sábado, 17 de junio de 2017

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¿Es la salvación para todos?

El pasaje que tal vez ha representado la mayor dificultad para los que han visto que, pasaje tras pasaje, la Santa Escritura enseña claramente la elección de un número limitado para la salvación, es 2 Pedro 3:9: «No queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento».

Lo primero que hay que decir sobre este pasaje es que, como cualquier otro texto de la Escritura, se debe entender e interpretar a la luz de su contexto. ¡Lo que hemos citado en el párrafo anterior es solo parte del versículo y la última parte del mismo! Ciertamente todos deben estar de acuerdo en que la primera parte del versículo tiene que ser tomada en consideración. Con el fin de establecer lo que muchos suponen que estas palabras significan, o sea, que las palabras ‘ninguno’ y ‘todos’ se deben recibir sin ninguna reserva, ¡hay que mostrar que el contexto se está refiriendo a toda la raza humana! Si esto no se puede mostrar, si no hay una premisa para justificar esto, entonces la conclusión también debe ser injustificada. Reflexionemos entonces sobre la primera parte del versículo.

«El Señor no retarda su promesa». Fíjate que ‘promesa’ está en singular, no dice ‘promesas’. ¿Qué promesa está a la vista? ¿La promesa de salvación? ¿Dónde ha prometido Dios salvar a toda la raza humana en algún lugar de la Escritura? ¿Dónde? No, la ‘promesa’ a la que aquí se hace referencia no se trata de la salvación. Entonces, ¿cuál es? El contexto nos lo dice.

«Sabiendo primero esto, que en los postreros días vendrán burladores, andando según sus propias concupiscencias, y diciendo: ¿Dónde está la promesa de su advenimiento?» (vv. 3, 4) El contexto entonces se refiere a la promesa de Dios de enviar a su amado Hijo. Pero muchos siglos han pasado y esta promesa todavía no se ha cumplido. Cierto, pero por larga que la demora pueda parecernos, el intervalo es corto en el cómputo de Dios. Como prueba de ello se nos recuerda: «Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día» (v. 8). En el cómputo del tiempo de Dios, han pasado menos de dos días desde que prometió enviar de regreso a Cristo.

Pero hay más, la tardanza en que el Padre envíe de regreso a su amado Hijo no solo no se debe a una ‘negligencia’ de su parte, sino que la ocasiona su ‘paciencia’. ¿Su paciencia hacia quién? El versículo que estamos considerando nos dice: «es paciente para con nosotros». ¿Y quiénes son esos ‘con nosotros’? ¿la raza humana o el pueblo de Dios? A la luz del contexto, esta no es una pregunta abierta sobre la cual cada uno de nosotros tiene la libertad de formarse una opinión. El Espíritu Santo lo ha definido. El versículo inicial del capítulo dice: «Amados, ésta es la segunda carta que os escribo». De nuevo, el versículo inmediatamente anterior declara: «Mas, oh amados, no ignoréis esto», etc. (v. 8). El ‘con nosotros’ entonces son los ‘amados’ de Dios. Aquellos a quienes la Epístola fue dirigida son a los que se les «concedió (no los que ‘alcanzaron’ sino a los que se les ‘concedió’ como el don soberano de Dios) una fe como la nuestra, mediante la justicia de nuestro Dios y Salvador, Jesucristo» (2 Pe 1:1). Por lo tanto decimos que no hay cabida para la duda, una discusión por nimiedades o una polémica; el ‘con nosotros’ son los elegidos de Dios.

Citemos ahora el versículo completo: «El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento». ¿Puede haber algo más claro? El ‘ninguno’ que Dios no quiere que perezca es los ‘con nosotros’ con quienes Dios es ‘paciente’, los ‘amados’ de los versículos anteriores. Lo que 2 Pedro 3:9 quiere decir, entonces, es que Dios no enviará de vuelta a su Hijo sino hasta «que haya entrado la plenitud de los gentiles» (Ro 11:25). Dios no enviará de vuelta a Cristo hasta que ese ‘pueblo’ que él ahora está ‘tomando’ de los gentiles (Hch 15:14) sea reunido por completo. Dios no enviará de vuelta a su Hijo sino hasta que el cuerpo de Cristo esté completo, y eso no será sino hasta que los que él ha escogido para que sean salvados en esta dispensación hayan sido traídos a él. Gracias a Dios por su «paciencia para con nosotros». Si Cristo hubiera regresado hace veinte años, este escritor hubiera sido dejado atrás para perecer en sus pecados. Pero eso no podía ser, así que Dios de un modo misericordioso retardó la segunda venida. Por la misma razón todavía está retardando su advenimiento. Su propósito decretado es que todos sus elegidos vengan al arrepentimiento, y se arrepentirán. El presente intervalo de gracia no va a terminar sino hasta que la última de las ‘otras ovejas’ de Juan 10:16 esté segura en el redil; entonces Cristo regresará.

Pink, A. W. (2016). La soberanía de Dios: Respuestas a objeciones comunes. (Extracto)
Soli Deo Gloria