domingo, 17 de julio de 2016

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¿Adoración en Crisis?

Nuestro enfoque en la adoración es, sin duda alguna, el problema más importante que confrontan las iglesias bíblicas de hoy en día, y aquí está el porqué.

La adoración está realmente en crisis. Un nuevo estilo de alabanza se ha filtrado en la vida evangélica, sacudiendo hasta las mismas bases, conceptos y actitudes tradicionales. El estilo de adoración seguido a través de toda la historia de las iglesias que sí creen y obedecen la Biblia ha sido dejado al margen; y ¿por qué no?, preguntan algunos jóvenes. ¿Qué problema hay con las bandas de música contemporáneas? ¿Acaso no hay todo tipo de instrumentos, incluyendo los de percusión, en los Salmos? ¿Acaso no se bailaba en la adoración en los tiempos bíblicos? ¿Acaso Dios no es el mismo ayer, hoy y por los siglos? ¿Por qué tendríamos que estar atados a una cultura victoriana triste en nuestra alabanza a Dios?

El propósito de este artículo es contestar tales preguntas y también enfocarse en los cuatro grandes pilares de la adoración, que son principios que la Biblia enfatiza. ¿Tenemos en cuenta estos principios cuando consideramos detenidamente nuestro estilo de adoración?

Muchos cristianos hoy en día quedan estupefactos cuando se les muestra lo que realmente pasaba en el Antiguo Testamento y se sienten engañados acerca de las ideas superficiales que les han sido vendidas. Se vuelven muy serios y profundamente pensativos al escuchar las definiciones de adoración dadas por el Salvador y al ver todas las instrucciones prácticas de las epístolas.

Nuestro enfoque en la adoración es indudablemente la cuestión más importante a la que se enfrentan las iglesias bíblicas hoy en día y aquí está el porqué. Se pueden observar seis nuevas maneras de adoración, sumamente erróneas y que normalmente están todas mezcladas. 

Existe la adoración de placer personal que pone el placer del que adora en primer lugar en vez de la voluntad de Dios. Existe también la adoración con lenguaje del mundo que toma prestada la música actual de entretenimiento del mundo incluyendo sus ritmos, instrumentos, acciones y también sus presentaciones de la farándula, haciendo caso omiso a todas las advertencias que la Biblia hace con respecto a amar el mundo. Existe la adoración estética que imagina que orquestas, bandas y solos instrumentales son expresiones reales de adoración como si Dios fuera adorado a través de estas cosas, mientras que Cristo dijo: “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren”. Existe también la adoración extática en la que la gente se lleva a sí misma a estados altamente emocionales y hasta semi-hipnóticos, mientras que las Escrituras dicen que siempre debemos orar y cantar con el entendimiento. Está también la adoración superficial que reduce los himnos a coros que transmiten una o dos ideas elementales porque no se desean temas espirituales. Existe la adoración informal en la que líderes casuales, bromistas y banales transforman las iglesias en salas de estar, privando así al Señor de dignidad, reverencia, grandeza y gloria.

Es como si las iglesias evangélicas hubieran contraído seis virus al mismo tiempo. ¿Cómo pueden sobrevivir las iglesias si su más grande ocupación está enferma? ¿Cómo puede el pueblo de Dios guardarse sin mancha del mundo, si el mundo se ha apoderado de la adoración? ¿Cómo podemos llamar almas perdidas fuera de este mundo, si somos iguales al mundo? La adoración es ciertamente el tema más importante del momento.

En este libro me gustaría dirigirme con gran respeto a compañeros pastores, y oficiales de iglesia que puedan tender a adoptar algunos de los elementos de la nueva adoración. Hay numerosos trabajadores del Evangelio con gran dedicación que han llegado a sentir que deben dar una aceptación cuidadosa parcial a esta tendencia. Tal vez no les llame la atención a ellos personalmente, pero se les ha persuadido de que su reserva es meramente una cuestión de gusto y cultura. Según la sabiduría de hoy en día, para atraer gente a reuniones de jóvenes y a las iglesias tenemos que emplear canciones contemporáneas de adoración.

Otra sugerencia es que deberíamos introducir algo de la nueva adoración junto con la vieja y así preservar lo mejor de la adoración tradicional bíblica. El problema con esta propuesta es que la vieja y la nueva representan conceptos de adoración opuestos, tal y como estas páginas mostrarán. La nueva viola todos los principios bíblicos recuperados en la Reforma. Aún en la historia de la adoración nueva se ven señales de alarma y eso demuestra el abismo entre la vieja y la nueva.

Ahora es bien conocido el desarrollo de la nueva adoración y puede ser aquí esbozado en unos cuantos enunciados. Comenzó principalmente en California a finales de la década de 1960, cuando muchos hippies vinieron a Cristo y llegaron a ser conocidos como “la gente de Jesús”. Adoraban con exactamente el mismo estilo de música que habían conocido como hippies. Varios movimientos cristianos fueron formados para motivarles, entre ellos los “Calvary Chapels”. Su adoración consistía mayoritariamente en un coro de una línea que se repetía sin fin. Las letras eran simples, mucho más simples que la de los coritos tradicionales para niños y los temas eran elementales también. Casi no había confesión de pecado o doctrina alguna. Por más bien intencionado que haya podido ser, la nueva adoración no fue moldeada o influenciada por ningún modelo bíblico de adoración, ni por las prácticas generales de iglesias bíblicas de aquella época.

Era una forma de adoración hecha y concebida en la matriz de la meditación mística, en la cual cientos y miles de hippies se sentaban en las laderas de California con los ojos cerrados, balanceándose hasta llegar a un estado extático que hacía eco a sus previas experiencias con drogas. Los ex-hippies llevaron a su nueva lealtad cristiana la misma búsqueda por emociones sensoriales a las cuales estaban acostumbrados y lamentablemente, ninguno de sus mentores cristianos les enseñó ninguna cosa mejor.

Este nuevo enfoque de la adoración avanzó rápidamente fusionándose con otra nueva corriente de música “cristiana” escrita por aquellos que simplemente querían que la música de adoración fuera como la música secular de rock. En otras palabras, estos últimos querían “divertirse” en un sentido mundano. Necesitamos estar conscientes de que esta nueva adoración se extendió a partir de estas dos bases, es decir el misticismo hippie y el “cristianismo” mundano.

Y esto fue inmediatamente incorporado al movimiento carismático, de donde han venido la gran mayoría de las canciones de adoración nuevas. Tal información de su contexto debería llevarnos a tener gran precaución, pero los principios bíblicos de las siguientes páginas deberían ser el factor decisivo en la cuestión de aceptar o rechazar estas nuevas alternativas. Ciertamente no podemos mezclar conceptos opuestos.

Adoración en Crisis Peter Master (Editorial Peregrino)
http://www.metropolitantabernacle.org/
Soli Deo Gloria



sábado, 16 de julio de 2016

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Una mala historia personal y un corazón malo EL EVANGELIO

A menudo parece que la vida en nuestro mundo no consiste sino en un problema tras otro. Tenemos diferentes clases de problemas familiares, financieros, de salud, de trabajo, pero lo cierto es que todos tenemos problemas.

Todos tratamos de resolver estos problemas. Consultamos a un consejero acerca de nuestros problemas familiares; buscamos un segundo empleo o trabajo si estamos en dificultades financieras; vamos al doctor acerca de nuestra salud; hacemos todo lo posible por mejorar nuestra condición.

Sin embargo, hay un problema que es mucho mayor que cualquier otro. Fallar en resolverlo es más trágico que la enfermedad o la pobreza o la privación. Sin embargo, la mayoría de nosotros no hace nada al respecto.

Se trata del doble problema de una mala historia personal y un mal corazón. Dios ha declarado que todo hombre, mujer, niño y niña, tiene este problema.

Sus esfuerzos para solucionar sus problemas familiares, sus finanzas y la salud son importantes, pero encontrar la manera de borrar su terrible historia personal ante el tribunal de Dios y borrar la depravación de su corazón es aún más importante y hasta fundamental para poder solucionar sus otros problemas. Por último, si usted no encara el problema de su mala historia y su mal corazón y le encuentra solución, sería mejor para usted que nunca hubiera nacido.

Por interés en su presente y eterno bienestar, considere la naturaleza de su principal problema para que pueda encontrarle su única solución.

Una mala historia personal

Todo ser humano en este mundo tiene una mala historia personal en el cielo, a menos que, por supuesto, ya haya sido borrado por Dios mismo mediante su benignidad y misericordia. Dios ha dicho que “todos están bajo pecado” y que “no hay justo, ni siquiera uno” (Romanos 3:9-10).

Como criaturas hechas por Dios, somos responsables ante Él. No sólo estamos sujetos a Sus leyes que gobiernan el universo físico, como la ley de gravedad, sino que estamos sujetos a Sus leyes morales. No escogimos ser Sus vasallos, pero eso no cambia nuestra responsabilidad ante El. El es Dios, y nosotros somos Sus criaturas.

Nuestra responsabilidad ante Dios es semejante a nuestra responsabilidad para con nuestra nación. Cuando uno nace, inmediatamente queda sujeto a las leyes de su patria. Por consiguiente, si usted rehúsa pagar los arbitrios, o si se roba la propiedad de alguien, o si asalta a alguien, y lo prenden, a usted lo considerarán responsable por su actividad criminal. Las autoridades civiles se encargarán de que usted sea juzgado, sentenciado y castigado de acuerdo a lo que haya hecho. Usted no podrá escapar de la responsabilidad de haber cometido ese crimen, aunque alegue que usted nunca estuvo de acuerdo con las leyes. La línea al calce no trata sobre su conformidad con las leyes terrenales o sus sentimientos respecto a ellas, sino sobre su responsabilidad hacia la autoridad bajo la cual usted vive.

Ahora usted debe encarar no sólo la realidad de que usted es una criatura hecha por Dios y responsable ante Dios, sino también el hecho de que ha pecado contra Dios y que Dios lo ha juzgado merecedor de un eterno castigo por sus pecados. Esta es la primera parte de su principal problema: Usted tiene una mala historia personal ante Dios, una historia por el cual Dios va a condenarlo en el día del juicio a menos que haya sido absuelto legalmente.

El Dios que lo creó y ante el cual usted es responsable, lo conoce a usted completamente. La Biblia nos enseña que “no hay cosa creada que no sea manifiesta en Su presencia; antes bien, todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de Aquel a quien tenemos que dar cuenta”(Hebreos 4:13 ). Dios ve todo lo que usted hace, bien sea en público o en secreto. “Los ojos de Jehová están en todo lugar, mirando a los malos y a los buenos” (Proverbios 15:3).

Más aún, este mismo Dios mantiene en cuidadoso registro de cada desviación que usted hace de Su ley moral. El toma nota de cada desviación moral en pensamiento, palabra, actitud, y en hecho. Y las Escrituras nos dicen que en el día del juicio, los libros que contienen esas historias personales serán abiertos, y usted será juzgado por lo que está escrito en ellos. “Y vi un gran trono blanco, y al que estaba sentado en el, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego” (Apocalipsis 20: 11-15). Ahora bien, ¿no le hace temblar el saber que Dios conoce sus pecados y que ha determinado juzgarlo por esos pecados?

Considere la amplitud y la profundidad de su pecado contra Dios y Su ley. En los Diez Mandamientos El le ha ordenado amarlo con todo su ser, no tener otros dioses delante de Él, adorarlo y servirle de acuerdo a Su voluntad revelada y no de acuerdo a la imaginación humana, santificar Su nombre y Su palabra, apartar y guardar el día de adoración señalado por El y descansar de su trabajo durante ese día, honrar el gobierno que El designó (padre, madre o cualquiera otra persona que Dios haya puesto en autoridad sobre usted), no asesinar ni odiar, no cometer adulterio ni fornicación, no robar, no mentir y ni siquiera desear en su corazón lo que Dios prohíbe (Éxodo 20:1-17).

Cuando alguien le preguntó a Jesús cuál era el gran mandamiento en la ley, El replicó: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:34-39). De acuerdo a las Escrituras, ¿no está usted condenado por quebrantar Sus mandamientos? Puede tener una historia limpia con la policía aquí en la tierra, pero tiene una historia criminal en el cielo.

Más aún, lo que hace este problema tan grave es que usted no puede hacer nada por cambiar su historia personal; sólo Dios puede bregar con su mala historia. Usted no puede entrar sigilosamente en la corte celestial y alterar su historia. Usted no puede engañar a Dios y hacerle creer que Él cometió un error al juzgarlo a usted como un pecador que merece el infierno, aduciendo su moralidad externa o su actividad religiosa. La corte celestial no puede ser sobornada. Dios requiere que el pecado se pague por completo: “La paga del pecado es la muerte” (Romanos 6:23). La santa ley de Dios debe ser satisfecha, o Dios no sería justo.

Si usted verdaderamente encara la seriedad de este problema, todos los otros problemas en su vida parecerán pequeños. Usted clamaría a Dios y le suplicaría que tenga misericordia. De hecho, en el evangelio se halla la misericordia de Dios. En el evangelio, Dios soberana y gentilmente exonera de su culpa a los pecadores y satisface la demanda de Su justicia castigando un sustituto que lleva la carga de sus pecados.

Pero antes de considerar la solución del evangelio para su dilema, necesitamos considerar la otra cara de este problema. Usted no sólo tiene una mala historia personal en el cielo, sino también un mal corazón en la tierra.

Un mal corazón

En las Escrituras, Dios claramente afirma que el corazón de todos los hombres es malo. Jeremías 17:9 dice, “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso”. En otro lugar leemos que “el corazón de los hijos de los hombres está lleno de mal y de insensatez” (Eclesiastés 9:3). Más aún, Jesús claramente enseño que la fuente del mal tiene sus raíces en el corazón de los hombres. Él dijo, “Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre” (Marcos 7:21-23). El pecado no es creado por el ambiente. ¡El pecado brota del mal corazón del hombre! Este es el otro aspecto de su principal problema, un corazón incorregible, que ama el pecado, que odia Dios, está en enemistad con Dios, y no quiere ni puede sujetarse a la ley de Dios. (Romanos 8:7).

Usted probablemente no piensa que es tan malo como la Biblia dice que usted es, porque su corazón es engañoso. Es un experto no solamente en engañar a otros, sino en engañarlo a usted. Con un completo desprecio por la descripción que hace Dios de su terrible condición, su corazón lo engañara haciéndolo pensar que usted realmente no es tan malo. Le dirá que en el fondo usted está “OK”, no perfectamente, sino “OK”. ¡Pero usted no ve que esa misma respuesta es evidencia de un corazón perverso! Su conciencia debe afirmar las verdades reveladas por Dios; pero en cambio, niega, distorsiona y encubre estas verdades con mentiras. Además, ¿no es cierto que las cosas que Dios le prohíbe hacer son las mismas que usted ama y practica? ¿ Y no son las cosas que Dios le manda hacer, las mismas que usted odia y no quiere hacer?

Esto es ciertamente un problema, porque, ¿cómo va a vivir en el cielo con un mal corazón? El cielo sería como un infierno para usted, porque allí no encontraría nada que satisficiera sus ansias pecaminosas. Adorar a Dios y vivir para Él es el modo de vivir en el cielo. ¿No lo aburriría (y aún lo frustraría y lo enfurecería) si usted permaneciera con un corazón contrario a Dios y a Su voluntad? Además, Dios nunca le permitiría entrar en Su reino como un pecador rebelde. Dios trae a Su reino a los pecadores perdonados con corazones purificados, pero nunca a pecadores rebeldes con corazones corruptos.

Ahora bien, lo que hace esta parte de su problema tan grande es que usted no puede cambiar su corazón. La Palabra de Dios dice, “¿Puede el etíope mudar su piel, y el leopardo sus manchas? Así también, ¿podréis vosotros hacer bien, estando habituados a hacer el mal?” (Jeremías 13:23). La contestación obvia a esta pregunta retórica es “No”. Un hombre o un animal no puede mudar su piel; es parte de su naturaleza. Igualmente, hombres con malos corazones no pueden hacer el bien porque es contrario a su naturaleza.

Sí, es cierto que usted puede cambiar algo de su conducta externa, pero no puede cambiar las inclinaciones de su corazón. Un hombre puede permanecer sin tener sexo fuera del matrimonio, pero en su corazón estará la lujuria. Un hombre puede resolver ir a la iglesia y diezmar, pero su corazón todavía estará lejos de Dios. Una mujer puede refrenar sus labios para no hablar calumnias y mentiras, pero no podrá dejar de odiar en su corazón.

Este es el segundo aspecto de su principal problema. Usted no sólo tiene una mala historia personal en el cielo, el cual no puede cambiar, sino que también tiene un mal corazón en esta tierra, que tampoco puede cambiar. A menos que usted no se enfrente con estas malas noticias, nunca comprenderá las buenas noticias del evangelio de Jesucristo. El evangelio es buenas nuevas sólo a aquellos que han llegado a darse cuenta de que están completamente impotentes en su desdichada condición como pecadores.

Una historia limpia y un corazón cambiado

El evangelio de Jesucristo es la buena noticia acerca de lo que Dios, en Su gracia soberana, ha hecho a través de Su Hijo, el Señor Jesucristo, para limpiar la maldad registrada en el cielo y para cambiar los malos corazones de una multitud de pecadores.

Considere lo que Jesús dijo en la última cena con Sus discípulos justamente antes de que El fuera a morir. El dijo, “Esta copa es el nuevo pacto en Mi sangre, que es derramada por vosotros” (Lucas 22:20). Jesús resumió el propósito de Su misión en esas tres palabras, “el nuevo pacto”. Todo lo que el Señor Jesús hizo al despojarse de Su gloria y venir a la tierra como un verdadero hombre, todo lo que hizo en su vida sin pecado, todo lo que estaba a punto de hacer mediante Su muerte como un sustituto portador del pecado, por Su pueblo y por Su gloriosa resurrección, llevó hasta el establecimiento y la culminación del nuevo pacto.

Pero, ¿qué prometió Dios en el nuevo pacto? Las escrituras registran la esencia del nuevo pacto en Jeremías 31:33: “Este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré Mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón… perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado.”

El nuevo pacto consiste principalmente en el otorgamiento de dos bendiciones. (1) Dios promete que no recordará más los pecados e iniquidades de Su pueblo. En otras palabras, Dios dice que limpiará el registro de sus pecados para siempre; no tomará en cuenta sus pecados nunca más. En la corte del cielo, Su pueblo está libertado de su culpa. (2) Dios promete poner Sus leyes en los corazones de Su pueblo y escribirlas en sus mentes. En el nuevo pacto Dios cambia los corazones de Su pueblo de tal modo que Sus leyes, que en otro tiempo eran rechazadas y odiadas, son inscritas en los corazones de Su pueblo de tal modo que ellos las desean y se deleitan en obedecerlas. En aquello en lo cual Dios se deleita, ellos también se deleitan ahora. Lo que aflige a Dios, ahora también les causa a ellos aflicción. Además, la ley de Dios no sólo está escrita en sus corazones de tal modo que desean guardarla, sino que Dios los capacita mediante Su poder para guardarla más y más durante esta vida terrenal, y guardarla perfectamente cuando entren al cielo.

Por consiguiente, en el nuevo pacto, Dios, como el Juez y Justificador de Su pueblo, borra su mala historia personal. Como el Médico de las almas, El cambia y cura sus corazones enfermos por el pecado. Esta es la buena nueva: por la gracia de Dios, se ha hecho una provisión completa para borrar el registro malo y cambiar los corazones de cualquiera que venga a Dios mediante la fe en Jesucristo. Esta es la única solución a su mayor problema.

Resolviendo el problema

Ahora bien, ¿qué significado tiene todo esto para usted? Primero, observe que no significa que usted debe resolver cambiar su vida para que su historia personal no empeore. ¡No! Ese no es el mensaje del evangelio. Aún cuando usted pudiera enderezar su vida y nunca tener otra mancha en su historia celestial, su mala historia siempre proyectaría su sombra amenazante sobre usted, como una montaña que se cierne sobre usted, debido a sus pasados años de vivir en pecado. No añadir más pecados a la montaña de pecado que usted ya ha amontonado, no lo librará de hundirse en el infierno. “Enderece su vida y viva rectamente” no es el evangelio de Jesucristo.

Más aún, el mensaje del evangelio no es, “decida que va a vivir para Jesús y comience a seguirlo”. Teniendo un mal corazón, nunca querrá hacerlo, ni podrá hacerlo. Ese es el problema. Su mal corazón está decidido a complacerse a sí mismo y no a Jesús. Usted no puede seguir a Jesús tal como está. Usted tiene que convertirse. Tiene que ser cambiado desde el interior. ¡Usted tiene que tener un nuevo corazón!

Además, el mensaje del evangelio no es, “solamente crea algunos datos sobre Jesús (que Jesús murió en la cruz por los pecadores, etc.) y entonces haga una oración y cree que todo está bien”. ¡No! Ese no es tampoco el llamado del evangelio.

El mensaje del evangelio es, “Ven a Jesús”. Él es el mediador del nuevo pacto (Hebreos 12:2-4). Es al venir a El que se reciben las bendiciones del nuevo pacto. Clame a Cristo para su salvación. Acepte que usted se ha rebelado contra El, que ha roto la ley de Dios innumerables veces, y que es tan malo como la Escritura dice que es, un pecador que merece el infierno. Arrójese sobre Jesucristo y Su misericordia. Reclame los beneficios del nuevo pacto prometido a todos los que en verdad claman a Él. Pídale que limpie su registro y cambie su corazón.

Cristo dijo, “Venid a Mí, todos los que estáis trabajados y cargados, y Yo os haré descansar” (Mateo 11:28). Si usted está laborando bajo la carga de su mala historia personal y agobiado por la desesperanza de su mal corazón, vaya a Cristo para resolver su problema y que Él le dé descanso. Sólo Cristo puede aplicar los beneficios del nuevo pacto. El es su mediador. El mensaje del evangelio no es, “Venga al altar”. No es, “Venga a un cuarto donde lo interrogaremos”. No es, “Vaya a un ministro”. Estos son actos físicos. El mensaje del evangelio es, “Venga a Cristo solamente a través de la fe”. Este es un acto espiritual. Clame a Cristo para que perdone sus pecados y le dé un nuevo corazón.

Es importante recordar que cuando Dios salva a un pecador, Dios le confiere las dos bendiciones principales del nuevo pacto. Tenga cuidado de no pensar que su historia personal ha sido limpiada, si usted no se deleita en la ley de Dios y se esfuerza en guardarla. ¡Esto es imposible! Dios nunca confiere una bendición sin la otra. El nunca limpia la mala historia personal de un pecador sin también cambiar el corazón del pecador. Es una herejía que condena el alma, creer que uno ha sido salvado de la culpa registrada e irá al cielo, mientras que continúa viviendo con un corazón sin cambiar y desobedeciendo y despreciando la voluntad de Dios en su vida. Si Dios no le ha dado el odio al pecado (todo pecado, no solamente algunos pecados) y una determinación de abandonar todos sus pecados, usted se ha engañado y todavía tiene un mal corazón. Clame al Señor para que le perdone su tonta presunción y para que le cambie su corazón.

Cristo, el mediador del nuevo pacto, es la única solución a su problema principal. ¿Ha actuado Dios sobre este problema en su vida? ¿Le ha asegurado Dios que sus pecados han sido borrados, y que su mala historia personal ha sido limpiada por el sacrificio sustituto expiatorio de Cristo? ¿Demuestra su vida que Dios le ha dado un nuevo corazón? Si no es así, busque a Cristo hoy. Clame a Jesús, el mediador del nuevo pacto. Ruegue que le muestre Su misericordia. Nadie nunca ha perecido por falta de misericordia a los pies de Jesús. Allí hay misericordia tan amplia como su pecado, pero recuerde que se encuentra sólo a Sus pies, y en ninguna otra parte.
Soli Deo Gloria



viernes, 15 de julio de 2016

Casuística puritana

1. ¿Qué es la casuística y por qué se centran en ella los puritanos?

La casuística consiste en enseñar a las personas cómo se sabe lo que Dios quiere que hagan en situaciones específicas y cómo vivir con la conciencia tranquila delante de Dios. Trata, en particular, los “casos de conciencia” o las cuestiones éticas y espirituales. La Reforma del siglo XVI trajo un entendimiento renovado de la justificación solo por fe y de la santificación por el Espíritu Santo, pero estas mismas doctrinas suscitaron preguntas como: “¿Cómo puedo saber si tengo esa fe que me justifica?” o “¿Qué significa agradar a Dios en mi trabajo?”. Por consiguiente, como herederos de la Reforma los puritanos desarrollaron respuestas basadas en la Palabra de Dios para ese tipo de preguntas.

2. ¿Qué lugar tenía la consejería para los puritanos? ¿Era algo que hacían principalmente en el culto de adoración corporativa o se hacía de uno en uno y en privado?

La respuesta es: ambas cosas. William Perkins, que escribió un tratado fundamental sobre la predicación, afirmó que el predicador debe aplicar la ley y el evangelio a las diversas condiciones espirituales específicas en las que las personas se encuentran. Alguien ignorante y a quien resulta muy difícil enseñar necesita un trato sumamente diferente del que se le daría a alguien quebrantado bajo la culpa del pecado. Algunos oyentes necesitan leche y otros, carne sólida.1 Cincuenta años más tarde, la Asamblea de Westminster, en el Directorio para la Adoración Pública a Dios, declaraba que el ministro “no debe acomodarse en la doctrina general”, sino “hacer que se comprenda” mediante aplicaciones específicas entre las que se incluyen enseñar la verdad, refutar los errores, exhortar a la obediencia, advertir contra el pecado, aplicar el consuelo, y dirigir el autoexamen. Como resultado de semejante planteamiento de la predicación, los sermones puritanos estaban llenos de consejos prácticos.

Al mismo tiempo, los puritanos reconocían que un pastor debe aconsejar a las familias y a los individuos de una forma más personal. Algunos puritanos se dedicaban a esto más que otros. John Owen dijo que algunas personas de la iglesia se enfrentarán a dificultades espirituales particulares, como el “terror del Señor” en aquellos que están convencidos de pecado, pero que todavía no se han convertido; los que vuelven a caer en el pecado después de la conversión; los que sufren grandes y largas aflicciones; los que se sienten abandonados por Dios y los que padecen horribles tentaciones de Satanás. Entender sus casos y proporcionarles la medicina espiritual adecuada para sanarlos, prestarles atención a estas personas y preocuparse por ellas con paciencia y ternura forma parte del llamamiento del pastor. La obra personal es muy fructífera tanto para consuelo como para reprensión. Richard Baxter declaró: “Por experiencia he descubierto que un borracho ignorante que lleva tanto tiempo siendo un oyente improductivo, lograba más conocimiento y sentía más remordimiento de conciencia en una conversación cercana de media hora que en diez años de predicación pública”.4Predicar la Palabra es el principal medio de gracia, pero la consejería personal juega también un papel relevante.

3. La casuística era un énfasis importante para los puritanos, pero esta palabra no es lo único que se ha ido perdiendo; también se ha desvanecido su práctica. ¿Qué hemos perdido? ¿Qué ganaríamos si la recuperáramos?

Casi hemos cortado la experiencia y la práctica de la doctrina bíblica. Por una parte, esto ha resultado en ocasiones en la predicación que se queda satisfecha simplemente con enseñar, o con las aplicaciones más generales. Las congregaciones se convierten en centros de enseñanza que producen cristianos informados, pero que no saben cómo relacionar sus experiencias y sus batallas particulares para ser santificados según la Palabra. El regreso a la casuística puritana haría que la predicación fuera mucho más práctica. También manifestaría más de la sabiduría de Dios, al sentir las personas ese “¡Vaya! ¡Ese soy yo!” porque sus corazones resuenan con la forma en que la Biblia describe diversas experiencias espirituales.

Por otra parte, este divorcio entre el corazón cristiano y la cabeza cristiana ha resultado, algunas veces, en consejería que no se basa en las sanas doctrinas de la Escritura, sino que sigue más bien la psicología secular (con unos pocos versículos por aquí y por allá). Este tipo de consejería puede convertirse en poco más que afirmar cualquier cosa que alguien sienta, en lugar de hablar con autoridad a las tristezas y los pecados de una persona. La casuística puritana haría que las consejerías fueran más bíblicas. También exhibiría más de la autoridad y del poder de Dios, porque él no solo se compadece, sino que ordena, juzga y libera a los cautivos. Un ejemplo puritano de ese tipo de consejería casuística se puede encontrar en William Bridge, A Lifting Up for the Downcast [Ánimo en la depression].

4. Una aplicación que usted saca es “ser un predicador de la Palabra y no un examinador de sentimientos”. ¿Por qué es esto tan importante? ¿Cómo puede asegurarse un pastor de estar haciendo esto?

Ciertamente, un pastor debería formular preguntas sobre las experiencias, las acciones y las circunstancias de la persona. Sería un necio si hablara antes de escuchar. Pero el pastor no debe permitir jamás que las expectativas de recibir el respeto positivo incondicional (o su propio deseo de agradar a las personas) lo conviertan en un adulador y un lisonjero. El pastor es, más bien, un mensajero del Señor de los ejércitos (Mal. 2:7). Debe ordenar a las personas que se arrepientan y crean el evangelio, porque el reino de Dios se ha acercado (Mr. 1:15). Debería preguntarse a sí mismo: “¿Mi predicación y mi consejería aplican tanto la ley como el evangelio? ¿Es Cristo su sustancia y supremo por encima de todo? ¿Estoy preparando las almas para el Día del Juicio?”. La idea de que limitarse a hablar sobre sentimientos hace que las dificultades se resuelvan es profundamente equivocada. El arrepentimiento y la fe deben ejercerse en los detalles o en los pequeños cambios.

5. Si un pastor o cualquier otra persona quisiera ser aconsejada por los puritanos sobre casuística, ¿cuáles serían los mejores libros a los que se podría recurrir?

Los principiantes podrían comenzar con Thomas Brooks, Precious Remedies against Satan’s Devices[Remedios preciosos contra las artimañas de Satanás], una gran ayuda con respecto a los casos específicos de tentación y, como ya mencioné con anterioridad, William Bridge, A Lifting Up for the Downcast.

Una amplia visión de la casuística puritana para la vida cristiana se puede encontrar en Robert Bolton,General Directions for a Comfortable Walking with God.

Los lectores más avanzados que estén dispuestos a enfrentarse a las publicaciones del siglo XVII se beneficiarán de leer el texto puritano clásico de William Ames, Conscience with the Power and Cases Thereof (digital o impreso).
El súmmum de la casuística puritana es Richard Baxter, The Christian Directory (descatalogado, pero disponible en formato digital); pero a Baxter hay que leerlo con mucho cuidado, porque está en el error en sus opiniones sobre la expiación y la justificación.

Recomiendo altamente la lectura regular de sermones puritanos como los de Thomas Manton sobre Hebreos 11. Se puede leer mucho sobre consejería bíblica con solo prestar una atención especial a las aplicaciones (“usos”) en cada sermón.

Vía: http://www.ibrnj.org

Soli Deo Gloria


jueves, 14 de julio de 2016

¿Cómo ayudar a hermanos que buscan una Iglesia sana?

Gracias a Dios Latinoamérica está viviendo poco a poco un despertar y regreso al fundamento de su Palabra. El SEÑOR ha usado grandemente a siervos, ministerios para glorificarse y expandir el mensaje del Evangelio de Jesucristo. A muchos se les ha caído la venda de los ojos y han salido de congregaciones que no andan conforme al molde bíblico. Pero queda el siguiente problema: Buscar una iglesia local sana y bíblica. Por tanto, ¿Qué hacer mientras buscamos una iglesia sana y bíblica? Pensando en esto, compartimos algunas ideas prácticas, recomendaciones, lecturas y recursos que pueden ser útiles:

(1) QUÉ NOS MOTIVA A DEJAR UNA IGLESIA LOCAL (Hebreos 10:25)

Una consideración importante es examinar nuestro corazón cuáles son realmente los motivos por las que hemos de abandonar una congregación: ¿Es porque no andan conforme a la Escritura o por razones equivocadas? Los invito a leer “La costumbre de NO congregarse” de Carlos Roberto Ríos(ministerio Evangelio Verdadero). Cabe aclarar que no existen iglesias locales perfectas; pero sí las hay maduras y firmes en la fe. La inmadurez doctrinal y espiritual no justifica el estancamiento y la comodidad (Léase Hebreos 5:12-14; Efesios 4:13-16).

(2) CONSULTANDO LA VOLUNTAD DE DIOS (Mateo 6:10)

Se necesita mucha oración y discernimiento de la voluntad de Dios para saber si es el tiempo correcto para abandonar una congregación; más si se promueven falsas doctrinas. Mientras se espera la confirmación divina, presentemos fielmente la verdad y señalemos el error con actitud mansa y amorosa. 

(3) IDENTIFICANDO LOS DISTINTIVOS DE UNA IGLESIA SANA (Efesios 4:1-6)

La Biblia nos enseña cuáles son los distintivos de una iglesia sana y bíblica.  (a) Predicación expositiva, (b) Teología bíblica, (c) Evangelio, (d) Conversión, (e) Evangelización, (f) Membresía, (g) Disciplina, (h) Discipulado; y (i) Liderazgo entre otros etc.

(4) SITIOS DE BÚSQUEDAS DE IGLESIAS SANAS (Hechos 17:10-11)

Los sitios de búsquedas o directorios de iglesias sanas y bíblicas son buena ayuda. Funciona como un buscador mundial de iglesias de sana doctrina ubicadas principalmente en Latinoamérica, España y Estados Unidos (y otros países). De paso, revisemos atentamente las confesiones de fe de cada una.

(5) OREMOS JUNTOS (Santiago 5:16)

Es buena idea conversar con hermanos y orar (incluso por vía online si es necesario). Intercedan juntos para que nuestro Dios supla la necesidad de congregarse en una iglesia bíblica, que proteja sus corazones de cualquier decepción o desánimo y que se levanten misiones en el área donde vive. Se trata de seguir perseverando y confiando en la providencia de Dios. Como familia en la fe sobrellevemos las cargas unos a otros en el amor de Cristo.

(6) CREZCAMOS EN CONOCIMIENTO (3 Juan 4)

Seguir estudiando la Biblia es fundamental en estos tiempos. Si conocemos a alguien que posea la gracia de Dios para enseñar, que contribuya en realizar estudios bíblicos. Si conocemos a pastores o hermanos maduros en la fe en redes sociales, pidamos su apoyo para que impartan discipulados por Skype o Hangouts, para rendir cuentas temporalmente y solicitar consejería bíblica hasta que lleguen a congregarse definitivamente. Además, existen seminarios gratuitos vía online que solo requieren confirmar su presencia. Lo importante es no descuidar el estudio personal de las Escrituras, hacerlo con diligencia y orar para que Dios nos guíe y nos de entendimiento.

(7) LEAMOS BUENA LITERATURA CRISTIANA (Efesios 4:11)

Dios nos ha dado maestros sanos para edificar el cuerpo de Cristo y algunos de ellos son autores de libros. Por tanto, recomiendo una serie de libros que, por su sencillez y practicidad, pueden ayudarles a explorar más profundamente las doctrinas esenciales de la Biblia. De libros sobre hermeneútica: “¡Cava Más Profundo!” de Nigel Beynon & Andrew Sach; “Hermenéutica e Introducción Bíblica” de E. Lund & A. Luce. En cuanto a libros sobre fundamentos teológicos sugiero: “El Gran Panorama Divino: La Biblia de Comienzo a Fin” de Vaughan Roberts; “Evangelio y Reino” de Graeme Goldsworthy; “Los Fundamentos de la Fe Cristiana” de James M. Boice; “Lo que Creemos los Cristianos” (Tomo I y II) de Gerald Nyenhuis.

(8) PROTEGERSE DE LOS EXTREMOS (2 Timoteo 2:23)

¡Cuidado con el orgullo espiritual y la apologética malsana! Lamentablemente ocurre en la vida offline y en las redes sociales. El orgullo espiritual se evidencia de muchas formas, pero la más común es pecar contra Dios y su Palabra para satisfacer la soberbia de corazón. Por apologética malsana nos referimos a tomar la denuncia amarillista como un estilo de vida y descentralizarse del Evangelio. Esto incluye: Falta de mansedumbre y de dominio propio, inmadurez, palabras obscenas; etcétera. Es muy necesario defender la fe y la verdad escritural, pero no al grado de denigrar el testimonio cristiano. Si han pasado por esto, con amor les insto a confesar su pecado, a arrepentirse y a buscar la gracia de Dios.

(9) AMAR UNA VIDA CRISTOCÉNTRICA (Gálatas 2:20)

Abracemos una vida puramente Cristocéntrica y piadosa. Es muy bueno meditar en las Escrituras sobre cómo el Evangelio de Cristo se aplica en nuestras vidas. El artículo “Llamados a ser como Cristo” (del blog Llamados a Ser) nos da ejemplos de ello. A modo de apoyo complementario, recomiendo que reflexionen y lean libros para madurar.

(10) SIGAMOS PREDICANDO EL EVANGELIO (1 Corintios 9:16)

Por supuesto, debemos seguir predicando el Evangelio. ¿Qué es el Evangelio? el Evangelio es la proclamación de la importancia de la Persona, obra, vida, muerte, resurrección y exaltación del SEÑOR Jesucristo; como único medio de salvación de la Ira de Dios y condenación eterna por causa de nuestros pecados (Léase 1 Corintios15:1-4; Lucas 24:44-47; Juan 3:16,36; Hechos 4:12). Si necesitas ayuda sobre cómo predicar el Evangelio comparta con hermanos adultos en la fe su sentir y ellos puedan encaminarlo para tal tarea.

(11) CONSIDERAR QUÉ HACER SI NO TENEMOS RESULTADOS (Santiago 1:5)

Cinco cosas que se puede hacer cuando no se encuentra una iglesia sana: (a) No hacer nada, (b) buscar diligentemente en tu área, (c) reformar una iglesia que ya existe, (d) moverse a un área donde una iglesia bíblica ya existe, y (e) comenzar una iglesia en tu área. 

Conclusión

El proceso de encontrar una iglesia sana y bíblica puede demorar desde unas semanas hasta años. Pero mientras pasamos por este éxodo, recordemos que la gracia de Dios es suficiente para cada día y que Él nunca deja de estar en control. Como dice una frase popular: “Dios es bueno todo el tiempo, y todo el tiempo Dios es bueno”. Amados: Sea que estemos instalados en una nueva congregación o sigamos esperando la confirmación de Dios, recordemos que estamos mucho mejor de lo que merecemos, porque permanecemos en Cristo Jesús. No olvidemos de dónde nos sacó el SEÑOR, cómo fuimos librados de nuestros pecados gracias a su sacrificio perfecto y suficiente; y entreguemos nuestras vidas como esclavos por amor a Él. Seamos agradecidos.
Esto traigo a mi corazón, por esto tengo esperanza: Que las misericordias del SEÑOR jamás terminan, pues nunca fallan sus bondades; son nuevas cada mañana; ¡grande es Tu fidelidad!” (Lamentaciones 3:21-23)

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Respuesta al Postmodernismo

En aquellos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía. (Jueces 17:6)

El postmodernismo se está infiltrando en la iglesia. Donde los pastores son un símbolo de confianza y de una investidura especial en el papel de maestro de las Escrituras, un hombre de Dios digno de respeto que cuida en oración al rebaño, ahora debe estar buscando la mejor manera de entretener a la congregación para que no se vayan a otra iglesia donde la música es mejor y más fuerte, el espectáculo tiene más luces o simplemente tienen mejores juguetes tecnológicos. En muchos casos ya no se trata de Dios sino de que la gente se sienta bien consigo misma.

Un pastor puede explicar con detalle y enseñarle a la congregación el significado de un texto específico de las Escrituras tras una cuidadosa investigación y un trabajo exegético metódico. Pudo pasar muchas horas estudiando el griego o el significado hebreo de las palabras, el contexto cultural, el trasfondo social del texto para cavar y extraer los principios que trascienden edad y cultura. Llega el domingo y presenta las verdades de Dios de una manera sencilla pero poderosa de tal forma que la verdad de Dios resplandece…hasta que la mente postmodernista dice “Bueno, eso es lo que el pastor piensa, yo no estoy de acuerdo, yo no creo que nadie vaya al Padre si no es por medio de Jesús, el dios en el que yo creo es más amoroso que el del pastor”.

Con esta tendencia escéptica el postmodernismo ha tornado a cada persona en un experto en su propia opinión. Han tirado a la basura el proverbio que dice “No seas sabio en tu propia opinión; teme a Jehová y, apártate del mal” (Prov. 3:7). Pareciera que de hecho estamos viviendo en la generación de la que Pablo le advirtió a Timoteo en 2 de Timoteo 4: “Por que vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas”.

Ese falso escepticismo “en busca de la verdad” es en realidad una excusa para complacer nuestras pasiones y volver a la búsqueda idólatra del “dios interior”. Es muy parecido a lo que Pablo explica en Romanos 1 cuando habla sobre la gente que cambió la verdad de Dios por una mentira.

El postmodernismo está aquí y se ha arraigado en nuestra cultura, nuestra iglesia y, en muchos casos, es tan discreto que pudiera estar en muchos de nuestros “propios” pensamientos. Pero ¿Cómo podemos aprovechar sus fortalezas y debilidades para el progreso del Evangelio? ¿Qué podemos hacer como comunidad de creyentes para enfrentar el maremoto de esta era que amenaza con hundir a la iglesia?

Yo creo que la clave la podemos encontrar en la Palabra de Dios, en el libro de 2 Timoteo 4:2: “Predica la Palabra”. No hay nada tan precioso, tan inmenso, tan claro, tan verdadero, tan transformador, tan liberador, tan refrescante como la Palabra de Dios. ¡Es el mismísimo aliento de Dios! Es la Palabra de Dios inspirada, inerrante, infalible, suficiente, y con la autoridad de Dios. No necesitamos vencer la mente postmodernista, simplemente necesitamos predicar la Palabra. No es irracional, no es ilógica, no contradice la vida o la historia, no es una fabricación humana… es la Palabra de Dios con la autoridad del Creador y que puede hacerte “sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús” (2 Timoteo 3:15).

El Postmodernismo cuestiona la fe como si fuera “un salto a ciegas” sin embargo no es así. Dios nunca nos ha pedido que creamos en Él sin pruebas de quien Él es. Leemos acerca de las plagas en Egipto para que la gente pueda ver que Él es Dios. En cada una de esas plagas Dios derrotó a las falsas deidades de los egipcios y les mostró a ellos y a todo el mundo que solo Él es Dios, el creador y sustentador de todo. Una y otra vez vemos a Dios haciendo todo tipo de cosas sobrenaturales a la vista de la gente para que crean.

El Señor nos da Su Palabra y deja muy en claro que se trata de Su Palabra a través de profecías muy específicas que debían cumplirse en su tiempo como testimonio a los oyentes de que las palabras verdaderamente venían de parte de Dios. Se cumplieron profecías específicas con nombres, años y naciones. ¡Más de 300 profecías acerca de Jesús se cumplieron al pie de la letra! ¡No hay razón alguna para ser escépticos acerca de la Biblia!

Como ultima demostración de Su bondad, carácter y deidad soberana Dios mismo vino en carne y hueso y caminó por la tierra en la persona de Jesús. Realizó milagros e hizo todo lo que se había profetizado acerca de Él en el Antiguo Testamento. Dijo ser Dios y lo demostró con Su resurrección ante cientos de testigos durante un periodo de ¡40 días! Jesús mismo dio testimonio de las Escrituras como La Palabra de Dios.

Resulta no solamente lógico sino necesario confiar en la Biblia como la autoridad para todos los asuntos espirituales. Podemos escuchar todo tipo de ideas postmodernistas pero invariablemente surgen de fuentes personales, ideas o el pensamiento humano. La pregunta es ¿Quién es la autoridad? ¿Quién conoce mejor los asuntos espirituales que Dios mismo?

Podemos deslumbrarnos con todas las nuevas aplicaciones y los cambios de nuestro mundo, pero una cosas es verdad, somos escépticos de las cosas que nos conviene ser escépticos y a veces confiamos irracionalmente en aquellas cosas sobre las que deberíamos ser escépticos. Para darle un ejemplo tenemos un falso sentido de seguridad detrás de las puertas cerradas de nuestro hogar. Confiamos en que el seguro será suficiente hasta que alguien abre la puerta de una patada. Confiamos que estamos a salvo tras el volante con el cinturón de seguridad ajustado hasta que un camión nos golpea de frente o una avalancha nos entierra…Nos hacen creer que tenemos el control de las cosas pero el hombre más sabio del mundo comparte sus pensamientos con toda la humanidad, al final de su vida, y nos revela que no tenemos el control sobre nada. Si hemos de ser escépticos acerca de algo, más nos valiera ser escépticos de nuestros propios pensamientos. Todo en este mundo, lejos de Dios, es vanidad. Y este hombre terminó su antiguo libro con estas palabras: “El fin de todo discurso oído es este: teme a Dios y guarda Sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala” (Ecl. 12:13).

Soli Deo Gloria