miércoles, 13 de mayo de 2020

Una decisión ineludible en pleno COVID-19


"El que no está conmigo, contra mí está; y el que conmigo no recoge, desparrama." Lucas 11:23

Recibir a Cristo es una decisión ineludible que debes tomar hoy

Mientras el Señor enseñaba durante su ministerio terrenal, continúa probando sin ninguna duda su verdadera identidad. Nos muestra una y otra vez que Él es el único Hijo de Dios, que Él es verdaderamente Dios encarnado. Nadie podría hacer las señales, maravillas y milagros que realizó a menos que fueran Dios. Además, demostró que era el Mesías prometido, el Salvador que Dios prometió pasar por el linaje de Israel. Él ha traído el reino a la tierra en su primera venida.

"...Jesús vino a Galilea proclamando el evangelio de Dios, y diciendo: El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos y creed en el evangelio." Marcos 1:14-15 

En medio de eso, hace la siguiente declaración: "El que no está conmigo está contra mí". Observe la línea divisoria: está conmigo o contra mí. Por lo tanto, cada uno de ustedes hoy está repentinamente, de manera penetrante, inevitablemente forzado a una elección solemne. Puedes rechazar a Cristo como un lunático mentiroso, falso o loco en plena pandemia; o puede inclinarse ante Él, recibirlo como Salvador y prometer humildemente devoción a Él como su único y absoluto Señor. Pero esa es la decisión que debes tomar. Es ineludible. No puedes evitarlo.

No es posible posponerlo

No hay compromiso a medias permitido. No te enfrentes cara a cara con el Señor Dios y contemplas si crees que es sabio someterse a Él ahora. La inconmensurable dignidad y valor de este Dios no permite que todo sea vacilante y equívoco. O caes ante Él en honor y obediencia, o asombrosamente miras a los ojos del Dios omnisciente, omnipresente y omnipotente y le dices que puedo hacerlo mejor que servirte. Y para aquellos necios que hacen una elección tan blasfema, los fuegos furiosos del tormento eterno son el único resultado justo. Y eso es exactamente lo que heredarás si lo rechazas.

¿Usted ve, la neutralidad cuando se trata de Cristo como hostil? No hay terreno neutral ante Él. Es, en efecto, ponerse del lado del enemigo. La indiferencia hacia Él no es más que una máscara para la enemistad hacia Él. Es mejor que seas un enemigo abierto que un amigo falso cuando se trata de Jesucristo.

Algunos creyentes de buena fe se preguntan en ocasiones, sin expresarlo verbalmente por qué haría el Creador estructuras moleculares tan dañinas como los virus, capaces de acabar con la vida humana. Otros, desde su escepticismo antirreligioso, pretenden burlarse o ridiculizar al cristianismo formulando preguntas como: ¿por qué un Dios bondadoso y omnipotente permite que el COVID-19 mate a tantas personas? ¿Es acaso malvado en vez de misericordioso o, simplemente, no existe? ¿Cómo pudo un Diseñador bueno hacer algo tan malo como este virus? Veamos, en primer lugar, qué es un virus, cómo actúan y por qué este coronavirus puede hacer lo que hace. 

Las Sagradas Escrituras enseñan que Dios no fue el autor del mal en el mundo, sino que éste surgió como consecuencia del orgullo, la soberbia y la desobediencia humana. Es lo que en la Biblia se llama pecado y que tuvo consecuencias distorsionadoras para toda la creación. De manera que los virus peligrosos como el COVID-19 y todo aquello que produce sufrimiento, dolor y muerte, no son más que la consecuencia de nuestro propio pecado. Fuimos creados en libertad, pero no supimos elegir bien y nos engrandecemos por el mal, abriendo así la caja de Pandora de dolencias tan graves como la de este virus. 

Ante esta triste realidad en la que nos encontramos hoy, tenemos que ser humildes y responsables para adoptar aquellas medidas necesarias para mantener la salud de la mayor parte de la población mundial. El pánico, la histeria colectiva, el acopio innecesario de provisiones, la ansiedad, el egoísmo, la creación de hipótesis conspiratorias, etc., no mejoran la situación. Más bien la empeoran. Los cristianos debemos seguir confiando en el Creador del cosmos, que es también el de todos los virus, moléculas y átomos que hay en el mismo. Tenemos que ser sabios, pacientes y no perder la esperanza en su inmenso amor hacia el ser humano. Nuestra vida no depende de ningún virus maligno sino únicamente de Dios. Tal como escribió el profeta Isaías:

“No llaméis conspiración a todas las cosas que este pueblo llama conspiración; ni temáis lo que ellos temen, ni tengáis miedo. Al Señor todopoderoso, a él santificad; sea él vuestro temor, y él sea vuestro miedo.” (Is. 8:12-13).

Recursos adicionales:


Soli Deo Gloria