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sábado, 9 de enero de 2021

Nuestro Dios paciente e inmutable


¡Bienvenido al 2021! Dijo C. H. Spurgeon en el inicio de un nuevo año.

“A la par de escudriñar las Escrituras y de profundizar en su conocimiento de ellas, asegúrense de crecer en la gracia; y a la par de desear conocer la doctrina, anhelen sobre todo crecer en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo; y su estudio de la Escritura, y su crecimiento en la gracia y en el conocimiento de Cristo ha de estar supeditado a ese objetivo más preeminente, que es vivir para darle gloria tanto ahora como perdurablemente a Aquel que los amó y que los compró con Su sangre.” 

La amonestación que nos regala el pastor Spurgeon es más necesaria que nunca. Es importante conocer doctrina y es sumamente importante leer la Biblia, pero es más importante ir aplicando lo que vamos aprendiendo y más importante aún centrarnos en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Es preciso amar a nuestro Señor con locura, entregarnos a Él de todo corazón y tratar de asemejarnos más a Él cada día. De nada sirve el traje de justicia de Cristo si seguimos siendo podridos por dentro.

Hoy muchos pueden pensar atrevidamente que los problemas del mundo terminaron la medianoche de hace una semana atrás, ¿verdad? No tanto. Cuando el mundo que nos rodea parece tan caótico e inestable, solo hay un lugar al que acudir: el inmutable SEÑOR nuestro Dios. 

El Salmo 18:30 dice:

“Este Dios, perfecto es su camino; la palabra del SEÑOR es verdadera; es un escudo para todos los que en él se refugian”.

Y vemos en Números 23:19,

“Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre, para que se arrepienta. ¿Lo ha dicho El, y no lo hará?, ¿ha hablado, y no lo cumplirá?”

Todas las hermosas y maravillosas promesas que leemos en las Escrituras siguen en pie hoy. Dios no ha cambiado de opinión. Estos no dependen de quién esté en un cargo político o de las leyes terrenales que se aprueben; Dios está por encima de todo eso. Sus promesas se mantienen a pesar de la enfermedad (pandemia), la política, la violencia y el caos. Cuando el mundo gira fuera de control, es bueno para nosotros recordar que... 

“en su mano están las profundidades de la tierra; las alturas de los montes son suyas también. El mar es suyo, porque él lo hizo, y sus manos formaron la tierra seca”. Salmo 95: 4-5

No tenemos nada que temer, Dios sigue siendo el mismo hoy que ayer, y mañana también será el mismo (Hebreos 13: 8).

Entonces, ¿por qué Dios permite que continúe toda esta locura? ¡Porque es un Dios amoroso y paciente! Debemos recordar esto y poner nuestra cosmovisión en la perspectiva correcta. Así como Dios es paciente con nosotros, y también es paciente con los demás. 2 Pedro 3: 9 dice:

"El Señor no se tarda en cumplir su promesa, según algunos entienden la tardanza, sino que es paciente para con vosotros, no queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento".

Y Pablo escribe en 1 Timoteo 1:16, “Sin embargo, por esto hallé misericordia, para que en mí, como el primero [pecador], Jesucristo demostrara toda su paciencia como un ejemplo para los que habrían de creer en El para vida eterna.”

Vivimos en una época en la que el mensaje del Evangelio y la esperanza eterna que brinda pueden llegar a las almas más que en cualquier otra época de nuestra vida. ¡No desperdiciemos la oportunidad! Hable acerca de Jesús, comparta su testimonio, presente el mensaje del evangelio a aquellos que están confundidos, enfermos, heridos, asustados y sin esperanza. No escondamos nuestra luz debajo de una canasta, sino que brillemos como faros que señalen a las personas hacia Cristo, en quien hay un refugio eterno y una protección contra todo lo que nuestro mundo quebrantado puede arrojarnos.

Hermanos y hermanas, mantengan una actitud de estar en Cristo siempre y alabe a nuestro Dios más santo y poderoso, dándole gracias por el amor, la paciencia y la bondad que nos ha mostrado a cada uno de nosotros.

Soli Deo Gloria



martes, 18 de agosto de 2020

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La confesionalidad de una Iglesia CBL 1689

“Retengamos nuestra profesión” (Hebreos 4:14)
Hoy se escucha muchos comentarios de que una confesión de fe de una Iglesia es una cuestión relativamente sin importancia, y que su confesión personal no debe de ninguna manera ser afectada por ella.

Los que expresan tales observaciones suelen hablar de esta manera: ¿Usted pertenece a Jesús y la vida de Dios habita en su corazón? ¿Por qué entonces, preocuparse por la Confesión de fe de una iglesia?

Preguntamos a aquellos que comentan de esa manera, es que acaso ¿La Confesión común de la Iglesia no afecta a la confesión personal?

Sentimientos así fueron expresados por los montanistas poco después que los apóstoles del Señor habían muerto. Algunas personas modestas y emocionalmente piadosas también se han pronunciado en ese sentido en todas las épocas. Durante la Reforma, los anabaptistas decían esas cosas. ¡Que el estudio de un Confesión de fe es bastante irrelevante! ¡Hoy esto representa una burla de las cosas santas!

Sin duda que lo hace. Lea lo que Pablo escribió a la iglesia de Corinto: 
“Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis toda una misma cosa” (1 Corintios 1:10)
Este “hablar de la misma cosa” sin duda se refiere a una confesión común, pues Pablo añade: “Y para que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis [como iglesia] perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer.” 
Note que Pablo instó a que no se unieran en el mismo sentimiento, o en la misma experiencia emocional, pero si en una misma mente y juicio. Es la declaración idéntica que se dirigió a la iglesia en Filipos, cuando escribió: 
Pero en aquello a que hemos llegado, sigamos una misma regla, sintamos una misma cosa” (Fil. 3:16). 
El Apóstol Juan expresa la misma idea, sin duda lo relaciona con una confesión. 
Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios: y éste es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que ha de venir, y que ahora ya está en el mundo” 
Pablo escribió,   
Con la boca se confiesa para salvación.” Romanos 10:10,

Usted ve, por tanto, que los Apóstoles que escribieron bajo la inspiración del Espíritu Santo, y cuya palabra y su significado todas las personas deben estar a su servicio, afirman exactamente lo contrario de aquellas personas que hoy comentan sin ciencia y basados en sentimentalismo y al final afirmando que la confesión común de una iglesia es un asunto relativamente de poca importancia. Este testimonio de los apóstoles debe fomentar más estudio en usted como parte de su preparación para poder manifestar siempre su confesión de fe y así ser todos de un mismo sentir, y deben hablar de una misma cosa. Esto significa que la misma doctrina debe ser confesada por todos.

Por esa razón es necesario una confesión de fe. Una Iglesia que no enseña a sus jóvenes nunca puede aspirar a mantener una confesión pura, sino que renuncia a ella, corta todo contacto con el pasado, se divorcia de los padres, y forma un nuevo grupo.

Si usted desea hacer conocer su confesión de fe. Entonces debe aprenderlo. Usted no tiene que aprender la interpretación de tal o cual predicador o maestro, pues las opiniones de éstos varían ampliamente, y siempre lo han hecho. En su lugar, usted debe aprender lo que la Iglesia ha confesado a través de los siglos y como entendieron la verdad revelada por Dios en sus Sagradas Escrituras. Esa confesión debe ser enseñada en las Iglesias, a todos los que son formados en ella, a todos los que deseen convertirse en miembros responsables de la misma, ya sean jóvenes o mayores, con experiencia o sin experiencia.

La presente generación debe reafirmar la confesión de fe que la generación anterior recibió de sus padres. Nada podría ser más erróneamente concebido que suponer que cada nueva generación debe hacer una confesión nueva, es decir una diferente. Los niños deben reafirmar la confesión de sus padres. La verdadera educación es sólo eso: una reinterpretación y una reafirmación. Consecuentemente esta educación verdadera, debe conseguirse en la Iglesia de Jesús. Debe ser el objetivo sagrado de la iglesia hacer que la voz espontanea del corazón sea idéntica a la reafirmación de los labios.

Hoy la Iglesia evangélica sufre la crisis por la falta de una confesión de fe reformada e histórica.

En el Salmo 78, Asaf estableció la regla de oro en este asunto: 
Escucha, pueblo mío, mi ley: Hablaré cosas escondidas desde tiempos antiguos: las cuales hemos oído y entendido: Que nuestro padres nos las contaron.” 
Asaf nos dice concerniente a estas verdades que nosotros no podemos “encubrirlas de nuestros hijos, ni de las generaciones venideras. Dios el Señor ha encomendado mantener el tesoro de su verdad a la Iglesia, y ordenó que se conservara a través de las generaciones y hasta la consumación del mundo. Asaf cantó: 
Él estableció testimonio en Jacob, y puso ley en Israel, la cual mandó a nuestros padres, que las notificasen a sus hijos, para que sepan las generaciones venideras y los hijos que nacerán y los que se levantarán lo cuenten a sus hijos, a fin de que pongan en Dios su confianza, y no se olviden de las obras de Dios, sino que guarden sus mandamientos”.
Por tanto, no hay lugar a dudas sobre la obligación del estudio y de la enseñanza. Usted está obligado a hacerlo. La verdad revelada de Dios debe ser transmitida de una generación a otra. La confesión de fe de una iglesia no puede ser dejada y borrada por el polvo de los siglos, sino que debe ser constantemente reafirmada. Es inútil memorizarla solamente, es cierto, pero no puede la cadena de eslabones que unen a la Iglesia de Dios romperse y desmoronarse.

Para mantener una confesión de fe, una generación debe simplemente ser una imitación de la de la generación anterior.

Por lo tanto, sabemos que hay algunas iglesias virtualmente deformadas o contaminadas, y algunas reformadas y fieles, otras teniendo confesiones contaminadas y purificándose respectivamente.

Es una bendición sostener una confesión de fe puramente, para el bien de la Iglesia como es la CBL de 1689.


Soli Deo Gloria



lunes, 17 de agosto de 2020

No desperdicie su aislamiento

¡Cómo yace solitaria la ciudad de tanta gente! Se ha vuelto como una viuda la grande entre las naciones; la princesa entre las provincias se ha convertido en tributaria (Lam. 1:1 LBA)

Al iniciar una serie breve en el libro de Lamentaciones del profeta Jeremías en IBRGS y mi experiencia con este virus, deseo traer esta breve meditación y recopilando en la experiencia del reformador Martín Lutero sobre la peste bubónica, también conocida como peste negra.

El lamento no es una respuesta inapropiada para las personas que viven en un mundo quebrantado. Aquí el profeta identifica correctamente al pecado como la fuente de todo el dolor que vemos en nuestro mundo y hoy esta pandemia está dejando familias solitarias y naciones grandes paralizadas.

A todos se nos ha recordado de vez en cuando que el futuro es incierto; ¡pero las últimas semanas han demostrado ese concepto de maneras que ninguno de nosotros podría haber imaginado! Hace meses atrás el término "Coronavirus" y "COVID-19" ni siquiera formaban parte de nuestro vocabulario. Ahora parecen dominar casi todas las conversaciones. En estos días, muchos de nosotros estamos preocupados, comprensiblemente, porque las tasas de infección y el número de muertes continúan aumentando.


Como creyentes, encontramos consuelo en esos momentos en la santa palabra de Dios, la Biblia. El profeta Jeremías vivió en una época de gran angustia. Había sido testigo de la caída de Jerusalén y había visto los devastadores resultados de la deportación de sus compatriotas a Babilonia. El libro de Lamentaciones es un registro de su dolor al contemplar el desastre que había caído sobre su pueblo. Sus palabras son instructivas para nosotros hoy frente a esta pandemia mundial. Les recomiendo que lean el libro completo (solo 5 capítulos); pero permítanme extraer algunos "fragmentos" que nos dan una idea de lo que estaba pasando por su mente.


Mire las palabras iniciales del libro:

¡Cómo yace solitaria la ciudad de tanta gente! Se ha vuelto como una viuda la grande entre las naciones; la princesa entre las provincias se ha convertido en tributaria (Lam. 1:1 LBA)

En los atlas bíblicos podemos ver fotos de las aceras vacías de su ciudad. Para Jeremías y para nosotros, tales eventos son claros recordatorios de la inutilidad de depositar nuestra confianza en el comercio, el éxito y la prosperidad del mundo en el que vivimos. Hoy diríamos citando a Jeremías ¡Cómo yace solitaria la ciudad de tanta gente!

En el capítulo 2, versículo 14 leemos:

“Tus profetas te han visto visiones falsas y engañosas; no han expuesto tu iniquidad para restaurar tu fortuna, sino que han visto oráculos falsos y engañosos”.

Los falsos profetas no son nada nuevo en nuestros días. Existieron en el tiempo de Jeremías y continuarán con sus malas prácticas hasta el fin de los tiempos. Nuestro deber en tiempos como este es protegernos a nosotros mismos y a nuestros hermanos en la fe de aquellos que trafican con "oráculos falsos y engañosos". Muchas publicaciones en las redes sociales se enfocan en un "dios" que quiere protegernos a todos de la devastación de las enfermedades y la calamidad financiera. Tales ideas generalmente tienen sus raíces en lo que comúnmente se conoce como el "evangelio de la prosperidad". La falacia de tal enseñanza debería ser evidente para todos durante esta crisis actual. Si su mensaje fuera cierto, esperaríamos que los llamados “sanadores por la fe” convergieran en los hospitales y sanaran a los afligidos. Pero cuando ocurre una pandemia real, no se encuentran por ninguna parte. Están acurrucados en aislamiento como el resto de nosotros.

Otras enseñanzas falsas no son tan obvias. Algunas personas parecen especializarse en explicar el propósito de Dios en todo esto y quieren impresionarnos con sus ideas. Tenga cuidado con esos maestros falsos.
Jeremías señala nuestros pensamientos en la dirección correcta con estas palabras en el capítulo 3.

“Esto traigo a mi corazón, por esto tengo esperanza: Que las misericordias del SEÑOR jamás terminan, pues nunca fallan sus bondades; son nuevas cada mañana; ¡grande es tu fidelidad! ". (3: 21-23)“Porque no rechaza para siempre el Señor, antes bien, si aflige, también se compadecerá según su gran misericordia.” (3: 31-32)

Cuando se enfrentó a la calamidad, Jeremías recordó el amor incesante y la fidelidad al pacto de su Dios. Deberíamos hacer lo mismo.

Ah, por cierto… Empecé mencionando la incertidumbre del futuro. Esa fue una declaración engañosa. El futuro es absolutamente seguro. No desde nuestra perspectiva, sino desde la de Dios. A nosotros no nos parece así, pero desde la perspectiva divina, el futuro es tan seguro como si ya hubiera sucedido. Escuche las palabras de otro profeta del Antiguo Testamento, Isaías:

“Acordaos de las cosas anteriores ya pasadas, porque yo soy Dios, y no hay otro; yo soy Dios, y no hay ninguno como yo, que declaro el fin desde el principio y desde la antigüedad lo que no ha sido hecho. Yo digo: "Mi propósito será establecido, y todo lo que quiero realizaré." Yo llamo del oriente un ave de rapiña, y de tierra lejana al hombre de mi propósito. En verdad he hablado, ciertamente haré que suceda; lo he planeado, así lo haré.'” (Isaías 46: 9-11).

El verdadero consuelo del cristiano en tiempos de crisis no proviene del falso sentido de un dios que solo quiere comodidad y tranquilidad para su pueblo, o de tratar de obtener información privilegiada sobre todos sus planes y propósitos. Más bien, se basa en una tranquila confianza en que el Dios del universo está obrando todas las cosas según el consejo de su propia voluntad. Nuestro trabajo es simplemente darle la gloria debida a su nombre en cada situación en la que nos encontremos, incluso en medio de una pandemia.

Lutero y la peste bubónica

Espero que esta pequeña perspectiva histórica conecte su situación con los santos del pasado a medida que tenga una pequeña idea de cómo lidiaron con una situación aún peor de lo que hoy vivimos con el Covid 19.

Martín Lutero tiene una carta escrita en el año 1527 que conocemos por el título "Si uno puede huir de una plaga mortal". Fue escrito por Lutero en respuesta a una pregunta de un grupo de clérigos en Breslau sobre si un cristiano podía o no huir de sus hogares y / o trabajos a la luz de los peligros planteados por la plaga. Estos pastores le pidieron a Johann Hess (1490-1547) que pidiera la sabiduría de Lutero en su nombre.

La peste bubónica, también conocida como peste negra, fue transmitida por pulgas y se extendió a través de los comercios marítimos franceses e italianos. Devastó Europa a partir de mediados del siglo XIV y continuó en ciclos de varias duraciones hasta el siglo XVII. La primera epidemia (1357-1551) se cobró la vida de un tercio de la población europea.

Podría atacar el cuerpo a través de varios medios (ganglios linfáticos, torrente sanguíneo, pulmones) y conlleva altas tasas de mortalidad. Si los pulmones estaban infectados, la tasa de mortalidad era cercana al 100% y era muy contagiosa.

Lutero comenzó su respuesta a Hess y a los pastores a fines de julio de 1527, pero fue interrumpido al menos dos veces mientras escribía porque el papel que usaba y su letra cambiaron en dos puntos de la carta. La terminó en octubre o noviembre de 1527. Mientras Lutero escribía, la plaga llegó a su ciudad de Wittenberg el 2 de agosto.

Lutero practicó lo que predicó mientras su familia admitía a varias personas con la plaga en su casa. Su hijo, Hans, contrajo la plaga, pero sobrevivió, y su esposa estaba embarazada de Elizabeth durante este tiempo, quien nació el 10 de diciembre, pero murió 8 meses después, probablemente por complicaciones de que su madre estuvo expuesta a la plaga durante su embarazo. El mismo Lutero también sufrió varias pruebas espirituales y físicas durante este tiempo.

Citaré dos pasajes bien conocidos de la carta, pero también lo vincularé a la carta en sí para que pueda verla. Lutero analiza otras cosas en la carta, como las responsabilidades de los pastores, cómo amar al prójimo en tales circunstancias, cómo luchar contra el diablo cuando es tentado, proporcionar hospitales, prepararse para la muerte, cementerios, y responde a los que actuaron "demasiado precipitados e imprudentes, tentando a Dios y despreciando todo lo que pueda contrarrestar la muerte y la plaga "entre otras cosas", no evitan los lugares y las personas infectadas por la plaga, sino que se burlan de ella con despreocupación y desean demostrar su independencia. " ¿Relevante para hoy? ¡Creo que sí!

La conclusión de Lutero sobre quién debe quedarse y quién puede huir.

Debemos orar contra toda forma de maldad y protegernos de ella lo mejor que podamos para no actuar en contra de Dios, como era el caso. Si es la voluntad de Dios que el mal venga sobre nosotros y nos destruya, ninguna de nuestras precauciones nos ayudará.

Debemos tomar esto en serio: en primer lugar, si nos sentimos obligados a permanecer donde la muerte ruge para servir a nuestro prójimo, encomendamos a Dios y digamos: “Señor, estoy en tus manos; me has mantenido aquí; hágase tu voluntad. Soy tu humilde criatura. Puedes matarme o preservarme en esta pestilencia en el mismo camino como si estuviera en fuego, agua, sequía o cualquier otro peligro.” Sin embargo, si somos libres y podemos escapar, felicitémonos y digamos: "Señor Dios, soy débil y temeroso. Por lo tanto, estoy huyendo del mal y estoy haciendo lo que puedo para protegerme de él, en tus manos en este peligro como en cualquier otro que pueda alcanzarme. Tu voluntad está hecha, mi huida por sí sola no tendrá éxito porque la calamidad y el daño están en todas partes. Además, el diablo nunca duerme. Es un asesino desde el principio (Juan 8:44) y trata en todas partes de instigar el asesinato y la desgracia".

En respuesta a los que "tientan a Dios".

"No, querido amigo, eso no es bueno. Usa medicinas; toma porciones que te puedan ayudar; fumiga la casa, el patio y la calle; evita a las personas y los lugares donde tu vecino no necesita tu presencia o se ha recuperado, y actúa como alguien que quiere ayudar a apagar la ciudad en llamas. ¿Qué más es la epidemia sino un fuego que en lugar de consumir leña y paja devora la vida y el cuerpo? Debes pensar así: Muy bien, por decreto de Dios el enemigo nos ha enviado veneno y basura mortal. Por lo tanto, pediré a Dios misericordiosamente que nos proteja. Luego fumigaré, ayudaré a purificar el aire, administraré medicinas y tomaré. Evitaré lugares y personas donde mi presencia no sea necesaria para no contaminarme y, por lo tanto, tal vez infectar y contaminar a otros, y así causar su muerte como resultado de mi negligencia. Si Dios quisiera llevarme, seguramente me encontrará, y he hecho lo que él esperaba de mí, por lo que no soy responsable de mi propia muerte o la muerte de otros. Si mi vecino me necesita, sin embargo, no evitaré lugar o persona, sino que iré libremente, como se indicó anteriormente. Mira, esta es una fe tan temerosa de Dios porque no es ni descarada ni temeraria y no tienta a Dios".

Terminando con las palabras del profeta Jeremías, podemos observar que el pueblo soportó los extremos del hambre y la angustia. En esta triste condición Jerusalén reconoció su pecado y rogó al Señor que mirara su caso. Este es el único camino para aliviarnos bajo la carga de esta pandemia; porque es la justa ira de SEÑOR por las transgresiones del hombre, que ha llenado la tierra de tristeza, lamentos, enfermedad y muerte.

Hermano, amigo… que todas nuestras penas nos guíen a la cruz de Cristo en este tiempo de la pandemia.
Soli Deo Gloria



miércoles, 13 de mayo de 2020

Una decisión ineludible en pleno COVID-19


"El que no está conmigo, contra mí está; y el que conmigo no recoge, desparrama." Lucas 11:23

Recibir a Cristo es una decisión ineludible que debes tomar hoy

Mientras el Señor enseñaba durante su ministerio terrenal, continúa probando sin ninguna duda su verdadera identidad. Nos muestra una y otra vez que Él es el único Hijo de Dios, que Él es verdaderamente Dios encarnado. Nadie podría hacer las señales, maravillas y milagros que realizó a menos que fueran Dios. Además, demostró que era el Mesías prometido, el Salvador que Dios prometió pasar por el linaje de Israel. Él ha traído el reino a la tierra en su primera venida.

"...Jesús vino a Galilea proclamando el evangelio de Dios, y diciendo: El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos y creed en el evangelio." Marcos 1:14-15 

En medio de eso, hace la siguiente declaración: "El que no está conmigo está contra mí". Observe la línea divisoria: está conmigo o contra mí. Por lo tanto, cada uno de ustedes hoy está repentinamente, de manera penetrante, inevitablemente forzado a una elección solemne. Puedes rechazar a Cristo como un lunático mentiroso, falso o loco en plena pandemia; o puede inclinarse ante Él, recibirlo como Salvador y prometer humildemente devoción a Él como su único y absoluto Señor. Pero esa es la decisión que debes tomar. Es ineludible. No puedes evitarlo.

No es posible posponerlo

No hay compromiso a medias permitido. No te enfrentes cara a cara con el Señor Dios y contemplas si crees que es sabio someterse a Él ahora. La inconmensurable dignidad y valor de este Dios no permite que todo sea vacilante y equívoco. O caes ante Él en honor y obediencia, o asombrosamente miras a los ojos del Dios omnisciente, omnipresente y omnipotente y le dices que puedo hacerlo mejor que servirte. Y para aquellos necios que hacen una elección tan blasfema, los fuegos furiosos del tormento eterno son el único resultado justo. Y eso es exactamente lo que heredarás si lo rechazas.

¿Usted ve, la neutralidad cuando se trata de Cristo como hostil? No hay terreno neutral ante Él. Es, en efecto, ponerse del lado del enemigo. La indiferencia hacia Él no es más que una máscara para la enemistad hacia Él. Es mejor que seas un enemigo abierto que un amigo falso cuando se trata de Jesucristo.

Algunos creyentes de buena fe se preguntan en ocasiones, sin expresarlo verbalmente por qué haría el Creador estructuras moleculares tan dañinas como los virus, capaces de acabar con la vida humana. Otros, desde su escepticismo antirreligioso, pretenden burlarse o ridiculizar al cristianismo formulando preguntas como: ¿por qué un Dios bondadoso y omnipotente permite que el COVID-19 mate a tantas personas? ¿Es acaso malvado en vez de misericordioso o, simplemente, no existe? ¿Cómo pudo un Diseñador bueno hacer algo tan malo como este virus? Veamos, en primer lugar, qué es un virus, cómo actúan y por qué este coronavirus puede hacer lo que hace. 

Las Sagradas Escrituras enseñan que Dios no fue el autor del mal en el mundo, sino que éste surgió como consecuencia del orgullo, la soberbia y la desobediencia humana. Es lo que en la Biblia se llama pecado y que tuvo consecuencias distorsionadoras para toda la creación. De manera que los virus peligrosos como el COVID-19 y todo aquello que produce sufrimiento, dolor y muerte, no son más que la consecuencia de nuestro propio pecado. Fuimos creados en libertad, pero no supimos elegir bien y nos engrandecemos por el mal, abriendo así la caja de Pandora de dolencias tan graves como la de este virus. 

Ante esta triste realidad en la que nos encontramos hoy, tenemos que ser humildes y responsables para adoptar aquellas medidas necesarias para mantener la salud de la mayor parte de la población mundial. El pánico, la histeria colectiva, el acopio innecesario de provisiones, la ansiedad, el egoísmo, la creación de hipótesis conspiratorias, etc., no mejoran la situación. Más bien la empeoran. Los cristianos debemos seguir confiando en el Creador del cosmos, que es también el de todos los virus, moléculas y átomos que hay en el mismo. Tenemos que ser sabios, pacientes y no perder la esperanza en su inmenso amor hacia el ser humano. Nuestra vida no depende de ningún virus maligno sino únicamente de Dios. Tal como escribió el profeta Isaías:

“No llaméis conspiración a todas las cosas que este pueblo llama conspiración; ni temáis lo que ellos temen, ni tengáis miedo. Al Señor todopoderoso, a él santificad; sea él vuestro temor, y él sea vuestro miedo.” (Is. 8:12-13).

Recursos adicionales:


Soli Deo Gloria


domingo, 12 de enero de 2020

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De las Sagradas Escrituras

De las Sagradas Escrituras (Bibliología) Cap. 1, Párr. 1

¿Qué enseña la Biblia misma acerca de la Palabra de Dios? ¿Qué libros están contenidos en la Biblia? ¿Son los libros apócrifos inspirados en Dios y autorizados? ¿Quién hizo autoritaria la Biblia? ¿Qué es Sola Scriptura? ¿Qué significa que la Escritura es inerrante e infalible? ¿Es suficiente la Escritura? ¿Qué significa que la Escritura está inspirada? ¿Son los credos y las confesiones superiores o subordinados a las Escrituras? En este capítulo, exploraremos la visión bíblica de la Palabra de Dios.

La Sagrada Escritura es la única regla suficiente, segura e infalible

1. Las Sagradas Escrituras constituyen la única regla suficiente, segura e infalible de todo conocimiento, fe y obediencia salvadores1. Aunque la luz de la naturaleza y las obras de la creación y de la providencia manifiestan de tal manera la bondad, sabiduría y poder de Dios que dejan a los hombres sin excusa2, no obstante, no son suficientes para dar el conocimiento de Dios y de su voluntad que es necesario para la salvación3. Por lo tanto, agradó al Señor, en distintas épocas y de diversas maneras, revelarse a sí mismo y declarar su voluntad a su iglesia4; y posteriormente, para preservar y propagar mejor la verdad y para un establecimiento y consuelo más seguros de la iglesia contra la corrupción de la carne y la malicia de Satanás y del mundo, le agradó poner por escrito esa revelación en su totalidad, lo cual hace a las Santas Escrituras muy necesarias5, habiendo cesado ya las maneras anteriores por las cuales Dios revelaba su voluntad a su pueblo6.
1. 2 Ti. 3:15-17; Is. 8:20; Lc. 16:29,31; Ef. 2:20.
2. Ro. 1:19-21,32; Ro. 2:12a,14,15; Sal. 19:1-3.
3. Sal. 19:1-3 con vv. 7-11; Ro. 1:19-21; 2:12a,14,15 con 1:16,17 y 3:21.
4. He. 1:1,2a.
5. Pr. 22:19-21; Lc. 1:1-4; 2 P. 1:12-15; 3:1; Dt. 17:18ss.; 31:9ss., 19ss.; 1 Co. 15:1;2 Ts. 2:1,2,15; 3:17; Ro. 1:8-15; Gá. 4:20; 6:11; 1 Ti. 3:14ss.; Ap. 1:9,19; 2:1, etc.; Ro. 15:4; 2 P. 1:19-21.
6. He. 1:1,2a; Hch. 1:21,22; 1 Co. 9:1; 15:7,8; Ef. 2:20

La Confesión comienza con la autoridad de la Biblia porque la Confesión está destinada a ser una interpretación de la Biblia. Por lo tanto, debe comenzar con su posición en la Biblia. La Confesión busca ser fiel a la Biblia en lo que confirma y, por lo tanto, es más apropiado comenzar declarando su posición en la Biblia. Creo que es apropiado, aunque puede ser extraño que la Confesión comience con la Biblia en lugar de con Dios. Pero ese es el caso porque la presentación de Dios en la Confesión se extrae de las Escrituras y por eso fue necesario que la Confesión declarara lo que cree sobre la Biblia antes de sumergirse en temas cuya creencia se basa sobre todo en las Escrituras. Según la Confesión, la Escritura es suficiente, segura e infalible. Es todo lo que necesitamos en esta vida para tener piedad y conocer la voluntad de Dios. No necesitamos revelaciones adicionales cuando tenemos Su Palabra pura y suficiente en nuestras manos.

La Sagrada Escritura, en sus 66 libros del Antiguo y Nuevo Testamento, es "suficiente, segura e infalible". Esto significa que la Escritura es suficiente; verdadero y seguro; y no puede errar. ¿Cuál es el alcance de esta suficiencia, certeza e infalibilidad? La Confesión dice que la Escritura es la única "regla suficiente, segura e infalible de todo conocimiento, fe y obediencia salvadore". La Sagrada Escritura se da como una línea de medida y un estándar. Es un estándar de estándares. Hay otras normas y reglas además de la Biblia, pero solo la Biblia   es la "regla suficiente, segura e infalible". La Biblia es la norma y la regla para probar todo lo demás.

Revelación general y la necesidad de las Escrituras

El párrafo 1 luego se mueve para hablar sobre la insuficiencia de la revelación general para la salvación. La "luz de la naturaleza y las obras de creación y de la providencia" demuestran que existe un Dios poderoso que es el Creador de todo. Sin embargo, este conocimiento no es suficiente para salvar. Aunque es suficiente dejar a los hombres inexcusables. Este es básicamente el argumento de Pablo en Romanos 1: 18-32. Los hombres conocen al Dios que existe debido a la creación que pueden observar y porque Dios se les ha revelado. Tan clara es esta revelación que cuando se presenten ante el Dios tres veces santo serán encontrados "sin excusa" Romanos 1:20. La revelación general condena. Si queremos ser salvos, necesitamos algo más que revelación general. Porque la revelación general es insuficiente para salvar ("Por lo tanto”), el Señor se reveló especialmente a sí mismo y su voluntad a su iglesia. Esto es lo que los teólogos llaman revelación especial. Esta revelación de Dios es para su pueblo, la iglesia y se refiere a sí mismo y a su voluntad.  La escritura es la revelación de Dios. 1 Samuel 3:21 es un pasaje interesante donde se dice que “el Señor se reveló a Samuel en Silo por la palabra del Señor”. La revelación del Señor sucedió por la palabra del Señor. Cuando Dios revela su Palabra y nos habla a través de la Biblia, no solo nos revela esto acerca de nosotros y de sí mismo, sino que se revela a sí mismo. para nosotros. 1 Timoteo 3:16 describe la Biblia como el aliento de Dios. La Palabra de Dios es personal para Dios y lo revela y es siempre segura, ya que el Autor de ella es verdadera y cierta.

Esta parte habla sobre la revelación de la Palabra de Dios. La siguiente parte habla sobre la inspiración de la Palabra de Dios. Este es el proceso por el cual la Palabra de Dios se escribe para ser preservada para las próximas generaciones. Esto fue para bendecir a la iglesia contra la corrupción de la carne y la malicia de Satanás y del mundo para que tuviéramos la Palabra de Dios segura e infalible. No tendríamos que tratar de recordar lo que Dios dijo cuándo pudiéramos leer la Palabra inspirada en la Biblia. Además, esto también establece la veracidad de la Palabra de Dios. La Palabra de Dios es veraz, aunque sus interpretaciones pueden diferir entre los hombres. Esta revelación de Dios y su voluntad es muy necesaria para saber quién es el Dios verdadero y conocer el camino de salvación. Esto también se debe a que las formas anteriores de que Dios revelara su voluntad ahora han cesado. Dios ya no da su Palabra y ordena que se escriba. La revelación de Dios es completa y es suficiente para que vivamos vidas piadosas y obedientes ante su rostro.

Al observar la Creación, percibimos que debe haber un Creador poderoso que haya creado todas estas cosas y las haya creado. Mirando en nuestros corazones, vemos que nuestra conciencia nos condena y que hay una ley que dicta lo que está bien y lo que está mal. Mirando la belleza del mundo, es más razonable para nosotros concluir que debe haber un Diseñador increíble de este mundo. Esto es lo que llamamos revelación general. Esta es la revelación de Dios que está disponible para todos. Esta revelación, dice la Confesión, "manifiestan la bondad, la sabiduría y el poder de Dios", pero no es perfecta. El propósito de la revelación general es condenar y dejar a los hombres inexcusables por su rebelión contra el Dios a quien conocen. El apóstol Pablo deja muy claro en Romanos 1: 18ff que todas las personas conocen al Dios verdadero, pero mantienen la verdad, suprimiéndolo y eligiendo más bien creer la mentira. Él dice que el mundo creado da testimonio del hecho de que hay un Creador que se les ha revelado. Dios se revela en la creación. Pero como vivimos en un mundo caído, esta revelación de Dios está distorsionada, de ahí la necesidad de una revelación verbal y especial. Al observar la belleza del mundo y las cosas maravillosas de la naturaleza, no podemos deducir que Dios es un Ser Triuno que existe como Padre, Hijo y Espíritu. Tampoco podemos deducir que tenemos que creer en el Señor Jesús para ser salvos de la ira de Dios. Tampoco podemos tener una idea de su amor especial por su pueblo. Por estas cosas, la revelación general se queda corta. Es capaz de condenar a los hombres y dejarlos sin excusa (Rom. 1:20), pero no es capaz de señalarles el camino de la salvación.

Revelación especial redentora

La revelación de Dios de sí mismo vino en palabras después de la Caída de Adán y Eva, y continuó con Noé, Abraham y los otros santos de la antigüedad. Ciertamente, la gente conocía al Dios verdadero en esos tiempos, solo piense en Melquisedec, quien era un sumo sacerdote del Dios Altísimo que vino a Abraham. Por lo tanto, debe haber habido algún tipo de revelación especial de Dios. Cuando hablamos de revelación especial, nos referimos a la revelación de Dios en palabras y visiones a su pueblo, como en la Biblia. La revelación especial es necesaria para la salvación, pero la Biblia no es necesaria para la salvación. Déjame aclarar. Nadie se ha salvado a través de la revelación general solo por ese poder que no tiene. La revelación general tiene la capacidad de condenar, pero no de salvar. Por otro lado, cada alma (más allá de la edad de la infancia o discapacidad) que se ha salvado, se ha salvado debido a la revelación especial de Dios. El mensaje del Evangelio les llegó, incluso si no habían leído la Biblia. En la Biblia, tenemos la revelación especial completa de Dios, que Dios quería que su pueblo poseyera. Pero el conocimiento o la posesión de esa revelación especial completa no es necesaria para la salvación. Lo que es necesario es el conocimiento y la recepción del Evangelio de Jesucristo. Por lo tanto, cuando hablamos de la necesidad de las Escrituras, no queremos decir que no pueda ser salvo si no ha leído la Biblia, o no puede ser salvo sin la Biblia. Más bien, lo que queremos decir es que esa revelación especial, que es la Biblia, es necesaria para la salvación debido a la condición del hombre caído en un mundo caído. En Romanos 10:13-15, Pablo explica la necesidad de una revelación especial para la salvación. Él dice: Romanos 10: 13-15 Porque "todos los que invoquen el nombre del Señor serán salvos". ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Y cómo van a creer en aquel de quien nunca han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo van a predicar a menos que sean enviados? Como está escrito, "¡Qué hermosos son los pies de quienes predican las buenas nuevas!"

El llamado es que todos reciban e invoquen al Señor Cristo. Pero, pregunta el Apóstol, ¿cómo van a invocar al Señor Cristo si nunca han oído hablar de Él? Por lo tanto, Pablo muestra la necesidad de la misión del Evangelio y la predicación del Evangelio a todos, para que puedan salvarse invocando el nombre del Señor Cristo, que está dispuesto y puede salvar a todos los que vienen a Él. Hubiera sido muy fácil para el Apóstol afirmar que aquellos que no han oído hablar del Evangelio no están condenados. Pero tal idea habría estado en contradicción con lo que dijo en el capítulo 1 de la misma epístola. Por lo tanto, el llamado a predicar el Evangelio es aún más necesario y aumentada a la luz del hecho de que 1) están bajo la ira de Dios y sin una excusa, y 2) la única forma de salvación es mediante la invocación del nombre del Señor. De este modo, se establece la necesidad de una revelación especial, que es la Escritura en nuestras manos hoy. Debemos predicar el Evangelio, que se revela en las Escrituras, para que las personas sean salvas. Ese es el poder de Dios para salvación (Rom. 1:16).

Más allá del tema de la necesidad de una revelación especial, la Escritura es necesaria para nuestro crecimiento espiritual. Necesitamos una revelación especial para conocer la voluntad de Dios con mayor certeza y claridad. Ciertamente, conocemos la ley de Dios en virtud de que fuimos creados en imagen y semejanza a Él, y, por lo tanto, sabemos algunas cosas sobre la voluntad de Dios y lo correcto y lo incorrecto. Pero como señalamos anteriormente, al igual que la revelación general se ha corrompido a través de la Caída, también nuestra percepción de la ley moral está corrompida y no está clara. Por lo tanto, le agradó a Dios revelarnos su ley perfecta en la Biblia con palabras, para que su pueblo supiera más claramente lo que dijo y lo que quiso decir. La Escritura es necesaria para nosotros como cristianos porque es nuestro alimento espiritual. Nuestro Maestro, como Dios-Hombre, en repetidas ocasiones apelaba y confiaba en las Escrituras, ¿cuánto más deberíamos? Cuando tentado por Satanás, el Señor dijo: Mateo 4: 4 Pero él respondió: "Está escrito:" 'El hombre no vivirá solo de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios' ". Note que incluso al defender la necesidad y la autoridad de la Escritura, el Señor Cristo apela a la Escritura (Deut. 8: 3). Realmente no vivimos solo de pan y alimentos físicos, sino que debemos vivir de acuerdo con cada palabra de Dios. Observe cómo se describe aquí la Escritura. Se dice que es "palabra [s] que viene de la boca de Dios". Tiene su origen con el Dios del mundo y es Él quien nos habla por boca. Debemos alimentarnos y vivir de esta Palabra. El Señor dice que debemos deleitarnos en la Palabra, lo que implica que la leemos y la estudiamos y que debe ser como el pan para nosotros, la comida de todos los días. Debemos leer y estudiar las Escrituras diariamente para crecer en nuestra fe y en nuestra relación con Dios.

En 1 Pedro 1: 23-2: 2, el apóstol Pedro habla de la "imperecedera ... [y] ... la palabra viva y permanente de Dios" (v. 23), que "permanece para siempre" (v. 25; cf. Isa. 40: 8) y que es "la buena noticia que se te predicó" (v. 25). Continúa en el capítulo 2 para hablar de nosotros como "bebés recién nacidos" que "anhelan la leche espiritual pura" (2: 2), que es la palabra del Señor sobre la cual está escribiendo. Al igual que los recién nacidos no pueden sobrevivir sin la leche de sus madres, de la misma manera, los cristianos dependen de la Palabra de Dios.
El tema de la mediación y el deleite del salmista es "la ley del Señor" (Sal. 1:2). Ocasionalmente no piensa en la Palabra de Dios, sino que "medita día y noche" en la Palabra de Dios. Es una parte esencial de su vida. Es la luz en la que camina (Salmo 119: 105). Él almacena la Palabra de Dios en su corazón y tiene el deseo de aprender más de Dios (Salmo 119: 11-12, 18, 20). Su deleite está en la Palabra de Dios (Salmo 119: 16) y en ella medita (Salmo 119: 15, 23, 27, 48, 78, 148). Y así sigue el 119º Salmo alabando a Dios por darnos su Ley y su Palabra como guía y autorrevelación. Un cristiano no puede estar espiritualmente saludable sin la Palabra de Dios.

Aunque la revelación general revela que hay un Dios, no es suficiente para salvarnos. La revelación general condena. Es por eso que la revelación especial es necesaria para la salvación y la revelación especial inscrita en la Sagrada Escritura es necesaria para el discipulado cristiano y el crecimiento espiritual.

La Escritura es la auto-revelación de Dios

La Escritura es la Palabra de Dios, que es nuestro estándar supremo en todos los asuntos. Es la autorrevelación de Dios para nosotros. Es de confiar, apreciar, estudiar y obedecer. En las Escrituras, tenemos al Dios del Universo que nos habla en palabras humanas, para que podamos entenderlo. Hay un pasaje muy interesante en 1 Samuel 3 que dice:
"Y el SEÑOR volvió a aparecer en Silo, porque el SEÑOR se reveló a Samuel en Silo por la palabra del SEÑOR." 1 Samuel 3:21 
Note cómo aquí Yahweh el Señor se reveló y se reveló a sí mismo, por su palabra. Dios se reveló a Samuel, que todavía no conocía al Señor (1 Samuel 3: 7), por su palabra. Dios se reveló de manera salvadora a Samuel por una Autorrevelación. La palabra que el SEÑOR habló a Samuel fue una revelación de sí mismo. Era el Señor de toda la tierra hablando a un hombre en lenguaje humano para que lo entendiera. Dios condesciende para revelarse en lenguaje humano a los miserables pecadores. ¡Qué gracia tan asombrosa! Lo que tenemos en las Escrituras, que es "la palabra del Señor", es, de hecho, la revelación y revelación de Dios mismo. Nos revela cosas sobre su carácter, sus promesas, sus planes, sus juicios, su pueblo, etc. Es Dios mismo quien hace esta condescendencia para revelarnos su gloria en la revelación verbal. Le agradó al Señor no restringir esta revelación de sí mismo a las personas o naciones que dio originalmente, sino comprometerlas a escribir para las generaciones futuras. Incluso en cosas que ya no son aplicables a los cristianos (por ejemplo, la ley ceremonial, la ley civil) o las profecías que ya se cumplen, vemos una autorrevelación de la santidad de Dios, el cumplimiento del pacto y la naturaleza de la promesa. Como la Escritura es su Palabra, lo tenemos hablando y revelándose a nosotros.

En 2 Timoteo 3:16 , Pablo le escribe a Timoteo que "Toda la Escritura es exhalada por Dios", θεόπνευστος (Theopneustos,). La palabra se combina de las dos palabras para Dios y para aliento o espíritu., de ahí la traducción "exhalado por Dios" o "inspirado por Dios". La idea aquí es que la Escritura es la revelación de Dios y es dada por su boca. Toda la Escritura tiene esa naturaleza de Dios que nos habla. Es el aliento de su boca. Cuando ponemos nuestras manos delante de la boca mientras hablamos, no podemos dejar de sentir nuestra respiración. Esa es la misma forma en que se describe la Escritura en relación con Dios. Es el aliento de Dios, es la Palabra de Dios hablada de su boca. Esto no significa que cada Palabra de la Biblia sea dictada, sino que el resultado de todo lo que está en la Biblia es exactamente lo que Dios quería tener allí y es inspirado por Dios. La Biblia como (auto) revelación está estrechamente relacionada con su autoridad.
Soli Deo Gloria