1. Los puritanos son hoy famosos por la importancia que
daban a la adoración corporativa y la familiar. ¿Habrían integrado también la
adoración privada (o los devocionales personales) en sus vidas? ¿En qué habría
consistido esa adoración?
Los puritanos consideraban los devocionales personales como
la raíz de la adoración familiar y pública. El Manual para la adoración
familiar comienza, de hecho, recomendando la «adoración secreta» como «lo más
necesario» cuando cada individuo se dedica a «la oración y la meditación» como
medio especial de «comunión con Dios». Pastores y padres —afirmaba— deberían
exhortar «a todo tipo de personas a realizar este deber por la mañana y por la
noche».
Los elementos principales de los devocionales personales son
la meditación en la palabra y la oración a Dios. La meditación alimenta el alma
con la Palabra para el servicio diario a Dios. Thomas Manton declaró: «Aquel
que trabaja debe tomar sus comidas, de otro modo se desmayaría. Los fuegos
pintados no necesitan combustibles». Y John Cotton dijo: «Aliméntate de la
Palabra y esto hará que te regocijes [o nos regocijemos] en la Palabra».
2.
Matthew Henry escribió un libro muy popular sobre la oración y, entre sus
primeras directrices, encontramos: «Empieza cada día con Dios». ¿Qué habrían
dicho los puritanos si alguien les hubiera sugerido que la Biblia no ordena
devocionales diarios ni una adoración privada diaria?
Mantón afirmó: «aunque no existe una norma expresa establecida
de forma particular en cuanto a la frecuencia con la que deberíamos estar con
Dios», los mandamientos y las llamadas de Dios a la oración «son muy extensas».
Señaló que la Palabra nos ordena «orar sin cesar» (1 Ts. 5.17) y «orar en todo
tiempo» (Ef. 6:18). Esto implica un hábito continuo de oración y, también
tiempos que se dedican especialmente a la oración. Nos ofreció los ejemplos de
David (Sal. 55:17) y de Daniel (Dn. 6:10); ambos oraban tres veces al día. Es
verdad que podemos elevar oraciones repentinas (Neh. 2:4) en medio de nuestro
trabajo ordinario. Pero también debemos «luchar» en oración (Ro. 15:30), lo que
implica un tiempo más extenso dedicado de forma exclusiva a la oración. Algunos
de esos tiempos más largos son con la familia o con la iglesia, pero Cristo nos
enseñó de manera específica a orar a solas en un lugar secreto (Mt. 6:6), y, en
ese mismo contexto, a orar «cada día» (Mt. 6:11). No deberíamos considerar la
oración como un mero deber religioso, y preguntar: «¿Con cuánta frecuencia
tengo que hacerlo?». En vez de ello, Manton afirmó que la oración es la
conversación de «un alma amante con Dios», y «los actos de amistad y comunión
no deberían ser escasos y poco frecuentes, sino constantes y a menudo».
Escribió: «Si sentimos amor por Dios, no podremos pasar mucho tiempo fuera de
su compañía, sino que estaremos junto a él, derramándole nuestro corazón».
3.
En el mundo cristiano se ha hablado mucho, recientemente, sobre la importancia
de orar las Escrituras. Con todo, los puritanos ya lo hacían hace siglos. ¿Cómo
y por qué usaban las Escrituras para orar?
La Reforma no fue tan solo un regreso a la doctrina bíblica,
sino también un retorno a la espiritualidad bíblica. Un erudito escribe: «Para
Lutero, la reforma consistía en cómo ora la iglesia».
Lutero alentó a las personas a dejar atrás la preocupación
medieval de los santos y las vanas repeticiones en la oración y de regresar a
las simples y sentidas oraciones basadas en los Salmos y en el Padrenuestro. A
medida que la Reforma siguió adelante con hombres como Juan Calvino y los
puritanos, Dios renovó el interés de permitir que la Palabra de Dios dirigiera
la forma de orar y el contenido de la plegaria.
Las oraciones de los puritanos salían de corazones saturados
de Escritura. Se deleitaban especialmente en convertir las promesas en
oraciones. William Gurnall declaró: «La oración no es sino la promesa invertida».
Asimismo afirmó: «Cuanto más poderoso es uno en la Palabra, más poderoso será
en la oración». Este patrón de orar las Escrituras culminó en el libro de
Matthew Henry, A Method for Prayer [Método para orar], donde recoge centenares
de versículos bajo distintos encabezamientos para dirigir al cristiano en
oración.
4.
¿Cuáles son algunos de los mejores recursos puritanos a los que regresar si
queremos aprender a orar mejor?
Existen dos libros accesibles en la serie puritana de
bolsillo; uno es de Thomas Brooks, The Secret Key to Heaven [La clave secreta
para llegar al cielo], y el otro es de John Bunyan, Prayer [Oración]. Se puede
encontrar algunas copias de The Puritans on Prayer [Los puritanos acerca de la
oración] que se ha dejado ya de imprimir y que incluye escritos de John
Preston, Nathaniel Vincent y Samuel Lee.
Para orar las Escrituras, véase el libro de Matthew Henry
mencionado más arriba. Para inspiradores ejemplos de oraciones puritanas, véase The
Valley of Vision [El valle de la visión], publicado por Arthur
Bennett.
Puede encontrar, asimismo, una buena introducción a los
puritanos sobre la oración en el libro que publiqué con Brian Najapfour, Taking
Hold of God: Reformed and Puritan Perspectives on Prayer [Aferrarse a Dios:
Perspectivas reformadas y puritanas sobre la oración]. El reverendo Najapfour
ha publicado también The Very Heart of Prayer: Reclaiming the Spirituality of
John Bunyan [El corazón mismo de la oración: Reclamar la espiritualidad de John
Bunyan], y Jonathan Edwards, His Doctrine of and Devotion to Prayer [Jonathan
Edwards, su doctrina de la oración y su devoción por ella].
Por supuesto, los puritanos nos dirían que ¡el libro más
importante sobre la oración es la Biblia!
Traducción de IBRNJ
Soli Deo Gloria