Mostrando entradas con la etiqueta Puritanos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Puritanos. Mostrar todas las entradas

miércoles, 13 de julio de 2016

La Conciencia y los Puritanos

1. con el fin de asegurarnos de estar en la misma onda, ¿puede definir lo que es la conciencia? ¿De qué hablaban exactamente los puritanos cuando debatían asuntos de conciencia?

La conciencia es un eco en la mente humana del veredicto del Juez justo. William Perkins afirmó que “la conciencia es una parte del entendimiento” que se pone de parte o en contra de los actos propios de la persona. William Ames, un estudiante de Perkins, escribió que la conciencia es “el juicio que un hombre emite sobre sí mismo, de acuerdo con el juicio que Dios hace de él”. Independientemente de aquello que amamos con nuestros afectos, o escogemos con nuestra voluntad, hay una parte de nuestro entendimiento que nos juzga y que nos da un sentido de aprobación o culpa moral, según la comprensión que tengamos de lo correcto y de lo incorrecto. Por tanto, cuando los puritanos consideraban los casos de conciencia, debatían cuestiones sobre cómo saber lo que es agradar a Dios en situaciones específicas y, lo que es más importante aún, cómo saber que el Juez divino te acepta como alguien justo a Sus ojos.

2. ¿Qué identificarían los puritanos como la función de la conciencia? ¿Por qué la necesitamos y qué hace por nosotros?

La conciencia imprime la autoridad moral de Dios sobre la mente del hombre y, como resultado, produce una sensación de angustia y miseria, o de paz y gozo, que anticipa la eternidad. Ames afirmó que la conciencia ata a un hombre con tal autoridad que ninguna cosa creada puede liberarlo de ella. Aunque nuestra conciencia pueda estar mal informada, sigue hablando con una autoridad divina a la que podemos desobedecer, pero que nos resultará difícil de ignorar. Nos recuerda que Dios ve todo lo que hacemos y que, una de dos, o se deleita en nosotros o se enoja con nosotros, y que está contento o descontento con nuestros actos.

Gran parte de la literatura puritana tenía por objetivo dirigir a las personas a hallar la paz de la conciencia por medio de la sangre de Cristo y a caminar en buena conciencia de día en día. Richard Rogers declaró que el propósito de su Seaven Treatises de dirección espiritual consistía en mostrar a una persona cómo vivir para que “pudiera hallar el sabor dulce y eficaz [poderoso] de la felicidad eterna, incluso aquí”. Richard Sibbes dijo que una buena conciencia es “un festín continuo”, porque saber que Dios se agrada de nosotros, que ha perdonado nuestros pecados y que se deleita en nuestra obediencia nos capacita para sufrir y hasta para morir sintiendo consuelo, libertad y gozo.

3. ¿Qué querrían los puritanos que supiésemos sobre el efecto de la caída en el pecado sobre la conciencia del hombre?

La caída del hombre nos colocó bajo la ira condenadora de Dios y de la oscuridad esclavizadora del pecado. Lo primero perturba y aterroriza la conciencia por cuanto siente el juicio venidero; lo segundo desordena y confunde la conciencia.

Perkins enseñó que aunque “un remanente de la imagen de Dios” persiste en la mente del hombre a través de “ciertas nociones concernientes al bien y al mal”, la humanidad ha caído en gran ignorancia de la verdad y en la incapacidad de entender las realidades espirituales (1 Co. 2:14), en la futilidad de no distinguir la verdad de la falsedad (Ef. 4:7; Pr. 14:12), y en la tendencia natural de seguir el mal y las mentiras (Jer. 4:22). Esto distorsiona la conciencia, aunque sigue reteniendo un cierto grado de su poder para reprender y restringir el pecado (Ro. 2.15). La conciencia caída tiende a excusar la maldad introspectiva si va cubierta de adoración externa (Mr. 10:19-20). También tiende a acusar falsamente a la persona cuando no sigue las tradiciones y las doctrinas de meros hombres (Col. 2:21-22). En ocasiones, la conciencia puede acusar y aterrorizar a una persona por sus pecados (Hch. 24.26) y, a pesar de ello, la conciencia puede llegar a estar cauterizada hasta el entumecimiento por los hábitos de pecar (Ef. 4:19; 1 Ti. 4:2).

4. ¿En qué podrían advertirnos los puritanos sobre nuestro uso o mal uso de la conciencia?

Los puritanos advertían en contra de sujetar la conciencia a cualquier autoridad suprema al margen de la Biblia. Enfatizaban de forma particular la libertad de la conciencia en asuntos de religión. Los eruditos de Westminster escribieron: “Solo Dios es Señor de la conciencia, y la ha dejado libre de las doctrinas y los mandamientos de los hombres, que son en muchas cosas contrarios a Su Palabra, o están al margen de ella en asuntos de fe y de adoración”. Las Santas Escrituras son la única norma suficiente, cierta e infalible de todo conocimiento, fe y obediencia salvíficos”.

Los puritanos también advirtieron contra resistirse a la propia conciencia cuando esta habla según la Palabra. Ames enseña a los inconversos que consideren seriamente la ley para que esta los convenza de pecado, les muestre que no pueden salvarse a sí mismos, y que los lleve al dolor, el temor y a la confesión de pecados específicos. Debe renunciar, asimismo, a su propia justicia y fijar su mente en la justicia de Cristo crucificado, tal como lo presentan las promesas del evangelio.

Los cristianos tampoco deben resistirse a la conciencia. Si un cristiano descubre que su conciencia le está acusando, Ames le aconseja que: primero, sienta la carga del pecado (Mt. 11:28-29); segundo, deteste todo el pecado (Ro. 7:15); tercero, que tenga cuidado de no cumplir sus deseos pecaminosos (Gá. 5.16); cuarto, que trabaje para matar esas ansias pecaminosas (Ro. 8:13); quinto, que considere las promesas de Dios, corra hacia Cristo y se aferre a Él más y más (Ro 7:25; Fil. 3:9); y sexto, que se deshaga de los pecados repugnantes y odiosos que sacuden la conciencia y ponen en cuestión su propia salvación (Is. 1:16-18).

5. ¿Qué puede hacer un cristiano para reparar su conciencia o ayudar a que esta venza los efectos de la caída?

La restauración de la conciencia forma parte del proceso de santificación que comienza con la regeneración y no acaba hasta que entramos a la gloria. Es una obra de la gracia de Dios que debemos buscar en oración. El medio más relevante es ponernos bajo una predicación sana y escrutadora tanto de la ley como del evangelio. Como dijo Sibbes, los pasos que llevan a una buena conciencian son, en primer lugar, sentirnos perturbados por nuestros pecados; en segundo lugar, hallar la paz confiando en Cristo; y, en tercer lugar, decidir agradar a Dios en todas las cosas. Con estos tres elementos activos en nuestra vida, estamos posicionados para crecer más en una buena conciencia a medida que vivimos por fe para complacer a Dios. La actitud más importante es la sinceridad y la humildad delante de Dios, porque la conciencia siempre nos confronta con la verdad de que Dios es el Señor. Para más detalles sobre la restauración de la conciencia, ver A Puritan Theology (pp. 919-25)
Traducción de IBRNJ
Soli Deo Gloria



martes, 12 de julio de 2016

La Oración y los Puritanos

1. Los puritanos son hoy famosos por la importancia que daban a la adoración corporativa y la familiar. ¿Habrían integrado también la adoración privada (o los devocionales personales) en sus vidas? ¿En qué habría consistido esa adoración?

Los puritanos consideraban los devocionales personales como la raíz de la adoración familiar y pública. El Manual para la adoración familiar comienza, de hecho, recomendando la «adoración secreta» como «lo más necesario» cuando cada individuo se dedica a «la oración y la meditación» como medio especial de «comunión con Dios». Pastores y padres —afirmaba— deberían exhortar «a todo tipo de personas a realizar este deber por la mañana y por la noche».

Los elementos principales de los devocionales personales son la meditación en la palabra y la oración a Dios. La meditación alimenta el alma con la Palabra para el servicio diario a Dios. Thomas Manton declaró: «Aquel que trabaja debe tomar sus comidas, de otro modo se desmayaría. Los fuegos pintados no necesitan combustibles». Y John Cotton dijo: «Aliméntate de la Palabra y esto hará que te regocijes [o nos regocijemos] en la Palabra».

2. Matthew Henry escribió un libro muy popular sobre la oración y, entre sus primeras directrices, encontramos: «Empieza cada día con Dios». ¿Qué habrían dicho los puritanos si alguien les hubiera sugerido que la Biblia no ordena devocionales diarios ni una adoración privada diaria?

Mantón afirmó: «aunque no existe una norma expresa establecida de forma particular en cuanto a la frecuencia con la que deberíamos estar con Dios», los mandamientos y las llamadas de Dios a la oración «son muy extensas». Señaló que la Palabra nos ordena «orar sin cesar» (1 Ts. 5.17) y «orar en todo tiempo» (Ef. 6:18). Esto implica un hábito continuo de oración y, también tiempos que se dedican especialmente a la oración. Nos ofreció los ejemplos de David (Sal. 55:17) y de Daniel (Dn. 6:10); ambos oraban tres veces al día. Es verdad que podemos elevar oraciones repentinas (Neh. 2:4) en medio de nuestro trabajo ordinario. Pero también debemos «luchar» en oración (Ro. 15:30), lo que implica un tiempo más extenso dedicado de forma exclusiva a la oración. Algunos de esos tiempos más largos son con la familia o con la iglesia, pero Cristo nos enseñó de manera específica a orar a solas en un lugar secreto (Mt. 6:6), y, en ese mismo contexto, a orar «cada día» (Mt. 6:11). No deberíamos considerar la oración como un mero deber religioso, y preguntar: «¿Con cuánta frecuencia tengo que hacerlo?». En vez de ello, Manton afirmó que la oración es la conversación de «un alma amante con Dios», y «los actos de amistad y comunión no deberían ser escasos y poco frecuentes, sino constantes y a menudo». Escribió: «Si sentimos amor por Dios, no podremos pasar mucho tiempo fuera de su compañía, sino que estaremos junto a él, derramándole nuestro corazón».

3. En el mundo cristiano se ha hablado mucho, recientemente, sobre la importancia de orar las Escrituras. Con todo, los puritanos ya lo hacían hace siglos. ¿Cómo y por qué usaban las Escrituras para orar?

La Reforma no fue tan solo un regreso a la doctrina bíblica, sino también un retorno a la espiritualidad bíblica. Un erudito escribe: «Para Lutero, la reforma consistía en cómo ora la iglesia».

Lutero alentó a las personas a dejar atrás la preocupación medieval de los santos y las vanas repeticiones en la oración y de regresar a las simples y sentidas oraciones basadas en los Salmos y en el Padrenuestro. A medida que la Reforma siguió adelante con hombres como Juan Calvino y los puritanos, Dios renovó el interés de permitir que la Palabra de Dios dirigiera la forma de orar y el contenido de la plegaria.

Las oraciones de los puritanos salían de corazones saturados de Escritura. Se deleitaban especialmente en convertir las promesas en oraciones. William Gurnall declaró: «La oración no es sino la promesa invertida». Asimismo afirmó: «Cuanto más poderoso es uno en la Palabra, más poderoso será en la oración». Este patrón de orar las Escrituras culminó en el libro de Matthew Henry, A Method for Prayer [Método para orar], donde recoge centenares de versículos bajo distintos encabezamientos para dirigir al cristiano en oración.

4. ¿Cuáles son algunos de los mejores recursos puritanos a los que regresar si queremos aprender a orar mejor?

Existen dos libros accesibles en la serie puritana de bolsillo; uno es de Thomas Brooks, The Secret Key to Heaven [La clave secreta para llegar al cielo], y el otro es de John Bunyan, Prayer [Oración]. Se puede encontrar algunas copias de The Puritans on Prayer [Los puritanos acerca de la oración] que se ha dejado ya de imprimir y que incluye escritos de John Preston, Nathaniel Vincent y Samuel Lee.

Para orar las Escrituras, véase el libro de Matthew Henry mencionado más arriba. Para inspiradores ejemplos de oraciones puritanas, véase The Valley of Vision [El valle de la visión], publicado por Arthur Bennett.

Puede encontrar, asimismo, una buena introducción a los puritanos sobre la oración en el libro que publiqué con Brian Najapfour, Taking Hold of God: Reformed and Puritan Perspectives on Prayer [Aferrarse a Dios: Perspectivas reformadas y puritanas sobre la oración]. El reverendo Najapfour ha publicado también The Very Heart of Prayer: Reclaiming the Spirituality of John Bunyan [El corazón mismo de la oración: Reclamar la espiritualidad de John Bunyan], y Jonathan Edwards, His Doctrine of and Devotion to Prayer [Jonathan Edwards, su doctrina de la oración y su devoción por ella].
Por supuesto, los puritanos nos dirían que ¡el libro más importante sobre la oración es la Biblia!
Traducción de IBRNJ
Soli Deo Gloria



La mentalidad peregrina de los Puritanos

1. Este capítulo debate sobre la mentalidad peregrina. La mayoría de nosotros estamos familiarizados con El progreso del peregrino, ¿pero no deberíamos entender que la mentalidad peregrina predominó en la gran mayoría de los puritanos?

Sí, los puritanos consideraban sistemáticamente la vida cristiana como un viaje de peregrinación al cielo. Sufrieron mucho y escogieron obedecer por encima de la transigencia, manteniendo sus ojos en Cristo y en el cielo. J. I. Packer afirma: “Los puritanos me han enseñado a ver y a sentir la transitoriedad de esta vida, a pensar en ella, con todas sus riquezas, básicamente como el gimnasio y el probador donde se nos prepara para el cielo y a considerar la disposición a morir como el primer paso para saber cómo vivir”.

2. ¿Podría darme una breve definición de esa mentalidad peregrina y decirnos qué diferencia marcó para los puritanos?

La mentalidad peregrina vive en contra de este mundo, con la esperanza de gloria en otro mundo por fe en Cristo.

Como Moisés, los creyentes en Cristo escogen hoy cambiar los placeres de este mundo por el sufrimiento presente y la gloria futura con Él (He. 11:24-26). Jeremías Burroughs afirmó que la fe tiene poder “para despegar el corazón del mundo”, porque “su obra principal” consiste en “que las almas se arrojen sobre Dios en Cristo para todo el bien y la felicidad que espere lograr jamás […], sobre Dios como bien todosuficiente”. Esto desteta nuestros afectos del mundo y nos capacita para esperar pacientemente en el Señor (Sal. 37:7).

La fe también capacita a los creyentes a regocijarse en lo que no vemos, porque, como afirmó Burroughs: “La fe hace que el bien futuro de las cosas espirituales y eternas estén presentes en el alma y obren sobre ella, como si estuvieran presentes”.

Los puritanos vivieron en un mundo de sufrimiento, opresión política, plagas epidémicas, y guerra civil, donde muchos de sus hijos no sobrevivieron hasta la edad adulta, por su postura contra la mundanalidad y la adoración falsa. A pesar de todo ello, tenían un gozo y una esperanza vibrantes. ¿Por qué? John Trapp declaró: “Aquel que persigue el ser coronado presta poca atención a los días de lluvia”.

Los puritanos disfrutaban de la creación de Dios, pero no se enredaban en los placeres y en las búsquedas de este mundo, porque se dirigían hacia algo mejor. William Perkins afirmó: “Los peregrinos se deleitan poco en sus viajes, porque no se sienten en casa”. Utilizaron este mundo como si no lo aprovecharan, porque era pasajero (1 Co. 7:31).

Los cristianos deben anhelar abandonar este mundo para estar con el Señor (2 Co. 5:8). Perkins dijo que un “peregrino siempre está pensando en su hogar natal y suspirando por él”. Los cristianos deben desear el cielo (He. 11.16), buscar el cielo (Col. 3:1), y usar este mundo no como un fin en sí mismo, sino como un medio para ganar el cielo.

3. ¿En qué nos beneficiará, como creyentes contemporáneos, el rescatar algo de esta mentalidad peregrina? ¿Qué tendríamos que perder o de qué nos privaríamos si no la recuperamos?

En primer lugar, conseguiríamos una postura más antitética hacia este mundo. No es un aislamiento en el que intentamos escondernos del pecado y del mal (¡esto sería imposible!); sería una lucha en la que defenderíamos la justicia contra la perversidad y las acusaciones del mundo. Pedro habla de esto cuando llama a los creyentes a abstenerse de los deseos pecaminosos como “extranjeros y peregrinos” en el mundo, precisamente porque las lujurias pelean contra nuestra alma y el mundo nos acusa del mal (1 P. 2:11).

Este mundo no es amigo de ayudar a los peregrinos que se dirigen al cielo; es un país peligroso que tenemos que atravesar en nuestro camino hacia allá. William Ames declaró: “Esto puede servir para advertirnos que no pongamos nuestra herencia o nuestro tesoro en las cosas de este mundo, [y] exhortarnos a elevar nuestro corazón siempre hacia nuestra patria celestial, y a aprovechar todas las cosas que puedan ayudarnos a seguir adelante”.

En segundo lugar, logramos un firme fundamento para sufrir y morir. Perkins declaró que una de las grandes lecciones del cristianismo es que “debemos vivir para poder morir en fe”. Pocos cristianos consideran hoy cómo sufrir bien y cómo morir para la gloria de Dios (Fil. 1:20), ¿pero cuántos de nosotros evitaremos el dolor y la muerte?

Para tratar estas inevitables realidades (si el Señor se demora), necesitamos visión que penetre más allá del horizonte de nuestra mortalidad. Perkins dijo que la fe es como el palo mayor de un barco al que un marinero trepa y ve tierra firme, mientras todavía se encuentra “lejos de ella” (He. 11.13). Como peregrinos de fe no tenemos por qué temerle a la muerte. Thomas Watson afirmó que “la muerte pondrá fin a un peregrinaje agotador”, retirará los útiles de peregrino y las remplazará por una corona.

En tercer lugar, conseguiríamos un optimismo y una esperanza inamovibles. Comparto las mismas preocupaciones que muchos cristianos estadounidenses tienen en cuanto a la dirección de nuestro gobierno y nuestra cultura popular. Pero pienso que nos enfrentamos a un peligro tan grande como la persecución y la decadencia de la sociedad: temo que los evangélicos están en peligro de amargura y desesperación. ¿Podría ser que nos hayamos olvidado de que este mundo no es nuestro hogar?

Los puritanos vencieron por la sangre del Cordero. Algunos eruditos podrían decir que los puritanos llegaron a perder toda batalla política y eclesiástica en la que se embarcaron, pero yo creo que triunfaron en la batalla espiritual por el reino y los creyentes auténticos siguen siendo hoy más que vencedores en Cristo. John Owen afirmó: “Aunque nuestra persona caiga, nuestra causa será tan verdadera, cierta e infaliblemente victoriosa, como que Cristo está sentado a la diestra de Dios”. Cristo ha ganado la victoria; traerá su reino y todo Su pueblo llamado y escogido participará en él (Ap. 17:14).

Por último, la mentalidad peregrina no trata de un lugar, sino de una persona. Los cristianos deberían considerar toda su vida terrenal como un viaje para ver el rostro de Dios. Mi padre oraba cientos de veces con nosotros en la adoración familiar: “Señor, haz que nuestra vida sea principalmente una preparación para encontrarnos contigo en la justicia y la paz de Cristo”. Esa es la oración y el deseo centrado en Dios de todo peregrino.
Vía: http://www.ibrnj.org/
Soli Deo Gloria


jueves, 30 de junio de 2016

, , , ,

Los Cinco Puntos de las Iglesias Bautista Reformadas

"Las doctrinas de la gracia humillan al hombre  sin degradarlo, y lo exaltan  sin inflarlo" - Charles Hodge
Convicciones distintivas historicas

I  Reformadas

1.    Sola Scriptura – La Biblia es la autoridad completa, definitiva y clara en todos los asuntos de la fe.
2.   Solus Christus – Nuestra confianza está en Jesucristo para la salvación.
3.    Sola Gratia – La gracia asegura la redención sin necesidad de obras.
4.    Sola Fide – Somos declarados justo por Dios mediante la fe (1).
5.    Soli Deo Gloria – El objetivo de la creación y la redención es la alabanza de Dios.

II Calvinistas

1.   Depravación Total  – La caída de Adán afectó a la totalidad de la persona humana (2).

2.    Elección Incondicional – La elección no se basa en la fe o las obras previstas (3).

3.   Expiación Limitada – La redención se ha cumplido por Cristo para los elegidos (4).

4.  Gracia Irresistible – Regeneración por el Espíritu Santo es eficaz para los elegidos.

5.    La perseverancia de los Santos – Dios, por gracia, completará lo que empezó en la regeneración de los elegidos.

III Puritanas

1. Piedad en la adoración – principio regulativo de la adoración (5), el Día del Señor como día de reposo cristiano.

2. La piedad en la predicación – La primacía de la predicación.  Exposición y aplicación enfatizada.

3.   Piedad en la Instrucción – Confesional y universal. Declaración de lo que creemos que la Biblia enseña (6).

4.  Piedad en la familia – Los padres deben instruir (catequizar) y disciplinar a sus hijos en el Señor.

5.  La piedad en el comportamiento – El mantenimiento de una buena conciencia delante de Dios y el hombre.

IV del pacto

1.    Unidad de la Biblia – Muchas partes pero un solo mensaje.

2.    Interpretación Centrada en Cristo – La persona de Jesús, sus obras y su reino es el tema de la Biblia.

3. Distinción Ley / Evangelio  – Los mandamientos de la Ley (7) condenan. El Evangelio salva (8).

4.  Una forma de la salvación – Cristo ha salvado a todos los elegidos a través de todas las edades.

5.  Vista optimista de la historia – Jesucristo es ahora Rey y gobierna sobre todos. Pronto vendrá otra vez.

V. Bautistas

1.   Prácticas de la Iglesia Bíblica – Ordenanzas sólo para los creyentes (9). Disciplina de la Iglesia ejercida con amor.

2. La libertad de Iglesia Bíblica – El punto es no inmiscuirse en asuntos de conciencia.

3.  Gobierno de la Iglesia Bíblica – Los ancianos y diáconos. La congregación local elige a sus líderes (10).

4. Crecimiento de la Iglesia Bíblica – el anuncio del Evangelio al mundo. El arrepentimiento y fe demandados a todos.

5.    Ministerio de la Iglesia Bíblica – Sacerdocio de todos los creyentes (11).

Notas:
(1) Esta es una justicia imputada. La justificación es perfecta, ni creciente, ni menguante.
(2) Estamos de acuerdo con Martín Lutero del estado del hombre “viene del diablo y de Adán.”
(3) Un entendimiento calvinista de la salvación: Rechazamos la comprensión de la salvación centrada en el hombre .
(4) “Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.” Mat. 01:21 Juan 10:11,14-18,24-29, Hechos 20:28; Isa. 53
(5) A diferencia del “principio normativo” que establece que lo que no está prohibido está permitido. Nuestro servicio de adoración se basa en leer las Escrituras, predicar y cantar.
(6) Tenemos a la Segunda Confesión de Fe Bautista de Londres 1689. Además de los Apóstoles, los credos de Nicea, Calcedonia Atanasio y expresar nuestra comprensión de la ortodoxia.
(7) Somos conscientes de los “tres usos de la ley.” En primer lugar, la ley sirve como una guía para la sociedad en la promoción de la justicia cívica. En segundo lugar, la ley convence a los pecadores y los conduce a Cristo. En tercer lugar, la ley ordena los cristianos en la vida santa.
(8) Ley y el Evangelio son el Antiguo y Nuevo Testamentos. El evangelio es la promesa de Dios a sus elegidos.
(9) El bautismo de infantes es ajeno a la práctica del Nuevo Testamento. Del mismo modo, la inmersión es el modo correcto del bautismo.
(10) “Una iglesia local, reunida y completamente organizada de acuerdo a la mente de Cristo, se compone de funcionarios y miembros, y los oficiales designados por Cristo para ser escogidos y apartados por la iglesia. “Excepto Dios y su Palabra, no reconocemos ninguna autoridad superior a la de la iglesia local”
(11) La iglesia local es una familia espiritual, donde las relaciones deben ser abiertos y honestos. Todos los asuntos que se manejan en la caridad y la paciencia. Sólo a través de todos los miembros, la participación de las personas pueden crecer en la gracia y el amor.

Adaptada y desarrollada por el Pastor David Charles
Soli Deo Gloria