bautista en América. La Nueva Enciclopedia de Georgia escribe glowingly del teólogo más grande del estado del melocotón:
Dagg es quizás la figura teológica más representativa entre los bautistas anteriores a los Estados Unidos. Para sus contemporáneos era "el venerable Dr. Dagg", un hombre de intelecto y piedad, de honestidad e integridad, de claridad en el pensamiento y el discurso. Su dulzura y cortesía eran frecuentes. Una persona escribió: "Si alguna vez hubo un gran hombre que no lo sabía, o saber, no le importaba, ese hombre es el Dr. Dagg.
Junto con su Manual de Teología, en 1858, escribió A Treatise on Church Order, un volumen complementario del Manual sobre la eclesiología bautista. Ambos permanecen impresos y son lectura obligatoria para los pastores Bautistas.

5. James P. Boyce (1827-1888) . El presidente fundador del Seminario del Sur, Boyce estableció una visión confesional para la educación del seminario con sus "Tres Cambios en las Instituciones Teológicas" que sigue vigente hoy. Boyce, nativo de Carolina del Sur, fue un pionero en la educación teológica Bautista del Sur. Se desempeñó como pastor de la Primera Iglesia Bautista de Columbia, SC, y también pasó un breve tiempo como periodista denominacional en Carolina del Sur. Él era el hijo de un comerciante afluente que fue educado en la Universidad de Brown y la Universidad de Princeton, donde fue influenciado por los teólogos famosos de Princeton.

Boyce escribió un catecismo, pero su mayor contribución escrita fue su Resumen de Teología Sistemática, que permanece impreso. Como los dos volúmenes de Dagg, la teología de Boyce es una lectura gozosa con su Calvinismo cálido y experiencial.

Obviamente, esto deja en el banco dos gigantes que se asoman sobre el paisaje Bautista, John Bunyan y CH Spurgeon. No hay duda de que ambos se clasificarían en o cerca de la cima de cualquier lista de bautistas famosos  (pastores-teólogos).  Voy a asumir que la mayoría de los lectores ya sabrán que Bunyan y Spurgeon están cerca del ápice de la lectura esencial para todos los pastores-Bautista o de otra manera. La mayoría de los libros de Spurgeon permanecen impresos, al igual que la mayoría de sus sermones, y las obras de Bunyan están disponibles en tres volúmenes, así como en ediciones críticas individuales.


Hermano pastor, si usted no ha leído profundamente y ampliamente en el canon de la historia del Bautista está invitado a considerar esta lista de lectura.
Soli Deo Gloria




¿Cómo cambia el Evangelio a un Cristiano?

“Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio”. (Marcos 1:14b- 15)

ARREPENTIMIENTO: CAMBIANDO LOS DESEOS DEL CORAZÓN LEJOS DE LOS ÍDOLOS

El arrepentimiento es un profundo cambio de mente que involucra el cambio de dirección de vida. El lado positivo del arrepentimiento es la conversión, el genuino volverse a Dios o a Cristo en busca de gracia.

Hay mucha confusión en la actualidad acerca del arrepentimiento. Mucha gente ve el arrepentimiento como una horrible autoflagelación, conduciendo al arrepentido a la desesperación. El arrepentimiento es visto como un tipo de penitencia evangélica reservada únicamente para aquellos momentos especiales cuando tú has sido realmente malo y necesitas humillarte ante Dios. Este punto de vista del arrepentimiento refleja hoy como muy pocos cristianos parecen haber comprendido las noventa y cinco tesis de Martín Lutero, que clavó en la iglesia de Wittenberg, dando nacimiento a la Reforma Protestante. En la primera tesis, Lutero escribe: “Cuando nuestro Señor y Maestro Cristo Jesús dijo “Arrepentíos (Mateo 4:17), él deseaba que la vida entera de los creyentes fuera una vida de arrepentimiento” (1957: 25).

Este entendimiento del arrepentimiento como una experiencia continua, como estilo de vida para el creyente, parece ser casi desconocida el día de hoy. Lo que debemos redescubrir es que el verdadero arrepentimiento no nos conduce a la desesperación sino al gozo. Mientras más aprendamos a ver lo profundo de nuestro pecado, más vemos la profundidad de la gracia de Dios. La cruz de Cristo es profundamente preciosa y “eléctrica”, para los que diariamente están arrepentidos y ven la profundidad de su pecado.

Cuando Jesús nos llama al arrepentimiento, no nos está llamando a que nos golpeemos nosotros mismos o simplemente limpiar nuestras vidas. Más bien, Él nos está llamando a un cambio radical del corazón. De acuerdo a las Escrituras, nuestro problema de raíz no es externo o conductual. Es un  problema del corazón. Esta es la razón por la cual los remedios falsos inevitablemente nos dejan sin cambiar y en negación o desesperación porque todos ellos desvían el corazón.

La razón por la que nuestros corazones no son más transformados es porque hemos permitido que nuestros deseos sean capturados por aquello que los puritanos llaman “los deseos del corazón” por ídolos que roban el afecto de nuestro corazón alejándolo de Dios. El apóstol Juan establece este punto en el último versículo de 1ª Juan.

Es ahí donde el apóstol con toda la intención concluye su carta maestra con unos versículos sobre cómo vivir en compañerismo vital con Cristo, mencionando estas palabras: “Hijitos, guardaos de los ídolos” (1ª Juan 5:21). Aquí aprendemos que el arrepentimiento de nuestra idolatría resume lo que es la verdadera espiritualidad.

Ya que Dios ha creado al hombre para ser un adorador, nosotros siempre estamos adorando algo, ya sea que nos demos cuenta o no. Por eso es que siempre debemos ver el carácter esencial de nuestro pecado como una idolatría del corazón.

El primer y el segundo mandamiento: “No tendrás dioses ajenos delante de mí” (Éxodo 20:3) y “No te harás imagen…” (Éxodo 20:4a), tienen la intención de recordarnos de la muy peligrosa y natural tendencia que tenemos todos de adorar ídolos.

Los ídolos modernos que capturan los deseos de nuestro corazón hoy no son las imágenes talladas del mundo antiguo. Un ídolo es hacer de algo o alguien fuera de Jesucristo nuestra verdadera fuente de felicidad y llenura.

La verdad es que cada uno tiene algo o alguien a quien podemos fácilmente poner en ese lugar: “Si tan sólo pudiera tenerte para llenar el vacío, entonces sabría que soy alguien”. Todos tenemos que vivir por algo. Todos tenemos un “centro personal”, un valor principal por medio del cual vemos toda la vida.

Para algunos de nosotros es la aprobación, la reputación, el éxito. Para otros es el placer o el control, la comodidad o el poder. Para otros son las posesiones, el sexo, el dinero o las relaciones. Los ídolos pueden ser buenas causas tales como hacer un buen impacto, tener una familia feliz o un buen matrimonio o incluso hijos obedientes. Cualquier cosa que sea, sin esta base, sabemos que harán que nuestras vidas no tengan significado.

Cualquier cosa por la que nosotros vivamos, tiene un gran poder sobre nosotros. Si alguien bloquea nuestro ídolo, podemos llenarnos de enojo. Si nuestros ídolos son amenazados, podemos paralizarnos de temor. Si perdemos nuestro ídolo, podemos ser llevados a una absoluta desesperación. Eso es porque los ídolos que adoramos nos dan nuestro sentido de valor o rectitud.

Cuando dejamos que los deseos de nuestros corazones sean capturados por tales ídolos, el resultado será siempre el mismo, una carencia del poder transformador de Dios y de su presencia en nuestras vidas.

Así que el arrepentimiento no debe ser meramente un cambio externo de conducta, sino fundamentalmente como una disposición de alejar nuestros deseos del corazón y nuestra confianza del corazón lejos de nuestros ídolos. El gran teólogo inglés, John Owen, enseña que una de las razones por la que nosotros no experimentamos más el poder y presencia de Dios en nuestras vidas es porque no hemos estudiado suficientemente las idolatrías de nuestros corazones. Por esto es que debemos aprender a hacernos preguntas difíciles tales como ¿Qué pensamiento, cosa o persona, fuera de Cristo, ha llegado a tener un título en mi confianza del corazón?

El gran evangelista, George Whitefield, enseñó que para conocer el poder de Dios, debemos aprender a no únicamente conocer qué significa el arrepentimiento de nuestros pecados, sino también arrepentirnos de nuestra rectitud (1993). Al difunto John Gerstner, se le atribuyen las palabras siguientes: “No son tanto nuestros pecados que nos alejan de Dios, como nuestras malditas buenas obras”.

Una vez que hemos identificado un ídolo del corazón, el arrepentimiento involucra no sólo confesarlo, sino también tomar una acción radical en contra de él, debilitando el poder dominante que tiene en nuestras vidas. En Romanos 13:14 Pablo escribe: “Sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne”. La existencia de idolatría en nuestras vidas, requiere una acción inmediata. Los puritanos lo llamaron mortificación, un concepto raramente escuchado actualmente.

El arrepentimiento es únicamente la mitad de nuestra responsabilidad en la transformación. Es el lado negativo y defensivo de la ecuación. Nosotros nos volteamos ahora al lado positivo, la estrategia ofensiva de la fe del evangelio.


Vuelve, oh Israel, al SEÑOR tu Dios, pues has tropezado a causa de tu iniquidad. Tomad con vosotros palabras, y volveos al SEÑOR. Decidle: Quita toda iniquidad, y acéptanos bondadosamente, para que podamos presentar el fruto de nuestros labios. Asiria no nos salvará, no montaremos a caballo, y nunca más diremos: "Dios nuestro" a la obra de nuestras manos, pues en ti el huérfano halla misericordia (Oseas 14:1-3).
Soli Deo Gloria



miércoles, 21 de junio de 2017

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¿Se debe predicar el evangelio a todo el mundo?

La siguiente pregunta que se debe considerar es: ¿Por qué predicar el evangelio a toda criatura? Si Dios Padre solo ha predestinado a un número limitado para que sean salvos, si Dios Hijo solo murió para llevar a cabo la salvación de los que el Padre le dio, y si Dios Espíritu no está buscando dar vida a nadie salvo a los elegidos de Dios, entonces, ¿cuál es el propósito de dar el evangelio al mundo en general y dónde está la conveniencia de decir a los pecadores: «Para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna»?

En primer lugar es muy importante tener claro la naturaleza del evangelio mismo. El evangelio es la buena noticia de Dios acerca de Cristo y no acerca de los pecadores: «Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios… acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo” (Ro 1:1, 3). Dios quiso que se proclamara a lo largo y ancho el hecho increíble de que su propio Hijo bendito «se hizo obediente hasta la muerte, y muerte de cruz». Se tiene que transmitir un testimonio universal del valor inigualable de la persona y obra de Cristo. Fíjate en la palabra ‘testimonio’ en Mateo 24:14. El evangelio es el ‘testimonio’ de Dios de las perfecciones de su hijo. Fíjate en las palabras del apóstol: «Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden» (2 Co 2:15).

Una gran confusión prevalece hoy acerca del carácter y el contenido del evangelio. El evangelio no es una ‘oferta’ para que la circulen los vendedores ambulantes del evangelio. El evangelio no es una mera invitación, sino una proclamación acerca de Cristo; es verdadera, ya sea que los hombres la crean o no. A ningún hombre se le pide que crea que Cristo murió por él en particular. El evangelio, en resumen, es esto: Cristo murió por pecadores, tú eres un pecador, cree en Cristo y serás salvo. En el evangelio, Dios simplemente anunció los términos mediante los cuales los hombres pueden ser salvos (a saber, arrepentimiento y fe) y, de un modo indiscriminado, a todos se les ordena cumplirlos.

En segundo lugar, el arrepentimiento y la remisión de pecados deben ser predicados en el nombre del Señor Jesús «a todas las naciones» (Lc 24:47), porque los elegidos de Dios están ‘dispersos’ (Jn 11:52) entre todas las naciones, y es cuando el evangelio es predicado y escuchado que son llamados a salir del mundo. El evangelio es el medio que Dios usa para salvar a sus propios elegidos. Por naturaleza los elegidos de Dios son hijos de ira «así como los demás»; son pecadores perdidos que necesitan un Salvador, y separados de Cristo no hay solución para ellos. Por tanto, deben creer el evangelio antes de poder gozarse en el conocimiento de que sus pecados han sido perdonados. El evangelio es el aventador de Dios; separa la cizaña del trigo y junta a estos últimos en su granero.

En tercer lugar, se debe notar que Dios tiene otros propósitos con la predicación del evangelio aparte de la salvación de sus propios elegidos. El mundo existe para el bien de los elegidos; sin embargo otros se benefician de él. Así que la palabra se predica por el bien de los elegidos, sin embargo otros tienen el beneficio de un llamado externo. El sol brilla aunque los ciegos no lo vean. La lluvia cae en las montañas rocosas, en los desiertos, lo mismo que en los fructíferos valles; así también Dios permite que el evangelio caiga en los oídos de los no elegidos. El poder del evangelio es uno de los agentes que Dios usa para mantener a raya la maldad del mundo. Muchos de los que el evangelio nunca salva son reformados, sus lujurias son refrenadas y se evita que se tornen peores. Además, la predicación del evangelio a los no elegidos se convierte en una prueba admirable del carácter de ellos. Exhibe la prolongada continuidad de su pecado; demuestra que sus corazones están en enemistad contra Dios; justifica la declaración de Cristo de que «los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas» (Jn 3:19).

Por último, para nosotros es suficiente saber que se nos ordena predicar el evangelio a toda criatura. No nos toca a nosotros razonar en cuanto a la concordancia entre esto y el hecho de que «son pocos los escogidos». A nosotros nos toca obedecer. Hacer preguntas acerca de los caminos de Dios que ninguna mente finita puede sondear completamente es un asunto sencillo. Nosotros también podemos volvernos y recordar al objetor lo que nuestro Señor declaró: «De cierto os digo que todos los pecados serán perdonados a los hijos de los hombres, y las blasfemias cualesquiera que sean; pero cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón» (Mr 3:28, 29) y no puede haber ninguna duda en cuanto a que ciertos judíos fueron culpables de este mismo pecado (ver Mt 12:24, etc.), por lo cual su destrucción era inevitable. Sin embargo, a pesar de eso, apenas dos meses después, ordenó a sus discípulos predicar el evangelio a toda criatura. Cuando el objetor nos pueda mostrar la concordancia entre estas dos cosas: el hecho de que ciertos judíos habían cometido el pecado para el cual no hay perdón y el hecho de que a ellos se les tenía que predicar el evangelio, nos comprometemos a proporcionar una solución más satisfactoria que la que ofrecimos antes para que exista una armonía entre una proclamación universal del evangelio y una limitación de su poder salvador solo a aquellos que Dios ha predestinado a ser conformados a la imagen de su Hijo.

Afirmamos una vez más que no nos toca a nosotros razonar en cuanto al evangelio; nuestro deber es predicarlo. Cuando Dios ordenó a Abraham ofrecer a su hijo en una ofrenda quemada, pudo haber objetado que su orden no era consistente con su promesa: «En Isaac te será llamada descendencia». Pero en lugar de discutir, obedeció, y dejó que Dios armonizara su promesa con su precepto. Jeremías pudo haber argumentado que Dios le había pedido que hiciera algo totalmente irracional cuando le dijo: «Tú, pues, les dirás todas estas palabras, pero no te oirán; los llamarás, y no te responderán» (Jer 7:27), pero en lugar de eso el profeta obedeció. Ezequiel también se pudo haber quejado de que el Señor le estuviera pidiendo algo difícil cuando le dijo: «Hijo de hombre, come lo que hallas; como este rollo, y ve y habla a la casa de Israel. Y abrí mi boca, y me hizo comer aquel rollo. Y me dijo: Hijo de hombre, alimenta tu vientre, y llena tus entrañas de este rollo que yo te doy. Y lo comí, y fue en mi boca dulce como miel. Luego me dijo: Hijo de hombre, ve y entra a la casa de Israel, y habla a ellos con mis palabras. Porque no eres enviado a pueblo de habla profunda ni de lengua difícil, sino a la casa de Israel. No a muchos pueblos de habla profunda ni de lengua difícil, cuyas palabras no entiendas; y si a ellos te enviara, ellos te oirán. Mas la casa de Israel no te querrá oír porque no me quiere oír a mí; porque toda la casa de Israel es dura de frente y obstinada de corazón» (Ez 3:4–7).

«Pero, oh mi alma, si la verdad tan brillante
Deslumbrara y confundiera tu vista,
Con todo, de todas formas obedece su Palabra escrita,
Y espera el gran día
de la decisión.» —Watts

Bien se ha dicho: «El evangelio no ha perdido ninguno de sus poderes antiguos. Es hoy exactamente lo mismo como cuando fue predicado por primera vez, ‘el poder de Dios para salvación’. No necesita ninguna lástima, ninguna ayuda, ninguna criada. Puede vencer todos los obstáculos y romper todas las barreras. No se tiene que probar ningún recurso humano para preparar al pecador para que lo reciba, porque si Dios lo ha enviado, ningún poder lo puede estorbar; y si Él no lo ha enviado, ningún poder puede hacer que sea eficaz».—(Dr. Bullinger)

Pink, A. W.  La soberanía de Dios: Respuestas a objeciones comunes.
Soli Deo Gloria