Prefacio:
Difícilmente hay otra palabra que despierte tanta sospecha,
desconfianza y aun animosidad entre quienes profesan el cristianismo, como la
palabra Calvinismo. Y sin embargo, el rechazo que brota contra este sistema y
contra todos aquellos que lo abrazan y lo predican, es un celo que no es
conforme a ciencia. El siguiente artículo ha sido escrito con la esperanza de
que mucho del insulto que ha sido arrojado sobre el sistema de teología
calvinista sea retirado; y de que la verdad de esta gran enseñanza, la cual fue
la columna vertebral de nuestros padres en la fe, y fortaleza de la iglesia en
una época mucho más gloriosa que la nuestra, pueda ser vista con claridad.
Introducción
Debemos iniciar en Holanda, en el año de 1610. Jacobo Arminio, un
profesor holandés, muere, y sus enseñanzas son formuladas por sus seguidores,
conocidos como "arminianos," en cinco puntos principales de doctrina.
Hasta ese momento, las iglesias de Holanda, en común con la mayoría de las iglesias
protestantes de Europa, habían adoptado las Confesiones de Fe de Bélgica y de
Heidelberg, las cuales se apegan a las enseñanzas Reformadas (es decir,
calvinistas). Sin embargo, los arminianos querían cambiar esta posición, y
presentaron sus cinco puntos en la forma de una queja o protesta ante la Corte
holandesa. Los cinco puntos del arminianismo eran los siguientes:
1. El libre albedrío o la capacidad humana. Este
punto enseñaba que el hombre, aunque afectado por la caída de Adán, tenía la
capacidad espiritual de escoger el bien espiritual, y era capaz de ejercitar la
fe en Dios, a fin de recibir el Evangelio, y de este modo obtener por sí mismo
la salvación.
2. La elección condicional. Este punto enseñaba
que Dios puso Sus manos sobre todos aquellos individuos que sabía, o preveía,
que iban a responder al Evangelio. Dios eligió a aquellas personas que Él vio
que querrían ser salvadas por medio de su libre albedrío, a pesar de su estado
natural caído; por supuesto que, de conformidad al primer punto del
arminianismo, este estado no era de caída total o de depravación total.
3. La redención universal o expiación general. Este
punto enseñaba que Cristo murió para salvar a todos los hombres; pero sólo de
un modo potencial. La muerte de Cristo hizo posible que Dios perdonara a los
pecadores, pero únicamente a condición que ellos creyeran.
4. La obra del Espíritu Santo en la regeneración está
limitada por la voluntad humana. Este punto enseñaba que el Espíritu
Santo, cuando comienza la obra de traer a una persona a Cristo, puede ser
eficazmente resistido y Sus propósitos frustrados. No podría impartir vida a
menos que el pecador quisiera voluntariamente que esta vida le fuera impartida.
5. La caída de la gracia. Este punto enseñaba que
un hombre salvo, podría final y definitivamente perder la salvación. Esto es,
por supuesto, el resultado lógico y natural de todo el sistema. Es decir, si el
hombre debe tomar la iniciativa en su salvación, es él quien debe retener la
responsabilidad del resultado final.
Los cinco puntos del arminianismo fueron presentados al Estado y
fue convocado un Sínodo Nacional de la Iglesia para reunirse en Dort, en el año
de 1618, para examinar las enseñanzas de Arminio, a la luz de las Escrituras.
El Sínodo de Dort sostuvo 154 sesiones durante un período de siete meses, pero
al final no se pudo encontrar ninguna base sobre la cual reconciliar el puno de
vista arminiano, con lo expuesto en la Palabra de Dios. Entonces, el Sínodo de
Dort formuló sus cinco puntos del Calvinismo, para contrarrestar al sistema
arminiano, afirmando así la postura sostenida por la Reforma, y formulada por
el teólogo francés Juan Calvino. Algunas veces estos puntos son presentados en
forma de un acróstico, usando la palabra "TULIP" (en inglés), como
sigue:
T Total Depravity (Depravación
Total)
U Unconditional Election (Elección
Incondicional)
L Limited Atonement (Redención
Limitada o Particular)
I Irresistible Calling (Llamamiento
Eficaz o Irresistible)
P Perseverance of the Saints
(Perseverancia de los Santos)
Como puede verse con facilidad, estos cinco puntos están en
completa oposición a los cinco puntos del Arminianismo. El hombre es totalmente
incapaz de salvarse a sí mismo, porque está "totalmente" caído, a
causa de la caída en el huerto del Edén. Y si es incapaz de salvarse a sí
mismo, entonces Dios debe salvarle. Y si Dios debe salvarle, entonces Dios debe
ser libre para salvar a los que Él quiera. Si Dios ha decretado salvar a los
que Él quiere, entonces, es por éstos por quienes Cristo hizo expiación en la
cruz. Y Si Cristo murió por ellos, entonces el Espíritu Santo les llamará
eficazmente a la salvación. Entonces, si la salvación ha venido desde el
principio de Dios, también el fin vendrá de Él, y así los creyentes
perseverarán para el gozo eterno.
Estos son los así llamados Cinco Puntos del Calvinismo. Vamos a
proceder ahora a examinarlos con más detalle, puesto que están basados firmemente
en la Palabra de Dios; y fueron sostenidos tenazmente por nuestros antepasados
"en la fe que ha sido una vez dada a los santos." Y por aquella fe
estamos dispuestos a contender con valor. Veremos la verdad a la cual se
refirió Charles Haddon Spurgeon, cuando declaró: "No es
ninguna novedad, entonces, lo que estoy predicando; no es una nueva doctrina.
Amo proclamar aquellas grandes doctrinas antiguas apodadas Calvinismo,
pero que son verdaderamente la verdad revelada de Dios, tal como es en Cristo Jesús."
1. LA DEPRAVACIÓN TOTAL
Al considerar el primero de los cinco puntos principales del
Calvinismo, ciertamente lo que debería impresionarnos es el hecho que este
sistema comienza con algo que debe ser fundamental en el asunto de la
salvación, es decir, la correcta valoración de la condición espiritual de
la persona que ha de ser salvada. Si tenemos puntos de vista deficientes o
superficiales acerca del pecado, entonces estaremos sujetos a tener puntos de
vista equivocados en relación a los medios necesarios para la salvación del
pecador. Si creemos que la caída del hombre en el huerto del Edén, fue
solamente algo parcial, entonces muy probablemente estaremos satisfechos con
una salvación atribuible parcialmente al hombre, y parcialmente a Dios. Cuán
sensatas son las palabras de J. C. Ryle en este punto: "Hay muy pocos
errores y falsas doctrinas," dice, "cuyos principios no puedan ser
atribuidos a un punto de vista defectuoso acerca de la corrupción de la
naturaleza humana. Errores en el diagnóstico de una enfermedad, siempre traerán
consigo fallas en la administración del remedio. Igualmente, conceptos
equivocados acerca de la corrupción de la naturaleza humana, traerán siempre
equivocaciones acerca del gran antídoto y cura de tal corrupción."
Completamente conscientes de la situación, los teólogos de la
Reforma y todos aquellos que formularon las enseñanzas reformadas en estos
cinco puntos en el Sínodo de Dort, con recomendaciones basadas firmemente en
las Escrituras, declararon que el estado natural del hombre es un estado
de depravación total y, por lo tanto, hay una incapacidad
total por parte del hombre para ganar o para contribuir a su propia salvación.
Sin embargo, cuando los calvinistas hablan de depravación total,
no quieren decir que todo hombre sea malo hasta el límite de su maldad, ni que
el hombre sea incapaz de reconocer la voluntad de Dios; ni tampoco que sea
incapaz de hacer algún bien a sus semejantes, o aun de rendir una lealtad
externa en la adoración a Dios. Lo que quieren decir es que, cuando el hombre
cayó en el huerto del Edén, cayó en su "totalidad." Es decir, que la
personalidad completa del hombre ha sido afectada por la caída, y el pecado se
extendió a todas sus facultades: la voluntad, la mente y los afectos o las
emociones. Creemos que la verdad que afirmamos es la enseñanza irrefutable de
la Palabra de Dios. Los siguientes pasajes de la Escritura representan una
selección de algunos pasajes que confirman la enseñanza calvinista de la depravación
total.
La Biblia enseña con absoluta claridad que el hombre, por
naturaleza, está MUERTO: ". . . como el pecado entró en el
mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a
todos los hombres, por cuanto todos pecaron" (Romanos 5:12). La Biblia
nos enseña que los hombres son ESCLAVOS: "Que con mansedumbre
corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan
para conocer la verdad, y escapen del lazo del diablo, en que están
cautivos a voluntad de él." (2 Timoteo 2:25-26). La Biblia enseña que
los hombres están CIEGOS Y SORDOS: "Y les dijo: A vosotros os
es dado saber el misterio del reino de Dios; mas a los que están fuera, por
parábolas todas las cosas; para que viendo, vean y no perciban; y
oyendo, oigan y no entiendan" (Marcos 4:11-12). La Biblia nos
enseña que el hombre natural (no regenerado), CARECE DE ENTENDIMIENTO
ESPIRITUAL: "Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del
Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender,
porque se han de discernir espiritualmente." (1 Corintios 2:14). La Biblia
habla del hombre como siendo NATURALMENTE PECAMINOSO: 1) Por
nacimiento: "He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me
concibió mi madre." (Salmo 51:5). 2) Por práctica: "Y vio
Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio
de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el
mal." (Génesis 6:5).
Este es entonces el estado natural del hombre. Por tanto, debemos
preguntarnos ahora: ¿Pueden LOS MUERTOS resucitarse a sí
mismos? ¿Pueden LOS ESCLAVOS liberarse a sí mismos?
¿Pueden LOS CIEGOS darse la vista a sí mismos o LOS
SORDOS el oído? ¿Pueden los que CARECEN DE ENTENDIMIENTO
ESPIRITUAL enseñarse a sí mismos? ¿Pueden los que están INCLINADOS
NATURALMENTE AL PECADO, cambiarse a sí mismos? ¡Ciertamente no pueden!
"¿Quién hará limpio a lo inmundo?" pregunta Job. Y él mismo responde:
"Nadie." (Job 14:4). Del mismo modo, el profeta Jeremías pregunta:
"¿Mudará el etíope su piel, y el leopardo sus manchas?" Y concluye
"Así también, ¿podréis vosotros hacer bien, estando habituados a hacer
mal?" (Jeremías 13:23).
¿Podría la Palabra de Dios mostrar más claramente con base en
esto, que la depravación humana es total, y que nuestra incapacidad para desear
o procurar la salvación es también total? Este cuadro es una descripción de un
muerto; un muerto espiritual. Somos como Lázaro en su sepulcro; estamos atados
de pies y manos; y la corrupción se ha esparcido por completo en nosotros. Tal
como no había ningún indicio de vida en el cuerpo muerto de Lázaro, así tampoco
no hay ninguna chispa de receptividad interna en nuestros corazones. Pero el
Señor realiza el milagro en ambos casos, el muerto físicamente, y el muerto
espiritualmente. Porque la Escritura dice de Él: "Y él os dio vida. .
." nos hizo vivir a aquellos que estábamos "muertos en nuestros
delitos y pecados." (Efesios 2:1). La salvación, pues, por su propia
naturaleza, debe ser "del Señor."
2. LA ELECCIÓN INCONDICIONAL
Nuestro rechazo o aceptación de la verdad bíblica que enseña que
la condición del hombre por naturaleza es la depravación total, determinará en
gran medida nuestra actitud hacia el siguiente punto analizado en el Sínodo de
Dort. La elección incondicional es correctamente expuesta en la Confesión
Bautista de Fe de 1689, la cual citamos enseguida como un resumen útil. La
elección incondicional es también sostenida, casi en términos idénticos, en la
Confesión de Fe de Westminster, en los Treinta y Nueve Artículos de la Iglesia
de Inglaterra, y en las principales confesiones de casi todas las iglesias que
tienen raíces históricas.
"A aquellos de la humanidad que están predestinados para
vida," dice la Confesión Bautista, "Dios (antes de la fundación del
mundo, según su propósito eterno e inmutable y el consejo secreto y el
beneplácito de Su voluntad), los ha escogido en Cristo para gloria eterna,
meramente por Su libre gracia y amor, sin que Le moviera a ello ninguna cosa en
la criatura, como condición o causa." (Capítulo 3, Artículo 5).
La doctrina de la elección incondicional se desprende en forma
natural y lógica de la doctrina de la depravación total. Es decir, si el hombre
está de hecho muerto, cautivo en el pecado, ciego, sordo, sin entendimiento
espiritual e inclinado naturalmente al pecado, entonces, el remedio para
solucionar toda esta condición, debe encontrarse fuera del hombre mismo, esto
es, en Dios. En el punto anterior hicimos la pregunta: ¿Puede el hombre
resucitarse a sí mismo? Y la respuesta inevitable es: por supuesto que no. Sin
embargo, si algunos hombres y mujeres son resucitados de su
muerte espiritual, (nacidos de nuevo es el término usado por el Evangelio de
Juan), y puesto que ellos no son capaces de llevar a cabo esta obra por sí
mismos, entonces debemos concluir que fue Dios quien los resucitó
espiritualmente. Por otro lado, puesto que muchos hombres y mujeres no han sido
nacidos de nuevo o vivificados, de la misma manera debemos concluir que es
debido a que Dios no los ha resucitado. Si el hombre es
incapaz de salvarse a sí mismo, ya que la caída en Adán fue una caída total,
y si sólo Dios puede salvar, y si no todos son salvados,
entonces la conclusión debe ser que Dios no ha elegido salvar a todos.
Esto no es una filosofía ciega, sino que es algo extractado de,
edificado sobre, sustentado por, y revelado en las Escrituras de Dios. El tema
es tan vasto como el océano mismo; nosotros hemos citado sólo unos cuantos
versículos claves y Escrituras que nos sirven de guía en este portentoso mar.
La historia de la Biblia es la historia de la elección
incondicional. Es extraño que quienes se oponen a esta doctrina, no puedan
reconocer esto. Algunos creyentes tienen dificultad en creer que Dios pudiera
pasar por alto a algunos y escoger a otros; y sin embargo, no tienen dificultad
aparente en creer que Dios llamó a Abraham para que saliera del pueblo pagano
de Ur de los Caldeos, y dejara a los demás en su paganismo. ¿Por qué escogería
Dios a la nación de Israel como Su "pueblo especial"? No tenemos
necesidad de especular al respecto, porque el libro de Deuteronomio nos da la
respuesta: "No por ser vosotros más que todos los pueblos os ha querido
Jehová y os ha escogido, pues vosotros erais el más insignificante de todos los
pueblos; sino por cuanto Jehová os amó. . ." (Deuteronomio 7: 7-8). (Nota
del traductor: la versión King James en inglés traduce: "El Señor no ha
puesto su amor sobre vosotros, ni los ha escogido, debido a que vosotros
fuerais más numerosos que todos los pueblos; pues vosotros erais el más
insignificante de todos los pueblos. Sino porque el Señor os amó. . .").
¿Por qué escogería Dios, haciendo completamente de lado las leyes familiares de
Israel, al hijo más joven de Jacob, en lugar del primogénito Esaú? Otra vez
debemos remitirnos a "la ley y el testimonio." La Escritura dice:
"(pues no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que
el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no por las obras sino
por el que llama), se le dijo: El mayor servirá al menor. Como está escrito: A
Jacob amé, mas a Esaú aborrecí." (Romanos 9:11-13).
¿Cuál fue la doctrina que Jesús predicó en la sinagoga de Nazaret,
sino la doctrina de la elección incondicional? "Y en verdad os digo que
muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando el cielo fue cerrado
por tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en toda la tierra; pero a
ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda en Sarepta de Sidón.
Y muchos leprosos había en Israel en tiempo del profeta Eliseo; pero ninguno de
ellos fue limpiado, sino Naamán el sirio." (Lucas 4:25-27). Nosotros
conocemos el resultado de que nuestro Señor predicara este mensaje: "Al
oír estas cosas, todos en la sinagoga se llenaron de ira; y levantándose, le
echaron fuera de la ciudad, y le llevaron hasta la cumbre del monte sobre el
cual estaba edificada la ciudad de ellos, para despeñarle." (Lucas
4:28-29).
La falta de espacio nos impide hacer una descripción detallada de
la soberanía de Dios al escoger a Su pueblo; pero la verdad es clara: "No
me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros. . ." (Juan
15:16); "¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la
misma masa un vaso para honra y otro para deshonra?" (Romanos 9:21); y
". . . a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia. .
." (Romanos 9:15), y "según nos escogió en él antes de la fundación
del mundo. . . habiéndonos predestinados para ser adoptados hijos suyos por
medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad." (Efesios
1:4-5), y así sigue el testimonio de las Escrituras.
Reconocemos que hay una 'clase de elección' que es sostenida por
muchos creyentes hoy en día. Hablando en términos generales, esta elección se
basa en Romanos 8:29 "Porque a los que antes conoció, también los
predestinó, etc. . ." La idea de esta elección es más o menos como sigue:
Dios, dicen, previó a todos aquellos que iban a aceptar a
Cristo, y de este modo Él los eligió para vida eterna. En oposición a este
punto, nosotros señalamos que:
1.- La presciencia de Dios es descrita en las Escrituras en
conexión con las personas y no con ninguna acción que la gente haya realizado.
La Escritura dice: "Porque a los que antes conoció. . ." Y otra vez
Dios habla de este modo a través de Amós: "A vosotros solamente he
conocido de todas las familias de la tierra. . ." (Amós 3:2). Esto quiere
decir que, sin tomar en cuenta ninguna acción, buena o mala, realizada por
ellos, Dios los "conoció" en el sentido de que "los amó" y
"los escogió" para que fueran Suyos. Es de este modo que Él conoce
previamente a Sus elegidos.
2.- Es inútil decir que Dios nos eligió debido a que Él vio algo
que nosotros haríamos, es decir, aceptar a Su Hijo. No somos escogidos debido a
que realicemos la buena obra de 'aceptar' a Cristo, sino que somos escogidos
para hacernos capaces de "aceptarle." "Porque somos hechura
suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de
antemano para que anduviésemos en ellas." (Efesios 2:10).
3.- Tampoco sirve decir que Dios previó a todos aquellos que
creerían y que por esto los escogió. Hechos 13:48 deja esto muy claro: "y
creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna." La elección no
se debe a nuestra fe, sino que nuestra fe se debe a que somos elegidos, debido
a que somos "ordenados para vida eterna."
4.- De igual manera, decir que ejercitamos la fe cuando aceptamos
a Cristo, y que Dios previó esta fe, y por lo tanto, nos eligió, solamente nos
conduce un paso más hacia atrás, porque ¿de dónde obtuvimos esa fe, para poder
ejercitarla? Las Escrituras nos dan la respuesta, afirmando que la fe es un don
de Dios y no de nosotros mismos: "Porque por gracia sois salvos por medio
de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios." (Efesios 2:8).
Ciertamente, en lugar de argumentar en contra de estas cosas,
deberíamos estar haciendo lo que el Espíritu Santo nos manda a través del
apóstol Pedro: "Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme
vuestra vocación y elección. . ." (2 Pedro 1:10).
3. LA EXPIACIÓN LIMITADA
Esta doctrina no solamente nos trae al tema central de los cinco
puntos, sino también a la realidad central del Evangelio, esto es, al propósito
de la muerte de Cristo en la cruz. Esto no es accidental. Los teólogos que
asumieron la tarea de defender las verdades de la Reforma Protestante, en
contra de los ataques del partido arminiano, fueron siguiendo una línea
bíblicamente lógica en sus formulaciones, habiendo llegado así al eje mismo de
la salvación.
Ante todo, ellos habían preguntado: ¿quién ha de ser salvado? La
respuesta fue 'el hombre.' Pero las enseñanzas bíblicas a este respecto
mostraban que el hombre, en su estado natural, es totalmente incapaz de
salvarse a sí mismo. Así nosotros tenemos la enseñanza de la Biblia acerca del
hombre, resumida bajo el encabezado general de depravación total, o incapacidad
total.
Segundo, puesto que algunos hombres y mujeres son indudablemente
salvados, entonces debe haber sido Dios mismo Quien los salvó, en distinción del
resto de la raza humana. Esta es la elección: "para que el propósito de
Dios conforme a la elección permaneciese. . ." (Romanos 9:11). Sin
embargo, como dice Spurgeon, esta elección sólo "marcó la casa
donde la salvación llegaría." Todavía se requería de una completa,
perfecta y satisfactoria expiación por los pecados de los
elegidos; así Dios podría ser, no sólo un Salvador, sino un Dios justo y
Salvador. Esta expiación, como todos nosotros reconocemos, fue consumada a
través de la sumisión voluntaria de Cristo a la muerte en la cruz, donde Él
sufrió bajo la justicia de este Dios justo, y obtuvo la salvación que Él como
Salvador había ordenado. En la cruz, entonces, y sin duda todos nosotros
aceptamos esto, Cristo llevó el castigo yobtuvo la
salvación.
Surge una pregunta ahora: ¿el castigo de quiénes llevó
Cristo? Y ¿la salvación de quiénes obtuvo? Hay tres opciones
que podemos examinar, para considerar este punto:
1.- Cristo murió para salvar a todos los hombres sin
distinción.
2.- Cristo murió para no salvar a nadie en particular.
3.- Cristo murió para salvar a un cierto número.
El primer punto es sostenido por los llamados 'universalistas.'
Dicen que Cristo murió para salvar a todos los hombres y de
esta manera ellos, por lógica, suponen que todos los hombres
serán salvados. Si Cristo ha pagado la deuda del pecado, ha salvado, ha
rescatado y ha dado Su vida por todos los hombres,
entonces todos los hombres serán salvados.
El segundo punto de vista es el llamado "arminiano," que
sostiene que Cristo obtuvo una salvación potencial para todos los
hombres. Cristo murió en la cruz, según este punto de vista, pero aunque Él
pagó la deuda de nuestro pecado, Su obra en la cruz no llega a ser eficaz hasta
que el hombre 'decide por Cristo' y de este modo es salvado.
El tercer punto de vista acerca de la expiación, es el llamado
Calvinista, y dice que Cristo murió positiva y eficazmente para
salvar a un cierto número de pecadores merecedores del infierno, sobre quienes
el Padre ya había puesto Su libre y soberano amor electivo. El Hijo paga
solamente la deuda de estos elegidos, satisface la justicia del Padre por
ellos, les imputa Su propia justicia a éstos y así, están completos en Él.
Entonces, la muerte de Cristo sólo pudo haber sido por una de
estas tres razones: para salvar a todos; para no salvar a
nadie en particular; o para salvar a un cierto número. El
tercer punto de vista es el que sostienen los calvinistas y generalmente es
llamado expiación limitada, o redención particular. Cristo murió para salvar a
un número específico de pecadores; esto es, por aquellos que el Padre ". .
. escogió en él antes de la fundación del mundo." (Efesios 1:4); por
aquellos que el Padre le había dado del mundo, todos aquellos "que me
diste; porque tuyos son." (Juan 17:9); aquellos por quienes Él mismo dijo
que derramaría Su sangre: "porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que
por muchos es derramada para remisión de los pecados." (Mateo 26:28).
Nosotros afirmamos que ésta es la postura que realmente hace
justicia al propósito de Cristo al venir a esta tierra para
morir en la cruz. ". . . y llamarás su nombre JESÚS,porque él salvará a
su pueblo de sus pecados." (Mateo 1:21). No a los judíos, ciertamente,
porque los judíos no fueron salvados como un pueblo. Jesús "amó a la
iglesia, y se entregó a sí mismo por ella." (Efesios 5:25).
"El cual fue entregado por nuestros delitos, y resucitado
para nuestra justificación." (Romanos 4:25). ¿De quiénes
habla el Espíritu Santo cuando dice nuestros, nuestra?
¿Acaso está hablando del mundo? Si es así, entonces los universalistas tienen
la razón, porque Cristo fue entregado 'por los delitos del mundo' y 'resucitado
para la justificación del mundo;' y así el mundo queda justificado delante de
Dios. "Porque así como en Adán todos mueren, también en
Cristo todos serán vivificados." (1 Corintios 15:22).
Esto sólo puede significar que toda la posteridad de Adán
muere en Adán, como de hecho muere, porque "así la muerte pasó a todos los
hombres." (Romanos 5:12). Pero toda la posteridad de
Cristo, es decir, la iglesia por la cual Él mismo se entregó, es vivificada en
Él. ¿Por qué es esto así? Ciertamente es así, porque ¡Él se dio a Sí
mismo por ellos! "Por su conocimiento mi siervo justo
justificará a muchos, y cargará con los pecados de ellos."
(Isaías 53:11, RVA). Y cuando Él consumó esto, estando colgado en la cruz, dice
Isaías en aquel gran capítulo 53 de su profecía, que "Verá el fruto de la
aflicción de su alma y quedará satisfecho. . ." (Isaías 53:11). El trabajo
de Su alma al derramarla y ofrecerla por nuestros pecados, producirá hijos
espirituales para la alabanza de Su nombre, y Él será satisfecho, cuando vea
esta obra consumada.
No estamos pasando por alto el hecho que hay algunas Escrituras
que se refieren al 'mundo,' y muchas personas las han tomado como su punto de
partida en la cuestión de la redención. Sin embargo, cuando comparamos la
Escritura con la Escritura, vemos que el uso de la palabra 'mundo' no implica
necesariamente a 'cada hombre y cada mujer en el mundo.' Los
fariseos dijeron de Jesús: "Ya veis que no conseguís nada. Mirad, el mundo
se va tras él." (Juan 12:19); sin embargo, no todas las personas iban tras
de Cristo. La expresión significa "toda clase de persona,"
normalmente para referirse juntamente a judíos y gentiles. (Nota del traductor:
vea Romanos 11:11-12 y note cuidadosamente el uso intercambiable de las
palabras "gentiles y mundo." Para un estudio más a fondo de este tema
recomendamos la lectura del libro "Vida por Su Muerte," del doctor
John Owen). La pregunta siempre debe ser la intención Divina: ¿tuvo Dios la
intención de salvar a todos los hombres o no? Si Él no intentó salvar a todos
los hombres sin excepción, sino solamente a los elegidos, entonces la obra de
Cristo en la cruz fue un éxito glorioso y estamos en lo correcto al creer que
"Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí. .
." (Juan 6:37). Por otro lado, si la intención de Dios fue salvar al mundo
entero, entonces la expiación de Cristo ha sido un gran fracaso, porque un
vasto número de hombres no ha sido salvado. ¡Cristo pagó nuestra deuda!
¿La deuda de quién? ¿La deuda del mundo, o de los elegidos?
Ciertamente, si un hombre ha sido rescatado por un redentor, entonces la ley
que él ha quebrantado debe quedar satisfecha, en razón de la obra o del pago
que el fiador hizo en su beneficio.
Si Tú has mi libertad logrado,
Y gratuitamente en mi lugar padeciste
La completa ira Divina;
Pago doble por Dios no será demandado,
De la mano sangrante de mi Fiador primero,
Y luego, otra vez, de la mía.
Y gratuitamente en mi lugar padeciste
La completa ira Divina;
Pago doble por Dios no será demandado,
De la mano sangrante de mi Fiador primero,
Y luego, otra vez, de la mía.
4. LA GRACIA IRRESISTIBLE
Una vez más, este cuarto punto de la creencia del sistema
calvinista, es el resultado lógico de todo lo que hemos visto anteriormente. Si
los hombres son incapaces de salvarse a sí mismos debido a su naturaleza caída,
y si Dios se ha propuesto salvarlos, y Cristo ha consumado la salvación de
ellos, entonces, se deduce por lógica que Dios debe también proveer los medios
para llamarles a los beneficios de la salvación que Él ha obtenido para ellos.
Sin embargo, el sistema calvinista de teología, aunque profundamente lógico, es
mucho más que un mero sistema lógico. Es un sistema de creencia bíblica pura,
que se encuentra firmemente apoyado en la Palabra de Dios. Entonces, la
doctrina de la gracia irresistible no es un invento de los hombres que
redactaron los Cinco Puntos del Calvinismo en el Sínodo de Dort, sino la
manifiesta revelación de la santa Palabra de Dios. Por ejemplo, Romanos 8:30
dice: "Y a los que predestinó, a éstos también llamó." Es
decir, Dios no sólo elige a los hombres y mujeres para la salvación; Él también llama a
todos aquellos que Él ha elegido.
¿Qué quiere decir "gracia irresistible"? Nosotros
sabemos que cuando el Evangelio es predicado en la iglesia, o al aire libre, o
a través de la Palabra de Dios leída, no todas las personas hacen caso de su llamado.
No todas las personas llegan a ser convencidas de sus pecados y de su necesidad
de Cristo. Esto explica el hecho de que hay dos llamamientos.
Existe no sólo un llamamiento externo; sino también uno interno.
El llamamiento externo puede ser descrito como: "las palabras del
predicador," y este llamamiento, cuando es realizado, puede obrar de
diferentes maneras, en decenas de diferentes corazones, produciendo diferentes
resultados. Sin embargo, hay una cosa que este llamamiento no puede hacer: no
efectuará la obra de salvación en el alma pecadora. Para que una obra de
salvación sea forjada en el alma, el llamamiento externo debe ir acompañado por
el llamamiento interno del Espíritu Santo de Dios, porque es Él quien
"convencerá de pecado, de justicia y de juicio." (Juan 16:8). Y
cuando el Espíritu Santo llama por Su gracia a un hombre, a una mujer o a una
persona joven, este llamamiento es irresistible: es decir, este
llamado no puede ser frustrado, porque es la manifestación de la gracia
irresistible de Dios.
Esta enseñanza es sustentada una y otra vez en la Palabra de Vida
de Dios, como por ejemplo, en los siguientes versículos y pasajes:
1.- "Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y
al que a mí viene, no le echo fuera." (Juan 6:37). Note que son aquellos
que el Padre ha dado a Cristo (los elegidos), los que vendrán a Él; y cuando
vienen a Él, no son echados fuera.
2.- "Nadie puede venir a mí, a menos que el Padre que
me envió lo traiga; y yo lo resucitaré en el día final." (Juan 6:44,
RVA). Aquí, nuestro Señor está diciendo simplemente que es imposible que los
hombres vengan a Él por sí mismos; el Padre debe traerlos.
3.- "Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados por
Dios. Así que, todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de él, viene
a mí." (Juan 6:45). Los hombres pueden oír el llamamiento externo; pero
son aquéllos que han sido enseñados por el Padre, quienes responderán y vendrán
a Cristo. Así, con Simón Pedro: "Bienaventurado eres, Simón, hijo de
Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que
está en los cielos." (Mateo 16:15-17).
4.- "Porque todos los que son guiados por el Espíritu
de Dios, éstos son hijos de Dios." (Romanos 8:14).
5.- "Pero cuando agradó a Dios, que me apartó desde el
vientre de mi madre, y me llamó por su gracia." (Gálatas
1:15).
6.- "Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio,
nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de
aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable."
(1 Pedro 2:9).
7.- "Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su
gloria eterna en Jesucristo. . ." (1 Pedro 5:10).
Ciertamente, una ilustración notable de esta enseñanza de la
gracia irresistible o llamamiento eficaz, es el incidente del cual
leemos en Hechos 16. El apóstol Pablo predicaba el Evangelio a un grupo de
mujeres junto al río, en Filipos; y mientras él estaba hablando: "Entonces
una mujer llamada Lidia, vendedora de púrpura, de la ciudad de Tiatira, que
adoraba a Dios, estaba oyendo; y el Señor abrió el corazón de ella para
que estuviese atenta a lo que Pablo decía." (Hechos 16:14). Pablo, el
predicador, habló a los oídos de Lidia, y este es el llamamiento externo. Pero
el Señor habló al corazón de ella, y este es el llamamiento interno de la
gracia irresistible.
Los arminianos creen que hombres y mujeres tienen la capacidad de
resistir el llamado del Evangelio de Dios, y así lo hacen. Por lo tanto, ellos
se oponen diciendo que no puede haber tal doctrina de la gracia irresistible de
Dios. Nosotros creemos que hombres y mujeres no sólo pueden resistir
el Evangelio de Dios, como de hecho lo hacen; sino que también, debido a su
naturaleza caída, deben resistir el Evangelio de Dios. Por lo
tanto, es necesaria la existencia de una doctrina como la doctrina de la gracia
irresistible. En otras palabras, nuestras almas deben ser puestas bajo una
influencia más grande que nuestra propia naturaleza, más grande que nuestra
resistencia, o de lo contrario estamos destinados a ser condenados para
siempre, puesto que "el hombre natural no percibe las cosas que son del
Espíritu de Dios." (1 Corintios 2:14). Hay tres grandes fuerzas que
trabajan en la obra de la salvación del hombre:
1.- La voluntad del hombre.
2.- La voluntad del Diablo.
3.- La voluntad de Dios.
¿Cuál de estas tres fuerzas tendrá la victoria? Si la voluntad de
Dios no resulta victoriosa en este asunto de la salvación, entonces, resultará
victoriosa la voluntad del Diablo, porque él es más fuerte que nosotros. Thomas
Watson, un antiguo puritano del siglo XVII, describió el asunto, vívidamente,
en las siguientes palabras: "Dios cabalga con fuerza, conquistando en el
carro de Su Evangelio. . . Él conquista el orgullo del corazón y hace que la
voluntad, la cual se resistía como una fortaleza real contra Él, se rinda y
doblegue ante Su gracia; y hace sangrar al corazón de piedra. ¡Oh, este es un
poderoso llamamiento! ¿Por qué, entonces, algunos hombres parecen hablar de una
persuasión moral? ¿Por qué dicen que en la conversión de un pecador, Dios sólo
persuade moralmente y nada más? Si en la conversión, Dios sólo pudiera
persuadir moralmente y nada más, entonces Él no pondría mucho más poder en la
salvación de los pecadores, de lo que el Diablo hace para su destrucción."
¿Cuál voluntad obtendrá la victoria? ¿La nuestra? Pero, ¿acaso no
se resistía, de hecho, como una fortaleza real en contra del Señor? "Y no
queréis venir a mí para que tengáis vida." (Juan 5:40). ¿Acaso la victoria
será de la voluntad del Diablo? Entonces, quién podría ser salvado jamás,
puesto que la voluntad suya será siempre más fuerte que la nuestra. Pero,
ciertamente, este es el Evangelio, que "uno más fuerte que el fuerte"
aparece conquistando y para conquistar, en el carro de Su Evangelio; y Él,
efectivamente, conquista a Satanás, como también al hombre débil, todo para la
alabanza de Su irresistible gracia. (Vea Lucas 11:21-23).
5. LA PERSEVERANCIA DE LOS SANTOS (Los verdaderos creyentes)
Ahora, como punto final, la doctrina de la perseverancia de los
santos. Con el fin de resumir, vamos a referirnos otra vez a la Confesión
Bautista, la cual está de acuerdo en este punto con las otras confesiones
históricas de fe. "Aquellos a quienes Dios ha aceptado en el Amado, y ha
llamado eficazmente y santificado por Su Espíritu, y a quienes ha dado la
preciosa fe de Sus elegidos, no pueden caer ni total ni definitivamente del
estado de gracia, sino que ciertamente perseverarán en él hasta el fin, y serán
salvos por toda la eternidad, puesto que los dones y el llamamiento de Dios son
irrevocables. . ." (Confesión Bautista de 1689, Capítulo 17; párrafo 1).
Nuevamente vamos a demostrar que esto es exactamente lo que las Escrituras nos
enseñan.
"Porque a los que antes conoció, también los predestinó para
que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el
primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también
llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a
éstos también glorificó. ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por
nosotros, ¿quién contra nosotros?. . . Por lo cual estoy seguro de que ni la
muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente,
ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos
podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro."
(Romanos 8:29-31; 38-39).
Otra vez, tenemos que reconocer el hecho de que, todo lo que los
hombres del Sínodo de Dort (y todos aquellos que enseñan de la misma manera),
estaban haciendo, era poner dentro de un pequeño esquema, en una forma
sistemática, las enseñanzas del Evangelio de la libre y soberana gracia de
Dios. Si el hombre no puede salvarse a sí mismo, entonces Dios debe salvarle.
Si no todos los hombres son salvos, entonces Dios no ha salvado a todos. Si
Cristo ha hecho la satisfacción por pecados, entonces, esta expiación es por
los pecados de aquellos que son salvados. Y si Dios se propuso revelar esta
salvación en Cristo a los corazones de todos aquellos a quienes Él escogió
salvar, entonces, Dios proveerá los medios necesarios y eficaces para
realizarlo así. Por lo tanto, si habiendo decretado salvar, habiendo
muerto para salvar, y habiendo llamado a la salvación
a aquellos que jamás se salvarían por sí mismos; entonces, Él también
preservará a aquellos salvados hasta la vida eterna, para la gloria de Su
Nombre.
De este modo, siguiendo la depravación total, la elección
incondicional, la expiación limitada, y el llamamiento eficaz, llegamos a la
perseverancia de los santos. "Estando persuadido de esto, que el que
comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de
Jesucristo." (Filipenses 1:6). La Palabra de Dios contiene múltiples
referencias acerca de esta bendita verdad. "Y esta es la voluntad del
Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino
que lo resucite en el día postrero." (Juan 6:39). "Y yo les doy vida
eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano." (Juan
10:28). "Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la
muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su
vida." (Romanos 5:10). "Ahora, pues, ninguna condenación hay para los
que están en Cristo Jesús. . ." (Romanos 8:1).
Este es el sello del creyente, que él pertenece a Cristo; que él
está perseverando en las cosas de Cristo; que él está procurando tanto más
hacer firme su vocación y elección. (Vea 2 Pedro 1:10). El creyente en Cristo
puede caer en la tentación, pero el Señor "no os dejará ser tentados más
de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la
salida, para que podáis soportar." (1 Corintios 10:13). Así que el
creyente se fortalecerá y seguirá fortaleciéndose cada vez más, en las cosas
relacionadas con su salvación, para la gloria de Cristo.
Los versículos incomparables de Romanos 8:28-29, muestran la
lógica en la salvación eterna de Dios; la lógica que el Calvinismo afirma. La
salvación que comienza en la mente y el propósito de Dios, debe terminar en el
completo cumplimiento de Su inquebrantable propósito de que "aquellos que
antes conoció," sean unidos eternamente con su Salvador.
CONCLUSIÓN
Entonces, en una forma general, esta es la enseñanza que algunas
veces es llamada Calvinismo. Lejos de ser una innovación del hombre, esta es la
doctrina de la Palabra de Dios, claramente formulada y expuesta.
Sin embargo, seguramente surgirá la pregunta: pero, ¿no estorba la
obra evangelística, esta doctrina del Calvinismo? Una rápida mirada a la
historia de la Iglesia de Cristo en este mundo, será suficiente para invalidar
tal opinión. Porque encontraremos que el Evangelio ha florecido más en los lugares
y en los tiempos en que el pueblo de Dios ha sostenido estas doctrinas de
gracia cerca de sus corazones. Pensemos en el celo de William Carey, que le
condujo desde su taller de zapatos hasta hacer la obra evangelística por Cristo
en la India. William Carey era un sólido calvinista, como también lo fue Andrew
Fuller, otro bautista que ayudó a formar la Sociedad Bautista Misionera.
Considere las siguientes palabras del piadoso David Brainerd, aquel hombre que
creyó que los indios pieles rojas, al igual que los hombres blancos, tenían
también un alma: "Y entonces tuve dos deseos," escribe Brainerd en su
diario, "mi propia santificación, y la salvación de los elegidos
de Dios." Uno de los más grandes evangelistas de los tiempos modernos
fue el también calvinista George Whitfield; no obstante, su calvinismo nunca
frustró o impidió su predicación del Evangelio de Cristo: "Con cuánta
pasión divina," se dijo de él, "exhortó a los pecadores a volverse a
Cristo."
El Calvinismo, si podemos usar esta palabra sin que seamos
malentendidos, fue también el Evangelio de Robert Murray M'Cheyne, como también
lo fue de Andrew Bonar, y William Burns, aquel gran líder del avivamiento y
misionero en China. Mártires, Reformadores, líderes de la Iglesia de Cristo en
la tierra, cuando hablan del Evangelio que ellos predicaron y por el cual
murieron, hablan del Evangelio de la gracia salvadora de Dios para su rebaño
elegido. ¿Cómo podría comenzar uno a enumerarlos? Lutero, Calvino, Tyndale,
Latimer, Knox, Wishart, Perkins, Rutherford, Bunyan, Owen, Charnock, Goodwin,
Clavel, Watson, Henry, Watts, Edwards, Whitefield, Newton, Spurgeon,
todos ellos son sólo un puñado del noble ejército de testigos de la verdad de
la gracia soberana. ¿Acaso su labor para el Señor sufrió tropiezos por lo que
creían? Y, ¿qué es lo que creían? Ellos creían que Dios es el Soberano Señor.
Ellos se atrevieron a creer que adoraban y servían a un Rey que hace
"todas las cosas según el designio de su voluntad." (Efesios 1:11).
Bien dijo el príncipe de los predicadores, Charles Haddon Spurgeon:
"He conocido hombres que muerden sus labios y rechinan sus dientes llenos
de ira, cuando predico la soberanía de Dios. . . los doctrinarios de hoy
admitirán un Dios, pero claro, Él no debe ser un Rey." ¿Acaso podemos
decir que Spurgeon estorbó al Evangelio? Y sin embargo,
¡cuántos se han levantado en lucha contra él, a causa de su doctrina! Él diría:
"somos menospreciados como 'sectarios' (hipercalvinistas), escasamente
algún ministro voltea a vernos o habla favorablemente de nosotros; debido a que
sostenemos fuertes convicciones acerca de la soberanía de Dios, y Su elección
divina y amor especial hacia Su pueblo."
Quizás una palabra del mismo gigante de la iglesia servirá como
una exhortación final, para que nos aferremos con firmeza a estas benditas
verdades de la Palabra de Dios y las proclamemos con denuedo, para la alabanza
de Su nombre. "La antigua verdad que Calvino predicó, que Agustín predicó,
que Pablo predicó, es la verdad que yo debo predicar hoy o de lo contrario sería
falso a mi conciencia y a mi Dios. Yo no puedo darle forma a
la verdad, y no sé cómo limar las asperezas de una doctrina. El Evangelio de
John Knox es mi Evangelio; aquel Evangelio que tronó a través de toda Escocia,
debe tronar otra vez a través de toda Inglaterra." Amén y Amén.
Por W. J. Seaton, (Pastor de la Iglesia Bautista Reformada de
Inverness, Escocia).
Soli Deo
Gloria