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martes, 6 de febrero de 2018

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Cinco preocupaciones acerca de la fusión de la doctrina Carismática con la Calvinista

Ha habido un intento de parte de algunos en nuestros días de fusionar el calvinismo con el movimiento carismático, varios factores han influido a esta tendencia, aquí hay tres de ellos:

Primero, movimientos y ministerios como “Together for the Gospel” y “the Gospel Coalition” han recomendado ministros carismáticos, iglesias y sus prácticas a jóvenes ministros calvinistas y sus iglesias.

Segundo, la fusión del carismatismo y la teología calvinista ha sido promovida entre los ministros jóvenes por el uso generalizado y la influencia de la “Teología Sistemática” de Wayne Grudem en varias escuelas y seminarios evangélicos. Aunque hay mucho que recomendar en la calidad devocional de la obra de Grudem, y en su perspectiva general bautista calvinista, los lectores reformados no podrán afirmar su defensa de las prácticas carismáticas dentro de la iglesia.

Tercero, y quizás el más significativo, la influencia carismática de la música cristiana contemporánea “tercera ola” (third wave), ha sustituido en gran medida la liturgia de adoración en la mayoría de iglesias protestantes, evangélicas conservadoras, y ahora muchas de las letras de las nuevas canciones están siendo influenciadas por la resurgencia doctrinal del calvinismo.

¿Por qué uno debe tener cuidado con esta fusión del carismatismo con la teología calvinista? Aquí hay cinco preocupaciones específicas:

1. Uno no puede sostener la validez de los “dones de señal” carismáticos en la iglesia hoy, y ser consistentemente bíblico y reformado en su perspectiva teológica.

En primer lugar tenemos que entender que sostener la soteriología calvinista (los cinco puntos) no es suficiente para que un ministro o una iglesia sean reformados. La Teología Reformada – incluye especialmente el principio regulativo de la adoración – y debe ser también aplicada a todos los otros aspectos de doctrina y práctica en la iglesia.

Basados en una sana exposición bíblica y pruebas demostrativas, los clásicos Credos y Confesiones Reformadas rutinariamente rechazan la continuación de los dones carismáticos y sus experiencias. La Segunda Confesión Bautista de Londres (1689), por ejemplo, trata con este asunto en su declaración de Las Escrituras:
“… por lo que le agradó al Señor, en varios tiempos y de diversas maneras revelarse a sí mismo y declarar su voluntad a su Iglesia; y además para conservar y propagar mejor la verdad y para el mayor consuelo y establecimiento de la Iglesia contra la corrupción de la carne y la malicia de Satanás y del mundo, le agradó dejar esa revelación por escrito, por todo lo cual las Santas Escrituras son muy necesarias, y tanto más cuanto que han cesado ya los modos anteriores por los cuales Dios reveló su voluntad a su Iglesia” (énfasis añadido)

Uno no puede afirmar consistentemente que sostiene la doctrina reformada y al mismo tiempo afirmar el “no-cesacionismo”

2. El énfasis en nuestros tiempos actuales para sucesos extraordinarios y milagrosos socava el énfasis bíblico sobre los “medios ordinarios” de gracia.

Cuando Eliseo le dijo a Naamán que se sumerja siete veces en el Jordán, el comandante leproso se sintió ofendido que se le haya dado una tarea tan ordinaria. (2 Reyes 5) ¡Él quería una experiencia extraordinaria!

En el Nuevo Testamento, el claro énfasis para la edificación y crecimiento espiritual está en los “medios ordinarios”: Los creyentes deben orar (1Ts 5:17) cantar cánticos de alabanza (Ef 5:19; Col 3:16) predicar (1 Ti 4:2) congregarse (Heb 10:24-25) leer la Biblia en voz alta (1 Ti 4:13) ofrendar (1 Co 16:1-2) Por otro lado, a los creyentes no se les anima activamente a practicar o buscar experiencias o dones milagrosos.

3. Aquellos que niegan la cesación de las experiencias y dones carismáticos extraordinarios para la iglesia de hoy, ignoran el paralelo bíblico de la cesación de algunos oficios bíblicos.

Después de la resurrección y ascensión del Señor Jesús, algunos dones existieron por un tiempo limitado para validar la autoridad y el ministerio de los apóstoles (cf. Mc 16:17-18; Hch 2:43; 5:12; 15; 14:3; 15:12; 19:11; 2Co 12:2) Con la terminación del Canon de las Escrituras estos dones milagrosos cesaron. Un paralelo claro que existe en el Nuevo Testamento está relacionado a los oficios que existieron en la era post-apostólica. Los oficios de apóstol, profeta y evangelista fueron “extraordinarios” y no se extendieron más allá del tiempo de los apóstoles; mientras que los oficios “ordinarios” de ministros, ancianos, diáconos han continuado a través de la era del evangelio (cf. 1Co 12:28-31; Ef 4:11-12; 1 Ti 3:1-12; Tit 1:5-9) Para una convincente discusión sobre este punto, vea Walter J. Chantry, “Señales de los Apóstoles: Observaciones al Pentecostalismo Viejo y Nuevo” (Estandarte de la Verdad, 1973) y Samuel Waldron “Continuaron: ¿Son los Dones Milagrosos para Hoy” (Publicaciones Calvario, 2005)

4. La promoción de la doctrina no-cesacionista alienta un deseo primordial de experiencias espirituales extraordinarias que pueden llevar a confundir las creencias y prácticas teológicas.

El teólogo R. Scott Clark llama al deseo evangélico por experiencias extraordinarias como QIRE siglas en idioma inglés que significan “La búsqueda de la experiencia religiosa ilegítima” (vea su libro: “Recuperando la Confesión Reformada: Nuestra Teología, Piedad y Práctica” [P&R, 2008]) Él también señala cómo la pretensión de muchos evangélicos para “ser abiertos” a los dones carismáticos y otros fenómenos, conduce a algunos a entender falsamente los acontecimientos “ordinarios” como “extraordinarios” Aquí tenemos un ejemplo.

Un niño está enfermo y la iglesia ora para su recuperación. El niño es tratado por un médico de su enfermedad y se va recuperando gradualmente. La iglesia entonces afirma autoritativamente que Dios ha sanado al niño por causa de sus oraciones. Ciertamente Dios es soberano sobre la salud del niño, y Él puede haberse placido de usar las oraciones de la iglesia para dar una recuperación en la salud del niño. Las Escrituras dan instrucciones claras acerca del ejercicio de la oración como un medio ordinario para el enfermo (Stg 5:13-15) Dios puede obrar milagros, incluyendo sanidad, de acuerdo con su buena voluntad. Por definición de su propia Deidad Soberana, Dios puede escoger como a Él le place (Dn 4:34-35) Sin embargo, no hay absolutamente ninguna manera objetiva de medir o evaluar que lo que afirma la iglesia; esto es, que sus oraciones dieron como resultado la recuperación del niño, sea verdadera. Por necesidad, esta conclusión sería un asunto de fe. En cualquier caso, si el niño se recuperó después de las oraciones de la iglesia, entonces esto habría sido el resultado de un medio ordinario, en lugar de uno extraordinario. Otra vez, la oración como instrumento, es un “medio ordinario” Dios no hubiera sido menos soberano si el niño no se hubiera recuperado (cf. La respuesta de Job al sufrimiento en Job 1:21) También podemos preguntar cómo miraríamos a las circunstancias si el niño hubiera sido parte de una iglesia mormona o de los testigos de Jehová. Si el niño se recupera después de que ellos han orado por él en aquellas falsas iglesias ¿Diríamos que Dios ha contestado milagrosamente sus oraciones como una forma de afirmar sus doctrinas y prácticas? Qué hubiera pasado si el niño hubiera sido parte de una familia atea, y ellos no oraron por el niño y aun así se recuperó ¿Diríamos que Dios obró un milagro en respuesta a la incredulidad de ellos? Buscar experiencias extraordinarias conduce a declaraciones subjetivas y confusión doctrinal.

Una vez más, R. Scott Clark afirma que los que abrazan la doctrina carismática tienden simplemente a interpretar a los acontecimientos ordinarios como extraordinarios. Clark pregunta de manera intencional lo siguiente ¿Por qué no vemos, a los que promueven el no-cesacionismo, hacer las cosas que son verdaderamente milagrosas como los primeros apóstoles y sus colaboradores hicieron? ¿Por qué ellos no reclaman tener la capacidad de resucitar muertos como Pedro y Pablo hicieron (cf. Pedro resucitando a Tabita en Hch 9:36-41; y Pablo resucitando a Eutico en Hch 20:9-12)? ¿Por qué ellos no afirman tener la capacidad de ser milagrosamente transportados por el Espíritu, de un lugar a otro, como sucedió con Felipe (Hch 8:39)? Los “milagros” que ellos afirman hoy difícilmente se pueden comparar a las señales auténticas que acompañaron a los apóstoles.

5. El énfasis en la experiencia extraordinaria socava la Suficiencia y la Autoridad de la Escritura.

Esto es más claramente afirmado en el relato del Señor Jesús del Rico y Lázaro en Lucas 16:19-31 La narrativa concluye con el hombre Rico rogando al padre Abraham que envíe a Lázaro a la casa de su padre para advertir a sus cinco hermanos no sea que también ellos lleguen al mismo lugar de tormento (vv. 27-28) Abraham responde: “Ellos tienen a Moisés y a los profetas, que oigan a ellos” En otras palabras, Abraham le dice al hombre Rico, que sus hermanos tienen las Escrituras, y ésta debe ser suficiente para advertirles de la realidad del infierno. El hombre Rico protesta: “No padre Abraham, sino que si alguno va a ellos de entre los muertos, se arrepentirán” (v. 30) El hombre Rico es esencialmente un “no-cesacionista” Él cree que Dios debe usar un suceso extraordinario para cambiar los corazones de sus hermanos. Seguramente, ¡Un espíritu que venga de entre los muertos hará la diferencia! Abraham responde: “si no escuchan a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán si alguno se levanta de entre los muertos” (v. 31) De hecho, para nuestra presente perspectiva vemos cómo el milagro más grande del mundo ya ha tenido lugar. ¡Cristo ha sido levantado de la muerte! Sin embargo, muchos aún siguen impasibles, fríos e indiferentes al evangelio. Jesús nos recuerda aquí que su medio preferente de hablar a los hombres no es a través de experiencias fantásticas, sino a través del medio ordinario de las Escrituras. El celo por las experiencias, socava, en verdad, la doctrina de la Suficiencia de las Escrituras.

Por Jeffrey T. Riddle

Soli Deo Gloria



domingo, 17 de julio de 2016

El Cesacionismo: Una Defensa Irrefutable Bíblica Histórica de la Iglesia

El Cesacionismo y la Historia de la Iglesia

El Cesacionismo viene de la palabra “cesar.” Es la posición que afirma que los dones milagrosos del Espíritu Santo (como lenguas, profecía y sanidades) dejaron de ser practicados en algún momento después del primer siglo. Los Cesacionistas creen que el fin de la era apostólica y la terminación del Nuevo Testamento provocaron el cese de los milagros asociados a esa edad.

Es importante señalar que el Cesacionismo no niega la posibilidad de que Dios pueda sanar a personas o hacer milagros hoy en día (en un sentido general) como un acto especial de Su providencia divina. Sino más bien enseña que el Espíritu Santo ya no utiliza a individuos para realizar señales milagrosas como lo hizo en los tiempos de Jesús y los Apóstoles.

Aunque se puede probar bíblicamente la veracidad de esta posición, el propósito de este artículo es mostrar que el Cesacionismo ha sido afirmado por muchos cristianos a través de toda la historia de la Iglesia.

Si bien la Biblia debe ser siempre la única autoridad del cristiano en cuanto a la fe y la práctica es importante conocer como el Espíritu Santo iluminó el entendimiento de lo que la Biblia dice sobre este tema a aquellos que vivieron antes que nosotros.

Juan Crisóstomo (344–407)

Todo este lugar [hablando de 1 Corintios 12] es muy oscuro: pero la oscuridad es producida por nuestra ignorancia de los hechos mencionados y por su cesación, siendo tal como entonces solía ocurrir, pero que ahora ya no se llevan a cabo.
(Homilías sobre 1 Corintios, 36,7. Crisóstomo comenta en 1 Corintios 12:1-2 e introduce todo el capítulo. Citado de 1-2 Corintios, en la Antigua Serie de Comentarios Cristiana, 146)

Agustín de Hipona (354–430)

En los tiempos más antiguos, el Espíritu Santo descendió sobre los que creyeron y hablaron en lenguas, que no habían aprendido, según el Espíritu les daba que hablasen. Estas fueron señales adaptadas para ese tiempo. Porque había esta proclamación del Espíritu Santo en todas las lenguas [idiomas] para mostrar que el evangelio de Dios iba a ser comunicado a través de todas las lenguas sobre toda la tierra. Esto se hizo por señal y terminó.

(Homilías de la Primera Epístola de Juan, 6.10. Cf. Schaff, NPNF, Primeras Series, 7:497–98)

Teodoreto de Ciro (393–466)

En otros tiempos los que aceptaron la predicación divina y que fueron bautizados por su salvación se les dio señales visibles de la gracia del Espíritu Santo que actuó en ellos. Algunos hablaron en lenguas que no conocían, y que nadie les había enseñado, mientras que otros realizaron milagros o profetizaron. Los corintios también hicieron estas cosas, pero no utilizaron los dones como debieron haber hecho. Estaban más interesados en presumir que en usarlos para la edificación de la iglesia. …Incluso en nuestro tiempo de gracia se otorga a los que son considerados dignos del santo bautismo, pero no podría tomar la misma forma que tomó en aquellos días.

(Comentario de la Primera Epístola a los Corintios, 240-43; en referencia a 1 Cor. 12:1, 7. Citado de 1–2 Corintios, ACCS, 117)

Martín Lutero (1483–1546)

En la Iglesia primitiva, el Espíritu Santo fue enviado en forma visible. Él descendió sobre Cristo en la forma de una paloma (Mateo 3:16), y en semejanza de fuego sobre los apóstoles y otros creyentes. (Hechos 2:3). Este derramamiento visible del Espíritu Santo era necesario para el establecimiento de la iglesia primitiva, como lo fueron también los milagros que acompañaron el don del Espíritu Santo. Pablo explicó el propósito de estos dones milagrosos del Espíritu en 1 de Corintios 14:22, “Las lenguas son por señal, no a los creyentes, sino a los incrédulos.” Una vez que la iglesia se había establecido y anunciado debidamente por estos milagros, el aspecto visible del Espíritu Santo cesó.

(Comentario de Gálatas 4, 150-172. Extraído de los comentarios de Lutero sobre Gal. 4:6)

Cada vez que escuches a alguien presumir que tiene algo por inspiración del Espíritu Santo, y que no tiene ningún fundamento en la Palabra de Dios, no importa lo que sea, dile que es obra del diablo.

(Obras de Lutero, 23:173-74)

Juan Calvino (1509–1564)

Aunque Cristo no dice expresamente si tiene la intención de que este don [de los milagros] sea temporal, o que permanezca perpetuamente en la iglesia, sin embargo, es más probable que los milagros fueron prometidos sólo por un tiempo, a fin de dar realce al evangelio mientras que era nuevo o estaba en un estado de oscuridad.

(Comentario sobre los Evangelios Sinópticos, 3:389)

El don de sanidad, al igual que el resto de los milagros, que el Señor quiso producir por un tiempo, se ha desvanecido con el fin de hacer maravillosa la predicación del Evangelio para siempre.

(Institutos de la Religión Cristiana, 159)

John Owen (1616–1683)

Los dones que en su propia naturaleza exceden la plenitud del poder de todas nuestras facultades, esa dispensación del Espíritu hace ya mucho tiempo cesó y dondequiera que alguien hoy tenga pretensión a lo mismo, tal pretensión justamente puede ser sospechada como un engaño farsante.
(Obras, 4:518)

Thomas Watson (1620–1686)

Claro, hay tanta necesidad de la ordenación hoy como en la época de Cristo y en el tiempo de los apóstoles, habiendo allí entonces dones extraordinarios en la iglesia que ahora cesaron.

(Las Bienaventuranzas, 140)

Matthew Henry (1662–1714)

Lo que estos dones fueron en general es contado en el cuerpo del capítulo [1 Corintios 12], a saber, los oficios y los poderes extraordinarios, otorgados a los ministros y cristianos en las primeras épocas para la convicción de los incrédulos, y la propagación del evangelio.

(Comentario Completo de Matthew Henry, en referencia a 1 Corintios 12)

El don de lenguas fue un nuevo producto del espíritu de profecía y era otorgado por una razón particular, para que, la empalizada judía habiendo sido removida, todas las naciones pudieran ser incluidas en la iglesia. Estos y otros dones de profecía, siendo una señal, hace mucho cesaron y han sido puestos a un lado, y no tenemos motivo alguno para esperar que resurjan; sino al contrario se nos manda llamar a las Escrituras la palabra profética más segura, más segura que voces del cielo; y a ellas es que se nos exhorta a estar atentos, escudriñarlas y retenerlas, 2 Pedro 1:19.

(Matthew Henry, Prefacio del Vol. IV de su Exposición del AT & NT, vii)

John Gill (1697–1771)

Ahora bien, estos dones fueron otorgados en común, por el Espíritu, en apóstoles, profetas, pastores o ancianos de la iglesia, en aquellos primeros tiempos: la copia de Alejandría, y la versión de la Vulgata latina, leen, “por un solo Espíritu.”
(Comentario de John Gill de 1 Corintios 12:9)

No; cuando estos dones estaban en existencia, no todos los tenían. Cuando la unción con aceite, con el fin de curar a los enfermos, estaba en uso, sólo se llevó a cabo por los ancianos de la iglesia, no por los miembros comunes de la misma, quienes iban a ser enviados por los enfermos, en esta ocasión.
(Comentario de John Gill de 1 Corintios 12:30)

Jonathan Edwards (1703–1758)

En el día de su [de Jesús] encarnación, sus discípulos tenían una medida de los dones milagrosos del Espíritu, y por lo tanto habilitados para enseñar y hacer milagros. Pero después de la resurrección y ascensión, fue el derramamiento más completo y extraordinario del Espíritu en sus dones milagrosos como nunca se llevó a cabo, a partir del día de Pentecostés, después de que Cristo había resucitado y ascendido al cielo. Y en consecuencia de esto, no sólo aquí y allá, una persona extraordinaria fue dotada con los dones extraordinarios, pero que eran comunes en la iglesia, y así continuaron durante toda la vida de los apóstoles, o hasta la muerte del último de ellos, aun el apóstol Juan, que tomó lugar unos cien años desde el nacimiento de Cristo, para que los primeros cien años de la era cristiana, o el primer siglo, fuese la época de los milagros.

Pero poco después de que el canon de las Escrituras se completó cuando el apóstol Juan escribió el libro del Apocalipsis, que él no escribió mucho antes de su muerte, estos dones milagrosos ya no continuaron en la iglesia. Porque ahora estaba completa una revelación establecida por escrito de la mente y la voluntad de Dios, donde Dios había grabado totalmente una norma permanente y suficiente para Su iglesia en todas las edades. Y la iglesia y la nación judía siendo derrocada, y la iglesia cristiana y la última dispensación de la iglesia de Dios siendo establecida, los dones milagrosos del Espíritu ya no eran necesarios, y por lo tanto cesaron, porque a pesar de que habían continuado en la iglesia durante tantos siglos, sin embargo terminaron y Dios hizo que terminaran, porque no había más motivo para ellos. Y así se cumplió lo que dice el texto, “pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará.” Y ahora parece que hay un fin a tales frutos del Espíritu como estos, y no tenemos ninguna razón en esperarlos nunca más.

(La Caridad y sus Frutos, 447-49)

Los dones extraordinarios del Espíritu, como el don de lenguas, de milagros, de profecía, etc., son llamados extraordinarios, debido a que tales no se dan en el curso ordinario de la providencia de Dios. No se otorgan en las forma de la providencia ordinaria de Dios con sus hijos, pero sólo en ocasiones extraordinarias, ya que fueron otorgados a los profetas y apóstoles para capacitarlos para revelar la mente y la voluntad de Dios antes de que el canon de las Escrituras fuera completado, y así en la Iglesia primitiva, con el fin de la creación y el establecimiento de la misma en el mundo. Pero ya que el canon de la Escritura ha sido completado, y la Iglesia Cristiana plenamente fundada y establecida, estos dones extraordinarios cesaron.
(La Caridad y sus Frutos, 42-43)

George Whitefield (1714-1770)

Los carismas, los dones milagrosos conferidos a la iglesia primitiva…desde hace mucho tiempo que cesaron.

(Segunda Carta al Obispo de Londres, Obras, 4:167)

¿Qué necesidad hay de milagros, tales como sanar cuerpos enfermos y devolver la vista a los ciegos, cuando vemos más milagros hacerse cada día por el poder de la Palabra de Dios?

(George Whitefield: La Vida y los Tiempos del Gran Evangelista del Avivamiento del Siglo 18, 1:348)

James Buchanan (1804-1870)

Los dones milagrosos del Espíritu hace mucho que fueron retirados. Fueron usados para cumplir con un propósito temporal. Fueron usados como un andamiaje que Dios empleó para la construcción de un templo espiritual. Cuando el andamio no se necesitó más, fue removido pero el templo permanece en pie aún, y es habitado por el Espíritu; porque“¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? (1 Cor. 3:16).”

(El Oficio y la Obra del Espíritu Santo, 67)

Robert L. Dabney (1820-1898)

Luego de que la iglesia primitiva fue establecida, ya no existía la misma necesidad de “señales” sobrenaturales, y Dios, que no acostumbra derrochar sus expedientes, las descontinuó. Desde entonces, la Iglesia tendrá que conquistar la fe del mundo mediante su ejemplo y enseñanzas solamente, vigorizada por la iluminación del Espíritu Santo. Finalmente, los milagros, si se volvieran de común ocurrencia, dejarían de ser milagros, y serían considerados por los hombres como ley corriente.”

(La Prelacía, un error, Discusiones Evangélicas y Teológicas, 2:236-37).

Charles Spurgeon (1834-1892)

Querido hermano, honra al Espíritu de Dios como honrarías a Jesucristo si Él estuviera presente. Si Jesucristo morara en tu casa tú no le ignorarías, no seguirías con tus asuntos como si no estuviera allí. No ignores la presencia del Espíritu Santo en tu alma. Te ruego, no vivas como si no hubieras oído si hay un Espíritu Santo. A Él dale tus adoraciones constantes. Da reverencia al prestigioso Huésped que ha tenido a bien hacer de tu cuerpo su morada sagrada. Amalo, obedécele, adórale!

Ten cuidado de no imputar las vanas imaginaciones de tus fantasías a Él. He visto al Espíritu de Dios vergonzosamente deshonrado por personas – espero que estaban locos – que han dicho que han tenido esto y aquello revelado a ellos. No ha pasado sobre mi cabeza, desde hace algunos años, una sola semana en la que no me han molestado con las revelaciones de hipócritas o maniacos. Semi-lunáticos son muy aficionados a venir con los mensajes del Señor para mí y puede salvarles de algunos problemas si les digo de una vez por todas que no voy a poner atención a ninguno de sus mensajes estúpidos.

… Nunca sueñes que eventos se revelan a ti desde el Cielo, o puedes llegar a ser como esos idiotas que se atreven a imputar sus locuras flagrantes al Espíritu Santo. Si sientes que tu lengua te pica para decir tonterías, sígueles su rastro al diablo, no al Espíritu de Dios. Lo que ha de ser revelado por el Espíritu para que cualquiera de nosotros ya está en la Palabra de Dios – Él no añade nada a la Biblia, y nunca lo hará. Que las personas que tienen revelaciones de esto, aquello y lo otro, vayan a la cama y vuelvan en sí. Sólo me gustaría que sigan el consejo y ya no insulten al Espíritu Santo colocando sus tonterías ante Su puerta.

(Sermón titulado, “El Paracleto,” El Púlpito del Tabernáculo Metropolitano, 1872, 18:563)

Habían alcanzado la cumbre de la piedad. Habían recibido “los poderes del siglo venidero.” No dones milagrosos, que nos son negados en estos días, pero todos esos poderes con los que el Espíritu Santo dota a un cristiano.
(Sermón titulado, “La Perseverancia Final,” El Púlpito de New Park, 1872, 2:171)

Aquellas obras del Espíritu Santo que son concedidas en nuestra época a la Iglesia de Dios, son en todo sentido tan valiosas como los dones milagrosos iniciales que ya no están con nosotros. La obra del Espíritu Santo, por medio de la cual los hombres son resucitados de su muerte en el pecado, no es inferior al poder que llevó a los hombres a hablar en lenguas.”

(Sermón titulado, “Recibiendo el Espíritu Santo,” El Púlpito del Tabernáculo Metropolitano, 1884, 30:386)

Como resultado de la ascensión de Cristo al cielo, la iglesia recibió apóstoles, los hombres que fueron seleccionados como testigos porque habían visto personalmente al Salvador, un oficio que necesariamente se extinguió, y con razón, porque el poder milagroso también es retirado. Fueron necesarios de manera temporal, y fueron dados por el Señor ascendido como opción legada. Profetas, también, estaban en la iglesia primitiva.

(Sermón titulado, “La Ascensión de Cristo,” El Púlpito del Tabernáculo Metropolitano, 1871, 17:178)

Debemos tener a los paganos convertidos, Dios tiene millares de Sus elegidos entre ellos, debemos ir y buscar por ellos de alguna manera u otra. Muchas dificultades están eliminadas ahora, todos los países están abiertos para nosotros, y la distancia es casi aniquilada. Es cierto que no tenemos las lenguas pentecostales, pero las lenguas son ahora fácilmente adquiridas, mientras que el arte de la imprenta es un equivalente completo por el don perdido.
(“Adelante,” en Un Ministerio en Todo, 55-57)

George Smeaton (1814-1889)

Los dones sobrenaturales o extraordinarios fueron temporales, y destinados a desaparecer cuando la iglesia debió ser fundada y el canon inspirado de la Escritura cerrado, porque eran una prueba externa de una inspiración.
(La Doctrina del Espíritu Santo, 51)

Abraham Kuyper (1837-1920)

Por tanto, los carismas deben ser considerados en un sentido económico. La Iglesia es una gran familia con muchas necesidades, una institución que se ha hecho eficiente por medio de muchas cosas. Ellos son a la Iglesia lo que la luz y el combustible son al hogar, no existen para sí mismos, sino para la familia, y para ser puestos a un lado cuando los días son largos y cálidos. Esto se aplica directamente a los carismas, muchos de los cuales, dados a la Iglesia apostólica, no están al servicio de la Iglesia de nuestros días.
(La Obra del Espíritu Santo, 182)

William G. T. Shedd (1820-1894)

Los dones sobrenaturales de inspiración y milagros que poseyeron los apóstoles no fueron continuados para sus sucesores ministeriales, puesto que ya no eran más necesarios. Todas las doctrinas del Cristianismo habían sido reveladas a los apóstoles, y habían sido entregadas a la iglesia en forma escrita. No había más necesidad de una posterior inspiración infalible. Y las credenciales y autoridad dadas a los primeros predicadores del Cristianismo en actos milagrosos, no requerían repetición continua de una edad a otra. Una edad de milagros debidamente autenticados es suficiente para establecer el origen divino del evangelio. En un tribunal humano, no es necesaria una serie indefinida de testigos. “Por boca de dos o tres testigos,” los hechos se establecen. El caso que ha sido cerrado no volverá a abrirse.

(Teología Dogmática, 2:369)

Benjamin Warfield (1887- 1921)

Estos dones… eran parte de las credenciales de los Apóstoles como los agentes autorizados de Dios en la fundación de la iglesia. Su función por lo tanto se limita distintivamente a la iglesia apostólica y ellos necesariamente terminaron con ella.
(Milagros Falsos, 6)

Arthur Pink (1886-1952)

Así como hubo oficios extraordinarios (apóstoles y profetas) en el comienzo de nuestra dispensación, también hubo dones extraordinarios; y como no hubo sucesores designados para estos oficios extraordinarios, tampoco hubo intención de continuar esos dones extraordinarios. Los dones dependían de los oficios. No tenemos más a los apóstoles con nosotros, y por consiguiente los dones sobrenaturales, la comunicación de los cuales constituyó parte esencial de las señales de un apóstol (2 Cor. 12:12), están ausentes.

(Estudios en las Escrituras, 9:319)

Martyn Lloyd Jones (1899-1981)

Pero una vez que estos documentos del Nuevo Testamento fueron escritos el oficio de profeta ya no era necesario. De ahí que en las epístolas pastorales que se aplican a una etapa posterior en la historia de la Iglesia, cuando las cosas se habían vuelto más establecidas y fijas, no hay ninguna mención de profetas. Está claro que incluso para entonces el oficio de profeta ya no era necesario, y el llamado era para los maestros y pastores y otros, para exponer las Escrituras y transmitir el conocimiento de la verdad.

Una vez más, debemos señalar que a menudo en la historia de la Iglesia el problema había surgido porque la gente pensaba que eran profetas en el sentido del Nuevo Testamento, y que habían recibido revelaciones especiales de la verdad. La respuesta a eso es que en vista de las Escrituras del Nuevo Testamento no hay necesidad de verdad adicional. Esa es una proposición absoluta. Tenemos toda la verdad en el Nuevo Testamento, y no hay necesidad de revelaciones adicionales. Todo ha sido dado, todo lo que es necesario para nosotros está disponible. Por lo tanto, si un hombre asegura haber recibido una revelación de una verdad nueva debemos sospechar de él de inmediato…

La respuesta a todo esto es que la necesidad de profetas termina una vez que tenemos el canon del Nuevo Testamento. Ya no necesitamos revelaciones directas de la verdad, la verdad está en la Biblia. Nunca debemos separar el Espíritu y la Palabra. El Espíritu nos habla a través de la Palabra, de modo que siempre hay que poner en dudar y cuestionar cualquier supuesta revelación que no es totalmente coherente con la Palabra de Dios. De hecho, la esencia de la sabiduría es rechazar por completo el término “revelación” en la medida que a nosotros respecta, y hablar sólo de “iluminación.” La revelación ha sido dada una vez por todas, y lo que necesitamos y lo que por la gracia de Dios podemos tener, y tenemos, es la iluminación por el Espíritu para entender la Palabra.


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viernes, 1 de julio de 2016

Cesacionismo: La prueba de que los dones carismáticos han cesado

¿Enseña definitivamente la Biblia que los dones carismáticos han cesado? ¿Puede probarse el cesacionismo (el punto de vista de que han acabado)? Algunos dicen que el cesacionismo no se puede probar de manera concluyente a partir de la Escritura.

Sin embargo, nosotros creemos que el cese de los dones de revelación y de las señales en el tiempo de los apóstoles se enseña muy claramente en la Palabra de Dios; de hecho, se enseña tan claramente que el punto de vista opuesto tan sólo ha aparecido en los últimos cien años aproximadamente.

El término cesacionismo proviene de las grandes confesiones de fe del siglo XVII, tales como la Confesión de Westminster o la Confesión Bautista. Ambas usan la misma palabra. Al hablar de cómo Dios reveló Su voluntad y la consignó en las Escrituras, las confesiones dicen: “habiendo ya cesado esas maneras anteriores de Dios por las que revelaba su voluntad a Su pueblo”. Esta palabra, cesar, en realidad no proviene de la Biblia, pero la doctrina sí.

No sólo la revelación se ha completado y ha cesado, sino que también lo han hecho las señales de que todavía se estaba dando la revelación. Aquí presentamos un breve resumen de seis pruebas bíblicas de que los dones de revelación (visiones, palabras de conocimiento, palabras de sabiduría y profecías) han cesado, así como los dones de señales (sanidades y hablar en lenguas).
Dios todavía sana, por supuesto, pero en respuesta a la oración y no a través de las manos de alguien que tenga un don de sanidad.

El controvertido pasaje de 1 Corintios 13:8-10 no se usará en este artículo para probar el final de los dones. Nos referiremos a pasajes que creemos que son concluyentes.

1. No más dones desde los apóstoles

La primera prueba del cesacionismo (el final de los dones de revelación y de señales) es que las sanidades y maravillas sólo podían ser hechas por los apóstoles y eran las señales que autenticaban su apostolado. En 2 Corintios 12:12, Pablo dice: “las señales de apóstol han sido hechas entre vosotros en toda paciencia, por señales, prodigios y milagros”.

En la iglesia en Corinto, había algunas personas que cuestionaban el apostolado de Pablo. En su defensa, él dirige la atención a su don de sanar y de operar otras señales milagrosas, afirmando que sólo los apóstoles podían hacer tales cosas.
Un apóstol era alguien que había acompañado al Señor, que lo había visto tras su resurrección y había sido comisionado personalmente por él. Había recibido el poder de sanar como testigo especial de la resurrección. También era una persona que mostraría “toda verdad” por el Espíritu Santo (Juan 14:26 y 16:13) y que escribiría o respaldaría Escritura inspirada.

Los creyentes necesitarían saber quiénes eran los verdaderos apóstoles para respetar su autoridad única. Ellos debían conocerlos por sus sanidades y otras señales. La gente que no pertenecía al grupo de los apóstoles (que incluía a dos colaboradores citados por nombre) no podía hacer estas cosas. Si ellos hubieran sido capaces de hacerlo, entonces nadie estaría seguro de quiénes eran los verdaderos apóstoles.

En Hechos 2:43 y 5:12 de nuevo se deja bien claro que todos los milagros fueron hechos “por la mano de los apóstoles”. Estos eran en exclusiva sus señales. Asimismo, en Hebreos 2:3-4 los dones de sanidades están firmemente relacionados con los apóstoles.

Pablo era un apóstol en virtud de haber visto al Señor resucitado y haber sido comisionado directamente por él. Su falta de instrucción directa por Cristo fue suplida por recibir revelaciones especiales y únicas. Él afirma que fue “un abortivo” (1 Corintios 15:8), indicando que él era el único apóstol fuera del grupo original y que, por consiguiente, era el último apóstol (las pretensiones modernas a ser apóstol no coinciden con las calificaciones bíblicas, por lo que son inapropiadas y equivocadas).

Cuando la gente dice que el cesacionismo (el cese de los dones de señales) no se puede probar por la Escritura, se olvida de que el libro de Hechos dice específicamente que las sanidades y demás milagros eran exclusivos a los apóstoles, quienes ya han fallecido.

Cuando las iglesias habían crecido y se habían multiplicado, Pedro fue a Lida y después a Jope, realizando la famosa sanidad de Eneas y la resurrección de Dorcas de los muertos. Comunidades enteras estaban asombradas, porque ninguno de los demás creyentes en estos lugares podía hacer tales cosas.

Cuando un joven cayó desde una ventana en Troas, sólo había una persona presente que podía levantarlo de los muertos, y ese era Pablo. La idea carismática de que las sanidades eran hechas por numerosos cristianos simplemente no se encuentra en el Nuevo Testamento. Sólo vemos a los apóstoles que sanaran, junto con dos ayudantes o delegados apostólicos, Esteban y Felipe, y posiblemente Bernabé.

La única vez fuera de este grupo que se realizó una sanidad fue cuando el Señor dijo a Ananías que sanara a Pablo. No hay otra sanidad aparte de estas en la iglesia primitiva. La idea pentecostal/carismática de que los cristianos normales realizaban constantemente sanidades no se enseña en la Biblia. Por tanto, el relato infalible de la Escritura muestra que todo el enfoque carismático acerca de la sanidad es un error que está basado en un mito. El relato bíblico prueba que las sanidades y las obras poderosas estaban restringidas a una clase de personas que ya han fallecido.

2. El propósito temporal de las lenguas

La segunda prueba de que el cesacionismo (los dones de señales han cesado) se puede probar por las Escrituras es relativo al hablar en lenguas. La Biblia afirma que el hablar en lenguas fue dado por Dios específicamente como una señal para los judíos, señalándoles que había llegado la nueva era del Mesías.

En 1 Corintios 14:21-22, Pablo dice:
“En la ley está escrito: En otras lenguas y con otros labios hablaré a este pueblo; y ni aun así me oirán, dice el Señor. Así que, las lenguas son por señal, no a los creyentes, sino a los incrédulos; pero la profecía, no a los incrédulos, sino a los creyentes”.

En otras palabras, el don de lenguas fue una prueba milagrosa dada a los judíos que se resistían a creer en Cristo de que habían llegado una nueva era y un nuevo orden de iglesia. No era una señal para los judíos que habían creído, sino una señal de promesa y una advertencia a aquellos que no creían. No estaba dirigida a los gentiles, sino a los judíos.

Pablo citó Isaías 28:11, un capítulo en el que Isaías profetiza la venida de Cristo. Como señal a los judíos, Isaías dice que se hablará al pueblo judío por aquellos que tienen “lengua de tartamudos” y “extraña lengua”. Las lenguas gentiles los desafiarían, una experiencia sumamente denigrante para el pueblo judío. Al mismo tiempo, era una señal de que la era mesiánica incorporaría a los gentiles a la iglesia y que el Evangelio sería predicado en otras lenguas.

Esta sería la marca de la nueva era cuando Dios arriase la bandera de la iglesia judía y alzase la bandera de la iglesia judío-gentil de Jesucristo. Los judíos incrédulos, que resistieron a Cristo y se aferraban a las faldas de Moisés, verían que la Palabra de Dios les sería predicada en lenguas bárbaras y gentiles.

Todo esto ocurrió por primera vez en el día de Pentecostés. Los judíos fueron debidamente llamados y advertidos, pero las lenguas no se mencionan fuera de los Hechos de los Apóstoles y 1 Corintios 12-14, mostrando que habían cumplido su propósito de advertir a los judíos de que había llegado la nueva era.

Este anuncio de la era de la iglesia se cumplió mientras vivían los apóstoles, y la señal después les fue quitada. Lo que en la actualidad pasa por ser hablar en lenguas no se hace en presencia de judíos incrédulos y no tiene nada que ver con la señal del Nuevo Testamento. La señal de que la era de la iglesia ha venido ya sirvió para su propósito y entonces está sobrepasada por la realidad.

El Evangelio se predica ahora prácticamente en todos las lenguas del mundo y la señal de que esto iba a ocurrir ya se extinguió. El propósito de las lenguas (según la enseñanza de Pablo) se cumplió, probando así su no continuidad.

3. Las lenguas eran idiomas reales

La tercera prueba del cesacionismo se añade a la segunda, y es esta: que en el día de Pentecostés (y por un tiempo posteriormente) se dio un don de lenguas reales, lo cual no ocurrió más desde entonces. Debería ser obvio para nosotros que las lenguas milagrosas en el libro de Hechos y en 1 Corintios no han ocurrido nunca más desde aquellos días.

El hablar en lenguas de los tiempos modernos nunca es un lenguaje humano conocido, sino sólo una manera de hablar sin sentido e inconexa. No ocurre nada milagroso. En los tiempos del Nuevo Testamento, el que hablaba en lenguas había recibido por el Espíritu la capacidad de hablar una lengua real que nunca había aprendido y la gente que había crecido con ellos estaba asombrada.

El pueblo judío tenía que estar presente (puesto que era una señal específicamente para ellos). En el día de Pentecostés, muchos judíos que vivían en las regiones extranjeras oyeron sus propias lenguas y dieron testimonio de que los que hablaban lo hacían genuinamente. Después de Pentecostés, el Espíritu daría el don milagroso de entendimiento a intérpretes, de manera que se probase la autenticidad de la lengua. Nada de esto ha ocurrido desde los tiempos bíblicos.

En la actualidad, aquellos que defienden el hablar en lenguas señalan a 1 Corintios 13:1, donde Pablo, hablando hipotéticamente, dice que aun si hablase una lengua angélica, pero sin amor, no le sería nada para él. Buscando desesperadamente un texto, los maestros carismáticos toman estas palabras de Pablo como justificación de las lenguas extáticas y no lingüísticas, pero está claro para cualquier persona racional que esto es un grave abuso de este versículo.

Al describir lenguas literales, la Biblia efectivamente nos advierte que estos dones han sido quitados. Simplemente no han vuelto a ocurrir en ningún momento de la historia, en ningún lugar del mundo, desde los días iniciales de la iglesia. Lo que ocurre hoy es que algunas personas (que pueden ser cristianos sinceros), en su deseo de hacer lo que sus líderes insisten que es lo correcto, buscan expresarse fuera de las reglas del lenguaje. Sin embargo, ellos no hablan lenguas reales y ni siquiera entienden lo que están diciendo.

El cesacionismo está claramente enseñando en la Escritura, en virtud del hecho de que la misma precisa descripción de las lenguas reales dadas en la Escritura no puede ser aplicada a nada que haya tenido lugar desde entonces.

Desde los tiempos de la Biblia hemos tenido acontecimientos gloriosos de Reforma y poderosos avivamientos, cuando el Espíritu de Dios ha tenido a bien obrar con un poder excepcional. Sin embargo, no tenemos ningún otro registro de alguien que haya hablado una lengua que no haya antes aprendido. Esta es una prueba cierta de que el don de las lenguas bíblicas ha cesado.

4. No más instrucciones para designar profetas

La cuarta prueba del cesacionismo es esta: en el Nuevo Testamento no hay instrucciones acerca de la designación de apóstoles, profetas, sanadores o algo por el estilo. Esto es un asunto de una tremenda importancia, puesto que Dios ha dado un patrón detallado para la iglesia en el Nuevo Testamento. Es cierto que algunos cristianos no creen que la Biblia provea un modelo para la iglesia, pero la mayor parte de la gente que son bautistas y creyentes bíblicos lo hacen.

El apóstol Pablo nos ordena repetidamente que seamos sumamente imitadores de él en nuestra forma de gobierno y conducta eclesial, y las epístolas pastorales presentan cómo deberíamos comportarnos y funcionar en la iglesia de Dios. Se nos da el patrón preciso para la iglesia de todos los tiempos.

Desobedecemos a Dios si hacemos nombramientos en la iglesia que Él no ha prescrito u ordenado.

Tenemos instrucciones que presentan muy cuidadosamente cómo seleccionar a los ancianos docentes y gobernantes y diáconos, pero no instrucciones acerca del nombramiento de apóstoles (porque ellos no habían de ser perpetuados) o sobre cómo reconocer o acreditar a un profeta (porque los dones de revelación se acabaron cuando se completó la Biblia). Ni tampoco hay instrucciones sobre cómo nombrar sanadores.

Esto no es meramente un argumento a partir del silencio, sino una prueba de que estos oficios y funciones no habían de continuar. Las instrucciones para todos los asuntos de la organización de la iglesia están completas, son detalladas y completamente suficientes para la iglesia hasta que Cristo regrese. Desobedecemos el patrón perfecto de Dios si hacemos nombramientos en la iglesia que él no ha prescrito y ordenado. Desobedecemos la Escritura.

¿Cómo puede decirse que no hay una prueba segura de la Escritura de que los dones hayan cesado, cuando el patrón para la iglesia no da instrucciones para la continuación de portavoces inspirados y hacedores de señales? Esto es una prueba conclusiva del cesacionismo –a no ser que no mantengamos la suficiencia de la Escritura y no creamos que Dios ha dado un patrón para su iglesia.

5. La revelación está ahora completa

La quinta prueba del cesacionismo es que la Biblia enseña claramente que la revelación está ahora completa. No puede haber nueva revelación después del tiempo de los apóstoles. Ya hemos notado que en Juan 14:26 y en Juan 16:13 el Señor Jesús dice dos veces a los discípulos que el Espíritu Santo, cuando venga, los guiará a toda Verdad.

Ellos serían los autores de los libros del Nuevo Testamento y los que autentificaban los libros inspirados del Nuevo Testamento que no provenían de sus plumas. Pronto toda la Verdad sería revelada y después de la era apostólica no habría más revelación de la Escritura. La Palabra sería completa.

¡Qué contentos estamos de esto! ¡En qué estado nos encontraríamos si la gente pudiera aparecer aquí, allá y por todas partes (como hacen en el mundo carismático) dándonos nuevas revelaciones! ¿Quién podría saber lo que es correcto y lo que es verdadero? Pero la Escritura es la regla final para todo, al ser completa y perfecta, suficiente y fidedigna.

Judas pudo hablar de la fe que fue “una vez dada a los santos”. Su epístola fue escrita posiblemente veinticinco años antes del libro final de la Biblia, pero era tiempo suficiente para que las doctrinas principales y las instrucciones de la iglesia hubieran sido reveladas. En esta última etapa de la revelación, él habla de la fe una vez dada, o mejor aún, dada una vez y para siempre. Virtualmente, está completa; pronto (desde el punto de vista de Judas) no habría más revelación.

Los versículos finales de la Biblia advierten que nada ha de añadirse o sustraerse de las palabras del libro del Apocalipsis, pero esto se aplica claramente a toda la Biblia y no sólo al último libro. Sabemos esto porque esta advertencia repite aquella que fue dada por Moisés en el primer libro de la Biblia (los cinco primeros fueron originalmente un libro), a saber, Deuteronomio 4:2: “No añadiréis a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella, para que guardéis los mandamientos de Jehová vuestro Dios que yo os ordene” (palabras repetidas por Moisés en Deuteronomio 12:32).

Que la revelación está completa también se prueba por el hecho de que los apóstoles y profetas son descritos como el fundamento de la iglesia.

En Efesios 2:20 la iglesia está descrita como siendo edificada “sobre el fundamento de los apóstoles y profetas [es decir, los profetas del Nuevo Testamento], siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo”. El fundamento es algo completo y estable, mientras que el edificio sigue siendo construido.

¿Y qué decir acerca de la profecía de Joel, citada por Pedro en el día de Pentecostés, que decía que cuando el Espíritu fuera derramado, todos los creyentes –hombre, mujer, ancianos y jóvenes– profetizarán? ¿No implica esto que la profecía continuaría literalmente hasta el regreso del Señor? No, porque nuestro entendimiento de esta profecía debe concordar con la irrefutable enseñanza de la Biblia de que la revelación pronto sería completa y que luego cesaría.
Esta revelación completa (especialmente el Evangelio) será el testimonio de los creyentes de todas las épocas, hombre y mujer, a través de todo el mundo, hasta el fin. Los creyentes continuarán a ver visiones y soñar sueños en el sentido de que abrazan, meditan y proclaman las “visiones y sueños” infalibles que se les da en la Biblia. Ellos no “profetizarán” en el sentido de recibir una nueva revelación. Ellos también soñarán los sueños de los planes y conquistas del Evangelio. En este sentido, la profecía de Joel todavía está siendo cumplida.

Las manifestaciones extraordinarias como las lenguas claramente habían desaparecido en el tiempo en el que Pedro escribió sus dos epístolas, puesto que él no da indicación alguna de que estos rasgos distintivos de los tiempos primitivos estén todavía en acción.

Como la revelación se completó en el tiempo de los apóstoles, vemos que la tarea de los apóstoles y profetas ya ha concluido. Y si los dones de la revelación se han acabado, entonces lo mismo ocurre con las señales que autentificaban a los escritores inspirados. Recordamos cómo Pablo dijo “las señales de apóstol han sido hechas entre vosotros en toda paciencia, por señales, prodigios y milagros”.

¿Cómo se puede decir que no hay pruebas bíblicas para el cesacionismo cuando la Escritura dice rotundamente que toda la revelación se ha completado al principio de la era de la iglesia, hablando de ella como un fundamento?

6. La Escritura da testimonio del final de los dones

La sexta prueba del cesacionismo es que la Escritura muestra que los dones estaban en proceso de ser retirados en aquel mismo tiempo. Pablo, por ejemplo, quien poseía el poder apostólico para hacer señales y maravillas y milagros, no pudo, más adelante, sanar a Timoteo, o a Trófimo, o a Epafrodito.

También vemos la retirada de los dones de sanidades en Santiago 5, donde Santiago da instrucciones acerca de orar por los enfermos y de cómo los ancianos debían imponer las manos a los que estaban postrados en cama. Es evidente en este pasaje que ya no está más presente allí nadie que tenga el don de sanidades, sólo ancianos que oran.

Se menciona la unción, pero no se usa la palabra griega friccionar con aceite, más bien como remedio para los que tienen úlceras por estar postrados en cama. Santiago, en realidad, está diciendo: “No seáis tan celestiales que no hagáis uso de los medios terrenales, sino tomad algún alivio físico para la persona que sufre”.
Lo que más importa es la oración. Es evidente que en las instrucciones de Santiago no se da ningún mandamiento a alguien que tenga el don de sanidad de que sane o que dé un toque sanador al enfermo. La imposición de manos de los ancianos ordinarios es un acto simbólico, que comunica el amor, el cuidado y la responsabilidad de la iglesia.

El pasaje de Santiago contiene cuatro exhortaciones a orar, y prosigue su enseñanza de que debiéramos decir “si el Señor quiere, viviremos, y haremos esto, o lo otro”. Podemos y debemos orar por sanidad, pero puede ser la voluntad de Dios que el que sufre dé testimonio de la gracia de Dios en la enfermedad.

El punto principal para nosotros en este artículo es que no hay quien tenga un poder personal para sanar en Santiago 5. La sanidad es de Dios en respuesta a la oración. La actitud continua de la iglesia se ve cuando ora por sanidad, recordando que algunos son llamados a vivir como ejemplo de aflicción y de paciencia” (Santiago 5:10).

El hecho de que Santiago no mencione los dones de sanidad muestra inequívocamente que la posesión del poder de sanación fue retirada bien temprano a lo largo de la era apostólica.

¿Podría un lector neutral dar por sentado que los dones de la Biblia fueron para todas las épocas?

Se ha sugerido a veces que si a un nuevo convertido sin experiencia en la vida de iglesia se le encerrara en una habitación con una Biblia, nunca se le ocurriría que los dones carismáticos han cesado. Lo opuesto es verdad. Hay mucha gente (conocemos a algunos) que provienen de otras religiones y se han convertido a Cristo por la lectura en privado de la Biblia, y posteriormente se han integrado en una iglesia. Solamente a partir de la Biblia ellos no recibieron ninguna expectativa de que fueran a tener un escenario de dones carismáticos. Mucho más a menudo –de manera creciente a medida que el tiempo pasa– los creyentes abandonan las iglesias carismáticas al darse cuenta de que lo que ocurre allí no lo encuentran en la Biblia.

Al leer Hechos cuidadosamente, descubren que tan sólo el grupo apostólico sanó y sienten que han sido engañados por la noción carismático-pentecostal de que lo hacía mucha gente.

Algunos se preguntan sobre cuál fue el significado o propósito original de las lenguas, y cuando conocen por parte de Pablo que ellas fueron dadas específicamente para los judíos, entonces de nuevo se sienten engañados por sus maestros.

También sienten que han recibido una enseñanza falsa cuando se ve de manera evidente que las lenguas eran lenguas reales, lo cual es mucho más sobrenatural que el emitir sonidos incomprensibles.

Entonces, tan pronto como estos creyentes aprecian la importancia del patrón de la Escritura acerca de la iglesia, surge en sus mentes la pregunta: “¿Dónde están las instrucciones bíblicas para designar apóstoles, profetas y sanadores en la actualidad?” Ellos no ven instrucción alguna, y entonces se vuelven todavía más críticos con la enseñanza que han recibido.

Es entonces cuando se plantea la cuestión de la autoridad y suficiencia de la Escritura, y piensan: “¿No está la revelación completa? ¿Cómo, pues, pueden las profecías modernas ser válidas e inspiradas?” Se hace evidente que todas las profecías “autoritativas” que han oído son un gran error y un engaño.

Muchos creyentes razonables ven por sí mismos que, para los carismáticos, la Escritura es de importancia secundaria y está subordinada a la imaginación humana y a las experiencias misteriosas.

Finalmente, cuanto más estos amigos estudian la Palabra, tanto más ven la evidencia de que las señales desaparecieron poco tiempo después de su espectacular aparición inicial.

Todo lo anteriormente dicho no significa que el Señor no mueva a su pueblo a recordar deberes o verdades, o que no los inste a hacer algunas cosas, o que no los advierta de peligros inminentes. Estas cosas son indicaciones divinas, pero no revelaciones o dones.

Hay casos registrados en la historia de la iglesia de gente que tiene una indicación de parte de Dios acerca de una persona o de un acontecimiento peligroso, pero estas cosas nunca son revelaciones de doctrina. Encontramos tales cosas en tiempos de severa persecución. Por ejemplo, antes del tiempo de la perestroika en Rusia, oímos de casos muy verídicos en los que siervos de Dios muy importantes fueron liberados de manera maravillosa de ser detenidos porque Dios le dio la impresión a alguien de que no fueran a un lugar en particular. Después se supo que en aquel lugar había una emboscada de la policía de la KGB que los estaba esperando. Sin embargo, nadie de los que recibieron estas indicaciones había recibido un don regular, y ciertamente no recibieron una revelación autoritativa acerca de una verdad doctrinal. Dios puede hacer todo tipo de cosas para liberar y bendecir a su pueblo, pero esto en ninguna manera significa que los dones apostólicos o proféticos reaparezcan de nuevo en las personas.

El daño de la enseñanza carismática

Muchos carismáticos llegan a ver la enorme diferencia entre la Biblia y lo que les han enseñado. A menudo, estas personas que tienen dudas tienen problemas por el hecho de que un gran número de católicos-romanos, que confían en María, la misa y las obras para salvación, también sean capaces de hablar en lenguas y profetizar. Muchos también dan culto exactamente de la misma manera que los carismáticos protestantes.

Los carismáticos que tienen dudas pueden asimismo oír que hay sectas no cristianas que también hablan en lenguas. No necesitas ser un cristiano salvo para hablar en las lenguas del estilo carismático, porque no es un verdadero don del Espíritu.

Hay muchos cristianos sinceros en el movimiento carismático, pero creemos que el intento de hacer revivir los dones de revelación y de señales es un error muy dañino. Podemos ver el daño en la aparición de amplios sectores del movimiento carismático en los que el Evangelio virtualmente ha desaparecido, sepultado bajo extravagancias antibíblicas.

Hay amplios grupos carismáticos que ahora niegan la sustitución penal de Cristo y algunos incluso niegan la Trinidad. (Uno de los predicadores y escritores carismáticos más famosos del mundo niega la doctrina de la Trinidad).

El estilo de música de entretenimiento del mundo domina en las iglesias carismáticas, incluso música del tipo más extremo y profana. La pantomima teatral de los líderes carismáticos ávidos de dinero se puede contemplar a cualquier hora en canales de televisión religiosos y la herejía del evangelio de la prosperidad se encuentra al parecer por todas partes.

Numerosos charlatanes y pícaros han conseguido muchos seguidores, realizando sus supuestas “sanidades” en grandes lugares de reunión en todo el mundo. Incluso las técnicas de música de variedades y de adivinación se presentan como poderes espirituales en iglesias que antiguamente fueron respetadas.

La poderosa corriente que continuamente impulsa al movimiento carismático cada vez más y más lejos de la Biblia evidencia un error grave y fundamental, a saber, la idea de que los dones de revelación y de señales son para todas las épocas. Experimentarlos comporta un doble error: primero, el de rebajar los dones a algo no milagroso (por ejemplo, al convertir lenguas reales en sonidos no lingüísticos); y segundo, el de rebajar la Escritura, que se ha de inclinar ante experiencias imaginarias de sueños, visiones, “palabras del Señor” y revelaciones similares. También está el daño hecho a los cristianos en particular, cuya fe está desviada en gran manera del Señor y su Palabra a los fenómenos y las sensaciones.

Oramos sinceramente para que Dios libre a aquellos que son sus verdaderos hijos del daño creciente de este salvajemente equivocado alejamiento de la Escritura. Es perfectamente posible probar que el cesacionismo es la verdad bíblica.