miércoles, 13 de diciembre de 2017

Gracia

En las catorce epístolas atribuidas al apóstol Pablo (incluyo a Hebreos), ya sea en el saludo o la conclusión, invoca la gracia de Dios sobre la Iglesia. Lo hace sin ninguna explicación o definición de gracia. Creo que lo hace porque asume que aquellos que han experimentado la gracia de Dios no necesitan explicación.

La definición más común de gracia es "el favor inmerecido de Dios". Supongamos que debería llevar a mi casa a un vagabundo y alimentarlo y atender sus necesidades, eso sería mostrar un favor inmerecido, ¿no es así? Supongamos que debo llevar a este mismo vagabundo a mi casa, alimentarlo y atender sus necesidades después de que él me haya golpeado, robado y hecho mucho daño. Ahora que sería un favor donde hay demérito positivo. ¡ESO ES GRACIA! La gracia de Dios se caracteriza fundamentalmente por los siguientes principios. 

Su gracia no es retenida por demérito, no puede ser disminuida por demérito, y no puede incurrir en una deuda, y nunca se ejerce en pago de una deuda. La gracia de Dios, además, nunca es el pago en exceso de una deuda.

La gracia de Dios no emana de la fuente de la obligación, sino de la fuente de su placer libre.

El hombre (Pablo) que escribió acerca de la inspirada doctrina de la gracia lo dijo así: "Pero cuando AGRADO A DIOS, que me aparto desde el vientre de mi madre, y me llamó por su gracia para revelar a su Hijo en mí".

El manantial de la salvación de Pablo fue la gracia de Dios. "Por gracia eres salvo." Debido a que Dios es misericordioso, los hombres pecadores son perdonados, convertidos, purificados y salvados. No se debe a nada en ellos, ni a que pueda haber en ellos que se salven. Es por el amor, la bondad, la compasión, la misericordia y la gracia de Dios sin límites. La fe es el canal de salvación, pero la gracia es la fuente y la fuente incluso de la fe.

La fe es la obra de la gracia de Dios en nosotros. Ningún hombre puede decir que Jesús es el Cristo sino por el Espíritu Santo, "Nadie viene a mí, dice Jesús", a menos que el Padre que me envió no le trajere. "Entonces esa fe, que viene a Cristo, es el resultado del diseño divino. La gracia es la primera y última causa de salvación. La fe, tan esencial como es, es solo una parte vital que emplea la gracia. Somos salvos "por la fe", pero la salvación es "por gracia". "Por gracia sois salvos". ¡Qué buenas nuevas para los que no lo merecen!

No debemos mirar a la fe para exaltarla por encima de la fuente divina de toda bendición que se encuentra en la gracia de Dios. No podemos hacer a un Cristo de nuestra fe, o pensar que es la fuente independiente de nuestra salvación. Nuestra vida se encuentra en "mirar a Jesús", no en mirar a nuestra fe. Por fe, todo es posible para nosotros; sin embargo, el poder no está en la fe, sino en el Dios en quien confía la fe, la salvación puede venir a nosotros aunque solo tengamos fe como un grano de mostaza, porque el poder está en la gracia de Dios, y no en nuestra fe.

La gracia y la verdad fueron hechas realidad por medio de Jesucristo. (Juan 1:17)
Soli Deo Gloria