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miércoles, 13 de junio de 2018

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La ética económica de los puritanos y la teología o evangelio de "prosperidad" de hoy

1. LA ÉTICA ECONÓMICA DE LOS PRIMITIVOS PURITANOS
2. LOS PELIGROS DE LA RIQUEZA SEGÚN LOS PURITANOS: UN CONTRASTE SERIO CON LA “TEOLOGÍA DE LA PROSPERIDAD” DEL MOVIMIENTO CARISMÁTICO
3. LA CRÍTICA DE LOS PURITANOS A LA FILOSOFÍA ÉTICA DEL ÉXITO EN NUESTRO MUNDO CONTEMPORÁNEO
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Soli Deo Gloria

martes, 15 de mayo de 2018

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Oliver Cromwell y la Revolución Puritana

Un frío día de enero en 1649, el Rey Carlos I se paró delante de una selenciosa multitud de londonienses. Él ascendió al cadalso, expresó sus buenos deseos para su verdugo, y se arrodilló, colocando su cabeza sobre el frío bloque para cortar cabezas. El hacha cayó, separándole la cabeza del cuello. Luego el verdugo levantó la cabeza del rey y clamó, "He aquí la cabeza de un traidor."

Lo impensable había ocurrido. Una nación "cristiana" había matado a su rey. Espontáneamente un gemido salió de la ansiosa multitud, "un gemido," dijo un testigo, "como nunca antes había escuchado y deseo no escuchar jamás´"  — uno que representaba el sentimiento de muchos hombres ingleses y la mayoría de los europeos contemporáneos.

Pocos reconocen los grandes puntos relevantes de la historia cuando ocurren. La ejecución de Carlos I no fue una excepción. Los ideales de la Reforma habían alcanzado su plena expresión, afectando aún la esfera política, y los puritanos fueron el vehículo por medio del cual esos ideales viajaron. Ellos terminaron en la ejecución de Carlos I.

Y nadie había sido más dedicado a la Biblia, y las implicaciones políticas de sus verdades que el puritano Oliver Cromwell (1599-1659), el hombre principalmente responsable por el descabezamiento del rey. Él fue el mayor estadista inglés del siglo diecisiete y un genio militar que, aunque carecía de adiestramiento militar formal, nunca fue derrotado en batalla. Para su desmayo, él llegó a reemplazar al rey, reinando en Inglaterra como Lord Protector. A él se le ofreció la corona y la monarquía, pero las rechazó.

A los ideales sembrados por Cromwell y sus compañeros puritanos debemos la mayoría de nuestra libertad religiosa y política, el principio del capitalismo, el nacimiento de la revolución científica, y el advenimiento de las denominaciones. Cromwell representó bien los ideales puritanos.

CARICATURAS PURITANAS

¿Quiénes fueron los puritanos? Ellos no fueron una denominación, sino un movimiento espiritual de reforma dispersos en las iglesias de Inglaterra. Durante la década de 1560 la Reforma fracasó en purificar adecuadamente a la Iglesia de Inglaterra. Muchos clamaron ir hasta el fin con la Biblia. Ellos fueron derogativamente llamados "puritanos."

"En toda la cultura occidental la imagen despertada por la palabra puritano es de aguafiestas," denota Jacques Barzun. "En los Estados Unidos él es el hombre de Nueva Inglaterra que promovía las "leyes religiosas" contra todos los placeres inocentes, y cuyo único pasatiempo era ahorcar a las brujas." 

Los hechos rápidamente refutaron esta caricatura, promovida por la literatura popular tal como la Letra Escarlata y El Crisol. En realidad, los puritanos vestían ropas de colores brillantes, bailaban, eran excelentes hombres de negocios, promovían fervorosamente la buena educación, fueron los primeros en permitir múltiples denominaciones religiosas en un país, y sabían cómo disfrutar de la vida. Cuando el buen barco Arabella partió con destino a Nueva Inglaterra en los años 1630 con carga destinada para los puritanos de Nueva Inglaterra, llevaba 10.000 galones de vino, y 42 toneladas de cerveza, pero sólo 14 toneladas de agua fresca.  Cuando el indio Squanto entró en la cabaña de los primeros peregrinos, colonos en la colonia de Plymouth, ellos inmediatamente hicieron lo que todo buen puritano hace -- le ofrecieron ron y cerveza.

La corriente espiritual que comenzó la Reforma en 1571 alcanzó su punto más elevado con el movimiento puritano. Los "puritanos brillaron ante nosotros como un tipo de faro," nota J.I. Packer, "sobrepasando la estatura de la mayoría de los cristianos en la mayor parte de los campos."  

Ahora que sabemos algo de los puritanos, examinemos la vida y los tiempos de Oliver Cromwell, uno de los grandes líderes puritanos. El conflicto de la época en la cual nació ayuda a explicar su vida.

EL GRAN CONFLICTO

James I (1566-1625) y su hijo Carlos I, asumieron el Derecho Divino de los Reyes. Esta era la doctrina de que el rey debía ser la cabeza de la Iglesia Nacional, reinando sobre dicha iglesia por medio de obispos subordinados a su poder. Tanto James como Carlos creían que el Rey era el vocero de Dios y que la palabra del Rey debía ser mediada a través de los obispos de la iglesia del estado. En otras palabras, como el Rey hablaba por Dios, James y Carlos creían que la conciencia de sus súbditos debía estar atada a la orden del Rey.

Sin embargo, la Reforma, que comenzó a influenciar a Inglaterra justo después del nacimiento de James, enseñaba "el sacerdocio de todos los creyentes." Esta era la idea de que cada hombre puede y debe sobrepasar al rey y sus obispos, escuchando de Dios directamente a través de la Biblia. Por tanto, ellos creían que era necesario que el Estado dé a los hombres libertad de conciencia. Segundo, la Biblia enseñaba la igualdad de todos los hombres, que todos los hombres son iguales delante del trono de juicio de Cristo, y que todos, rey y comunes, estaban igualmente sujetos a la ley de Dios. Estas eran ideas radicales en el siglo 17.

BIOGRAFÍA

Cuando Oliver nació, en 1599, el Derecho Divino de los Reyes había sido la teoría política aceptada por cientos de años. La religión oficial del Estado era el anglicanismo, y ninguna otra denominación era permitida. Las iglesias que se "separaban" o "disentían" eran brutalmente perseguidas. Muchos eran colgados o torturados por adorar afuera de la iglesia anglicana.

Oliver nació en una familia de clase media cerca de Huntington, en la vecindad de Cambridge. Se conoce poco de su juventud. Él estudió Leyes en Cambridge, pero abandonó los estudios antes de completar la carrera.

Durante la juventud de Cromwell, el poder de la prédica puritana transformó radicalmente a Inglaterra. Estos predicadores eran singularmente dotados y ungidos por Dios. Después de predicar por 2 horas, Laurence Chaderton trató de parar: "Mi buen señor, no se detenga. ¡Continúe! ¡Continúe!", instó su congregación - tal era el hambre por la palabra de Dios.  De hecho, el impacto de la predicación puritana en Inglaterra durante la juventud de Cromwell es uno de los fenómenos de la historia de la iglesia.

Conocemos muy poco acerca de la conversión de Cromwell, excepto que en algún momento cerca de sus treinta años se volvió víctima de esta poderosa predicación puritana. De ese día en adelante, su vida giró alrededor de los derechos reales del Rey Jesús.

En 1625, James I murió y su hijo Carlos I ascendió al trono. Tres años más tarde la villa de Huntington eligió a Oliver para representarlos en el Parlamento. En este tiempo la mayoría de los miembros del Parlamento eran puritanos de clase media empapados en las presuposiciones bíblicas citadas más arriba. Los Derechos Divinos del Rey y el Sacerdocio Puritano de todos los Creyentes estaban entrando en mayor conflicto. Carlos pidió al parlamento y la nación a someterse a su gobierno. El Parlamento pidió a Carlos, al igual que todos los hombres, a someterse a la ley de Dios y a la ley de la tierra. Aunque Carlos era un hombre honorable, la capitulación a este pedido era impensable.

Para el año 1642 sus diferencias se volvieron irreconciliables. El parlamento y el Rey formaron ejércitos y la primera Guerra Civil Inglesa comenzó. La guerra era a causa de conjeturas. ¿Deben prevalecer las conjeturas bíblicas o las tradicionales en cuanto a la conciencia de los hombres y el papel del gobierno civil?

GENERAL CROMWELL

Aunque las calificaciones de Cromwell eran de un humilde granjero y abogado de villa, él poseía un don para el liderazgo militar que ni él ni sus amigos habían anticipado. En 1642, no sabiendo nada sobre la milicia, regresó a su casa a reclutar una tropa de caballería. Sus habilidades marciales aparecieron rápidamente, dándole un papel decisivo en las victorias parlamentarias de Marston Moor (1644), (donde recibió el sobrenombre de "Jefe Malhumorado") y más tarde en Naseby (1645).

A medida que su éxito creció, el parlamento aumentó sus responsabilidades hasta que llegó a comandar a los ejércitos. El reclutó a hombres jóvenes con profunda y vibrante fe puritana. Ignorando la costumbre establecida, promovió a oficiales basado en la habilidad y no en la clase social. Sus tropas marchaban a la batalla cantando salmos. Su ejército separó días para el arrepentimiento y el ayuno, y se dedicaron a la predicación de sus capellanes puritanos. Y, dondequiera que Cromwell iba, le seguía la victoria.

En 1646, el parlamento derrotó a los ejércitos del Rey, y la primera guerra civil terminó. El Rey Carlos acordó compartir el poder con el parlamento, permitiendo la misma libertad de conciencia, y reemplazando los obispos con un gobierno presbiteriano. Sin embargo, detrás de las cortinas, él engañosamente maniobró al parlamento, alistando la ayuda de Escocia e Irlanda para comenzar una segunda guerra civil.

LA EJECUCIÓN DE CARLOS

Una segunda guerra civil comenzó. Costó miles de vidas y mucho sufrimiento. Aunque el ejército de Cromwell rápidamente derrotó a los irlandeses y escoceses, el parlamento, controlado por los Puritanos, se sintió atado a aplicar la justicia sin favoritismo, aún con el Rey. Carlos había quebrantado la ley. El había cometido traición. Al igual que todos los hombres, él debía ser juzgado imparcialmente. El Rey no estaba por encima, sino bajo la misma ley de Dios como ciudadanos.

En enero de 1649 el Parlamento juzgó a Carlos I por traición, lo encontró culpable, y fue ejecutado según la costumbre de los hombres. Sin el liderazgo de Cromwell y el compromiso a la justicia bíblica, esto no hubiera ocurrido. Este evento fue el génesis de la libertad moderna, y surgió de la mezcla de las presunciones bíblicas predicadas por los puritanos ingleses.

EL PROTECTORADO

Cromwell y sus hombres reemplazaron al Rey con el parlamento, esperando que los miembros piadosos del parlamento cesarían los reinados de poder e iniciarían un período de paz y justicia. Pero el parlamento cayó en tal disputa y peleas que comprobaron ser ineficaces y que no podían gobernar.

Para impedir el caos, Cromwell temporalmente cesó las palancas de poder. El parlamento le ofreció la corona en 1657, pero él la rechazó. Renuentemente, él gobernó como Lord Protector hasta su muerte en 1658. Fue un tiempo de gran prosperidad económica y paz para Inglaterra.

Después de la muerte de Cromwell, Inglaterra reflexionó en las dos guerras civiles y anhelaba paz y estabilidad. El parlamento llamó al hijo de Carlos para regresar de su exilio y asumir la corona que su padre había perdido. Lleno de amargura por la muerte de su padre, Carlos II persiguió a los puritanos y trató de reinstituir mucho de lo que su padre había perdido.

En 1688, después de la muerte de Carlos II y su hijo, el parlamento aprobó un grupo de leyes conocido como la "Gloriosa Revolución." Ellas institucionalizaron los principios por los cuales Oliver y los puritanos habían peleado las guerras civiles.

EL CARÁCTER DE CROMWELL

A pesar de las opiniones contrarias, Cromwell fue un hombre de sinceridad, tolerancia y devoción. Por ejemplo, durante la primera guerra civil el parlamento aumentó su sueldo a 1.600 libras, una suma inmensa de dinero en aquellos días, pero Oliver ofreció regresar 1.000 libras por año a la causa de la guerra.

Después de convertirse en Lord Protector, él extendió la tolerancia religiosa a los bautistas, quakers, presbiterianos, y congregacionalistas — clemencia no conocida en su tiempo. De hecho, él fue la primera cabeza de estado moderna en permitir a diferentes denominaciones operar libremente en el mismo país.

Sus cartas revelan a un hombre de profunda piedad, sólido conocimiento bíblico, y fe inquebrantable. Por ejemplo, él escribió a su nuera: "Deseo que su principal interés sea buscar al Señor: que clamen a El frecuentemente, para que se manifieste a ustedes en Su Hijo."  Esta actitud Cristo-céntrica anima su correspondencia con su familia, amigos y estadistas.

RESUMEN

Dios levantó a los puritanos y a Oliver Cromwell para "arrancar y para destruir, para arruinar y para derribar, para edificar y para plantar" (Jeremías 1:10). "Nunca jamás," denota Samuel Rawson Gardiner, "apareció otra vez en Inglaterra una iglesia perseguidora apoyándose en el absolutismo real; una monarquía descansando sus reclamos únicamente en el derecho divino; un parlamento desafiando a los constituyentes por quienes había sido electo así como también el gobierno por el cual había sido llamado."  Todo esto debemos a Cromwell y a los puritanos por quienes él habló.

Benjamín Hart contiende que América debe su libertad política y religiosa, no principalmente a los romanos y griegos, sino a Cromwell y los puritanos a quienes nuestros padres fundadores admiraron profundamente. Si esto es verdad, América está en gran deuda al valeroso Oliver y los santos puritanos.


William P. Farley es pastor de Grace Christian Fellowship en Spokane, Washington. El es autor de For His Glory (Para Su Gloria), Pínchale, y Outrageous Mercy (Increíble Misericordia), Baker. Usted puede contactarse con él en el teléfono 509-448-3979. 
Soli Deo Gloria



jueves, 23 de noviembre de 2017

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Navidad (Reformadores, Puritanos, Bautistas)

Porque las costumbres de los pueblos son vanidad… (Jeremías 10:3)


NAVIDAD - CHRIST-MASS

Deseo citar primeramente al reformador Juan Calvino lo que  dijo respecto a la navidad cuando predicó el 25 de diciembre de 1551 (fue un jueves) sobre Miqueas 5:7-14. John Calvin, Sermons on the book of Micah, trans. and ed. B. W. Farley (1551; Phillipsburg, 2003), pp 302-04.

«Ahora, veo aquí más gente que la que estoy acostumbrado cuando doy un sermón. ¿Por qué será? Es día de navidad. ¿Y quién les dijo esto? Pobres bestias. Ese es un adecuado eufemismo para todos ustedes que han venido aquí hoy a honrar a Noel. ¿Pensaban que estarían honrando a Dios? Consideren qué tipo de obediencia a Dios vienen mostrando. En sus mentes, están celebrando un día santo para Dios, o convirtiendo el día de hoy en uno. Pero ya de eso. En verdad, mientras frecuentemente han sido amonestados, es bueno apartar un día del año en el cual recordamos todo lo bueno que nos ha ocurrido a causa del nacimiento de Cristo en el mundo, y en el cual escuchamos la historia de su nacimiento, el cual sería el domingo. Pero si piensan que Jesucristo hubo nacido hoy, están tan locos como bestias salvajes. Porque cuando elevan un solo día para adorar a Dios, lo han convertido en un ídolo. Es verdad, insisten que hacen esto por el honor a Dios, pero es más para el honor al diablo.

Deseo citar ahora a A. W. Pink, acerca del tema tratado... se hace la pregunta efectivamente, ¿Qué es “Navidad?” ¿El mismo término no denota su fuente: “Christ-mass”, “la misa de Cristo”? Esto es de origen romano, traído del paganismo. Pero, dice alguien, ¿No es la Navidad el momento en que conmemoramos el nacimiento del Salvador? ¿Y quién autorizó tal conmemoración? Ciertamente Dios no lo hizo. El Redentor ordenó a sus discípulos que lo “recordaran” en Su muerte, pero no hay una palabra en las Escrituras, desde Génesis hasta Apocalipsis, que nos dice que celebremos su nacimiento. Además, ¿Quién sabe cuándo y en qué mes nació? La Biblia es silenciosa al respecto. ¿Es sin razón que las únicas conmemoraciones de “cumpleaños” mencionadas en la Palabra de Dios son las de Faraón (Gn.40:20) y Herodes (Mt.14:6)? ¿Esto está escrito «para nuestra enseñanza»? Si es así ¿Hemos orado recibiéndola de corazón?

¿Y quién es el que celebra la “Navidad”? Todo el “mundo civilizado”. Millones de personas que no hacen profesión de fe en la sangre del Cordero, que lo “desprecian y rechazan”, y millones más que, aunque afirman ser Sus seguidores pero con  sus hechos lo niegan, se unen para divertirse bajo el pretexto de honrar el nacimiento del Señor Jesús menospreciándolo. Nos preguntamos, ¿Es apropiado que sus amigos se unan con sus enemigos en una ronda mundana de gratificación carnal? ¿Alguna verdadera alma nacida de nuevo realmente piensa que Aquel a quien el mundo rechazó está complacido o glorificado por tal participación en los deleites del mundo? Verdaderamente, las costumbres de la gente son «vanas»; y está escrito: «No seguirás a los muchos para hacer el mal» (Ex.23:2).

Consideremos ahora lo que nuestro SEÑOR tiene que decir sobre el tema.  ¿No fue la intención de Saúl de adorar a Dios cuando perdonó a Agag, el rey de los amalecitas, junto con sus mejores bestias y ganado?  Él dice tanto: “Quiero adorar a Dios”. La lengua de Saúl fue llena de devoción y buena intención. Pero ¿cuál fue la respuesta que recibió? ¡Adivino! ¡Hereje! ¡Apóstata! ¡Dices estar honrando a Dios, pero Dios te rechaza y desaprueba todo lo que has hecho! (ver 1 Samuel 15:8-9). Consecuentemente, lo mismo es la verdad de nuestras acciones. Porque no hay un día superior a otro. No importa si recordamos la natividad de Nuestro Señor en un miércoles, jueves, u otro día. Pero cuando insistimos en establecer un servicio de adoración basado en nuestros caprichos, blasfemamos a Dios, y creamos un ídolo aunque lo hayamos hecho en el nombre de Dios. Y cuando adoran a Dios en la ociosidad de un espíritu de día santo, ese es un pecado pesado de llevar, y uno que atrae a los demás al respecto, hasta que llegamos a la altura de la iniquidad. Por lo tanto, pongamos atención a lo que Miqueas dice aquí, que Dios no debe solamente despojar cosas que son malas en sí mismas, sino debe también eliminar todo que pueda fomentar la superstición. Una vez que hayamos entendido eso, ya no más encontraremos extraño que Noel no es guardado el día de hoy, pero que en el domingo celebremos la Cena del Señor y recitemos la historia de la natividad de nuestro Señor Jesucristo. Para aquellos que apenas conocen de Jesucristo, o que debemos estar sujetos a él, y que Dios quita todos estos obstáculos que nos previenen de llegar a él, esta gente, digo, van a apretar sus dientes. Vinieron aquí a la espera de una celebración con una intención equivocada, pero se irán con una total insatisfacción.»

El siguiente extracto es del libro del Teólogo Puritano Inglés, Williams Ames “Una Nueva Demanda en contra de la ceremonias humanas en la adoración a Dios” (1633), en donde cita al gran reformador Martin Bucer referente a los “días santos festivos” Católicos Romanos; esto nos demuestra la conexión teológica directa entre los Reformadores y los Puritanos Ingleses. Martín Bucero fue gran amigo de Juan Calvino, a quien invitó para que sea pastor de los refugiados Franceses en Estrasburgo:

“Yo pido a Dios que cada “día santo” (incluyendo la Navidad) y lo que sea, aparte del Día del Señor, fuera abolido. El celo el cual  [los “días santos”] trajo en primer lugar, fue sin justificación y orden de la Palabra, y solamente siguió la razón corrupta, y sacaron los días santos festivos de los paganos, como un clavo saca a otro. Esos “días santos” han sido corrompidos, con supersticiones, que me sorprende que no temblamos en su sola mención.”

– Martin Bucer (1491-1551), citado en William Ames (1576-1633) A Fresh Suit Against Human. Ceremonies in God’s Worship (1633), pp. 359-60.

El argumento Puritano del siglo XVII en Europa y América en contra de la celebración de la Navidad (y otras instituciones similares) es triple:

(1) Ningún tiempo de adoración es santificado, a menos que Dios lo haya ordenado;

(2) Los días de fiestas no bíblicas son una amenaza para el cumplimiento adecuado del Día del Señor, porque estas fiestas tienden a eclipsar la santidad que sólo pertenece a día del Señor,

(3) La observancia de las fiestas no bíblicas tiende hacia la superstición y la innovación en la adoración todas estas que son característicos del Catolicismo romano.

Para el Puritanismo, el testimonio más efectivo en la sociedad pagana e idolatra, no fue la observancia de la “navidad,” sino más bien la observancia del Día del Señor.

Los puritanos se preguntaron y dieron respuesta al mismo segundo mandamiento. En la Pregunta 108 dice ¿Cuáles son los deberes requeridos en el segundo mandamiento? Y se responde:

“Les deberes requeridos en el segundo mandamiento son recibir, observar y guardar puros y completos todo el culto religioso y las ordenanzas, tales como Dios las instituyó en su Palabra […] así como también el desaprobar, detestar y oponerse a todo culto falso, y conforme al estado y llamamiento de cada uno, destruirlo, así como a todos los objetos de la idolatría”.

En la Pregunta 109 que dice ¿Cuáles son los pecados prohibidos en el segundo mandamiento?

“Los pecados prohibidos en el segundo mandamiento son, todo lo que sea inventar, aconsejar, mandar, usar, y aprobar algún culto religioso por sabio que sea, pero que no haya sido instituido por Dios […] Todas las supersticiones engañosas, el corromper el culto de Dios, ya sea añadiéndole o quitándole, sean (supersticiones) inventadas y tomadas por nosotros mismos, o recibidas por tradición de otros, aun cuando vengan con el título de antigüedad, costumbre, devoción, buena intención o cualquier otro pretexto, la simonía, el sacrificio; toda negligencia, desprecio, impedimento, y oposición al culto y ordenanzas que Dios ha establecido”.

George Gillespie [1613-1648] (Pactante Escocés y Comisionado de Escocia a la Asamblea de Westminster), de su obra “Una disputa contra las Ceremonias Papistas Inglesas” Volumen uno, p. 80... terminare citando sus palabras.

"… al tener comunicación con los idólatras en sus ritos y ceremonias, nosotros mismos nos hacemos culpables de idolatría; así como Acaz (2 Reyes 16:10), fue un idólatra, quien tomó el patrón de un altar de idólatras…

...Así que, el arrodillarse ante el pan consagrado, el signo de la cruz, suplicios, días de fiesta (como la Navidad, Pascua, etc.), obispado, inclinarse ante el altar, la administración de los sacramentos en lugares privados, etc., todas estas prácticas son las mercancías de Roma, el bagaje de Babilonia, las baratijas de la prostituta, las insignias del papismo, y de los enemigos de Cristo, los mismos trofeos del anticristo. No podemos conformarnos, comunicar y compartir los símbolos con los papistas idólatras en el uso de la misma, sin hacernos nosotros mismos idólatras por participación...

...¿Podrá la casta esposa de Cristo tomar sobre ella los adornos de la prostituta? ¿Podrá el Israel de Dios simbolizar con ella lo que espiritualmente se llama Sodoma y Egipto? ¿Llevarán los redimidos del Señor las insignias de su cautiverio? ¿Deben los santos compartir con la marca de la bestia? ¿Deberá la iglesia cristiana ser como el anticristo? ¿Deberá lo santo ser como lo profano? ¿La religión como la superstición? ¿El templo de Dios como la sinagoga de Satanás?”

En conclusión...

«Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto» (Prov. 4:18). Donde hay un corazón que realmente desea agradar al Señor, Él amablemente otorga un conocimiento cada vez mayor de Su voluntad. Si Él se complace en usar estas líneas para abrir los ojos de algunos de su querido pueblo para reconocer lo que es un mal creciente, y para mostrarles que han estado deshonrando a Cristo al vincular el nombre del Hombre de Dolores (y tal era cuando estaba en la tierra) con una "FELIZ Navidad", entonces únase con el escritor en un arrepentimiento para con Dios de este pecado, buscando Su gracia para una completa liberación de él, y alábelo por la luz que Él le ha otorgado al respecto.

Amado compañero cristiano: «La venida del Señor se acerca» (Stgo. 5:8). ¿Realmente creemos esto? No lo creas porque el papado está recuperando el poder temporal que perdió, sino porque Dios lo dice: «porque por fe andamos, no por vista» (2 Cor.5:7). Si es así, ¿Qué efecto tienen tales creencias en nuestro caminar? Esta puede ser tu última Navidad en la tierra en medio de la cual el Señor puede descender del cielo con estruendo para reunir a los suyos a sí mismo. ¿Te gustaría ser llamado de entre una “fiesta de Navideña” para salir a encontrarlo en el aire? El llamado por el momento es «salid a recibirle» (Mt. 25:6) desde una cristiandad sin Dios, desde el horrible ‘burlesque’ de la “religión” que ahora se disfraza bajo Su nombre.

«Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo» (2 Cor. 5:10). ¡Qué solemne y escrutador! El Señor Jesús declaró «que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio» (Mt. 12:36). Si se va a tomar nota de cada «palabra ociosa», entonces lo más seguro es que cada energía desperdiciada, cada dólar desperdiciado, cada hora desperdiciada ¡también lo será! Si todavía estuviéramos en la tierra cuando lleguen los últimos días de este año, dejemos que el escritor y el lector busquen sinceramente la gracia para vivir y actuar con el tribunal de Cristo puesto delante de nosotros. Su «bien hecho» será una más amplia compensación por las burlas y burlas que ahora podemos recibir de las almas sin Cristo.

¿Algún lector cristiano imagina por un momento que cuando él o ella se presenten ante su santo Señor, lamentarán haber vivido “demasiado estrictamente” en la tierra? ¿Existe el menor peligro de que Él reprenda a alguno de los suyos porque eran “demasiado extremos” en «abstenerse de los deseos carnales, que batallan contra el alma» (1 Ped. 2:11)? Podemos ganar la buena voluntad y los buenos favores de los religiosos de hoy en día comprometiéndonos en “pequeños? puntos”, pero ¿Recibiremos Su sonrisa y aprobación ese día? Oh, ¡Qué podamos estar más preocupados por lo que Él piensa, y menos preocupados por lo que piensan los mortales que perecen!

«No seguirás a los muchos para hacer mal» (Ex. 23:2). Ah, es una cosa fácil dejarse arrastrar por la corriente de la opinión popular; pero se necesita mucha gracia buscada diligentemente de Dios, para nadar contra ella. Sin embargo, eso es lo que el heredero del cielo está llamado a hacer: «No [conformarse] a este siglo» (Rom. 12:2), negarse a sí mismo, tomar la cruz y seguir a un Cristo rechazado. Qué tanto el escritor y el lector presten atención a la palabra del Salvador: «He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona» (Ap. 3:11). Oh, que cada uno de nosotros pueda decir con sinceridad: «De todo mal camino contuve mis pies, para guardar tu palabra» (Sal. 119:101).

Nuestra última palabra es para los pastores. Para ti, la Palabra del Señor es: «Sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza» (1 Tim. 4:12). ¿No es cierto que las “iglesias” más corruptas que conoces, donde se niegan casi todos los fundamentos de la fe, tendrán sus “celebraciones navideñas”? ¿Los imitarás? ¿Es consistente protestar contra los métodos no bíblicos de “recaudar dinero” y luego aprobar los no bíblicos “servicios navideños”? Busca la gracia para establecer firmemente, pero con amor, la verdad de Dios sobre este tema ante tu gente, y anuncia que no pueden participar en el seguimiento de las costumbres paganas, romanas y mundanas.

Entender el verdadero significado del nacimiento de Jesús y su obra culminada en la cruz dará propósito a vuestro entendimiento y no una fecha ni ninguna celebración, por ultimo invito a ser buenos hermanos como los de Berea a examinarlo todo y nada os robe toda celebración verdadera.

Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así. (Hechos 17:11)  

Soli Deo Gloria


sábado, 30 de septiembre de 2017

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Por qué debemos leer a los Puritanos?

El libro de La Espiritualidad Puritana y Reformada,  tras una lectura  el Dr. Joel R. Beeke muestra en la vida de los puritanos en sus vidas personales una teología en llamas de los cuales hoy podemos aprender lecciones espirituales. Estos hombres aún hoy son citados y mencionados en las confesiones de fe y en pulpitos dejándonos un legado. Un texto de historia, teología sistemática y práctica, biografía y apologética todo en uno: un ejemplo de las vidas de los puritanos en el contexto de la historia, doctrina y práctica de la Iglesia.

Cuando comencé a leer literatura reformada, en varios libros se decía que existe la necesidad de ir a las fuentes, de escudriñar y descubrir nuestra historia como creyentes en Cristo Jesús. Bueno, fui uno de los que por la providencia de Dios llegué a descubrir una teología cubierta de piedad y fuego, ese fuego que no se encuentra en la ortodoxia muerta o, mejor dicho, en el academicismo que profesa ser la cúspide de la razón pero que no mueve un solo musculo del corazón por vivir en piedad.

En mi búsqueda llegué a los Puritanos de los cuales: John Owen, Thomas Watson, William Ames y otros, me dieron una perspectiva más clara y contundente de lo que es vivir para la gloria de Dios. Hoy más que nunca es necesario mirar al pasado y escarbar en una teología que se ha olvidado. Por esto deseo escribir y mostrar el pensamiento de algunos siervos de Dios, los llamados “Puritanos”.

Los puritanos, según Dr. Martyn Lloyd Jones, “empezaron a pensar que la Reforma en Inglaterra había sido incompleta, y que no bastaba con cambiar la doctrina y librarse de la falsa enseñanza católica romana. Había que reformar hasta sus últimas consecuencias: también en el terreno de la práctica. Surgió la opinión de que la Reforma se había quedado corta. Estas es, indudablemente, la nota más esencial y característica del puritanismo: el sentimiento de que no se había llegado lo suficientemente lejos reformando”.

Puritanismo una pequeña introducción

Originalmente, el termino Puritano fue peyorativo. Como Leonard Trinterud dice: “A lo largo del siglo dieciséis fue usado más a menudo como un adjetivo menospreciador que como un nombre sustantivo, y fue rechazado como difamatoria en cualquier lugar que fuese aplicado”.

Los primeros puritanos eran hombres que no podían aceptar que la obra estuviera ya completa ni descansar satisfechos con ella en su imperfección. Deseaban hacer a la Iglesia un instrumento tan perfecto como fuera posible para la promoción de la verdadera religión y por tanto rechazaban completamente todo lo que tolerara el error y la superstición católica. No ponían objeciones a la relación de la Iglesia con el Estado o a algún control por las autoridades civiles. Se sometieron a las regulaciones que tales autoridades aprobaban, pero, ya sea consistente o inconsistentemente, resistieron aquellas que les parecía inapropiadas o contrarias a los intereses de la verdad protestante. No actuaron solo o principalmente, como a veces se les ha acusado, por hostilidad al gobierno eclesiástico de los obispos, sino por la intensa convicción de que la jerarquía, tal como era y parecía que iba a quedar siendo, era destructiva para la pureza de la verdadera religión.

Las Escrituras fueron la pieza central del pensamiento y vida de los puritanos. El puritanismo fue, por sobre todas las cosas, un movimiento bíblico. Para los puritanos la Biblia era en verdad la posesión más preciosa que el mundo podría permitirse. Su convicción más profunda era que la reverencia a Dios significaba reverencia por las Escrituras, servir a Dios significa obediencia a las Escrituras. Por lo tanto, para su mente no podría darse un insulto mayor al Creador que rechazar su palabra escrita y, por el contrario, no podría haber un acto de reverencia más elevado que apreciarla, estudiarla con detenimiento y luego vivirla y enseñarla a otros. La intensa veneración por las Escrituras como la palabra viva del Dios viviente y un devoto interés por conocer y hacer todo lo que prescriben, fue el distintivo sobresaliente del puritanismo.

La Meditación

La mayoría de nosotros no estamos acostumbrados a temas como estos, no se nos enseñó sobre la “Meditación” en la Palabra de Dios, algo que debería ser una práctica normal dentro de la cristiandad: “Alzaré asimismo mis manos a tus mandamientos que amé, y meditaré en tus estatutos” (Sal. 119:48). Y debido a esto, existe un obstáculo para el crecimiento de los cristianos de hoy, y es la falta de cultivación del conocimiento espiritual. Somos faltos en dar el tiempo suficiente a la oración y la lectura de la Biblia, y hemos abandonado la práctica de la meditación.

Los puritanos jamás se cansaron de decir que la meditación bíblica implica pensar en el Dios trino y su Palabra. Anclando la meditación en la Palabra viva, Jesucristo, y en la Palabra escrita, la Biblia, los puritanos se distanciaron del tipo de espiritualidad falaz o misticismo que acentúa la contemplación a expensas de la acción, y acude a la imaginación a expensas del contenido bíblico. No se debe evitar este tema, aunque parezca innecesario a primera vista, somos llamados a meditar en Su Palabra de día y de noche, pero no solo elevar la razón a tan altos preceptos sin que éstos produzcan transformación en la totalidad de nuestra vida. Thomas Watson definió la meditación como “un santo ejercicio de la mente por el que traemos a la memoria las verdades de Dios y, con seriedad, reflexionamos sobre ellas y nos las aplicamos.

La Biblia habla a menudo de la meditación: “Sean avergonzados los soberbios, porque sin causa me han calumniado; pero yo meditaré en tus mandamientos” (Sal. 119:78); “Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche” (Sal. 1:1-2). La meditación era un deber diario que potenciaba todos los demás deberes de la vida cristiana del puritano. Así como el aceite lubrica un motor, la meditación facilita el diligente uso de los medios de gracia (la lectura de la Escritura, la audición de sermones, la oración y todas las demás ordenanzas de Cristo), acentúa las marcas de la gracia (arrepentimiento, fe, humildad) y fortalece las relaciones con los demás (amor a Dios, a los otros cristianos, al prójimo en general).

Edmund Calamy escribió: “La verdadera meditación es cuando un hombre medita en Cristo de tal manera que logra que su corazón se inflame del amor de Cristo; medita en las verdades de Dios de tal manera que se transforma en ellas; y medita en el pecado de tal manera que logra que su corazón aborrezca el pecado”.

Lamentablemente muchos se equivocan al pensar que el estudiar teología sólo trata de afirmaciones acerca de Dios, y debido a esto, el academicismo los ha llevado a tener vidas frías y alejadas de lo que ellos mismos profesan. La meditación sobre estas verdades teológicas debería llevarlos a que la totalidad de su corazón se dirija al único y santo Dios digno de gloria y alabanza, pero ellos, lamentablemente, desconocen que la teología es más bien el conocimiento de cómo vivir para Dios. Por esto es necesario el estudio y compresión de estas prácticas. La meditación puritana era más que un particular medio de gracia. Era un método comprensivo de devoción puritana –un arte bíblico, doctrinal, experimental y práctico-. William Bridge dijo: “La meditación es la aplicación vehemente o intensa del alma a alguna cosa, sobre la que la mente del hombre reflexiona, se detiene y se aferra, para su propio provecho y beneficio” que, a su vez, conduce a la gloria de Dios.

La Santificación

“La santificación no es una forma muerta, sino que está inflamada de celo. Decimos que el agua está caliente cuando lo está en tercer o cuarto grado; así aquel cuya religión ha alcanzado cierto punto de calor, y cuyo corazón hierve de amor hacia Dios, es santo” (Thomas Watson).

La santidad es un sustantivo que guarda relación con el adjetivo santo y el verbo santificar, lo cual quiere decir para “hacer santo”. En ambos lenguajes bíblicos, el hebreo y el griego, santo significa separado y apartado para Dios. Para el cristiano, apartarse significa, negativamente separado del pecado, y positivamente, consagrado o dedicado para Dios y conformado para Cristo.

Para el puritano la santificación es hermosa; hace que Dios y los ángeles se enamoren de nosotros: “La hermosura de la santidad” (Sal. 110:3). La santificación es para el alma lo que el sol es para el mundo: la embellece y la adorna a los ojos de Dios. La importancia de la santificación en el creyente para un puritano tenía que ver directamente con la justificación, ya que de ella se manifiestan consecuencias, por así decirlo, que son vistas en un creyente verdadero. Para ellos es un cambio real en el hombre de la miseria del pecado a la pureza de la imagen de Dios.

“Más ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna” (Romanos 6:22). Para los puritanos, puesto que ha habido tales intervenciones divinas en nuestras vidas estamos obligados a vivir de una manera que refleje ese milagro interno. Martyn Lloyd Jones escribe: “Habiéndosenos liberado del pecado y hechos esclavos de Dios, vivimos una vida de santidad y experimentamos cada vez más la semejanza con Cristo, dando fruto que confirme nuestra fe a medida que maduramos y avanzamos en la vida cristiana. Más y más fruto para Dios y una santidad creciente, en vez de ¡pecado desenfrenado porque no estamos bajo la ley sino bajo la gracia que siempre sobreabunda!”.

Como vemos la búsqueda de la santidad es bíblica, y los puritanos en un sano deseo de agradar a Dios hacían el llamado a la santificación como algo necesario a partir del fruto de una verdadera conversión, lo cual llevaba a la auto examinación que es vital en la vida del creyente. Juan Calvino escribió: “Si no somos demasiado necios estas cosas deben producir en nosotros odio y horror al pecado, y amor y deseo de justicia”.

El pensamiento puritano creía que la verdadera fe se manifiesta en obediencia y santificación con respecto a la verdad revelada de Dios en su santa Palabra, como algo natural que fluye de una nueva criatura. John Owen escribe: “La manera por la cual la verdadera fe se manifiesta en las almas y en las conciencias de los creyentes, en su apoyo y consuelo en todos sus conflictos con el pecado, en todas sus pruebas y tentaciones, es una constante aprobación de la revelación de la voluntad de Dios en La Escritura concerniente a nuestra santidad, y la obediencia a ella que él requiere de nosotros. La fe nunca renunciará a esto, cualesquiera que sean las pruebas que pueda sufrir, cualquiera que sea la oscuridad en que pueda caer la mente. Se ajustará a esto en todas las extremidades”.

La santificación solo es aprobada y deseada por aquel que ha sido realmente traído de las tinieblas a la Luz, porque él se deleita en la ley de su Señor y busca agradar a su amado Salvador, por el contrario, el impío no se sujetará a las demandas de Dios, ni puede hacerlo. John Owen escribe: “Ningún hombre, sin la luz de la fe salvadora, puede aprobar constantemente y universalmente la revelación de la voluntad de Dios, en cuanto a nuestra santidad y obediencia”.

La santificación, como vemos, fluye de un verdadero hijo de Dios. Somos llamados a vivir para la gloria de Dios, y cuando nos referimos a este tema, la santificación toca cada área de nuestras vidas llevándonos a ser imagen de nuestro amado Salvador Jesucristo. Por esto, es urgente examinarnos y ver cuál sea nuestro andar en esta vida, con esto no estoy negando nuestra libertad en Cristo, pero es terrible, y debería serlo, cuando esa libertad se vuelve en libertinaje.

Para terminar, John Owen escribe: “Como la santidad reside en los creyentes, es un principio permanente de vida espiritual, de luz, de amor y de poder, que actúa en toda el alma y en todas las facultades de la mente, permitiéndoles aferrarse a Dios con propósito de corazón y vivir para él en todos los actos y deberes de la vida espiritual. Esto es lo que el Espíritu Santo es “en ellos un pozo de agua, que salte para vida eterna” (Juan 4:14).

Confesionalidad

Para la mayoría el Puritanismo es un término “nuevo” y extraño, y cuando digo mayoría, hablo de la línea “reformada” en el presente, que desconoce nuestras raíces. Existe una crítica apresurada y despiadada con respecto a estos hombres piadosos, y muchas veces somos guiados por caricaturas fuertemente marcadas por el liberalismo teológico que se ve en peligro ante una Ortodoxia que va de la mano con la Ortopatía.

Los Puritanos eran confesionales, es más, dentro de aquellos 121 teólogos que se reunieron para confeccionar la Confesión de fe de Westminster habían Puritanos: 
“El 1º de julio de 1643 la Asamblea se reunió en la capilla del Rey Enrique VIII. Sin embargo, según comenta Warfield, debido a la llegada de un otoño muy frío, el 12 de octubre de 1643 el lugar de reuniones fue transferido a una sala más cómoda, llamada «sala Jerusalén». Aquí se llevó a cabo todo el trabajo de la Asamblea de teólogos (Warfield 1991, 3). Para seleccionar los miembros de la Asamblea se procedió de la siguiente manera: dos de cada condado inglés, uno de cada condado de Gales, dos de las Islas del Canal de la Mancha, uno de cada universidad, y cuatro de Londres. En total se reunieron 121 teólogos (Warfield 1991, 11-12). La Iglesia de Escocia envió 8 delegados: Robert Douglas, Alexander Henderson, Robert Baillie, el conde de Cassilis y el Lord de Matiland (del partido puritano), y Samuel Rutherford, George Gillespie y Archibald Johnston of Wariston (del partido del viejo orden eclesial) (Warfield 1991, 30, nota 58; Hetherington 1991, 126)”.

Según Martyn Lloyd Jones, Knox es el fundador del Puritanismo porque exhibe con enorme claridad los principios que seguían a los Puritanos y entre los cuales se encuentra, primeramente y ante todo, la suprema autoridad de las Escrituras como Palabra de Dios. Este mismo hombre del cual se habla, debido a su constante predicación de la Palabra de Dios nacieron grandes grupos de cristianos cuya fe estaba fundada en la Palabra de Dios, quienes a su vez constituyeron la base para dar nacimiento a la Iglesia Presbiteriana de Escocia en 1560. Dicha iglesia elaboró su propia confesión de fe denominada La confesión de fe de los escoceses, la cual fue reconocida por el Parlamento escocés en el año 1657.
Como vemos, la estructura confesional estaba arraigada en el pensamiento Puritano, es más, nuestra confesión está confeccionada por hombres piadosos que buscaban aplicar la Palabra de Dios a sus propias vidas y, por supuesto, en todas las esferas de la vida cristiana, no por nada naciones completas fueron impactadas por una predicación coherente con la doctrina, pero mucho más abundante en la piedad y la llenura del Espíritu Santo.

Thomas Watson, un teólogo Puritano, publicó una serie de libros acerca de temas prácticos, y de una naturaleza provechosa, pero su obra principal fue un tratado de Teología, en 176 sermones, acerca del Catecismo de la Asamblea de Westminster, que no apareció hasta después de su muerte. Se publicó en un libro en folio en 1692… Durante muchos años este libro se siguió utilizando para instruir a la gente corriente en cuestiones de teología, y aún es muy común encontrarlo en cabañas de los campesinos escoceses. Al igual que los reformadores, los puritanos eran catequistas. Creían que los mensajes del púlpito debían ser reforzados por el ministerio personalizado mediante la catequesis – la instrucción en las doctrinas de la Escritura usando los catecismos-. La catequesis puritana fue evangelizadora en varios sentidos. Varios de los ministros puritanos crearon catecismos con la mentalidad de ayudar a los niños, jóvenes y adultos en comprender las doctrinas de la Escritura. En su mayoría la catequesis era la continuación de los sermones, y una manera de alcanzar al prójimo. Joseph Alleine, según dicen, continuaba su obra del domingo, cinco días a la semana, catequizando a miembros de la Iglesia y alcanzando con el evangelio a gente que se encontraba en las calles. Como vemos la catequesis era evangelizadora, y con razón de examinar el corazón de las personas. Tanto Reformados como puritanos usaron estos métodos bíblicos de enseñanza y evangelización, un sistema que con el tiempo fue perdiéndose y quedando en el olvido. En los siglos en que el avivamiento protestante estuvo en su más alto nivel, estos métodos eran las bases en las comunidades de creyentes. La base doctrinal es una falencia dentro de las iglesias confesionales en este siglo, y al echar una mirada al pasado, es necesario reconocer que el vino viejo es mejor que el nuevo.

Debo decir que he leído ya varias veces el libro de Thomas Watson, y en su totalidad ha sido de mucha ayuda y bendición para mi vida personal. Cada tratado que aborda tiene aplicaciones para la vida cotidiana, como también de exhortación que muchas veces me llevaron a corregir mi comportamiento en arrepentimiento. No es mi deseo discutir de cosas vanas sobre estos temas, solo expresar de forma sincera la riqueza que puede encontrarse en literatura como esta. Hoy más que nunca la Iglesia debe detenerse y examinarse con respecto a lo que profesa, y supuestamente vivimos. Hoy tenemos a muchos teólogos encantados con la literatura y vidas de hombres que fueron usados grandemente por Dios, pero lamentablemente lo doctrinal solo ha quedado en las paredes que rodean la razón y no han producido un corazón nuevo que viva para la gloria de Dios. Sé que algunos se alborotan ante el Puritanismo y lo entiendo, debido a que ellos también cayeron en errores, pero queridos hermanos, no levantemos “hombres de Paja” al ver a hermanos sinceros en la búsqueda y práctica de la piedad. Por otro lado, sabemos que existen extremos (como en todos lados), pero no tengamos la vista tan corta, examinemos y probemos, ya que a su tiempo se verán los frutos.

Te animo a que leas y examines la vida y teología de estos hombres, la cual, por la gracia y providencia de Dios me ha ayudado y fortalecido en los momentos más secos de mi vida espiritual, y donde muchas veces mi corazón a ardido por la gloria de Dios.

“Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia; vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados. Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Por esto, yo no dejaré de recordaros siempre estas cosas, aunque vosotros las sepáis, y estéis confirmados en la verdad presente. Pues tengo por justo, en tanto que estoy en este cuerpo, el despertaros con amonestación; sabiendo que en breve debo abandonar el cuerpo, como nuestro Señor Jesucristo me ha declarado. También yo procuraré con diligencia que después de mi partida vosotros podáis en todo momento tener memoria de estas cosas” (2 Pedro 1:3-15).

Así podéis descubrir por vosotros mismos el gran gozo que acompaña la lectura de la literatura puritana.
Joel Beeke, La Espiritualidad Puritana y Reformada.
Soli Deo Gloria


viernes, 15 de julio de 2016

Casuística puritana

1. ¿Qué es la casuística y por qué se centran en ella los puritanos?

La casuística consiste en enseñar a las personas cómo se sabe lo que Dios quiere que hagan en situaciones específicas y cómo vivir con la conciencia tranquila delante de Dios. Trata, en particular, los “casos de conciencia” o las cuestiones éticas y espirituales. La Reforma del siglo XVI trajo un entendimiento renovado de la justificación solo por fe y de la santificación por el Espíritu Santo, pero estas mismas doctrinas suscitaron preguntas como: “¿Cómo puedo saber si tengo esa fe que me justifica?” o “¿Qué significa agradar a Dios en mi trabajo?”. Por consiguiente, como herederos de la Reforma los puritanos desarrollaron respuestas basadas en la Palabra de Dios para ese tipo de preguntas.

2. ¿Qué lugar tenía la consejería para los puritanos? ¿Era algo que hacían principalmente en el culto de adoración corporativa o se hacía de uno en uno y en privado?

La respuesta es: ambas cosas. William Perkins, que escribió un tratado fundamental sobre la predicación, afirmó que el predicador debe aplicar la ley y el evangelio a las diversas condiciones espirituales específicas en las que las personas se encuentran. Alguien ignorante y a quien resulta muy difícil enseñar necesita un trato sumamente diferente del que se le daría a alguien quebrantado bajo la culpa del pecado. Algunos oyentes necesitan leche y otros, carne sólida.1 Cincuenta años más tarde, la Asamblea de Westminster, en el Directorio para la Adoración Pública a Dios, declaraba que el ministro “no debe acomodarse en la doctrina general”, sino “hacer que se comprenda” mediante aplicaciones específicas entre las que se incluyen enseñar la verdad, refutar los errores, exhortar a la obediencia, advertir contra el pecado, aplicar el consuelo, y dirigir el autoexamen. Como resultado de semejante planteamiento de la predicación, los sermones puritanos estaban llenos de consejos prácticos.

Al mismo tiempo, los puritanos reconocían que un pastor debe aconsejar a las familias y a los individuos de una forma más personal. Algunos puritanos se dedicaban a esto más que otros. John Owen dijo que algunas personas de la iglesia se enfrentarán a dificultades espirituales particulares, como el “terror del Señor” en aquellos que están convencidos de pecado, pero que todavía no se han convertido; los que vuelven a caer en el pecado después de la conversión; los que sufren grandes y largas aflicciones; los que se sienten abandonados por Dios y los que padecen horribles tentaciones de Satanás. Entender sus casos y proporcionarles la medicina espiritual adecuada para sanarlos, prestarles atención a estas personas y preocuparse por ellas con paciencia y ternura forma parte del llamamiento del pastor. La obra personal es muy fructífera tanto para consuelo como para reprensión. Richard Baxter declaró: “Por experiencia he descubierto que un borracho ignorante que lleva tanto tiempo siendo un oyente improductivo, lograba más conocimiento y sentía más remordimiento de conciencia en una conversación cercana de media hora que en diez años de predicación pública”.4Predicar la Palabra es el principal medio de gracia, pero la consejería personal juega también un papel relevante.

3. La casuística era un énfasis importante para los puritanos, pero esta palabra no es lo único que se ha ido perdiendo; también se ha desvanecido su práctica. ¿Qué hemos perdido? ¿Qué ganaríamos si la recuperáramos?

Casi hemos cortado la experiencia y la práctica de la doctrina bíblica. Por una parte, esto ha resultado en ocasiones en la predicación que se queda satisfecha simplemente con enseñar, o con las aplicaciones más generales. Las congregaciones se convierten en centros de enseñanza que producen cristianos informados, pero que no saben cómo relacionar sus experiencias y sus batallas particulares para ser santificados según la Palabra. El regreso a la casuística puritana haría que la predicación fuera mucho más práctica. También manifestaría más de la sabiduría de Dios, al sentir las personas ese “¡Vaya! ¡Ese soy yo!” porque sus corazones resuenan con la forma en que la Biblia describe diversas experiencias espirituales.

Por otra parte, este divorcio entre el corazón cristiano y la cabeza cristiana ha resultado, algunas veces, en consejería que no se basa en las sanas doctrinas de la Escritura, sino que sigue más bien la psicología secular (con unos pocos versículos por aquí y por allá). Este tipo de consejería puede convertirse en poco más que afirmar cualquier cosa que alguien sienta, en lugar de hablar con autoridad a las tristezas y los pecados de una persona. La casuística puritana haría que las consejerías fueran más bíblicas. También exhibiría más de la autoridad y del poder de Dios, porque él no solo se compadece, sino que ordena, juzga y libera a los cautivos. Un ejemplo puritano de ese tipo de consejería casuística se puede encontrar en William Bridge, A Lifting Up for the Downcast [Ánimo en la depression].

4. Una aplicación que usted saca es “ser un predicador de la Palabra y no un examinador de sentimientos”. ¿Por qué es esto tan importante? ¿Cómo puede asegurarse un pastor de estar haciendo esto?

Ciertamente, un pastor debería formular preguntas sobre las experiencias, las acciones y las circunstancias de la persona. Sería un necio si hablara antes de escuchar. Pero el pastor no debe permitir jamás que las expectativas de recibir el respeto positivo incondicional (o su propio deseo de agradar a las personas) lo conviertan en un adulador y un lisonjero. El pastor es, más bien, un mensajero del Señor de los ejércitos (Mal. 2:7). Debe ordenar a las personas que se arrepientan y crean el evangelio, porque el reino de Dios se ha acercado (Mr. 1:15). Debería preguntarse a sí mismo: “¿Mi predicación y mi consejería aplican tanto la ley como el evangelio? ¿Es Cristo su sustancia y supremo por encima de todo? ¿Estoy preparando las almas para el Día del Juicio?”. La idea de que limitarse a hablar sobre sentimientos hace que las dificultades se resuelvan es profundamente equivocada. El arrepentimiento y la fe deben ejercerse en los detalles o en los pequeños cambios.

5. Si un pastor o cualquier otra persona quisiera ser aconsejada por los puritanos sobre casuística, ¿cuáles serían los mejores libros a los que se podría recurrir?

Los principiantes podrían comenzar con Thomas Brooks, Precious Remedies against Satan’s Devices[Remedios preciosos contra las artimañas de Satanás], una gran ayuda con respecto a los casos específicos de tentación y, como ya mencioné con anterioridad, William Bridge, A Lifting Up for the Downcast.

Una amplia visión de la casuística puritana para la vida cristiana se puede encontrar en Robert Bolton,General Directions for a Comfortable Walking with God.

Los lectores más avanzados que estén dispuestos a enfrentarse a las publicaciones del siglo XVII se beneficiarán de leer el texto puritano clásico de William Ames, Conscience with the Power and Cases Thereof (digital o impreso).
El súmmum de la casuística puritana es Richard Baxter, The Christian Directory (descatalogado, pero disponible en formato digital); pero a Baxter hay que leerlo con mucho cuidado, porque está en el error en sus opiniones sobre la expiación y la justificación.

Recomiendo altamente la lectura regular de sermones puritanos como los de Thomas Manton sobre Hebreos 11. Se puede leer mucho sobre consejería bíblica con solo prestar una atención especial a las aplicaciones (“usos”) en cada sermón.

Vía: http://www.ibrnj.org

Soli Deo Gloria