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jueves, 14 de septiembre de 2017

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El Bautismo y la Unidad de la Iglesia (CBL 1689)

¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? (Ro. 6:3).

Pues por un mismo Espíritu todos fuimos bautizados en un solo cuerpo, ya judíos o griegos, ya esclavos o libres, y a todos se nos dio a beber del mismo Espíritu. (1 Cor. 12:13.)

El apóstol Pablo plantea una pregunta acerca de nuestra santificación: ¿No saben ustedes que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús fue bautizado en su muerte? Romanos 6: 3 La pregunta de Pablo en este pasaje apela tanto a la realidad del bautismo como al significado fundamental del bautismo en la vida cristiana. Debido a que hemos sido "bautizados en Cristo Jesús", este pasaje simboliza lo que se ha hecho por nosotros. En un nivel fundamental, el bautismo apunta a Jesucristo y a nuestra unión con Él por la fe. Y Dios nos concede en  herencia todos los recursos en gracia que necesitaremos para  ser llevados del pecado a la salvación, de la muerte a la vida, y de la tierra al cielo. De esta manera, estamos llamados a enfocarnos y ver lo que significa el bautismo. El bautismo es un signo visible de nuestra unión con Cristo en su muerte y resurrección. Es una imagen de nuestro "injerto en Cristo, de la remisión de los pecados, y de su entrega a Dios, por Jesucristo, para caminar en novedad de la vida.

Confesión Bautista de Fe de Londres, Cap. 29 Parr. 1
El bautismo es una ordenanza del Nuevo Testamento instituida por Jesucristo, con el fin de ser para la persona bautizada una señal de su comunión con él en su muerte y resurrección, de estar injertado en él, de la remisión de pecados  y de su entrega a Dios por medio de Jesucristo para vivir y andar en novedad de vida.

A medida que la fe se aferra a esta verdad del evangelio, estamos llamados a recordar lo que nos dice acerca de quiénes somos en Cristo. Esta es la razón por la cual muchos catecismos Reformados nos enseñan a recordar o "mejorar" nuestro.

El bautismo no crea una nueva identidad que exista junto con otras identidades terrenales; más bien el bautismo dice que "tú has muerto y tu vida está escondida con Cristo en Dios" (Colosenses 3: 3). En otras palabras, el bautismo cristiano no crea una crisis de identidad; el bautismo proclama que la vieja vida en Adán se ha ido y la nueva vida en Cristo ha comenzado. Para muchos, la dinámica hombre viejo / hombre nuevo es usualmente interpretada únicamente en el contexto del pecado dentro de los cristianos individuales. Sin embargo, la dinámica hombre viejo / hombre nuevo tiene un contexto más amplio. La muerte del viejo hombre ocurre dentro del contexto de ser separada de nuestra unión con Adán (Romanos 5: 12-21) y de ser liberada de este presente siglo malo (Gálatas 1: 4). De la misma manera, nuestra nueva vida en Cristo ocurre dentro del contexto de estar unidos a Cristo (Romanos 6: 1-3) y de ser entregados al Reino de Cristo (Colosenses 1:13). Así, cuando uno está en Cristo, es una "nueva creación" (2 Corintios 5:17). Nuestro bautismo cristiano testifica que la nueva naturaleza ha dado inicio ha entrado. Esto implica que  este mundo ha terminado. ¿Cómo se aplica esto a la identidad? Para muchos si somos honestos con nosotros mismos, hemos sido entrenados para vernos a nosotros mismos, no a la luz de nuestro bautismo, sino a la luz de todas estas otras identidades. El bautismo cristiano testifica que estamos unidos a Cristo y que estamos unidos el uno al otro. El bautismo da testimonio de que todos hemos sido vestidos en Cristo. Esta no es una declaración de aspiración, pero es un hecho debido a lo que Cristo ha hecho. Dentro del ámbito de nuestra unión con Cristo, no hay judíos ni griegos, ni esclavos ni libres (es decir, distinciones de clase), ni hombres ni mujeres (es decir, distinciones de género / sexo), es decir ninguna distinción étnica / nacionales [cf. Colosenses 3:11, Gálatas 3:28]. Los lentes que nuestra sociedad nos ha enseñado a vernos y este mundo no son válidos para aquellos en unión con Cristo. Debido al evangelio, la Iglesia es el lugar donde los que formalmente eran enemigos (ya sea por razones sociales, históricas o políticas) se aman realmente genuinamente. Este punto no puede enfatizarse lo suficiente porque la historia humana es verdaderamente una historia de conflicto. Lo vemos en la narración bíblica a partir de Génesis 4 y estos diversos conflictos permanecen en el fondo a través de la historia del Antiguo Testamento. A la luz de la historia humana, la verdadera pregunta NO es por qué las naciones y las sociedades tienen conflictos; más bien, la verdadera pregunta es ¿cómo las naciones y las sociedades tienen paz entre sí? En el evangelio, Cristo no sólo ha eliminado la hostilidad de larga data entre judíos y gentiles; Cristo ha derribado la hostilidad entre grupos de personas y ha formado un nuevo pueblo - la Iglesia (Efesios 2: 11-22). Es por eso que es notable que la Iglesia sea conocida por su amor unos a otros, independientemente de su historia (ver Juan 13:35). El Bautismo apunta a todas estas maravillosas realidades que forman nuestra identidad y nos unen, pero es cierto que los cristianos viven en medio de dos edades ("la edad presente del mal" y "la era venidera"). Los poderes de estas dos edades siguen siendo competidores para nuestro estilo de vida como cristianos y nuestra comunión unos con otros en la Iglesia. Por eso debemos recordar constantemente nuestro bautismo. Se sabe que cuando Martín Lutero luchaba contra la tentación, se recordaba a sí mismo: "Yo soy bautizado". Creo que la misma exhortación es necesaria hoy. Cuando somos tentados a cuestionar nuestra identidad en Cristo o a juzgar a nuestros hermanos y hermanas en Cristo basados ​​en criterios no cristianos, debemos recordarnos constantemente que hemos sido bautizados en Cristo. Cuando estamos tentados de ser absorbidos por las conversaciones de raza / etnia y de vernos a nosotros mismos y a los demás a través de la lente de la identidad étnica y la cultura, debemos recordar constantemente que hemos sido bautizados en Cristo. Así, somos y pertenecemos a un pueblo diferente. 

Debemos recordar los que hemos sido bautizados en su santísimo nombre y que hemos sido "renombrados" en Cristo como miembros del cuerpo de Cristo. A medida que recordamos cada vez más nuestro bautismo, desarrollaremos una reacción visceral y ante cualquier cosa que intente socavar la verdad de nuestro bautismo e introducir el cisma y la división dentro de la Iglesia. Cuando recordamos nuestro bautismo, somos estimulados a tener nuestras relaciones humanas definidas por la santidad y la justicia, como es propio de aquellos que han entregado sus nombres a Cristo, y caminar unos con otros en amor fraternal, como es apropiado para aquellos bautizados por el mismo Espíritu en un solo cuerpo.
Soli Deo Gloria



jueves, 27 de octubre de 2016

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Teología del Pacto




1644-anabaptist
Lo que aparece aquí es el inicio de la Primera Confesión Bautista de Londres de 1644. Dice lo siguiente:
“Una Censura de un libro publicado en el año 1644, titulado La Confesión de Fe de aquellas Iglesias comúnmente (aunque erróneamente) llamadas Anabaptistas.

Suscrita por ellos en representación de siete congregaciones de Cristo en Londres y también de una congregación Francesa de la misma convicción.”

La práctica de bautizar creyentes profesantes está basada en dos fundamentos complementarios. El primero es un argumento que se desprende de los pactos en las Escrituras. El segundo es un argumento a partir de los mandamientos en las Escrituras relacionados con los pactos. Los credo-bautistas y los paido-bautistas asumen con frecuencia, que el pueblo de un pacto dado recibe la señal del pacto. Así, en el caso de los sujetos del bautismo uno tendría simplemente que identificar el pueblo del pacto. Esto es insuficiente. La administración de las ordenanzas del pacto está gobernada por leyes específicas, las cuales deben ser obedecidas estrictamente. Por ejemplo, las mujeres eran miembros del pacto con Abraham pero ellas no recibían la señal del pacto, que era la circuncisión. Del mismo modo, los bebés varones eran circuncidados, pero al octavo día. Como resultado, para determinar los sujetos del bautismo uno tendría primero que identificar los pactos involucrados y examinar las leyes que lo acompañan.

Un argumento positivo de los credo-bautistas asegura que el pacto relevante involucrado es el nuevo pacto, y que este es distinto de los demás pactos bíblicos que le precedieron en la historia, en particular que el pacto con Abraham. Para ponerlo de manera simple, el pacto con Abraham prometía bendiciones terrenales a un pueblo terrenal (Abraham y su descendencia) en una patria terrenal. Esta relación de pacto fue expandida y desarrollada en el pacto con Moisés y en el pacto con David (el pacto con Moisés añadió leyes para la vida en Canaán, y el pacto con David proveyó reyes sobre el pueblo). Estos tres pactos establecieron y gobernaron el reino de Israel, compuesto por el pueblo de Abraham. El nuevo pacto (i.e., el pacto de gracia) promete bendiciones celestiales a un pueblo espiritual. Así, el nuevo pacto está establecido sobre mejores promesas, promesas diferentes. Solamente el nuevo pacto es el pacto de gracia, distinto de los pactos con los Israelitas.

El reino de Israel y el reino de Cristo (la iglesia), aunque se distinguen por sus pactos, están relacionados como un andamio a un edificio. La descendencia natural de Abraham actuó como los trabajadores, constructores, recibiendo la promesa del nacimiento del Mesías y encargados de preparar el camino para su advenimiento (Mateo 20:1-16; Isaías 28:16; Mateo 21.42; Hechos 4.11; Efesios 2.20; I Pedro 2.6-7). Jesús estableció el reino de Dios         basado en la regeneración, el arrepentimiento y la fe. Él predicó a su propio pueblo, Israel, pero su verdadero y permanente pueblo era de un reino que no es de este mundo. Jesús recibe como su propio pueblo a todos los que creen en Él, y el resto es condenado por su pecado de incredulidad. La fe en Cristo, la cual es dada solamente por Dios, es lo que define al pueblo de Cristo.

A través de la historia de Israel, muchos entendieron las promesas mesiánicas y miraron a Jesús por la fe antes de su venida (Hebreos 4.2-3; 11.13-16). El pueblo de Dios (y por lo tanto la iglesia), considerado según el liderazgo y beneficios de Cristo, no comienza con la encarnación. Esto fue posible porque el reino de Israel y sus pactos fueron tipológicos. La tipología sostiene dos verdades: por un lado un tipo tenía significado en su propio contexto mientras que por el otro lado un tipo apuntaba a un significado más grande en Cristo, su reino, y su pacto. Así como una huella no es un pie, ni una sombra es una persona, pero nos da información acerca de lo que representan, así un tipo no es su anti-tipo pero revela al anti-tipo. El autor de los Hebreos establece muy claramente que la sangre de los sacrificios Israelitas no podían perdonar ¿Por qué? Porque aunque aquellos sacrificios tenían un significado en el contexto de Israel, i.e., la purificación de la carne, no eran el sacrificio de Cristo y no podían purificar la conciencia (Hebreos 10-1-4, 12-14). Pablo mira los tratos de Dios con Abraham de la misma manera al llamar a los creyentes descendientes de Abraham y encontrando un significado mayor en la palabra “simiente” relacionándola con Cristo y no simplemente con la posteridad de Abraham (Gálatas 3.7,9, 16, 27-29). No se trata de uno o el otro, como si las promesas hubieran sido hechas solamente a Abraham y a sus hijos naturales o a Cristo y a su descendencia (incluido Abraham). Es a ambos, cada uno en particular pero relacionados en un contexto de tipo o anti-tipo. Y así el reino y los pactos de Israel no fueron el reino y el pacto de Cristo aunque conducían hacia su nacimiento y la revelación de verdades sobre él a lo largo del camino. Los santos del Antiguo Testamento fueron salvados por la promesa de aquel que habría de venir, y el pacto que sería establecido. En consecuencia los Bautistas no usan el reino de Israel y sus pactos como el modelo para la iglesia. Son distintos.

Podemos añadir mayor claridad a la membresía de un pacto dado al mirar a la cabeza federal. Dios establece pactos con la humanidad por medio de cabezas federales, y designa la descendencia que ellos representan. Adán, Noé, y Abraham cada uno representa un grupo de personas, su descendencia natural. David representa su descendencia natural en el pacto que Dios hizo con David, y él y sus hijos representaron a la nación de Israel en el pacto mosaico. Cristo también representa un grupo de personas, su descendencia natural (o sobrenatural) – los elegidos.

Dios el Padre asigno al Hijo como cabeza del pacto en el pacto de la redención. Los cantos del Siervo en Isaías proveen un reflejo de este encargo (Isaías 42.1-7; 49.1-13; 52.13; 53.12). Jehová declara que el Siervo del SEÑOR verá descendencia al ofrecerse a sí mismo como substituto sacrificial por medio de lo cual ellos serían contados por justos (Isaías 53.10-11). El Siervo representa un pueblo, y sus pecados son perdonados en su sangre. Esta es una descripción del nuevo pacto, establecido en la sangre de Cristo y trayendo perdón de pecados a todo el pueblo de Cristo (Jeremías 31.31-34; Mateo 26.26-29; Hebreos 8). Los evangelios contienen expresiones magníficas del entendimiento consciente de Jesús con respecto a su misión, habiendo sido enviado por el Padre para redimir a un pueblo específico (Lucas 4.16-21; Juan 6.35-40; 8.42-47; 10.25-30; 17.1-26). Por lo tanto nosotros usamos el pacto de redención, no el pacto con Abraham, como patrón para la membresía en el nuevo pacto porque es ahí donde se establece a Cristo como la cabeza federal.

La descendencia de Cristo nace mediante el poder regenerador del Espíritu Santo y unida a Cristo por el Espíritu por medio de la fe. Como Pablo dice enRomanos 8.9, “… si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él”. Por estas razones, debemos reconocer la seriedad de afirmar que uno es de Cristo y de su pacto. Es una afirmación que implica la posesión de salvación.

Mirar la relación padres-hijos es un intento incorrectamente dirigido para entender la membresía del pacto. Re-dirigir nuestra atención a la cabeza federal, trae claridad y precisión escritural al asunto. Nosotros culpamos a Adán, no a nuestros padres, por la maldición. Los Israelitas miraban a Abraham, no a sus padres, para reclamar a Canaán y sus bendiciones, y miraban a la conducta del rey, no a sus padres, para seguir poseyendo la tierra. Del mismo modo, los niños tienen que mirar a Cristo, no a sus padres, para pertenecer a su pacto. De manera consecuente, nunca ha habido un pacto en el cual “los creyentes y sus hijos” constituyan el paradigma de la membresía del pacto. La promesa (salvación en general, y recibir el Espíritu en particular) es ofrecida a todo el mundo (Hechos 2.16-41). Nacemos bajo Adán como la cabeza federal, y nadie escapa del dominio de las tinieblas hasta que Dios lo transfiera “al reino de su amado hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados” (Colosenses 1.12-14).

El primero de los siete argumentos demuestra la distinción del nuevo pacto con los pactos Israelitas y la restricción de sus miembros a Cristo, su cabeza federal. Ahora podemos examinar los mandamientos del pacto. Esto es importante porque el razonamiento (“si esto, entonces aquello”), aunque importante, válido y necesario en la teología en general, no es válido al observar las leyes positivas (leyes que dependen solamente de lo que ha sido mandado). Únicamente un mandamiento de las Escrituras, sea de Cristo, las epístolas, o el ejemplo apostólico, puede instituir o regular los sacramentos del nuevo pacto que son el bautismo y la cena del Señor. No solamente sería ilegítimo usar otras ordenanzas para gobernar el nuevo pacto, sino que no podemos desviarnos del mandamiento de Dios basados en inferencias: Si Dios demanda las primicias del rebaño, ¿las primicias de mis frutos deberían agradarle también? No funciona así (Génesis 4.1-7; Levítico 10.1-3)

El mandamiento de Cristo es hacer discípulos a las naciones y luego bautizarlos (Mateo 28.18-20). Los candidatos para el bautismo son aquellos que han respondido al evangelio en fe (Hechos 2.41). Esto concuerda con la naturaleza del nuevo pacto y con el ejemplo de los apóstoles. Aun en el caso del “silencio” relativo de bautismos de casas [familias], lo cual tendemos a leer a través de los lentes de sistemas extensivos que les preceden, podría al menos decirse que aunque no se mencionan infantes, las profesiones de fe de casas completas sí son mencionados (Hechos 10.44-48; 11.14, 17; 16.31; 18.8).

La naturaleza objetiva del pacto, y la naturaleza subjetiva de la profesión de fe produce una eclesiología bautista y una doctrina del bautismo. La iglesia es el reino de Cristo, establecida y gobernada por su pacto y llenada por su pueblo, nacido de nuevo y por el poder del Espíritu Santo. La elección y la regeneración son realidades objetivas del pacto realizado por Dios mismo. Pero ¿cómo debe ser gobernada la iglesia visible? ¿Cómo se identifican los hijos de Dios? El llanto del nuevo nacimiento de un hijo de Dios, sin importar su edad, es la fe en Jesucristo. Y deben ser admitidos o removidos por la profesión práctica de fe y doctrina de cada individuo.

Como creemos que la fe es el don de Dios (Efesios 2.9) y que todo aquel que invocare el nombre del Señor será salvo (Romanos 10.13), tenemos razones escriturales para presumir que todos los creyentes profesantes son verdaderos hijos de Dios. Pero como la profesión de fe es subjetiva, habrá falsos creyentes en medio nuestro. ¿Cuál es su relación con el pacto de Cristo? Objetivamente, no hay ninguna. Ellos no pertenecen a Cristo, tomando en cuenta que nunca se han arrepentido ni han creído. Sin embargo, se les hace responsables por su traición. Cuando un espía es descubierto, un país no debe liberarle y enviarle a su tierra bajo la falsa noción de que no tienen autoridad sobre él. Por el contrario, el espía es responsable ante las leyes del país en el cual cometió los crímenes. Así también, los falsos creyentes no son liberados sin acción alguna. Ellos son responsables ante el Rey, Jesucristo, y son removidos del cuerpo de Cristo por la excomunión. Los pasajes de advertencias en las Escrituras hacen que las ovejas corran a Cristo y que las cabras huyan de Cristo.

Admitir y sacar individuos con base en la profesión de fe produce un valor de identidad a futuro para unirse y dejar la iglesia. Aquellos que se unen al reino de Cristo afirman tener salvación en Él mientras que aquellos que son excluidos son declarados fuera de la salvación, ambas cosas por la operación del juicio humano según el criterio y mandamientos escriturales.

El bautismo representa las promesas de Dios y la confianza del creyente en ellas. Simboliza la promesa de que todos aquellos que confían en Cristo han probado la muerte y el juicio en Él y se han levantado como nuevas criaturas. El bautismo es también la afirmación pública de confianza en esas promesas y una declaración de que son una nueva creación. Sepultados con Cristo en las aguas de la muerte, el creyente se levanta, simbólicamente, vivo en Él (Romanos 6.1-11). No es un símbolo de lo que podría darse en el futuro, sino lo que el individuo lo afirma como una verdadpresente.

En conclusión, todo comienza y termina con Jesucristo. Debemos ser fieles a su pacto y a sus mandamientos. Los Bautistas creen que las Escrituras enseñan que el pacto de Cristo perdona los pecados de todos sus miembros, que las ovejas falsas son simplemente ovejas falsas, y que el bautismo es un símbolo de las realidades objetivas del nuevo pacto y de la participación del creyente en ellas. Sabiendo que todos los que invocan el nombre del Señor serán salvos, luchemos junto con nuestros hermanos paido-bautistas, por proclamar ese precioso nombre al mundo, a pensar de las diferencias que tenemos en este punto.
Por Samuel Reniham (traducido con permiso por Alexander León)

Soli Deo Gloria



viernes, 19 de agosto de 2016

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¿Paidoismo o Credoismo?

...Conoce al SEÑOR", porque todos me conocerán. (Jeremías 31:34)

Un Argumento del Bautista Reformado para el Bautismo del Creyente con base en la Teología del Pacto.

INTRODUCCIÓN

Los cristianos dentro de la tradición de La Reforma son dolorosamente conscientes de la división doctrinal sobre muchos temas. Hay varias posiciones en cuanto a la Ley de Dios y su aplicabilidad a los cristianos. En el amplio campo de la escatología, allí se encuentra al cristiano reformado con sus diferentes posiciones. El gobierno de la Iglesia es otra área, en la que los creyentes bajo la cobertura Reformada, a menudo difieren entre sí. Uno de los temas más candentes de debate entre los que se adhieren a la Teología Reformada, hablando en términos generales, se refiere al tema del bautismo. Los participantes de cada lado del debate calibran y refinan sus argumentos que servirán en su defensa.  Algunos irán tan lejos como para decir que si usted no cree en el bautismo de los niños de creyentes no puede ser Reformado. Estos que sostienen esta posición, dirán que es imposible considerar la Teología del Pacto y no adherirse al bautismo infantil. En la comprensión que ellos tienen de esto, los argumentos que surgen a favor del bautismo de infantes parten exclusivamente de una perspectiva bíblica de los pactos que excluye automáticamente cualquier entendimiento de la Teología del Pacto que no sea paidobautista. Hermanos que sostienen este punto de vista, a menudo, categorizan a todos los que no son Paidobautistas como Dispensacionalistas o, a lo menos, como Dispensacionalistas incipientes. ¿Es esta caracterización precisa y es este punto de vista sobre la Teología del Pacto la única opinión en el campo teológico que vale la pena escuchar? Es triste decirlo, pero muchos en nuestro tiempo y a través de la historia dirían que sí. Es hora de que esto termine.

Cuando utilizo las palabras Teología del Pacto, quiero decir que el enfoque de su comprensión en las Escrituras está centrado en torno al desarrollo de los diversos pactos dentro de la historia de la Redención. Este enfoque de las Escrituras toma en cuenta los pactos históricos de forma individual y trata de unirlos en un todo sistemático. Históricamente, la Teología del Pacto ha sido reconocida como la fuente del bautismo de infantes. El presente ensayo buscará que una adecuada comprensión de la naturaleza progresiva de los pactos bíblicos y la sustitución del Antiguo Pacto por el Nuevo Pacto, objete seriamente la historicidad Teológica del Pacto, sin el riesgo de conllevar a un Dispensacionalismo o al Antinomianismo.

Este ensayo buscará diferir sobre la afirmación anterior de que es imposible sostener la Teología del Pacto sin adherirse a la práctica del bautismo infantil. Por el contrario, se argumentará que la adhesión coherente a la Teología del Pacto refuta el bautismo de niños e, incluso, ratifica y demanda el bautismo del creyente dentro de la estructura del pacto en la Biblia.

DEFINICIÓN DE TÉRMINOS

Así que para que todos entendamos que se quiere decir cuando cierta terminología es usada, definamos nuestros términos antes de que se inicie la exposición. Cuando se utiliza la palabraPaido es para referirse al Paidobautismo o Paidobautistas. Los Paidobautistas creen que los sujetos a considerar para el bautismo son los creyentes y sus hijos. Cuando se utiliza la palabraCredo se refiere a Credobautismo o Credobautistas. En términos generales, un Credobautista es alguien que cree en lo que muchos llaman el bautismo del creyente. Él es alguien que cree que es necesario una declaración de fe (esto es lo que la palabra credo significa) en Cristo, antes de ser bautizado. En el sentido más amplio de la palabra, existen dos tipos de Credobautistas, los de la Teología del Pacto y los Credobautistas dispensacionales. Siendo más específico, un Credobautista, como se entiende primeramente en este ensayo, es uno que sostiene el bautismo del creyente sobre la base de su comprensión de la Teología del Pacto. Este tipo de Credobautista es lo que muchos, en nuestros días, llaman un Bautista Reformado. Cuando uso la frase Bautista Reformado, no simplemente quiero decir un Bautista Calvinista. Los dos no son necesariamente idénticos. Un Bautista Reformado, tal como se entiende en este ensayo, es aquel que se acoge a la Confesión Bautista de Fe de 1689 como su estándar confesional. Esto significa que un Bautista Reformado es aquel que sostiene una soteriología Calvinista frente al Arminianismo; la Teología del Pacto, en lugar de un Dispensacionalismo; mantiene la validez permanente de la Ley Moral de Dios como se resume en el Decálogo, incluyendo el cuarto mandamiento, a diferencia del Antinomianismo; guarda el Principio Regulativo de la Adoración, a diferencia del normativo. Con estas definiciones en su lugar, comencemos.

ACLARANDO CIERTAS CUESTIONES

La mayoría, si no todos los Paidos, coinciden en tratar de basar el bautismo de niños en la doctrina del pacto del Antiguo Testamento. Ellos argumentan esto, basados en la representación parental en el Pacto Abrahámico, la unidad de los pactos y la continuidad teológica entre los testamentos. Muchos de ellos están de acuerdo con los credos de que el paidoismo no es una doctrina explícita del Nuevo Testamento, esto es, que no es una doctrina que ordena el bautismo de infantes. Algunos credos muy celosos, por otro lado, parecen haber olvidado al Antiguo Testamento como algo aún inspirado y beneficioso. Tienen una tendencia a negar la continuidad del pacto en nombre de credos explícitos y distintivos del Nuevo Testamento (En otras palabras, las presuposiciones Dispensacionales). La mayoría de ellos han incorporado una tendencia hacia el Antinomianismo  (contra la ley). En cualquier caso, este tipo de credos no tienen realmente ninguna defensa contra los paidos y su argumento sobre el pacto, excepto que su paidoismo está fundado en la doctrina del pacto del Antiguo Testamento como si todas las doctrinas basadas en la doctrina del pacto del Antiguo Testamento no fueran válidas.

Muchos credos claman: "Si no es repetido en el Nuevo, no haremos el Antiguo”. Afortunadamente, su credo y su conducta no siempre coinciden. (Credos dispensacionales y los credos no Dispensacionales que no están de acuerdo con la permanente validez de la Ley Moral de Dios, tal como se resume en el Decálogo, incluyendo el cuarto mandamiento, es a los que nos referimos aquí). Los paidos dicen: “Si el Antiguo no es revocado por el Nuevo y el Viejo permanece, debemos aún hacerlo". Según los credobautistas del pacto, éste debe ser el punto decisivo del debate paido-credo, si logramos conseguir llegar a algún punto en común con nuestros hermanos paidobautistas. A diferencia de los argumentos Dispensacionalistas para el bautismo del creyente, que se basa sólo en el Nuevo Testamento, los credos reformados pueden establecer su comprensión del bautismo en el mismo terreno que los paidos, al menos en parte. Esto dar lugar a esta pregunta vital: ¿Está la doctrina de la inclusión automática del infante en la comunidad del pacto revocada o modificada por la Teología del Pacto del Antiguo Testamento como para anular el paidoismo bajo el Nuevo Pacto? ¿No es éste el asunto central? Muchos credos nunca serán convencidos por los argumentos de la doctrina del pacto del Antiguo Testamento, debido a que están comprometidos con el principio de que si no se repite en el Nuevo, entonces no es obligatorio. Del mismo modo, los paidos nunca serán convencidos por textos específicos del Nuevo Testamento con respecto al tema del bautismo, ya que están comprometidos con el principio de no revocado, entonces obligante. Como hecho relevante, los paidos deben, y como muchos de ellos lo hacen, estar de acuerdo en que la evidencia explícita del Nuevo Testamento está del lado de los credos. Y, los credos deben estar de acuerdo en que la derogación explícita de la inclusión automática del infante en la comunidad del pacto es un hecho que, a lo sumo, se da por sentado en el Nuevo Testamento.

La cuestión se reduce a esto: Si el paidos no tiene una revelación de Dios para cambiar la doctrina del Antiguo Testamento de la inclusión automática de los infantes en la comunidad del pacto para los hijos de los creyentes, entonces él lo asume como obligatorio. Sin embargo, si el credo reformado puede demostrarle en el Antiguo Testamento, y aún en la doctrina el pacto del Antiguo Testamento  que, de hecho, si existe tal revelación, deberá entonces admitirlo como algo abolido y, por lo tanto, no obligatorio. Lo que podría ser convincente para el paidos es un argumento, con sus fundamentos en la Teología del Pacto del Antiguo Testamento y sus correspondientes frutos en el Nuevo Testamento, concernientes a la revocación de la inclusión automática de los infantes en la comunidad del pacto para los hijos de los creyentes.

Este argumento tendría que tener en consideración la doctrina del pacto. Éste deberá probar por la doctrina del pacto del Antiguo Testamento que la inclusión del infante fue proféticamente rescindida por el Antiguo Testamento. Luego, se debe demostrar que el Nuevo Testamento asume esta derogación y lleva el fruto de ella.

Los Bautistas Reformados (esto es Credobautistas del pacto) creen que ellos tienen el argumento que silenciará el debate o, por lo menos, provocará a los paidos a reconsiderar seriamente su posición.

EL ARGUMENTO DEL BAUTISTA REFORMADO

La doctrina del Antiguo Testamento sobre el Nuevo Pacto revoca proféticamente la inclusión automática del infante declarado en Jeremías 31:34 que ellos (es decir, los de la comunidad del Nuevo Pacto) Todos Me conocerán. Comprendiendo esto, significa que todos los ciudadanos del pacto bajo el Nuevo Pacto conocerán a Dios para salvación (lo que no ocurrió con el pacto Abrahámico o Mosaico). Los Credos Reformados, entonces, argumentan que la inclusión automática del infante dentro de la comunidad del pacto está aquí rescindida proféticamente por la Teología del Pacto del Antiguo Testamento. Entonces, lo que se espera por la enseñanza del Antiguo Testamento, es una comunidad del Nuevo Pacto en la cual todos conocen al Señor para salvación, sin ninguna excepción. Los Credos Reformados entonces dicen: "Ahora echemos un vistazo a nuestro Nuevo Testamento. Lo que deberíamos ver es la inauguración del mismo Nuevo Pacto prometido en el Antiguo Testamento, una comunidad del Nuevo Pacto (no Israel y la Iglesia, sino una transformada o un Nuevo Israel, el cual consiste de sólo aquellos que conocen al Señor) y los privilegios del Nuevo Pacto solamente conferidos a los ciudadanos del Nuevo Pacto". En otras palabras, los Credos Reformados afirman que la doctrina del Antiguo Testamento sobre el Nuevo Pacto deroga proféticamente la inclusión automática del infante y el Nuevo Testamento, da prueba de esto reservando las nuevas ordenanzas del Nuevo Pacto a los ciudadanos del Nuevo Pacto, esto es, a los creyentes, aquellos que están en la fe, la simiente de Abraham, todos aquellos que conocen al Señor.

Los Credobautistas reformados afirman que el Nuevo Pacto es nuevo en al menos dos formas: En primer lugar, a diferencia del Abrahámico y el antiguo pacto Mosaico, el Nuevo Pacto no puede ser quebrantado (Jeremías 31:32. Ver Génesis 17:14 para ver la violabilidad del Pacto Abrahámico y Deuteronomio 29:22-28 para la violabilidad del Antiguo Pacto Mosaico) y, en segundo lugar, a diferencia del viejo Pacto Mosaico, la inclusión infantil no es automática porque la ciudadanía en el Nuevo Pacto exige del conocimiento salvador de Dios. Éste es el por qué, de que los judíos incrédulos hayan sido cortados después de la inauguración del Nuevo Pacto. Es interesante observar que en el argumento de Pablo en Romanos 9-11, él hace una distinción entre israelitas (Romanos 9:6). En otras palabras, dentro del Israel del Antiguo Pacto habían dos grupos: Los creyentes y los no creyentes. Todos los israelitas, considerados aquí por Pablo, eran miembros del pacto, sin embargo, la mayoría fueron cortados después de que Cristo inaugurará el Nuevo Pacto. ¿Por qué? A causa de su incredulidad. ¿Por qué los otros (los gentiles) fueron injertados? Debido a su fe. Aquí vemos ambos aspectos de la continuidad y discontinuidad del pacto. Los judíos creyentes pasaron de ser ciudadanos del Antiguo Pacto al Nuevo Pacto en su continuidad, y los judíos incrédulos pasaron de ser ciudadanos del Antiguo Pacto a ser excluidos en su discontinuidad. Bajo el Nuevo Pacto, hay un solo Israel constituido sólo por creyentes.

Automáticamente, paidobautismo y paidocomunión son entonces impensables. Usted debe conocer al Señor para estar en el Nuevo Pacto. Usted debe nacer de nuevo. Los privilegios del Nuevo Pacto están reservados para los ciudadanos del Nuevo Pacto.

Por lo tanto, el Bautismo y la Cena del Señor están reservados para los creyentes, la simiente de Abraham, para aquellos que conocen al Señor, para los ciudadanos del Nuevo Pacto. De hecho, esto es sólo una pequeña porción del argumento del Bautista Reformado. Todo el argumento incluiría el examen de todas las bendiciones prometidas del Nuevo Pacto, mostrando que éstas fueron bendiciones experimentadas por algunos de ellos en el Antiguo Pacto y, luego, siguiendo sus huellas como se revela en el Nuevo Testamento, confirman que las bendiciones prometidas son, universalmente experimentadas, dentro la comunidad del Nuevo Pacto, tal como fue profetizado por Jeremías. (Véase el excelente folleto de Greg Welty titulado, Una evaluación crítica del bautismo de infantes disponible en Bautista Reformado Publicaciones y la parte cuatro de la grabación en audio de la exposición del Pastor Sam Waldron sobre Jeremías 31:31-34, titulada La nueva constitución del pacto de la Iglesia: Un manifesto del Bautista Reformadodisponible en el Ministerio Truth for Eternity, 3181 Bradford, NE. Grand Rapids, MI 49505. Ambos son materiales obligados para los interesados en este tema).

ANTICIPANDO LAS OBJECIONES

Muchas objeciones hasta el momento, pudieron haber entrado en la mente de un paido convencido o, incluso, a la de un credo dubitativo. Echemos un vistazo sobre algunas de ellas.

Primera objeción: "¿No está usted haciendo frías, duras y falsas distinciones entre los pactos bíblicos hasta obtener su credoismo de la Biblia? Esencialmente, sólo hay un pacto, el pacto de la gracia". En  realidad, hay varias diferencias, pero esencialmente, los pactos bíblicos están relacionados. Lo que a menudo hacen los paidos es desvalorar las diferencias entre los pactos. Por ejemplo, diciendo que el pacto Abrahámico y el Nuevos Pacto son uno y el mismo pacto y diciendo que son dos distintos y sin embargo pactos vitalmente relacionados, siendo estas dos cosas, totalmente incoherentes. ¿Es el Antiguo Pacto, el Abrahámico? ¿Es el Abrahámico, el Nuevo? Uno estaría en apuros para responder que sí. Louis Berkhof nos provee un ejemplo representativo de lo que los paidos a menudo expresan sobre esta objeción cuando él afirma: "Este pacto [el Abrahámico] sigue aún vigente y es esencialmente idéntico con el "nuevo pacto” en la actual dispensación" (Louis Berkhof, Teología Sistemática, [Grand Rapids, MI, Eerdmans Publishing Company, 1986 reimpresión], pp. 631ff..).

Curiosamente, O. Palmer Robertson, otro estudioso paidobautista, no parece equipararlos cuando dice: "… el profeta [Jeremías] combina el Abrahámico con el nuevo pacto". (O. Palmer Robertson, El Cristo de los Pactos, [Phillipsburg, NJ, Presbyterian y Reformed Publishing Company, 1985 reimpresión], p.41.).

Combinar y equiparar son dos cosas diferentes. Aunque ambos, el Abrahámico y el Nuevo, funcionan al mismo tiempo bajo la actual "dispensación", ellos no se nos presentan en la Biblia como uno y el mismo, como tampoco lo son los otros pactos bíblicos.

Segunda objeción: "Desde que Dios fue quien ratificó el Pacto de Abraham en Génesis 15, cuando pasó entre las dos mitades, luego el Pacto Abrahámico, como el Nuevo, no pueden ser quebrantados, no siendo Dios quien los rompe". Jeremías estaba hablando acerca del viejo o antiguo Pacto Mosaico y no del Abrahámico. Sin embargo, respecto a la violabilidad del pacto con Abraham, Dios dice en Génesis 17:14: "Y el varón incircunciso, el que no hubiere circuncidado la carne de su prepucio, aquella persona será cortada de entre su pueblo; ha violado Mi pacto". ¿No es esto convincente? ¿Quizás la objeción se refiere a la inviolabilidad del Pacto Abrahámico por parte del lado divino? Dios no lo hizo y Él no puede romper ningún pacto, pero el hombre puede romper el pacto con Dios bajo cualquiera de ellos, el Abrahámico o el mosaico, como se habían dado originalmente, pero no bajo el Nuevo. Por cierto, la violabilidad del pacto mosaico que se encuentra en Jeremías 31:32 y Deuteronomio 29:25, junto con la violabilidad del Pacto Abrahámico como se mencionó anteriormente, es evidencia de que todos, en estos pactos, no necesariamente conocían al Señor. Las promesas del pacto con Abraham están siendo administradas ahora por Cristo bajo el Nuevo Pacto y, dado que el Nuevo Pacto no puede romperse, entonces tampoco puede el Abrahámico bajo la actual administración del Nuevo Pacto.

Tercera Objeción: "¿No se refiere la frase -Porque todos Me conocerán- de Jeremías 31:34, a una expectativa futura y no a una realidad presente, incluso a un estado eterno?". Algunos han dicho esto antes. Admito que esta promesa alcanza el estado eterno, pero si nos limitamos sólo al estado eterno, ¿cómo esta promesa del Nuevo Pacto encuentra su aplicación antes del tiempo eterno? Teniendo en cuenta el hecho de que Hebreos 8:8-13 indica el cumplimiento de la profecía de Jeremías concerniente a un conocimiento universal de la salvación de Dios, dentro de la comunidad del pacto como algo realizado o, al menos, en parte, durante la presente administración del Nuevo Pacto, nos vemos obligados a la conclusión de que el Nuevo Pacto encuentra su cumplimiento, tanto en este siglo, como en el siglo venidero. El -Todos Me conocerán- se refiere a todos los del pacto sin excepción, no a todos los del mundo sin excepción, lo que actualmente está sucediendo. Asumiendo por supuesto que todo el mundo va a conocer al Señor en el estado eterno, pero para ese tiempo, todo lo del mundo, estará todo en el pacto.

CONCLUSIÓN

Este ensayo ha sugerido que una comprensión adecuada de la Teología del Pacto apoya la posición Bautista Reformada en lo relativo al tema del bautismo y, para llegar a alguna parte en este debate con un paidobautista, uno debe abordar el tema desde el lado seguro de la Teología del Pacto.

Partiendo con la doctrina del Nuevo Pacto en el Antiguo Testamento, demostrando que este Pacto no es idéntico a todos los pactos anteriores, esto es, que este Nuevo Pacto da lugar a una comunidad de pacto en la cual todos conocen al Señor para salvación, por consiguiente, esto invalida el tradicional argumento paidobautista del pacto para el bautismo de infantes. Este argumento que parte de una Teología del Pacto, se adhiere y busca aplicar sistemáticamente, el principio de la hermenéutica Reformada, a menos que sea revocado, entonces obligado. La doctrina de la inclusión de infantes para el bautismo es revocada y, por lo tanto, no obligante y, no quedándose el Nuevo Testamento en silencio, sino siendo más bien directo y franco, dando su apoyo a este argumento. Se espera que las personas que le han dado muchas vueltas al paidobautismo, se mantengan a distancia y los que han estado convencidos de ello, puedan volver a las Escrituras para ver si estas cosas aquí expuestas son así.
Soli Deo Gloria



Por qué los Bautistas Reformados no bautizan a los niños

Este tema ha generado en los últimos años mucha discusión dentro de la Iglesia cristiana. De manera especial este aspecto de la doctrina ha impedido la completa unión entre presbiterianos y bautistas reformados.

Las dos corrientes teológicas tienen muchos puntos en común, tal vez pudiéramos decir que son los únicos grupos cristianos que comparten prácticamente el mismo cuerpo doctrinal. La confesión de fe que usan los bautistas reformados (confesión de Londres de 1689) es una copia, modificada en ciertos artículos de la eclesiología, de la confesión de fe de Westminster (presbiteriana); de manera que ambas denominaciones han compartido la misma herencia teológica, y han mantenido cierta unidad. Los autores presbiterianos como R. C. Sproul, Luis Berkhof, Charles Hodges, son muy leídos por los bautistas reformados; de la misma manera, autores bautistas reformados como Carlos Spurgeon, Arthur Pink, Jhon Bunyan son leídos por los presbiterianos. A pesar de esta unidad en casi el 99% de la doctrina profesada, persiste una diferencia insalvable, la cual está relacionada con el tema del bautismo.

Los presbiterianos dicen que el bautismo es una continuación en el nuevo pacto del sacramento de la circuncisión del antiguo pacto, y así como los padres judíos tenían la obligación de aplicar el sacramento de la circuncisión en sus hijos a una edad tierna, también los padres creyentes deben aplicar el sacramento del bautismo a sus pequeños hijos, como una señal de que ellos nacieron bajo la bendición del pacto.

Los bautistas, por el contrario, decimos que los niños no pueden ser bautizados, sino solamente los creyentes. Ahora, ¿Por qué los bautistas reformados no hacemos como el resto de reformados en el mundo, respecto al bautismo de niños? Los bautistas reformados, así como los presbiterianos, creemos que hay un solo pacto de gracia, el cual viene desde antes de la fundación del mundo y cobija a todos los períodos de la iglesia desde su inicio en Edén. Este pacto de gracia se ha manifestado a través de diferentes pactos, en especial del Antiguo y el Nuevo Pacto. Entre los dos hay continuidad, pero también hay transición.

El Antiguo Pacto, en su forma externa, incluía a todos los descendientes de Abraham, a través de Isaac, y Jacob, el padre de Israel. Todos los niños que nacían en Israel eran considerados miembros del pueblo del pacto, por lo tanto debían recibir la señal del mismo, el cual era la circuncisión (realmente la circuncisión solo se aplicaba a los niños varones, en esto vemos una transición muy significaba en el nuevo pacto, donde el bautismo debe ser aplicado a todos los que nacen de nuevo, tanto mujeres como varones). Esto no garantizaba que todos eran salvos, pues, solo los que eran de la fe eran verdaderos hijos de Abraham. No obstante, siendo la circuncisión una señal externa que identificaba a los miembros del pueblo de Dios (un pueblo nacional con límites geográficos, y relacionado con una etnia, aunque en ocasiones se recibieron extranjeros), entonces se aplicaba sobre todos los varones.

Ahora, cuando pasamos al Nuevo Pacto hay una importante transición. Ahora el pueblo de Dios no estaría limitado a un sitio geográfico, ni a una etnia en particular. La iglesia estaría en todas partes, en medio de este mundo hostil. El autor de la carta a los Hebreos nos deja ver que las ceremonias del Antiguo Pacto, las cuales estaban revestidas de muchos elementos externos, eran sombras temporales de una realidad espiritual y eterna que vendría con Cristo. Una de esas realidades eternas y espirituales que vinieron con el Mesías, fue que el pueblo de Dios ahora no estaría marcado tanto por una identidad externa (aunque si tiene muchas manifestaciones externas) sino por una nueva realidad interna. El pueblo de Dios estará en medio del mundo y será conocido por Dios mismo, el pueblo tiene un sello espiritual y es de índole espiritual. Siendo que ahora este pueblo está marcado por un distintivo netamente espiritual, entonces a él no se entra sino solamente a través de un nacimiento espiritual. Esto no significa que en el Antiguo Pacto se entraba realmente al pueblo de los salvos por medio del nacimiento físico, pero la señal debía aplicarse sobre todos, salvos y no salvos, lo único que se requería es que naciera de una familia hebrea. Siendo que la iglesia en el Nuevo Testamento no tiene un distintivo nacional con límites geográficos, ni de raza o etnia, y siendo que a ella se entra a través de un nacimiento espiritual, entonces, la señal del pacto debe aplicarse a los que nazcan espiritualmente en la familia de Dios. Si bien es cierto que solo Dios sabe quién nació de nuevo, no obstante hay unas señales externas que pueden indicarnos que una persona nació de nuevo. Es decir, una profesión creíble de fe en Cristo puede ser un indicativo de que dicha persona ha nacido de nuevo, por lo tanto, todo aquel que haga esta profesión de fe y esté dispuesto a obedecer los mandatos del evangelio debe ser bautizado. Esto es lo que practicaba la iglesia apostólica.

De manera que el mismo principio que regía en el Antiguo Pacto sigue en el Nuevo, es decir, todos los niños deben ser bautizados, pero ahora no se trata de niños en su elemento físico, sino de niños en Cristo. Todos los que van naciendo de nuevo son bebés en Cristo, y ellos deben recibir la señal del pacto, es decir, el bautismo.

Los padres creyentes aunque no pueden bautizar a sus niños porque en ellos aún no podemos ver una profesión de fe creíble en Cristo, tienen la responsabilidad de guiarlos en la fe, de criarlos en la amonestación y disciplina del Señor, de educarlos en los principios de la fe cristiana, enseñarles las Sagradas Escrituras, orar con y por ellos, unirlos a las actividades de la iglesia local e involucrarnos en la misma.

Los padres creyentes confiamos en que el Señor, en su Gracia electiva, haya escogido a nuestros hijos para salvación y por eso los educamos en la fe. En el Nuevo Testamento no encontramos ninguna enseñanza respecto al bautismo de infantes, ni por ejemplo ni por precepto.

Los hermanos presbiterianos suelen usar el silencio de las Escrituras o inferencias llevadas al extremo para concluir que en el Nuevo Testamento si se menciona el bautismo de niños, usando aquellas ocasiones en las cuales en el libro de los Hechos se nos dice que algunas personas se bautizaron junto con sus familias o sus casas. Ellos presuponen que en esas casas debía haber niños pequeños, los cuales, en consecuencia, fueron bautizados. Pero es muy peligroso armar doctrinas basadas en el silencio de la Biblia o en inferencias tan extremas. Toda vez, cuando en el mismo Nuevo Testamento encontramos el principio para saber a quiénes se debía bautizar: “El que creyere y fuere bautizado…” (Mr. 16:16). La secuencia es: primero creer y luego ser bautizado. “Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados…” Hch. 2:41), recibir la palabra significa: creer de corazón en el evangelio, este es el requisito inicial que la iglesia apostólica debía ver en el candidato para luego ser bautizado.


Soli Deo Gloria



martes, 28 de junio de 2016

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¿Credobautismo o Pedobautismo?


“Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.” (Mateo 28:19) 

Este tema ha generado en los últimos años mucha discusión dentro de la Iglesia cristiana. De manera especial este aspecto de la doctrina ha impedido la completa unión entre presbiterianos y bautistas reformados. 

Uno de los temas más candentes de debate entre los que se adhieren a la Teología Reformada, hablando en términos generales, se refiere al tema del bautismo. Los participantes de cada lado del debate calibran y refinan sus argumentos que servirán en su defensa.  Algunos irán tan lejos como para decir que si usted no cree en el bautismo de los niños de creyentes no puede ser Reformado. Estos que sostienen esta posición, dirán que es imposible considerar la Teología del Pacto y no adherirse al bautismo infantil. En la comprensión que ellos tienen de esto, los argumentos que surgen a favor del bautismo de infantes parten exclusivamente de una perspectiva bíblica de los pactos que excluye automáticamente cualquier entendimiento de la Teología del Pacto que no sea paidobautista. Hermanos que sostienen este punto de vista, a menudo, categorizan a todos los que no son Paidobautistas como Dispensacionalistas o, a lo menos, como Dispensacionalistas incipientes. 

¿Es esta caracterización precisa y es este punto de vista sobre la Teología del Pacto la única opinión en el campo teológico que vale la pena escuchar? 

Es triste decirlo, pero muchos en nuestro tiempo y a través de la historia dirían que sí. Es hora de que esto termine.

Cuando se habla de la Teología del Pacto, inmediatamente nos sumergimos en la comprensión en las Escrituras que está centrado en torno al desarrollo de los diversos pactos dentro de la historia de la Redención. Este enfoque de las Escrituras toma en cuenta los pactos históricos de forma individual y trata de unirlos en un todo sistemático. Históricamente, la Teología del Pacto ha sido reconocida como la fuente del bautismo de infantes. El presente artículo buscará que una adecuada comprensión de la naturaleza progresiva de los pactos bíblicos y la sustitución del Antiguo Pacto por el Nuevo Pacto, objete seriamente la historicidad Teológica del Pacto, sin el riesgo de conllevar a un Dispensacionalismo o al Antinomianismo.


Entonces en este artículo se mostrara que es imposible sostener la Teología del Pacto sin adherirse a la práctica del bautismo infantil. Por el contrario, se argumentará que la adhesión coherente a la Teología del Pacto refuta el bautismo de niños e, incluso, ratifica y demanda el bautismo del creyente dentro de la estructura del pacto en la Biblia.

Al hablar ahora directamente sobre el tema del bautismo, el modo y su significancia nos llama la atención  la fuente de las escrituras para su entendimiendo correcto y su propia aplicación correcta.  

Entonces primeramente veamos el significado de términos utilizados. El credobautismo se refiere a aquella doctrina que cree que el bautismo es exclusivamente para los creyentes. Este término viene del latín credo que significa «yo creo.» Por otro lado, el pedobautismo se refiere a aquella doctrina que cree que el bautismo debe hacerse a los infantes. El término viene del latín paedo que significa «infante.»

Deseo responder y ayudar a algunos comentarios que recibe en un grupo de estudio con unos amigos y hermanos presbiterianos, donde se nos ve a los bautistas  reformados con los anabautistas del pasado. Para cualquiera que haya estudiado la historia, y especialmente la historia de la iglesia de los siglos XVI y XVII, sabrá que esto es una falacia.

No voy a hablar ahora acerca de los anabautistas, pero es claro que no por nada se les llamó «Radicales,» pues muchas de sus doctrinas no estaban de acuerdo con las doctrinas que habían salido de la Reforma Protestante. Muchos de estos hombres eran anti-trinitarios, como el mismo Miguel Serveto, en su mayoría habían adoptado una doctrina del libre albedrío, en oposición a los reformadores, etc. Es obvio, entonces, al estudiar este movimiento, que su teología en la modernidad está más apegada a la visión menonita que a la teología bautista. En fin, eran muy pocos los anabautistas que podían ser considerados bíblicos.

El proposito aquí es presentar el punto de vista bautista reformado con respecto al credobautismo, proveyendo los argumentos bíblicos del porqué esta doctrina es más bíblica que la del pedobautismo. Es notorio saber que han habido grandes disputas a través de la historia con respecto a este tema y aquí un ejemplo en defensa al tema.

Charles H. Spurgeon fue uno de los que debatió este tema y dijo cosas bastante fuertes que creo son necesarias conocer para empezar esta entrada. En un sermón dado el 24 de Julio de 1864 dijo lo siguiente,

La fuente es una burla y una imposición si se pone antes que a Cristo. Si se bautiza luego de haber venido a Cristo, bien, pero decirle a usted que es como Cristo, o como estando inevitablemente conectado con Cristo, o como siendo el lugar para encontrar a Cristo, no es mejor que volver atrás a los pobres elementos de la vieja prostituta Romana, en lugar de permanecer en la «libertad que Cristo logró por nosotros,» y haciendo que el pecador venga como pecador a Jesucristo, y sólo a Cristo.»

Además, en otra de sus publicaciones, dice enérgicamente lo siguiente en contra del bautismo Católico Romano,

Hay algunos que pretenden salvar almas con trucos curiosos, maniobras complicadas, y posturas diestras! Una pileta de agua, media docena de gotas, ciertas sílabas, presto- el infante es hecho un hijo de Dios, un miembro de Cristo, y heredero del reino de los cielos! Esta acuosa regeneración sobrepasa mi creencia; es un truco que no comprendo: el iniciado sólo puede realizar el bello truco de magia, que excede cualquier cosa que haya sido intentada por el Mago del Norte. Hay una manera también, de ganar almas poniendo las manos sobre sus cabezas, sólo los codos de esas manos deben ser encajadas en césped, y luego la maquinaria actúa, y hay gracia conferida por los benditos dedos! Debo confesar que no comprendo la ciencia oculta, pero de esto no me debo sorprender, pues la profesión de salvar almas por medio de tales malabares sólo puede ser llevado a cabo por ciertas personas favorecidas que han recibido sucesión apostólica directamente de Judas Iscariote. Esta confirmación episcopal, cuando los hombres pretenden que confiere gracia, es un infame malabar. Todo es una abominación. Sólo pensar que, en este siglo diecinueve, hay hombres que predican salvación de labios por sacramentos, y salvación sólo por ellos, ciertamente!
Ciertamente, señores, es seguramente muy tarde en el día para venir a nosotros con esta estupidez! Estas obras de sacerdotes, son un anacronismo, y la teoría sacramental está fuera de moda.  Estas cosas podrán haber hecho para aquellos que no podían leer, y en los días cuando los libros faltaban; pero desde el día cuando el glorioso Lutero fue ayudado por Dios para proclamar con aplausos de trueno la verdad emancipadora, «Por Gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros: es el don de Dios,» ha habido mucha luz para estos buhós papales. Déjenlos regresar a sus torres cubiertas de hiedra, y quejarse con la luna de aquellos que echaron a perder su reino de tinieblas. Permitan que las coronas rapadas vuelvan a Bedlam, y los sombreros de prostituta a la prostituta escarlata, pero no permitan que ningún inglés los respete. El moderno Tractarianismo es el papado bastardo, demasiado malo, demasiado furtivo, de doble trato para engañar a hombres de mentes honestas. Si ganamos almas, será por otras artes a las de los jesuitas. No confíen en ningún hombre que pretende ser sacerdote. Los sacerdotes son mentirosos por oficio, y engañadores por profesión. No podemos salvar almas de esta manera teatral, y no queremos hacerlo, pues sabemos que tales malabares como esos, serán mantenidos por Satanás, y se reirá de los sacerdotes mientras vuelva las cartas en su contra al final.»

Pedobautismo

Para comprender de donde viene la creencia de bautizar niños en su infancia, debemos saber que la razón principal estea en su entendimiento de la relación entre la circuncisión en el Antiguo Testamento y el bautismo del Nuevo Testamento. Y con esto estoy dejando claro que me voy a referir a la doctrina pedobautista como ha sido definida del lado protestante, pues claramente la versión católico romana es en sí misma una agresión al evangelio.

En el Antiguo Testamento los varones eran circuncidados al octavo día de nacidos como un signo externo de pertenecer a la comunidad pactal de Israel. Este signo no era garantía de que esos niños serían salvos, sino que les permitía ser parte de las bendiciones que venía a esa comunidad debido a el pacto de Dios.

Para ellos, el bautismo del Nuevo Testamento es la contraparte de la circuncisión del Antiguo Testamento. Este bautismo no garantiza la salvación del niño, pero les separa como hijos de padres que se encuentran bajo ese pacto divino y por lo tanto están incluídos en las bendiciones externas y responsabilidades de la iglesia. Estos infantes están bajo la sombra de las bendiciones del nuevo pacto de Dios. Los padres de estos niños esperan y le piden a Dios que sus hijos sean salvos en Cristo, algo que representa el bautismo. Ellos esperan que ese bautismo en la infancia sea una sombra de lo que ocurrirá cuando su hijo abrace a Cristo como su Salvador. Esto, obviamente, porque el pedobautismo nace de la idea que Dios no trata sólo con individuos, sino con una entidad corporal basándose en la promesa.

Es claro, entocnes, que los pedobautistas ven en el bautismo del Nuevo Testamento, lo que fue la circuncisión en el Antiguo Testamento.

Credobautistas

Ahora, es obvio que tanto pedobautistas como los credobautistas, creemos que el bautismo es un mandato bíblico. La diferencia está en la manera y en el tiempo en el que se realiza. Esto es dependiente de la interpretación de la palabra novotestamentaria baptizo. Los bautistas creemos que el Nuevo Testamento enseña sin lugar a dudas el bautismo de creyentes, y que este bautismo, como veremos, se hace sumergiendo al creyente bajo agua.

En el Nuevo Testamento existen dos verbos en relación al bautismo: bapto y baptizo. La primera es una palabra que ocurre raramente y sólo en cuatro ocasiones en el Nuevo Testamento-y la segunda aparece muchas veces. La palabra bapto quiere decir «sumergir, meter en algo.» De hecho, se utilizaba para describir el acto que se hacía al teñir telas sumergiéndolas en tinta.

Por otro lado, la palabra baptizo significa «sumergir completamente» y es utilizada en el griego para describir el acto de ahogar. El sustantivo baptismas es siempre utilizado en el libro de Hechos para referirse a un cristiano siendo sumergido en agua.

Los griegos tenían otra palabra para «rociar.» Esta palabra era rhantisanti, utilizada para describir rociar algo con agua. Este acto no es descrito en ningún lugar en el Nuevo Testamento. Es más, Calvino reconoció que baptizo quiere decir sumergir y que esta era la práctica común de la Iglesia Primitiva. De hecho, y sólo como ejemplo, vemos en los escritos de Tertuliano, Ireneo, la Didache, y del mismo Cipriano, el primer apologista de rociar con agua, que sumergir era la práctica común de la iglesia. Cipriano describió el bautismo rociando agua únicamente para los enfermos.
Algo importante de notar es que estos verbos, bapto y baptizo, nunca se encuentran en el Nuevo Testamento en el pasivo, sino que siempre transmiten la idea de una persona siendo sumergida en agua. Por ejemplo, leemos lo siguiente,

Y eran bautizados por él [Juan] en el Jordán, confesando sus pecados.» Mateo 3: 6

A Juan se le llama «el Bautista» precisamente por lo que hacía, es decir sumergir a hombres bajo el agua. En este texto queda claro que la palabra quiere decir sumergir, pues Juan  los sumergía en el río Jordan.

Otro ejemplo claro que nos puede demostrar este significado de bapto y baptizo la encontramos en los escritos de un poeta y médico griego que vivió 200 años antes de Cristo y quien en una receta sobre pepinillos utiliza ambas palabras. Nicander escribe que el pepinillo debe ser metido (bapto) en agua caliente y luego sumergido (baptizo) en vinagre. Ambas palabras son utilizadas para describir la acción de sumergir algo en un líquido.

Entonces, los bautistas, creemos que el bautismo enseñado en el Nuevo Testamento se refiere a sumergir a un creyente en agua, esto ya que no hay evidencia que el Nuevo Testamento enseñe el rociar a un hombre con agua como método bautismal.

Los Argumentos

Es claro que la Biblia, más específicamente el Nuevo Testamento, no enseñan el pedobautismo. El mismo Robert Reymond, en su excelente Teología Sistemática escribe que «los pedobautistas reformados deben admitir que en ningún lugar en el Nuevo Testamento se puede encontrar un mandamiento directo de: ‘Bautizar infantes y niños pequeños de padres creyentes y tratarlos como miembros de la iglesia.» 

Para apoyar sus argumentos los pedobautistas, además de relacionar la circuncisión con el bautismo cristiano, buscan apoyarse en lo que se conoce como «bautismos caseros» descritos en el Nuevo Testamento (Hechos 16: 15,33; 1 Corintios 1: 16), para aducir que aunque no se puede afirmar que el pedobautismo se hacía, tampoco se puede negar. Pero, porqué esto es un error? Primero, porque en el Nuevo Testamento vemos claramente que el bautismo se administraba únicamente a los creyentes, por le método de la sumersión, como hemos explicado antes. Dice el evangelio de Marcos.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; más el que no creyere, será condenado.» Marcos 16: 16

Es claro de este pasaje que Jesús les está enseñando a sus discípulos que su comisión era ir a todo el mundo a predicar el evangelio, y que bautizaran a todos aquellos que creyeran las buenas nuevas. El bautismo no precede a la fe, como pretenden los pedobautistas. Es claro de este pasaje que el bautismo es algo que se da en respuesta a la fe recibida de Dios. Además, el mismo Señor dijo en el evangelio de Mateo.

“Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” Mateo 28: 19

Lo primero que debía ocurrir es que una persona fuera hecha un discípulo de Cristo. Cómo ocurría esto? Predicándole el evangelio y que Dios le otorgara la fe para creer el mensaje predicado. Sólo así se podía ser discípulo de Cristo. Qué debía ocurrir luego de que estos hombres fuesen discípulos? Se les debía bautizar.

Otro ejemplo de este bautismo de creyentes lo vemos después del primer sermón de Pedro luego de la ascención de Jesucristo. Dice el evangelista Lucas...,

"Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas." Hechos 2: 41

Noten que dice, «los que recibieron su palabra.» Cuál palabra? El evangelio que les acababa de predicar Pedro. Los que recibieron esa verdad, fueron bautizados. Un último ejemplo de que el bautismo del Nuevo Testamento es un bautismo de creyentes ocurre en el pasaje de Felipe y el eunuco. Felipe encuentra al eunuco leyendo Isaías 53 y le pregunta si entiende lo que está leyendo, pero el hombre le pide que le explique de quien está hablando la Escritura. Luego leemos que...

“Entonces Felipe, abriendo su boca, y comenzando desde esta escritura, le anunció el evangelio de Jesús. Y yendo por el camino, llegaron a cierta agua, y dijo el eunuco: Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado? Felipe dijo: Si crees de todo corazón, bien puedes. Y respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios. Y mandó parar el carro; y descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco, y le bautizó.  Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe; y el eunuco no le vio más, y siguió gozoso su camino.” Hechos 8:35-39

Veamos que el hombre le dice a Felipe que lo bautice, pero el requisito que el apóstol le exige es que debe creer de todo corazón el evangelio. Una vez que el eunuco afirma que es un creyente, entonces Felipe lo lleva al río y lo sumerge en agua (ver también Hechos 8: 12).  Una cita interesante de Spurgeon dice lo siguiente,

Primero...
Permítanme recordarles que las palabras de nuestro Salvador nos enseñan que el bautismo sigue a la fe: «El que creyere y fuere bautizado.» Nunca descuide el orden de las cosas en la Biblia. Si Dios las pones uno, dos y tres, no las ponga tres, dos, uno. Nunca tuviste un siervo, espero, que torciera tus ordenes fuera de orden…Ahora, hay muchos en la Iglesia Cristiana en el presente que lo han puesto así: «El que sea bautizado y creyere.» Yo no soy de esos siervos; no me atrevo a volcar las órdenes de mi Amo. No tienes el derecho de bautizar hombres hasta que hayan creído en Cristo como su Salvador.

Segundo, el bautismo es enseñado en el Nuevo Testamento como algo que está en íntima relación con la fe y el arrepentimiento. Esto es obvio de pasajes como los que vimos. Por ejemplo, en la epístola a los Colosenses Pablo le escribió lo siguiente,

Sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos» Colosenses 2: 12

Aquí es claro que el bautismo es algo que representa nuestra unión con Cristo, la cual ocurre, como dice el apóstol, mediante la fe. Cito un comentario acerca de este pasaje lo siguiente,

Si el bautismo fuera meramente el paralelo del rito de la circuncisión en el Antiguo Testamento, no ocurriría mediante la fe, pues los infantes no tomaban la circuncisión mediante la fe. La razón por la que la ordenanza del Nuevo Testamento con respecto al bautismo deba ser mediante la fe es porque representa no el rito externo del Antiguo Testamento, sino la experiencia interna y espiritual del Nuevo Testamento de la circuncisión que se hace sin manos. Estas tres palabras, «mediante la fe,» en el verso 12 son decisivas, definiendo la explicación de cómo somos sepultados con Cristo en el bautismo y como fuimos resucitados con Él en el bautismo: es a través de la fe. Y esto no es algo que los infantes experimentan. La fe es una experiencia consiente del corazón sometiéndose a la obra de Dios. Los infantes no son capaces de esto, y por lo tanto los infantes no son sujetos adecuados para el bautismo, el cual es «mediante la fe.» 

Tercero, en todos los ejemplos de «bautismos caseros» el contexto deja claro que solamente los creyentes eran bautizados. Por ejemplo, en el libro de Hechos leemos lo siguiente con respecto a la conversión de Lidia,

“Y cuando fue bautizada, y su familia, nos rogó diciendo: Si habéis juzgado que yo sea fiel al Señor, entrad en mi casa, y posad. Y nos obligó a quedarnos.” Hechos 16: 15

Luego, en el mismo capítulo, leemos acerca de la conversión del carcelero en Filipos, y en el versículo 33 dice, «Y él, tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavó las heridas; y en seguida se bautizó él con todos los suyos» (Hechos 16: 33). Lo que vemos en estos dos pasajes, una vez habiéndo leído el contexto en el que se encuentran estos pasajes, es que fueron bautizados aquellos que tenían la capacidad de comprender el mensaje predicado por los apóstoles. Esto es claro de los versículos 32 y 34, en donde leemos que Pablo, Timoteo, y Silas «le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa.» Y en el versículo 34 vemos que ellos se regocijaron «con toda su casa por haber creído a Dios.»

Esto demuestra que todos aquellos que fueron bautizados en estas casas tenían la capacidad de comprender el mensaje predicado. Es lo mismo que dice  Hechos 2: 39 
“Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare”

Estos niños de los que habla Lucas, viendo el contexto, son lo suficientemente grandes como para haber sido llamados por el Señor. Es por ello que el médico registra dos versos después lo siguiente,

“Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.”
Pedro habla de la promesa que se le hace a todos aquellos que puedan recibir la palabra del evangelio. No sólo es para los adultos, sino que para los niños que estén en esa misma capacidad. No hay evidencia en este pasaje que aquellos infantes que no podían responder al llamado del Señor o que no podían comprender la palabra predicada fueran bautizados.

Cuarto, no hay ningun evidencia en el Nuevo Testamento de que algún infante haya sido bautizado, como es claro para el pedobautista Robert Reymond.

¿Circuncisión igual a Bautismo?

Creo que el error pedobautista es igualar el rito de la circuncisión del Antiguo Testamento con el bautismo del Nuevo Testamento. El paralelo de la circuncisión no es el bautismo, sino la regeneración hecha por el Espíritu Santo. El nuevo nacimiento es la contraparte novotestamentaria de la circuncisión, ya que este representa la circuncisión espiritual del corazón, que era lo que Dios quería que Israel aprendiera. Él no quería un mero ritual externo, sino que comprendieran la necesidad de cortar la carne y circuncidar su corazón. Otro argumento a favor de este razonamiento es que no podemos igualar al bautismo con la circuncisión debido a que el primero se basaba en la fe de la persona que la recibe, mientras que el último no.

El bautismo mdiante agua es un signo de la circuncisión del corazón y de la nueva vida y lavamiento de pecados que ha recibido un creyente. El signo del Nuevo Pacto no es el bautismo, sino la regeneración, o la presencia del Espíritu Santo en el corazón del creyente, con quien son sellados todos los que creen en Cristo. Esta regeneración representa, como dije antes, la circuncisión del corazón de carne.

La Representación

En dónde podemos ver esta representación de la que hablamos? 
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“¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.” Romanos 6: 3-4 

El bautismo representa la unión del creyente en la obra de Cristo. A través de Cristo el creyente sufrió la ira de Dios, representada en el hecho de estar bajo las aguas del juicio-relacionado siempre en el Antiguo Testamento con juicio, como en los tiempos de Noé-y así sepultados en su muerte. Pero además a través de Cristo somos resucitados y creados en nuevas criaturas para andar en «vida nueva.»
El bautismo, entonces, representa la muerte al pecado y su castigo en Cristo, y la nueva vida que logramos por medio de la fe en Él. Esto es algo que no pueden hacer los infantes, y es por ello que no vemos ningún indicio del bautismo de infantes en el Nuevo Testamento. 

Notas:
Charles H. Spurgeon. «Children Brought to Christ, And Not to The Font.» 1864.
Charles H. Spurgeon. The Soul Winner.
Ante Nicene Fathers III, 94 y 678; ANF V, 377 y 400-401; ANF VII, 379, 431, y 469.
James Montgomery Boice. Bible Study Magazine,  Mayo 1989.
Robert L. Reymond. A New Systematic Theology of the Christian Faith. Página 936.
Charles H. Spurgeon. Baptism Essential to Obedience. Octubre, 1889.
Citas Ps. Eduardo Flores

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