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sábado, 31 de octubre de 2020

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¿Qué es una iglesia reformada?

Al conmemorarse los 503 años de la reforma protestante es bueno recordar lo que hace una Iglesia Reformada.

"Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe; como está escrito: MAS EL JUSTO POR LA FE VIVIRA." Romanos 1:17  

Una iglesia reformada es aquella que sigue los pasos de la reforma protestante en pleno S. XXI, enseñando la soberanía de Dios sobre todas las cosas, incluida nuestra salvación, el perdón de los pecados por la gracia gratuita de Dios mediante la fe en Jesucristo, la centralidad de la obra del Espíritu a través de la iglesia en el plan de Dios para la salvación de la raza humana, y la supremacía de la Biblia como nuestra única guía y autoridad infalible.

Debido a que creemos que las Escrituras son la única autoridad infalible para la fe y la vida, hacemos de la enseñanza de esas Escrituras el centro de nuestra adoración y la vida de nuestra iglesia. No predicamos las opiniones de los hombres. La adoración a Dios no es un momento para un programa de comedia, un discurso motivacional o una conferencia universitaria; es el anuncio público del evangelio de Jesucristo y la preparación de discípulos para Cristo.

Debido a que creemos en la soberanía de Dios sobre todas las cosas, enseñamos que Dios eligió a Su pueblo para salvación antes de que comenzara el mundo. Dios envía su Espíritu a sus elegidos para que obren la fe en ellos en el tiempo señalado, de modo que nuestra conversión sea el resultado de su primera obra en nosotros.

Debido a que creemos que la iglesia es fundamental para la obra del Espíritu de propagar la fe salvadora de Cristo en todo el mundo, seguimos de cerca la enseñanza de las Escrituras sobre cómo debe funcionar una iglesia y qué debe hacer. Creemos en la importancia de un gobierno eclesiástico saludable, para que nuestros líderes y nuestra gente se rindan cuentas unos a otros, y porque creemos que la iglesia de Cristo debe estar unificada, pertenecemos a una denominación, para que podamos trabajar juntos. otros cristianos en otros lugares tanto como sea posible, sin dejar de ser fieles a nuestras convicciones.

Enseñamos la teología del pacto, la creencia de que Dios trabaja con la raza humana a través de pactos. Dios instituyó el pacto de redención desde la eternidad para con su pueblo después de que la raza cayó en pecado a través de Adán. En ese pacto, Dios prometió un salvador que redimiría a su pueblo de la ruina y la destrucción del pecado, y esto lo ha hecho a través de Jesucristo. Dios siempre ha tenido un pueblo visible en la tierra que se conoce como su "pueblo del pacto", porque Dios preserva el conocimiento de su pacto en ese pueblo. Antes de Cristo, ese pueblo era la nación de Israel; después de Cristo, es la iglesia, ya que el derramamiento del Espíritu Santo en Pentecostés transforma a Israel en el cuerpo espiritual que siempre tuvo la intención de ser, y como Israel nacional fue rechazado por su rechazo del Mesías.

Bautizamos a creyentes profesos en su fe verdadera y arrepentimiento para con Dios, ya que las Escrituras enseñan que el bautismo es para creyentes arrepentidos, demostrando así ser del pueblo del pacto, Los sacramentos son enseñanzas visibles de la gracia de Dios y nos promete que, si realmente creemos en el evangelio, las bendiciones que los sacramentos nos muestran serán verdaderamente nuestras. Esto contrasta con la Iglesia Católica Romana que, aunque también bautiza a bebés, lo hace por razones completamente diferentes, creyendo que el sacramento en sí mismo, sin la presencia de la fe, quita los pecados del niño.

Creemos que el Espíritu de Dios obra a través de la iglesia para lograr el propósito para el que fue creada, que es la difusión del evangelio por todo el mundo y la formación de discípulos. Las Escrituras enseñan que el arrepentimiento del pecado es un aspecto esencial de la conversión. Por lo tanto, promovemos y enseñamos la aplicación de los principios bíblicos en cada área de nuestra vida, incluida nuestra familia, nuestra vida vocacional, nuestros deberes como ciudadanos, nuestro entretenimiento y nuestro cuidado del cuerpo. Dios creó a Adán para que dominara, para que fuera un mayordomo sabio de toda la creación. Aunque Adán falló en esa tarea, Cristo vino a restaurarnos a ella y, por lo tanto, el evangelio se aplica a todo lo que hacemos en nuestra vida. Las Escrituras nos enseñan que esta tarea se logra mejor mediante el establecimiento de una comunidad centrada en Cristo que busca construir una verdadera comunión unos con otros, edificando amorosamente unos a otros en la verdad y responsabilizándonos mutuamente cuando lo necesitemos.

Las Iglesias Reformadas mantienen una confesión de fe, Ejm. Como la CBL 1689 y Catecismos. Estas confesiones no reemplazan las Escrituras, ni siquiera las complementan. Son nuestro entendimiento común de lo que enseñan las Escrituras, ya que incluso el diablo viene citando las Escrituras para sus propios fines malvados.

La historia de la reforma protestante

La Reforma Protestante del siglo XVI fue uno de los eventos más significativos en la historia de la iglesia, desde la vida de Cristo y la fundación de la iglesia. Hombres como Martín Lutero, Ulrich Zwinglio, John Knox y John Calvin comenzaron a cuestionar muchas de las diferentes prácticas y creencias de la Iglesia Católica Romana, que en ese momento era la única iglesia cristiana en Europa. Estos "reformadores" no creían que el Papa era infalible, que los cristianos debían estar orando a los santos, que el pan y el vino de la Cena del Señor se convertían en el verdadero cuerpo y sangre de Cristo, o que los sacramentos de la iglesia por sí mismos. podría quitar el pecado. Originalmente, muchos de estos hombres eran parte de la iglesia romana y no tenían la intención de comenzar una nueva iglesia; querían reformar la iglesia, y por eso fueron llamados reformadores. Pero el liderazgo de la iglesia rechazó sus protestas y excomulgó a muchos de ellos, incluido Martín Lutero, quizás la figura más prominente de la Reforma temprana. Entonces no tuvieron más remedio que comenzar nuevas iglesias, y estas iglesias fueron conocidas como iglesias protestantes, porque comenzaron como protestas contra los abusos de la Iglesia Católica Romana.

Los protestantes enseñaron las "Cinco Solas" en contradicción con la enseñanza de la Iglesia Católica:

-Sola Scriptura - Las Escrituras son la única autoridad infalible para la fe y la vida. Esto rechazó la enseñanza de la Iglesia Romana que pone las tradiciones de la iglesia al mismo nivel que las Escrituras. Asimismo, hoy en día, las opiniones de los hombres, los descubrimientos científicos o los estándares de una cultura nunca pueden anular la palabra de Dios.

-Sola gratia - Somos salvos solo por gracia, lo que significa que nada en nosotros merece los grandes dones que Dios nos da, sino que nos los da únicamente porque es bondadoso. La iglesia romana enseñó que el pecador coopera con la gracia de Dios para recibir la salvación. El hombre siempre busca agregar su propio mérito a la gracia de Dios para poder atribuirse el mérito de su propia salvación. Pero las Escrituras enseñan que somos salvos por gracia mediante la fe, de modo que nadie puede jactarse ante Dios.

-Sola fide - Somos justificados solo por la fe. "Justificación" significa que nuestros pecados son perdonados y se nos considera justos ante Dios en Cristo, únicamente porque creemos en Jesucristo. Jesús dijo que el que cree en Él tendrá vida eterna, y no agregó ninguna condición a esa, la fe.

-Solus Christus - Solo Cristo es el mediador entre Dios y el hombre. Los protestantes rechazaron cualquier idea de un sacerdocio o santos que se interpusieran entre Dios y el hombre, que dispensaran la gracia de Dios al hombre. Enseñaron el "sacerdocio del creyente", que todo creyente es un sacerdote ante Dios. El clero sirve en la iglesia como liderazgo y como maestro, pero no ocupa una posición más alta en una jerarquía entre el hombre y Dios. Además, los protestantes rechazaron cualquier idea de un papa u obispo como vicario de Cristo y condenaron la práctica de rezar a los santos o ángeles.

-Soli Deo gloria - Solo para la gloria de Dios. María y los santos no deben ser adorados ni postrados, ni deben dedicarse días santos al recuerdo de sus buenas obras. Solo Dios puede ser adorado, y solo Dios debe recibir crédito por nuestra salvación y nuestras buenas obras, ya que Dios es completamente soberano en lograr la salvación de los pecadores.

Los dos grupos principales al comienzo de la Reforma Protestante fueron los Luteranos y los Reformados. Los luteranos fueron las iglesias que siguieron más de cerca la doctrina de Martín Lutero, mientras que los reformados se adhirieron más de cerca a la teología de Calvino y Zwinglio. Difirieron sobre la naturaleza de la Cena del Señor; los luteranos creían que el cuerpo físico de Cristo estaba presente en el pan y el vino de la Cena del Señor, mientras que los reformados creen que Cristo está presente solo en un sentido espiritual. Los luteranos también negaron la doctrina de la elección que enseñaron los reformados. Finalmente, diferían en la adoración: los luteranos creían que podían adorar a Dios de cualquier manera que no estuviera explícitamente prohibida en las Escrituras, mientras que los reformados creían que Dios podía ser adorado, y debía ser adorado, por los medios que Él mismo nos enseñó en Su palabra.

Las iglesias reformadas hoy en día siguen los pasos de estos creyentes que fueron bendecidos por Dios para preservar la verdadera doctrina frente a la severa oposición y persecución de la corrupta iglesia medieval. Creemos que las Escrituras son nuestra única guía y autoridad infalible para todo lo que hacemos en la iglesia y en nuestras vidas. Buscamos ser fieles al mandato de Cristo de predicar el evangelio y hacer discípulos de todas las naciones.

Soli Deo Gloria


jueves, 23 de noviembre de 2017

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Navidad (Reformadores, Puritanos, Bautistas)

Porque las costumbres de los pueblos son vanidad… (Jeremías 10:3)


NAVIDAD - CHRIST-MASS

Deseo citar primeramente al reformador Juan Calvino lo que  dijo respecto a la navidad cuando predicó el 25 de diciembre de 1551 (fue un jueves) sobre Miqueas 5:7-14. John Calvin, Sermons on the book of Micah, trans. and ed. B. W. Farley (1551; Phillipsburg, 2003), pp 302-04.

«Ahora, veo aquí más gente que la que estoy acostumbrado cuando doy un sermón. ¿Por qué será? Es día de navidad. ¿Y quién les dijo esto? Pobres bestias. Ese es un adecuado eufemismo para todos ustedes que han venido aquí hoy a honrar a Noel. ¿Pensaban que estarían honrando a Dios? Consideren qué tipo de obediencia a Dios vienen mostrando. En sus mentes, están celebrando un día santo para Dios, o convirtiendo el día de hoy en uno. Pero ya de eso. En verdad, mientras frecuentemente han sido amonestados, es bueno apartar un día del año en el cual recordamos todo lo bueno que nos ha ocurrido a causa del nacimiento de Cristo en el mundo, y en el cual escuchamos la historia de su nacimiento, el cual sería el domingo. Pero si piensan que Jesucristo hubo nacido hoy, están tan locos como bestias salvajes. Porque cuando elevan un solo día para adorar a Dios, lo han convertido en un ídolo. Es verdad, insisten que hacen esto por el honor a Dios, pero es más para el honor al diablo.

Deseo citar ahora a A. W. Pink, acerca del tema tratado... se hace la pregunta efectivamente, ¿Qué es “Navidad?” ¿El mismo término no denota su fuente: “Christ-mass”, “la misa de Cristo”? Esto es de origen romano, traído del paganismo. Pero, dice alguien, ¿No es la Navidad el momento en que conmemoramos el nacimiento del Salvador? ¿Y quién autorizó tal conmemoración? Ciertamente Dios no lo hizo. El Redentor ordenó a sus discípulos que lo “recordaran” en Su muerte, pero no hay una palabra en las Escrituras, desde Génesis hasta Apocalipsis, que nos dice que celebremos su nacimiento. Además, ¿Quién sabe cuándo y en qué mes nació? La Biblia es silenciosa al respecto. ¿Es sin razón que las únicas conmemoraciones de “cumpleaños” mencionadas en la Palabra de Dios son las de Faraón (Gn.40:20) y Herodes (Mt.14:6)? ¿Esto está escrito «para nuestra enseñanza»? Si es así ¿Hemos orado recibiéndola de corazón?

¿Y quién es el que celebra la “Navidad”? Todo el “mundo civilizado”. Millones de personas que no hacen profesión de fe en la sangre del Cordero, que lo “desprecian y rechazan”, y millones más que, aunque afirman ser Sus seguidores pero con  sus hechos lo niegan, se unen para divertirse bajo el pretexto de honrar el nacimiento del Señor Jesús menospreciándolo. Nos preguntamos, ¿Es apropiado que sus amigos se unan con sus enemigos en una ronda mundana de gratificación carnal? ¿Alguna verdadera alma nacida de nuevo realmente piensa que Aquel a quien el mundo rechazó está complacido o glorificado por tal participación en los deleites del mundo? Verdaderamente, las costumbres de la gente son «vanas»; y está escrito: «No seguirás a los muchos para hacer el mal» (Ex.23:2).

Consideremos ahora lo que nuestro SEÑOR tiene que decir sobre el tema.  ¿No fue la intención de Saúl de adorar a Dios cuando perdonó a Agag, el rey de los amalecitas, junto con sus mejores bestias y ganado?  Él dice tanto: “Quiero adorar a Dios”. La lengua de Saúl fue llena de devoción y buena intención. Pero ¿cuál fue la respuesta que recibió? ¡Adivino! ¡Hereje! ¡Apóstata! ¡Dices estar honrando a Dios, pero Dios te rechaza y desaprueba todo lo que has hecho! (ver 1 Samuel 15:8-9). Consecuentemente, lo mismo es la verdad de nuestras acciones. Porque no hay un día superior a otro. No importa si recordamos la natividad de Nuestro Señor en un miércoles, jueves, u otro día. Pero cuando insistimos en establecer un servicio de adoración basado en nuestros caprichos, blasfemamos a Dios, y creamos un ídolo aunque lo hayamos hecho en el nombre de Dios. Y cuando adoran a Dios en la ociosidad de un espíritu de día santo, ese es un pecado pesado de llevar, y uno que atrae a los demás al respecto, hasta que llegamos a la altura de la iniquidad. Por lo tanto, pongamos atención a lo que Miqueas dice aquí, que Dios no debe solamente despojar cosas que son malas en sí mismas, sino debe también eliminar todo que pueda fomentar la superstición. Una vez que hayamos entendido eso, ya no más encontraremos extraño que Noel no es guardado el día de hoy, pero que en el domingo celebremos la Cena del Señor y recitemos la historia de la natividad de nuestro Señor Jesucristo. Para aquellos que apenas conocen de Jesucristo, o que debemos estar sujetos a él, y que Dios quita todos estos obstáculos que nos previenen de llegar a él, esta gente, digo, van a apretar sus dientes. Vinieron aquí a la espera de una celebración con una intención equivocada, pero se irán con una total insatisfacción.»

El siguiente extracto es del libro del Teólogo Puritano Inglés, Williams Ames “Una Nueva Demanda en contra de la ceremonias humanas en la adoración a Dios” (1633), en donde cita al gran reformador Martin Bucer referente a los “días santos festivos” Católicos Romanos; esto nos demuestra la conexión teológica directa entre los Reformadores y los Puritanos Ingleses. Martín Bucero fue gran amigo de Juan Calvino, a quien invitó para que sea pastor de los refugiados Franceses en Estrasburgo:

“Yo pido a Dios que cada “día santo” (incluyendo la Navidad) y lo que sea, aparte del Día del Señor, fuera abolido. El celo el cual  [los “días santos”] trajo en primer lugar, fue sin justificación y orden de la Palabra, y solamente siguió la razón corrupta, y sacaron los días santos festivos de los paganos, como un clavo saca a otro. Esos “días santos” han sido corrompidos, con supersticiones, que me sorprende que no temblamos en su sola mención.”

– Martin Bucer (1491-1551), citado en William Ames (1576-1633) A Fresh Suit Against Human. Ceremonies in God’s Worship (1633), pp. 359-60.

El argumento Puritano del siglo XVII en Europa y América en contra de la celebración de la Navidad (y otras instituciones similares) es triple:

(1) Ningún tiempo de adoración es santificado, a menos que Dios lo haya ordenado;

(2) Los días de fiestas no bíblicas son una amenaza para el cumplimiento adecuado del Día del Señor, porque estas fiestas tienden a eclipsar la santidad que sólo pertenece a día del Señor,

(3) La observancia de las fiestas no bíblicas tiende hacia la superstición y la innovación en la adoración todas estas que son característicos del Catolicismo romano.

Para el Puritanismo, el testimonio más efectivo en la sociedad pagana e idolatra, no fue la observancia de la “navidad,” sino más bien la observancia del Día del Señor.

Los puritanos se preguntaron y dieron respuesta al mismo segundo mandamiento. En la Pregunta 108 dice ¿Cuáles son los deberes requeridos en el segundo mandamiento? Y se responde:

“Les deberes requeridos en el segundo mandamiento son recibir, observar y guardar puros y completos todo el culto religioso y las ordenanzas, tales como Dios las instituyó en su Palabra […] así como también el desaprobar, detestar y oponerse a todo culto falso, y conforme al estado y llamamiento de cada uno, destruirlo, así como a todos los objetos de la idolatría”.

En la Pregunta 109 que dice ¿Cuáles son los pecados prohibidos en el segundo mandamiento?

“Los pecados prohibidos en el segundo mandamiento son, todo lo que sea inventar, aconsejar, mandar, usar, y aprobar algún culto religioso por sabio que sea, pero que no haya sido instituido por Dios […] Todas las supersticiones engañosas, el corromper el culto de Dios, ya sea añadiéndole o quitándole, sean (supersticiones) inventadas y tomadas por nosotros mismos, o recibidas por tradición de otros, aun cuando vengan con el título de antigüedad, costumbre, devoción, buena intención o cualquier otro pretexto, la simonía, el sacrificio; toda negligencia, desprecio, impedimento, y oposición al culto y ordenanzas que Dios ha establecido”.

George Gillespie [1613-1648] (Pactante Escocés y Comisionado de Escocia a la Asamblea de Westminster), de su obra “Una disputa contra las Ceremonias Papistas Inglesas” Volumen uno, p. 80... terminare citando sus palabras.

"… al tener comunicación con los idólatras en sus ritos y ceremonias, nosotros mismos nos hacemos culpables de idolatría; así como Acaz (2 Reyes 16:10), fue un idólatra, quien tomó el patrón de un altar de idólatras…

...Así que, el arrodillarse ante el pan consagrado, el signo de la cruz, suplicios, días de fiesta (como la Navidad, Pascua, etc.), obispado, inclinarse ante el altar, la administración de los sacramentos en lugares privados, etc., todas estas prácticas son las mercancías de Roma, el bagaje de Babilonia, las baratijas de la prostituta, las insignias del papismo, y de los enemigos de Cristo, los mismos trofeos del anticristo. No podemos conformarnos, comunicar y compartir los símbolos con los papistas idólatras en el uso de la misma, sin hacernos nosotros mismos idólatras por participación...

...¿Podrá la casta esposa de Cristo tomar sobre ella los adornos de la prostituta? ¿Podrá el Israel de Dios simbolizar con ella lo que espiritualmente se llama Sodoma y Egipto? ¿Llevarán los redimidos del Señor las insignias de su cautiverio? ¿Deben los santos compartir con la marca de la bestia? ¿Deberá la iglesia cristiana ser como el anticristo? ¿Deberá lo santo ser como lo profano? ¿La religión como la superstición? ¿El templo de Dios como la sinagoga de Satanás?”

En conclusión...

«Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto» (Prov. 4:18). Donde hay un corazón que realmente desea agradar al Señor, Él amablemente otorga un conocimiento cada vez mayor de Su voluntad. Si Él se complace en usar estas líneas para abrir los ojos de algunos de su querido pueblo para reconocer lo que es un mal creciente, y para mostrarles que han estado deshonrando a Cristo al vincular el nombre del Hombre de Dolores (y tal era cuando estaba en la tierra) con una "FELIZ Navidad", entonces únase con el escritor en un arrepentimiento para con Dios de este pecado, buscando Su gracia para una completa liberación de él, y alábelo por la luz que Él le ha otorgado al respecto.

Amado compañero cristiano: «La venida del Señor se acerca» (Stgo. 5:8). ¿Realmente creemos esto? No lo creas porque el papado está recuperando el poder temporal que perdió, sino porque Dios lo dice: «porque por fe andamos, no por vista» (2 Cor.5:7). Si es así, ¿Qué efecto tienen tales creencias en nuestro caminar? Esta puede ser tu última Navidad en la tierra en medio de la cual el Señor puede descender del cielo con estruendo para reunir a los suyos a sí mismo. ¿Te gustaría ser llamado de entre una “fiesta de Navideña” para salir a encontrarlo en el aire? El llamado por el momento es «salid a recibirle» (Mt. 25:6) desde una cristiandad sin Dios, desde el horrible ‘burlesque’ de la “religión” que ahora se disfraza bajo Su nombre.

«Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo» (2 Cor. 5:10). ¡Qué solemne y escrutador! El Señor Jesús declaró «que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio» (Mt. 12:36). Si se va a tomar nota de cada «palabra ociosa», entonces lo más seguro es que cada energía desperdiciada, cada dólar desperdiciado, cada hora desperdiciada ¡también lo será! Si todavía estuviéramos en la tierra cuando lleguen los últimos días de este año, dejemos que el escritor y el lector busquen sinceramente la gracia para vivir y actuar con el tribunal de Cristo puesto delante de nosotros. Su «bien hecho» será una más amplia compensación por las burlas y burlas que ahora podemos recibir de las almas sin Cristo.

¿Algún lector cristiano imagina por un momento que cuando él o ella se presenten ante su santo Señor, lamentarán haber vivido “demasiado estrictamente” en la tierra? ¿Existe el menor peligro de que Él reprenda a alguno de los suyos porque eran “demasiado extremos” en «abstenerse de los deseos carnales, que batallan contra el alma» (1 Ped. 2:11)? Podemos ganar la buena voluntad y los buenos favores de los religiosos de hoy en día comprometiéndonos en “pequeños? puntos”, pero ¿Recibiremos Su sonrisa y aprobación ese día? Oh, ¡Qué podamos estar más preocupados por lo que Él piensa, y menos preocupados por lo que piensan los mortales que perecen!

«No seguirás a los muchos para hacer mal» (Ex. 23:2). Ah, es una cosa fácil dejarse arrastrar por la corriente de la opinión popular; pero se necesita mucha gracia buscada diligentemente de Dios, para nadar contra ella. Sin embargo, eso es lo que el heredero del cielo está llamado a hacer: «No [conformarse] a este siglo» (Rom. 12:2), negarse a sí mismo, tomar la cruz y seguir a un Cristo rechazado. Qué tanto el escritor y el lector presten atención a la palabra del Salvador: «He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona» (Ap. 3:11). Oh, que cada uno de nosotros pueda decir con sinceridad: «De todo mal camino contuve mis pies, para guardar tu palabra» (Sal. 119:101).

Nuestra última palabra es para los pastores. Para ti, la Palabra del Señor es: «Sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza» (1 Tim. 4:12). ¿No es cierto que las “iglesias” más corruptas que conoces, donde se niegan casi todos los fundamentos de la fe, tendrán sus “celebraciones navideñas”? ¿Los imitarás? ¿Es consistente protestar contra los métodos no bíblicos de “recaudar dinero” y luego aprobar los no bíblicos “servicios navideños”? Busca la gracia para establecer firmemente, pero con amor, la verdad de Dios sobre este tema ante tu gente, y anuncia que no pueden participar en el seguimiento de las costumbres paganas, romanas y mundanas.

Entender el verdadero significado del nacimiento de Jesús y su obra culminada en la cruz dará propósito a vuestro entendimiento y no una fecha ni ninguna celebración, por ultimo invito a ser buenos hermanos como los de Berea a examinarlo todo y nada os robe toda celebración verdadera.

Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así. (Hechos 17:11)  

Soli Deo Gloria


miércoles, 13 de septiembre de 2017

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La Teología de la Cruz de Lutero

Nadie podría haber esperado que la Reforma fuera lanzada por los Noventa y Cinco Tesis contra Indulgencias de Martín Lutero el 31 de octubre de 1517.  El documento mismo simplemente propuso el marco para un debate universitario.  Lutero estaba arguyendo solamente por una revisión de la práctica de indulgencias, no su abolición.  Es seguro que no estaba ofreciendo una agenda para amplia reforma teológica y eclesiástica.

De verdad ya había dicho cosas mucho más controversiales en su Disputación en contra a Teología Escolástica del 4 de septiembre de 1517, en que hizo una crítica de toda la manera en que se había hecho teología medieval por siglos.  Esa Disputación, sin embargo, pasó sin ninguna murmuración.  Hablando humanamente solamente era la única combinación de factores externos.- social, económico y político.- que hizo la disputación de más tarde la chispa que prendió la mecha de la Reforma.

La Disputación de Heidelbergo

Una vez que la mecha se había prendido, sin embargo, la Iglesia hizo un error fatal: permitió el Orden Agustino, a que Lutero pertenecía, a tratar el problema como si fuera una dificultad menor local.  Tenía que haber una reunión del Orden en Heidelbergo en abril 1518, y Lutero fue pedido presentar una serie de tesis bosquejando su teología, para que pudiera ser asesorado por sus hermanos.  Fue aquí, entonces, que los relativamente blandos Noventa y Cinco Tesis dieron a Lutero una oportunidad importante a articular la teología que había expresado en su Disputación de Septiembre.    

La Disputación de Heidelbergo es significante por dos cosas.  Primero, había por lo menos un otro futuro gigante de la Reforma presente.  Este fue Martín Bucero, el Reformador de Estrasburgo, quien terminaría sus días como catedrático de teología en Cambridge.  Un hombre de vasto intelecto y amplia visión ecuménica, Bucero tendría una influencia profunda sobre una generación de Reformadores, no menos a Juan Calvino. Y su primera experiencia del pensar de la Reforma fue provista por Lutero en Heidelbergo en 1518.  Sin embargo, mientras Bucero salió de la Disputación maravillando sobre como Lutero había atacado lo que la Iglesia había llegado a ser, perdió el corazón teológico de lo que Lutero estaba diciendo.  Este es el segundo punto de importancia: la teología de la Cruz.

La Teología de la Cruz

Hacia el fin de la Disputación, Lutero ofreció algunas tesis que parecen (de manera típica de Lutero) sin sentido, o por lo menos oscuros:

19.       Aquella persona no merece ser llamado un teólogo que mira las cosas invisibles de Dios como si fueran claramente perceptibles en aquellas cosas que han ocurrido actualmente [Rom 1:20].

20.       Merece ser llamado un teólogo, sin embargo, quien comprende las cosas visibles y manifiestas de Dios vistas por sufrimiento y la cruz.

21.       Un teólogo de gloria llama el mal bien y el bien mal.  Un teólogo de la Cruz llama la cosa lo que en realidad es.

22.       Aquella sabiduría que ve las cosas invisibles de Dios en obras como percibidas por el hombre es completamente vanidoso, cegado y endurecido.

Estos dichos en realidad encapsulan el corazón de la teología de Lutero, y un buen entendimiento de lo que quiere decir por los términos y frases oscuros que contienen arroja luz no solamente sobre el contenido doctrinal de su teología, pero también sobre la manera misma que él creyó que teólogos debían pensar.  De verdad está tomando el argumento explosivo de de I Corintios y desarrollándole a una agenda teológica total.

Al corazón de su argumento es su idea que los seres humanos no deben especular acerca de quien es Dios o como actúa de antemano antes de ver quien se ha revelado ser.  Así Lutero ve la auto-revelación como axiomática a toda teología.  Ahora, probablemente no hay ningún hereje en la historia que no estaría de acuerdo con eso, porque toda teología presupone la revelación de Dios, o sea en la naturaleza, razón humana, cultura o cualquier.

Lutero, sin embargo, tuvo una vista dramáticamente restrictiva de revelación.  Dios se reveló como misericordioso a la humanidad en la encarnación, cuando se manifestó en carne humana, y el momento supremo de esta revelación fue en la cruz en el Calvario.  De verdad, Lutero a veces se refería enigmáticamente a Cristo crucificado como “el lado atrás de Dios”, el punto en que Dios aparecía estar la contradicción misma de todo lo que uno podría razonablemente haber anticipado que estaría.

Los “teólogos de Gloria”, entonces, son los que construyen su teología a la luz de lo que esperan que Dios estará; y sorpresa, sorpresa, hacen a Dios parecer algo como ellos mismos.  Los “teólogos de la cruz”, sin embargo, son los que construyen su teología a la luz de la revelación por Dios de si mismo en Cristo colgado en la cruz.

Implicaciones

Las implicaciones de esta posición son revolucionarias.  Para comenzar, Lutero está exigiendo que todo el vocabulario teológico sea revisado a la luz de la cruz.  Tomar por ejemplo la palabra poder.  Cuando teólogos de gloria lean acerca del poder divino en la Biblia o usen el término en su propia teología, suponen que es análogo al poder humano. Suponen que puedan llegar a un entendimiento del poder divino por magnificar a un grado infinito la cosa más poderosa de que pueden pensar.  A la luz de la cruz, sin embargo, este entendimiento del poder divino es el opuesto directo de lo que se trata del poder divino.  Poder divino se revela en la debilidad de la cruz, porque es en su aparente derroto a manos de poderes malos y autoridades terrenales corruptos que Jesús muestra su poder divina en la conquista de la muerte y de todos los poderes del mal.  Entonces, cuando un cristiano habla acerca del poder divino, o aún acerca de poder de la iglesia o poder cristiano, se le debe concebir en términos de la cruz; poder escondido en forma de debilidad.

Para Lutero el mismo procedimiento se debe aplicar a otros términos teológicos.  Por ejemplo, la sabiduría de Dios se muestra en la necedad de la cruz.  Quien hubiera pensado de la idea necia de Dios tomando carne humana para morir una muerte horrenda por parte de pecadores quienes le habían desafiado a propósito, o Dios haciendo a los pecadores puros por medio de él mismo llegando a ser pecado por ellos, o Dios mismo levantando a un pueblo a novedad de vida por medio de él mismo sometiéndose a muerte? Podríamos seguir, examinando tales términos como vida, bendición, santidad, y justicia.  Cada una de ser reconcebido a la luz de la cruz.  Todos son conceptos teológicos importantes; todos son susceptibles a los seres humanos moldeándoles a su propia imagen; y todos deben ser remoldados a la luz de la cruz.

Este entendimiento es uno de los factores en el pensar de Lutero que da su teología una lógica y coherencia internas.  Tomen, por ejemplo, su entendimiento de justificación, por la cual Dios declara al creyente estar justo a su vista, no por virtud de ninguna justicia intrínseca (cualquiera cosa que el creyente ha hecho o adquirido), sino a base de una justicia ajena, la justicia de Cristo que se queda externa al creyente.  ¡No es esto típico de la lógica rara pero maravillosa del Dios de la Cruz?  ¡La persona que de verdad está injusta, realmente enlodada en pecado, está verdaderamente declarado por Dios estar puro y justo!  Tal verdad es incomprensible a la lógica humana, pero hace perfecto sentido a la luz de la lógica de la cruz.

Y qué de la idea de un Dios quien baja y ama al no amable y al injusto antes de que los objetos de su amor tienen cualquier inclinación a amarle o hacer bien? Tal cosa es incomprensible a los teólogos de gloria, quienes suponen que Dios es como ellos, como otros seres humanos, y así solamente responde a los quienes están intrínsecamente atractivos o buenos, o que primero ganan su favor de alguna manera.  Pero la cruz muestra que Dios no es así; contra cada suposición que los seres humanos podían hacer acerca de quién es Dios y como actúa, él no requiere ninguna amabilidad anterior en los objetos de su amor; más bien, su amor anterior cree esta amabilidad sin poner precondiciones.  Tal Dios se revela con ternura y hermosura sorprendentes e inesperadas en el drama feo y violento de la cruz.

La Clave a Ética y Experiencia Cristianas

Lutero no restringe la teología de la cruz a una revelación objetiva de Dios.  También la ve como la clave de entender la ética y experiencia cristianas.  Fundamental a ambas es el papel de fe: a los ojos de incredulidad, la cruz es tontería; es lo que parece ser; la muerte aplastante y sucia de un hombre maldito por Dios.  Esto es como la mente incrédula interpreta la cruz,  tontería a griegos y una ofensa a judíos, dependiente de si tu pecado escogido sea arrogancia intelectual o auto-justicia moral.  A los ojos abiertos por fe, sin embargo, la cruz se ve como de verdad es.  Dios es revelado en lo escondido de la forma externa.  Y fe se entiende ser un don de Dios, no un poder inherente en la mente humana misma.

Este principio de fe entonces permite al creyente entender como él o ella debe comportarse.  Unido a Cristo, el Gran Rey y Sacerdote, el creyente también es tanto un rey como un sacerdote.  Pero estos oficios no son excusas por enseñorear sobre otros.  En realidad, reinado y sacerdocio se deben desarrollar en el creyente como están en Cristo, por sufrimiento y auto-sacrificio en el servicio de otros.  El creyente es rey de todo por ser un siervo de todos; el creyente está completamente libre por estar sujeto a todos.  Como Cristo mostró su reinado y poder por muerte en la cruz, así el creyente lo hace por darse a si mismo incondicionalmente a la ayuda de otros.  Debemos estar, como Lutero lo dice, pequeños Cristos a nuestros vecinos, porque al hacerlo encontramos nuestra verdadera identidad como hijos de Dios.

Este argumento es explosivo, dando todo un Nuevo entendimiento de autoridad cristiana.  Ancianos, por ejemplo, no deben ser los renombrados por ejercer su peso, por dar la lata a otros y por usar su posición o riqueza o credenciales para hacer respetar sus propias opiniones.  No, el anciano verdaderamente Cristiano es el que devota toda su vida al servicio doloroso, inconveniente y humillante de otros, porque al hacerlo muestra autoridad como Cristo, el tipo de autoridad que Cristo mismo mostró durante su vida encarnada y supremamente en la cruz en el Calvario.    

Grandes Bendiciones mediante Grandes Sufrimientos

Las implicaciones de la teología de la cruz para el creyente no se paran allí.  La cruz es paradigmática por como Dios tratará con creyentes quienes están unidos a Cristo por fe.  En breve, grande bendición vendrá por medio de gran sufrimiento.

Este punto es difícil para los de nosotros en el oeste afluente aceptar.  Por ejemplo, hacia algunos años atrás dicté clases en una reunión de una iglesia sobre este tema e indicó que la cruz no fue simplemente una expiación, sino una revelación de cómo Dios trata con los a quienes ama.  Fui desafiado después por un individuo quien dijo que la teología de la cruz de Lutero no dio suficiente peso al hecho que la cruz y la resurrección marcaron el comienzo del revés de la maldición, y que así se debe esperar grandes bendiciones; enfocarse en el sufrimiento y debilidad era entonces perder el significado escatológico del ministerio de Cristo.    

Por supuesto, este individuo había fallado en aplicar la teología de la cruz de Lutero tan rigurosamente como debía haber hecho.  Todo lo que dijo era verdad, pero falló en entender lo que estaba diciendo a la luz de la cruz.  Si, Lutero estaría de acuerdo, la maldición está siendo reducida, pero esta reducción se muestra por el hecho que, gracias a la cruz, el mal ahora está totalmente subvertido en la causa del bien.  Si la cruz de Cristo, el hecho más mal en la historia humana, puede estar en línea con la voluntad de Dios y ser la fuente de la derrota decisiva del mal mismo que la causó, entonces cualquier otro mal también puede ser subvertido a la causa del bien. 

Más que eso, si la muerte de Cristo es misteriosamente una bendición, entonces cualquier mal que el creyente experimenta puede ser una bendición también.  Si, la maldición está puesto al revés; si, bendiciones fluirán; pero quien declaró que estas bendiciones tienen que estar de acuerdo con las aspiraciones y expectaciones de América afluente?  La lección de la cruz para Lutero es que la persona más bendita sobre la tierra, Jesucristo mismo, fue revelado como bendecido precisamente en su sufrimiento y muerte.  Y si esa es la manera que Dios trata con su Hijo amado, tienen los que están unidos a él por fe algún derecho de esperar algo diferente?

Esto pone el problema del mal a diferente luz para Lutero que para, digamos para Harold Kushner, el rabino quien escribió Cuando Cosas Malas Ocurren a Buenas Personas.  Ocurren, diría Lutero, porque eso es como Dios les bendice.  Dios realiza su trabajo en el creyente por hacer su obra ajena (el opuesto de lo que esperamos); de verdad bendice por aparentemente maldecir.

De veras, cuando se le entiende que la muerte de Cristo, el crimen más grande en la historia, fue en si deseado de una manera profunda y misteriosa por el Dios trino, sin embargo, sin involucrar a Dios en cualquier tipo de culpa moral, vemos la solución al problema añejo de absolver a un Dios todopoderoso de responsabilidad por el mal.  La respuesta al problema del mal no está en tratar de establecer su punto de origen, porque ese es simplemente no revelado a nosotros.  Más bien, en el momento de la cruz, llega a estar claro que el mal está totalmente subvertido por el bien.  Romanos 8:28 es verdad por causa de la cruz de Cristo; si Dios puede tomar el más grande de males y cambiarle al más grande de bienes, entonces cuanto más puede tomar los malos menores que disparen la historia humana, desde tragedias individuales hasta desastres internacionales, y voltearles a sus buenos propósitos también. 
   
La teología de la cruz de Lutero está demasiado bueno a tratarse adecuadamente en un solo artículo, pero yo espero que mi breve bosquejo arriba indicará la rica vena de reflexión teológica que se puede minar por los que reflejan en I Corintios 1 y en las dramáticas antitesis entre apariencia y realidad que están dispersadas por las Escrituras y reunidas con tanta fuerza por Martín Lutero.  Un antídoto a sentímentalidad, doctrinas de prosperidad, y una escatología excesivamente mundana, este es polvo de oro teológico.  La cruz no es simplemente el punto en que Dios expía el pecado; también es una revelación profunda de quien es Dios y como él actúa hacia su creación.

Acerca del Autor

Carl Trueman es Catedrático de Historia de la Iglesia y Teología Histórica en el Seminario teológico de Westminster en Filadelphia. Es el autor de Luther's Legacy: Salvation and English Reformers 1525–1556 (La Herencia de Lutero: Salvación y los Reformadores Ingleses 1525-1556).  Este artículo está imprimado de New Horizons, October 2005 (Nuevos Horizontes Octubre 2005) con el gentil permiso del autor y del editor.
Soli Deo Gloria


jueves, 6 de julio de 2017

Reforma Protestante

El nacimiento de la reforma comenzó como una pequeña luz después de siglo de tinieblas, y hoy ha llegado a ser historia para las naciones.  Y esto dio al nacimiento de Iglesias Reformadas. A conmemorarse los quinientos años este 2017, después de que aquel monje de la orden agustiniana pegara sus Noventa y Cinco Tesis el 31 de octubre de 1517, se pueden observar con bastante claridad, no sólo las consecuencias de la influencia ideológica y espiritual que el protestantismo ha efectuado en occidente y el mundo entero, sino también que el cristianismo, aunque enfrentándose a distintas vicisitudes y problemas culturales, sigue siendo lo que el teólogo Alister McGrath ha denominado “la idea peligrosa” del cristianismo. Pero, ¿cuál es esta idea peligrosa que Dios quiso recuperar en la Reforma Protestante? McGrath lo establece de la siguiente manera:

La nueva idea peligrosa, firmemente materializada en el corazón de la revolución protestante, era que todos los cristianos tienen la prerrogativa de interpretar la Biblia por ellos mismos. No obstante, en última instancia probó ser incontrolable, generando desarrollos que pocos en aquel momento pudieron haber vislumbrado o predicho. Las grandes convulsiones de los inicios del siglo dieciséis que los historiadores ahora llaman “La Reforma” introdujo a la historia del cristianismo una nueva idea peligrosa que dio lugar a un nivel de creatividad y crecimiento nunca antes visto…El desarrollo del protestantismo como una gran potencia religiosa en el mundo ha sido moldeada decisivamente por las tensiones creativas emergentes de este principio.

Esta idea peligrosa ha sido de vital importancia no sólo para poder llevar a cabo los cambios necesarios, tanto eclesiásticos como sociales, sino que también ha sido imprescindible para la extensión de reino de Dios en muchos sentidos, particularmente en tres puntos principales. En primer lugar, la idea peligrosa ha implementado el “sacerdocio de todos los creyentes”, lo cual ha establecido, a la larga, un mayor acercamiento del pueblo “laico” a las Escrituras. En segundo lugar, esta situación, a su vez, ha terminado con las pretensiones de infalibilidad que se adjudicaban las instituciones eclesiásticas, y ha dado rienda suelta al pensamiento genuino e individual de todos los creyentes basados primordialmente en el principio de Sola Scriptura. Finalmente, esta idea peligrosa ha hecho a la iglesia de Jesucristo humilde para aceptar errores y ser completamente dependiente de la guía de Dios.

Primeramente, conviene recordar que el catolicismo romano había sido víctima de un elitismo eclesiástico del más alto calibre. Por ende, no parece ser una aseveración tan desproporcionada el afirmar que—aunque sin duda alguna hubo crecimiento teológico en la Edad Media—las personas comunes estaban viviendo sus vidas con base en una interpretación que no podían siquiera pensar en cuestionar. La Reforma y el humanismo de aquella época fueron factores esenciales para poder escapar de rígidas y, en muchas ocasiones, erróneas interpretaciones basadas en los textos latinos. Esto se llevó a cabo a través del principio luterano del “sacerdocio de todos los creyentes”, junto con el énfasis en la traducción de la Biblia a lengua vernácula.

En segundo lugar, es menester comprender que toda cosmovisión tiene un concepto de infalibilidad, ya sea explícita o implícitamente. Para el catolicismo romano, como se ha reconocido recientemente, la infalibilidad recae en la iglesia, y específicamente en el Papa y su interpretación de la Biblia. La Reforma cambió el concepto de infalibilidad del Papa y el magisterio en general a la Biblia en particular. Este cambio se originó a partir del pensamiento y fervor de los primeros reformadores, y ha sido una de las bases más importantes de la doctrina protestante, resumida en la frase latina “Sola Scriptura”.

Finalmente, a pesar de todas las consecuencias positivas que la idea peligrosa desatada por los reformadores ha traído, es bastante esencial notar aún otro aspecto: la humildad. El que ya no exista una sola interpretación impuesta por la iglesia institucional sobre todos los creyentes debe crear en nosotros un sentimiento de humildad, pues es posible caer en el error. Y, por esa razón, es de vital importancia el poder dialogar con otros creyentes tanto contemporáneos como aquellos que nos precedieron.

Ahora bien, estamos llamados a renovar nuestras mentes constantemente (Rom.12:2). Indudablemente parte vital de lo que constituye la renovación de mente se logrará a través de la noble tarea de escudriñar las Escrituras por nosotros mismos para saber si no estamos viajando por las sendas correctas (Hechos17:11). Sin embargo, Dios también ha constituido maestros con el fin de esclarecer las Escrituras para la iglesia (Efesios4:11-16). Entonces, no es accidente que Martin Lutero cada vez más hablara de “la Biblia y Agustín” como las fuentes de sus ideas. Así, el reformador nos muestra la imprudencia de descartar el trabajo de todos maestros de la iglesia que le precedieron.

Por lo tanto, creo que tenemos la responsabilidad de dialogar con aquellos grandes pensadores cristianos que nos precedieron para que podamos, con la ayuda de Dios, ser iluminado con muchas otras “ideas peligrosas”.

Existieron otras “ideas peligrosas” que los reformadores echaron en marcha que siguen siendo de suma importancia para el cristianismo actualmente.

En conclusión han pasado casi quinientos años desde que Martín Lutero encendió la Reforma Protestante, ese movimiento fundamental que provocó el cambio exaltante de Dios en la iglesia. Un medio milenio eliminado, la iglesia se encuentra hoy en una coyuntura crítica similar. La oscuridad de esta edad requiere una nueva reforma. Si un tal despertar espiritual está por venir, debe haber una nueva generación de heraldos, hombres como Martín Lutero, que son audaces y bíblicos en su proclamación del púlpito. Deben tener una visión elevada de la Escritura, una vista elevada de Dios y una vista elevada del púlpito. Cada uno de estos compromisos fundamentales es indispensable.

Como Cristianos Reformados queremos seguir orando: "Señor, guárdanos obedientes a ti" y "Señor, haznos uno". Y  tendremos que seguir trabajando ya que lo que Dios ha iniciado el lo va a terminar.
Soli Deo Gloria


miércoles, 14 de junio de 2017

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Lutero y su Música

“Yo quisiera componer himnos sacros, de tal forma que la palabra de Dios habite entre la gente, también, por medio de los cánticos.”

Difícilmente hay en toda la historia de la música de la iglesia, alguien que haya sido citado más que Martín Lutero (1483-1546). La posición de Lutero en la Dieta de Worms es ya una leyenda. Sus escritos fueron base para el pensamiento reformista. Aún hoy, se le da crédito al gran reformador por influenciar la música en las iglesias, y es cierto. Uno de los logros de Lutero, fue restaurar los cánticos congregacionales al lenguaje común. Lutero amaba la música, era un consumado flautista y era compositor. Él es autor de uno de los grandes himnos en la historia de la música de la iglesia, “Castillo fuerte es nuestro Dios”. Muchos grupos han querido apropiarse de las enseñanzas de Lutero, y él se ha convertido en la persona más citada, por ambos bandos, en la batalla por la música cristiana.

Constantemente, escuchamos la siguiente pregunta, “¿No es cierto que Lutero tomó música secular de su tiempo, y la incluyó en la música sacra? ¿No es esto prueba de que está bien tomar la música secular y aún la música rock de nuestro tiempo?” Puesto que esta pregunta la escuchamos tan a menudo, vamos a estudiar cuál fue exactamente la posición de Lutero acerca de esta situación. Este estudio debe ampliar los principios respecto al tema.

¿Verdaderamente fue Lutero influenciado por la música secular de su tiempo? Sí, claramente lo fue. Nadie vive en un limbo, y es ridículo pensar que se puede ser creativo y permanecer al margen de la cultura en que se vive sin ser afectado por ella. Lutero no fue la excepción, pero decir que, “puesto que Lutero tomó de la música secular de su tiempo para ser música sacra, nos autoriza tomar de la música de rock de nuestros días”, es ignorar los hechos y ser irresponsables.

Lutero dijo claramente, que en su tiempo había música buena y música mala: Y tú, mi joven amigo, deja que esta noble, grande y alegre creación de Dios (la música), sea encomendada a ti. Por medio de ella tú puedes escaparte de deseos vergonzosos y malas compañías. Así mismo, por medio de esta creación tú puedes acostumbrarte a reconocer y alabar a tu Creador. Pon especial cuidado en evitar y rechazar las mentes pervertidas que prostituyen este amoroso regalo de la naturaleza y del arte con sus imaginaciones eróticas, y ten la completa seguridad de que no es ningún otro, sino Satanás, quien les acecha para desafiar a su propia naturaleza, la cual puede y debe alabar a Dios, su Creador con este don; de tal forma que esas mentes tuercen el don de Dios y lo usan para alabar al enemigo de Dios, enemigo de la naturaleza y de este hermoso arte!

Ya sea que tú quieras confortar al triste, aterrorizar al feliz, dar ánimo al que desfallece, humillar al orgulloso, calmar al apasionado o apaciguar a aquéllos llenos de odio. ¿Quién podrá enumerar todos estos aspectos del corazón humano: Las emociones, las inclinaciones y los afectos que impelen al hombre al bien o al mal? ¿Y qué medio más efectivo puedes encontrar que la música? Obviamente, Lutero no creía en la neutralidad de la música. ¿Ahora, hasta qué punto usó Lutero la música secular para la música sacra? De las melodías de treinta y siete obras corales de Lutero, quince fueron compuestas por él mismo, trece vienen de himnos de servicio de música en Latín, cuatro vienen de canciones religiosas populares Alemanas, y dos fueron originalmente canciones religiosas de peregrinos. Dos más son de origen desconocido, y una vino directamente de una canción popular secular. Como podemos ver, no fueron la mayoría de sus canciones que vinieron de fuentes seculares. Verdaderamente, muy poca de su música, se deriva de la música secular.

Recordemos que en tiempo de Lutero, la cultura estaba controlada por la iglesia. La mayoría de las Universidades se encontraban bajo la autoridad de la iglesia. Las bellas artes, incluyendo a la mayoría de los grandes compositores, escritores, escultores y pintores, fueron entrenados bajo el patronato de la iglesia y eran empleados por la iglesia. Sería tonto decir que el ambiente de Lutero, fue similar al ambiente de nuestros días. En la actualidad, el liderazgo de las bellas artes está en rebelión con la iglesia y con la cultura tradicional.

Blume observa: “El protestantismo, conservó la clasificación medieval del mundo, en la cual el arte estaba sujeto a una disciplina intelectual, caracterizada por la piedad y la inclinación hacia las cosas relacionadas a la iglesias. Bajo estas condiciones, las diferencias entre la música sacra y la secular, pueden realmente haber sido muy pocas y de ninguna manera fueron un problema.” De manera que, decir que Lutero tomó de la música secular para su música sacra, es admitir que en el peor de los casos, se basó en la cultura religiosa. Una contribución importante de Lutero a la adoración en las iglesias, fue el restaurar los cánticos congregacionales. Él dijo: “Yo quisiera componer himnos sacros, de tal forma que la palabra de Dios habite entre la gente, también, por medio de los cánticos.”

En los tiempos de Martin Lutero, a las congregaciones no se les permitía cantar en los servicios Católicos Romanos. Su “entrenamiento musical” consistía solamente, de algunas tonadas seculares que ellos escuchaban en las calles. Blume nos dice que “la gente estaba acostumbrada a cantar solamente en ambientes seculares y a permanecer callada en la iglesia tradicional…tuvo que aprender cómo cantar en la iglesia.” Es en este contexto que Lutero hizo el siguiente famoso comentario, “¿Por qué el diablo debe tener todas las buenas tonadas?” Debemos recordar que no había tonadas para que el pueblo cantara, no se lo permitían. En los servicios, solamente se cantaba el gregoriano y música igualmente austera. Sólo se escuchaba música en latín, que las personas en su mayoría no podían entender.

Lutero pensó que deberían usarse tonadas más fáciles de cantar, más familiares, y enseñar a la gente rápidamente los nuevos textos en alemán, que él estaba compilando o escribiendo. Su plan fue desarrollar un estilo único de música, para ser usado en la adoración. Lutero no confió en la música erótica o sensual de su tiempo. El no buscó entre aquéllos que se rebelaron contra la esencia misma de la cultura, para tomar el modelo de su música. Es más cierto decir que Lutero tomó como ejemplo la música “clásica” de su tiempo.

Aún entonces, la práctica de tomar música de las fuentes seculares —contrafacta— fue breve. Blume nos dice: “rápidamente declinó la contrafacta.” Él nos dice que esas tonadas, que fueron obtenidas de la música secular, rara vez tenían la grandeza y la permanencia de la música compuesta por Lutero.” Esta, por supuesto fue la mayor parte de su trabajo.

Como podemos ver, asegurar que Lutero simplemente tomó tonadas de los bares de su tiempo y por lo tanto nosotros podemos hacerlo, también es deshonesto. El compositor favorito de Lutero fue Josquin de Prez, quien es reconocido como el más competente de los compositores de su siglo. Lutero siguió aprendiendo a tocar el laúd (instrumento relacionado con la guitarra), y fue considerado un experto. 

Por Tim Fisher
Soli Deo Gloria


martes, 13 de junio de 2017

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El “Castillo Fuerte” de Lutero

Cuando hablamos de lo que sucedió en la Reforma del siglo 15  lo relacionamos con las 95 tesis que en 1517 comenzaron una transformación de dimensiones históricas. Lo relacionamos con la traducción que permitió al pueblo alemán leer la Palabra de Dios en su propio idioma. Lo relacionamos con el monje agustino que enfrentó el poder del papado como ningún otro en Europa. Con lo que no se hace justicia es con el aporte que hizo Martín Lutero al pueblo de Dios con sus himnos. Su música se convirtió en una verdadera fuerza para la reforma. La letra de sus himnos le abrió las puertas a muchas de sus enseñanzas en los corazones de los hombres. Ya no era únicamente el coro; ahora toda la congregación, incluyendo a las mujeres, podía cantar a su Señor. Uno de sus opositores llegó a expresar que los himnos de Lutero mataron más almas que sus sermones.

Martín Lutero nació en Eisleben, en Sajonia, en 1483. A los trece años fue a Eisenach a estudiar, y para poder pagar la escuela llegó a cantar en las calles de Eisenach, para lo cual iba de casa en casa ofreciendo sus canciones. Fue así que Ursula Cotta y su esposo, al ver su amor por la música, le invitan a vivir con ellos durante la duración de sus estudios. Ella le enseñó a tocar el laúd y la flauta, lo cual incrementó su pasión por el canto y la música.

Luego pasó a estudiar leyes, y cierto día que caminaba junto a un compañero de estudios, un rayo fulminó a su amigo. En medio de la tormenta, Lutero prometió a Dios servirle si preservaba su vida. Fue así que unas semanas más tarde entro a un monasterio en Erfurt. Pero en lugar de encontrar la paz con Dios, se veía a sí mismo cada vez más miserable y lejos de Dios. Comenzó a estudiar la Biblia diligentemente, llegando a aprender hebreo y griego para leerla en sus idiomas originales. Pasaron diez años desde que comenzó a leer la Biblia hasta que dio los primeros pasos para reformar la iglesia; sólo después de comprender que Dios justifica al impío solamente por medio de la fe en el Señor Jesucristo.

Lutero se opuso a la venta de indulgencias con que el papado quería obtener recursos para sus proyectos en Roma, llegando al punto de clavar sus 95 tesis en las puertas de la iglesia en Wittenberg. Para él, el papa no tenía ninguna autoridad para perdonar pecados, y por lo tanto no debía involucrarse en la venta de indulgencias. Ahí comenzó la gran batalla. No era una lucha entre Lutero y la iglesia católica, sino entre la Palabra de Dios y la tradición.

Fue llamado a dar cuenta de sus escritos ante las autoridades católicas y el Emperador Carlos V en la dieta de Worms. Asistió valientemente, y como buen cristiano permaneció inconmovible del lado de las Escrituras, sin retractarse de las verdades salvadoras que halló en ellas. Durante su regreso a Wittenberg, el Duque de Sajonia lo “secuestró” hasta su Castillo en Wartburg para ponerle lejos del alcance de sus enemigos. Vivió allí por un año; y siendo que él encontró la paz de Dios en las Escrituras, su deseo ahora era que sus compatriotas pudieran hacer lo mismo leyendo la Biblia en su propia lengua, por lo cual se dedicó a su traducción al alemán. Terminó esa labor con la asistencia de Melanchton en 1522.

Tres años después de la Dieta de Worms, Lutero dejó sus hábitos religiosos, y se casó con Catalina von Bora, una monja que había dejado su convento. Continuó su obra de servicio a Dios escribiendo, predicando y guiando al pueblo de Dios. Lo cual pudo hacer en relativa paz en Wittenberg hasta su muerte en 1546.

Una de las cosas que habían estado fuera del alcance del pueblo desde el siglo VI era el cántico congregacional. Para Lutero cada creyente era un sacerdote con pleno acceso a la presencia de Dios, y capaz por ende de ofrecer cánticos y oraciones directamente a su Señor. Procuró poner algunos salmos en un lenguaje que fuera de fácil comprensión para los creyentes cantar. Era una forma de mantener viva la Palabra en el corazón de los hermanos. Lutero llegó a expresar: “El diablo aborrece la música porque no puede soportar la alegría. Satanás puede sonreír, pero no puede reír; puede mostrar una risa de desprecio, pero no puede cantar.”

“A Lutero pertenece el extraordinario mérito de haber dado la Biblia al pueblo alemán en su propio idioma (una obra maestra de traducción), el catecismo y el himnario, de modo que Dios pudiera hablarles directamente en su Palabra, y ellos pudieran responderle directamente con sus canciones” (Philip Schaff).

Su himno mejor conocido es Castillo Fuerte, una paráfrasis del Salmo 46, llamado “la Marsellesa de la Reforma”.

¿Cuánto fue escrito? “Probablemente Martín Lutero lo escribió para el tiempo cuando los líderes evangélicos estaban entregando su protesta contra el ataque hacia sus libertades en la Dieta de Speyer. E incidentalmente, el significado de la palabra protestante se derivó sin dudas de ese encuentro en el que estos líderes entregaron su protesta” (William & Ardythe Petersen, The Complete Book of Hymns, p. 370). Querían mantenerse inconmovibles de la postura de servir a Dios conforme a su Palabra y no conforme a las tradiciones de los hombres, y con tanta oposición, esto sólo podía llevarse a cabo amparados bajo la sombra del Omnipotente.

Recibió muchas amenazas y libró intensas batallas espirituales por la causa de Jesucristo. Y para esto, su amparo no fue ningún otro que el Castillo Fuerte de su Dios.

“El eterno Dios es tu refugio” (Deut. 33:27).

“Jehová es mi roca y mi fortaleza, y mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; mi escudo, y el fuerte de mi salvación, mi alto refugio; Salvador mío; de violencia me libraste” (2 Sam. 22:2-3).

“Éstos confían en carros, y aquéllos en caballos; mas nosotros del nombre de Jehová nuestro Dios tendremos memoria (Sal. 20:7).

“Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, y se traspasen los montes al corazón del mar; aunque bramen y se turben sus aguas, y tiemblen los montes a causa de su braveza” (Sal. 46:1-3).

“La verdad es que el genio de este hombre, con la ayuda de Dios, había forjado una nueva y poderosa arma de la Fe, y las conquistas obtenidas por ella fueron incalculables. Grandes masas de personas, con los himnos y las melodías de Lutero en sus labios, se introdujeron por medio del canto en el creo de la reforma protestante” (Elsie Houghton, Classic Christian Hymn-Writers, p.29).


Sin lugar a dudas, Martín Lutero hizo una contribución formidable para volver a colocar el cántico congregacional en su justo lugar en la adoración. Muchos otros siguieron luego sus pasos, inspirados en la obra de este gran reformador. ¡Gracias, Señor, por el aporte que tu siervo Lutero hizo a tu pueblo.
Soli Deo Gloria