miércoles, 4 de octubre de 2017

¿Creced? - IGLESIA

"Antes bien creced en la gracia, y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo." (2 Pedro 3:18)

El cristiano es una persona con una vida en desarrollo. La inflexibilidad de la vida cristiana no es la rigidez de la muerte. El cristiano tiene que experimentar diariamente la maravilla de la gracia, y crecer diariamente en los dones que esa gracia puede producir; y debe penetrar diariamente más y más en la maravilla que es Jesucristo. Un gran edificio tiene que tener un fundamento firme y sólido para elevarse en el aire; y sólo cuando tiene raíces profundas puede un gran árbol remontarse con sus ramas hacia el cielo. La vida cristiana es al mismo tiempo una vida con un fundamento firme y con un crecimiento constante hacia fuera y hacia arriba.

Todos recordamos haber escuchado esas palabras en algún momento de nuestra infancia, “tienes que crecer” ¿no? Hemos superado a los años la edad y nuestra infancia quedo atrás y hemos llegado a ser maduros, adultos responsables.

Hoy llevando esta advertencia a la vida espiritual de crecer ha sido singularmente descuidada en lugar de seguir "creciendo" esto debe ser tanto el enfoque supremo como el resultado natural de nuestra participación en la iglesia donde congrego.

La iglesia moderna ha hecho la infancia perpetua en cosas espirituales, no sólo una realidad trágica, sino que ha abrazado y exaltado positivamente la condición a un lugar de honor. La mayoría de las iglesias (para usar el término en su contexto social en lugar de estrictamente bíblico) en nuestros días ya no buscan el crecimiento en fe de aquellos a quienes están bajo su cuidado, sino que se contentan con ofrecer una desconcertante gama de programas y actividades diseñadas para mantener a sus miembros en movimientos o actividades seguidas (teatros, títeres, mimos, coreografías de danza mezclada con  música “cristiana”, vestirse de cualquier otra con tal de tener a la gente ocupada).

En este tipo (modelo) de iglesia, la doctrina y la verdad se vuelven secundarias y, en algunos casos, directamente en desacuerdo en la vida de la iglesia de nuestros días modernos. Consideremos algunos ejemplos ...

Presunción dentro contextos se ve "programas" dentro de la comunidad. Un poco de investigación muestra por ejemplo programas tales como entretenimiento musical, una cafetería en el sitio, un programa de deportes integral, y una página web para adultos jóvenes que incluye una variedad de videojuegos en línea para la diversión, espectáculo de luces … y la pregunta para ellos es simplemente donde quedo  predicarles las demandas Evangelio para una madurez de los creyentes.

Hoy se ha sustituido la diversión por la enseñanza y el entretenimiento por declarar todo el consejo de Dios. ¿Es de extrañar que los miembros de estas "organizaciones religiosas" estén sufriendo de hambre espiritual? Como lo dijo un pastor (y esto fue hace más de treinta años), las iglesias se han convertido en el club campesino del pobre, donde por una cuota de membresía extremadamente nominal puede disfrutar de todo tipo de agradables pasatiempos y recreaciones.

No debemos sorprendernos, pues, de que la mayoría de los miembros de la iglesia de nuestros días no puedan definir ni siquiera las doctrinas básicas de la fe ni defenderlas en presencia de la oposición. Tampoco debemos rascarnos la cabeza cuando grandes multitudes dejan a estas "iglesias" para afiliarse con una herejía flagrante en forma de Testigo de Jehová, Mormón, o un sinnúmero de otros falsos profetas. No se les ha enseñado la verdad, se han dejado infantes espirituales, no es de extrañar entonces que tantos pronto se marchitan como la planta que fue quemada por el sol en la parábola del sembrador que nuestro Señor enseño.

Cuán diferente es esto de la descripción de los creyentes, y de la iglesia como un cuerpo, dada a nosotros en la Escritura. Mientras todos entramos en el reino como niños, naciendo de nuevo (para usar la descripción de nuestro Señor de Juan capítulo tres), no hay elogio en la Palabra de Dios por permanecer inmaduros en asuntos espirituales. La constante exhortación de la Escritura a los creyentes es, para usar nuestras palabras iniciales, "¡Crecer!". Así como manifestamos la vida natural por la salud física y el crecimiento, mostramos la vida espiritual mediante un crecimiento sano en las cosas de Dios.

¿Qué dice la Escritura?

“Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, a la condición de un hombre maduro, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños, sacudidos por las olas y llevados de aquí para allá por todo viento de doctrina, por la astucia de sino que hablando la verdad en amor, crezcamos en todos los aspectos en aquel que es la cabeza, es decir, Cristo " Efesios 4: 13-15.

"Antes bien creced en la gracia, y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo." 2 Pedro 3:18

E incluso el apóstol Pedro, hablando de los creyentes usando la metáfora de la infancia, nos instruye que debemos "Como bebés recién nacidos, desear la leche sincera de la palabra ..." ¿Pero por qué? Por esta misma razón - "para que crezcáis por medio de ello" 1 Pedro 2: 2. El crecimiento espiritual y la madurez son esperados y requerido de aquellos a quienes Dios ha dado nuevo nacimiento.

Esto no es más que una pequeña muestra de todo lo que la Palabra de Dios tiene que decir sobre el tema de que los cristianos lleguen a madurar en la fe. Usted ve, la Biblia no sabe nada de los santos en una condición de infancia interminable. O estamos creciendo  en nuestro entendimiento, nuestros afectos, y nuestro deseo de cosas espirituales  o la alternativa ineludible es que estamos muriendo. Y esa es la triste descripción de un gran número de personas que son alimentadas con una dieta constante de la "comida para bebés" que son actividades y entretenimientos de nuestros días. Tales cosas hacen a los cristianos débiles, enfermizos, infantiles (si son realmente cristianos en absoluto) y bien podemos preguntar cuál será la condena pronunciada por el Señor en ese día sobre los promotores y proveedores de estas cosas cuando Él haga el juicio sobre todas las obras de los hombres.

Nos podemos preguntar y temblar con razón ...

Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados… (Apocalipsis 18:4)
Soli Deo Gloria



sábado, 30 de septiembre de 2017

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Por qué debemos leer a los Puritanos?

El libro de La Espiritualidad Puritana y Reformada,  tras una lectura  el Dr. Joel R. Beeke muestra en la vida de los puritanos en sus vidas personales una teología en llamas de los cuales hoy podemos aprender lecciones espirituales. Estos hombres aún hoy son citados y mencionados en las confesiones de fe y en pulpitos dejándonos un legado. Un texto de historia, teología sistemática y práctica, biografía y apologética todo en uno: un ejemplo de las vidas de los puritanos en el contexto de la historia, doctrina y práctica de la Iglesia.

Cuando comencé a leer literatura reformada, en varios libros se decía que existe la necesidad de ir a las fuentes, de escudriñar y descubrir nuestra historia como creyentes en Cristo Jesús. Bueno, fui uno de los que por la providencia de Dios llegué a descubrir una teología cubierta de piedad y fuego, ese fuego que no se encuentra en la ortodoxia muerta o, mejor dicho, en el academicismo que profesa ser la cúspide de la razón pero que no mueve un solo musculo del corazón por vivir en piedad.

En mi búsqueda llegué a los Puritanos de los cuales: John Owen, Thomas Watson, William Ames y otros, me dieron una perspectiva más clara y contundente de lo que es vivir para la gloria de Dios. Hoy más que nunca es necesario mirar al pasado y escarbar en una teología que se ha olvidado. Por esto deseo escribir y mostrar el pensamiento de algunos siervos de Dios, los llamados “Puritanos”.

Los puritanos, según Dr. Martyn Lloyd Jones, “empezaron a pensar que la Reforma en Inglaterra había sido incompleta, y que no bastaba con cambiar la doctrina y librarse de la falsa enseñanza católica romana. Había que reformar hasta sus últimas consecuencias: también en el terreno de la práctica. Surgió la opinión de que la Reforma se había quedado corta. Estas es, indudablemente, la nota más esencial y característica del puritanismo: el sentimiento de que no se había llegado lo suficientemente lejos reformando”.

Puritanismo una pequeña introducción

Originalmente, el termino Puritano fue peyorativo. Como Leonard Trinterud dice: “A lo largo del siglo dieciséis fue usado más a menudo como un adjetivo menospreciador que como un nombre sustantivo, y fue rechazado como difamatoria en cualquier lugar que fuese aplicado”.

Los primeros puritanos eran hombres que no podían aceptar que la obra estuviera ya completa ni descansar satisfechos con ella en su imperfección. Deseaban hacer a la Iglesia un instrumento tan perfecto como fuera posible para la promoción de la verdadera religión y por tanto rechazaban completamente todo lo que tolerara el error y la superstición católica. No ponían objeciones a la relación de la Iglesia con el Estado o a algún control por las autoridades civiles. Se sometieron a las regulaciones que tales autoridades aprobaban, pero, ya sea consistente o inconsistentemente, resistieron aquellas que les parecía inapropiadas o contrarias a los intereses de la verdad protestante. No actuaron solo o principalmente, como a veces se les ha acusado, por hostilidad al gobierno eclesiástico de los obispos, sino por la intensa convicción de que la jerarquía, tal como era y parecía que iba a quedar siendo, era destructiva para la pureza de la verdadera religión.

Las Escrituras fueron la pieza central del pensamiento y vida de los puritanos. El puritanismo fue, por sobre todas las cosas, un movimiento bíblico. Para los puritanos la Biblia era en verdad la posesión más preciosa que el mundo podría permitirse. Su convicción más profunda era que la reverencia a Dios significaba reverencia por las Escrituras, servir a Dios significa obediencia a las Escrituras. Por lo tanto, para su mente no podría darse un insulto mayor al Creador que rechazar su palabra escrita y, por el contrario, no podría haber un acto de reverencia más elevado que apreciarla, estudiarla con detenimiento y luego vivirla y enseñarla a otros. La intensa veneración por las Escrituras como la palabra viva del Dios viviente y un devoto interés por conocer y hacer todo lo que prescriben, fue el distintivo sobresaliente del puritanismo.

La Meditación

La mayoría de nosotros no estamos acostumbrados a temas como estos, no se nos enseñó sobre la “Meditación” en la Palabra de Dios, algo que debería ser una práctica normal dentro de la cristiandad: “Alzaré asimismo mis manos a tus mandamientos que amé, y meditaré en tus estatutos” (Sal. 119:48). Y debido a esto, existe un obstáculo para el crecimiento de los cristianos de hoy, y es la falta de cultivación del conocimiento espiritual. Somos faltos en dar el tiempo suficiente a la oración y la lectura de la Biblia, y hemos abandonado la práctica de la meditación.

Los puritanos jamás se cansaron de decir que la meditación bíblica implica pensar en el Dios trino y su Palabra. Anclando la meditación en la Palabra viva, Jesucristo, y en la Palabra escrita, la Biblia, los puritanos se distanciaron del tipo de espiritualidad falaz o misticismo que acentúa la contemplación a expensas de la acción, y acude a la imaginación a expensas del contenido bíblico. No se debe evitar este tema, aunque parezca innecesario a primera vista, somos llamados a meditar en Su Palabra de día y de noche, pero no solo elevar la razón a tan altos preceptos sin que éstos produzcan transformación en la totalidad de nuestra vida. Thomas Watson definió la meditación como “un santo ejercicio de la mente por el que traemos a la memoria las verdades de Dios y, con seriedad, reflexionamos sobre ellas y nos las aplicamos.

La Biblia habla a menudo de la meditación: “Sean avergonzados los soberbios, porque sin causa me han calumniado; pero yo meditaré en tus mandamientos” (Sal. 119:78); “Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche” (Sal. 1:1-2). La meditación era un deber diario que potenciaba todos los demás deberes de la vida cristiana del puritano. Así como el aceite lubrica un motor, la meditación facilita el diligente uso de los medios de gracia (la lectura de la Escritura, la audición de sermones, la oración y todas las demás ordenanzas de Cristo), acentúa las marcas de la gracia (arrepentimiento, fe, humildad) y fortalece las relaciones con los demás (amor a Dios, a los otros cristianos, al prójimo en general).

Edmund Calamy escribió: “La verdadera meditación es cuando un hombre medita en Cristo de tal manera que logra que su corazón se inflame del amor de Cristo; medita en las verdades de Dios de tal manera que se transforma en ellas; y medita en el pecado de tal manera que logra que su corazón aborrezca el pecado”.

Lamentablemente muchos se equivocan al pensar que el estudiar teología sólo trata de afirmaciones acerca de Dios, y debido a esto, el academicismo los ha llevado a tener vidas frías y alejadas de lo que ellos mismos profesan. La meditación sobre estas verdades teológicas debería llevarlos a que la totalidad de su corazón se dirija al único y santo Dios digno de gloria y alabanza, pero ellos, lamentablemente, desconocen que la teología es más bien el conocimiento de cómo vivir para Dios. Por esto es necesario el estudio y compresión de estas prácticas. La meditación puritana era más que un particular medio de gracia. Era un método comprensivo de devoción puritana –un arte bíblico, doctrinal, experimental y práctico-. William Bridge dijo: “La meditación es la aplicación vehemente o intensa del alma a alguna cosa, sobre la que la mente del hombre reflexiona, se detiene y se aferra, para su propio provecho y beneficio” que, a su vez, conduce a la gloria de Dios.

La Santificación

“La santificación no es una forma muerta, sino que está inflamada de celo. Decimos que el agua está caliente cuando lo está en tercer o cuarto grado; así aquel cuya religión ha alcanzado cierto punto de calor, y cuyo corazón hierve de amor hacia Dios, es santo” (Thomas Watson).

La santidad es un sustantivo que guarda relación con el adjetivo santo y el verbo santificar, lo cual quiere decir para “hacer santo”. En ambos lenguajes bíblicos, el hebreo y el griego, santo significa separado y apartado para Dios. Para el cristiano, apartarse significa, negativamente separado del pecado, y positivamente, consagrado o dedicado para Dios y conformado para Cristo.

Para el puritano la santificación es hermosa; hace que Dios y los ángeles se enamoren de nosotros: “La hermosura de la santidad” (Sal. 110:3). La santificación es para el alma lo que el sol es para el mundo: la embellece y la adorna a los ojos de Dios. La importancia de la santificación en el creyente para un puritano tenía que ver directamente con la justificación, ya que de ella se manifiestan consecuencias, por así decirlo, que son vistas en un creyente verdadero. Para ellos es un cambio real en el hombre de la miseria del pecado a la pureza de la imagen de Dios.

“Más ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna” (Romanos 6:22). Para los puritanos, puesto que ha habido tales intervenciones divinas en nuestras vidas estamos obligados a vivir de una manera que refleje ese milagro interno. Martyn Lloyd Jones escribe: “Habiéndosenos liberado del pecado y hechos esclavos de Dios, vivimos una vida de santidad y experimentamos cada vez más la semejanza con Cristo, dando fruto que confirme nuestra fe a medida que maduramos y avanzamos en la vida cristiana. Más y más fruto para Dios y una santidad creciente, en vez de ¡pecado desenfrenado porque no estamos bajo la ley sino bajo la gracia que siempre sobreabunda!”.

Como vemos la búsqueda de la santidad es bíblica, y los puritanos en un sano deseo de agradar a Dios hacían el llamado a la santificación como algo necesario a partir del fruto de una verdadera conversión, lo cual llevaba a la auto examinación que es vital en la vida del creyente. Juan Calvino escribió: “Si no somos demasiado necios estas cosas deben producir en nosotros odio y horror al pecado, y amor y deseo de justicia”.

El pensamiento puritano creía que la verdadera fe se manifiesta en obediencia y santificación con respecto a la verdad revelada de Dios en su santa Palabra, como algo natural que fluye de una nueva criatura. John Owen escribe: “La manera por la cual la verdadera fe se manifiesta en las almas y en las conciencias de los creyentes, en su apoyo y consuelo en todos sus conflictos con el pecado, en todas sus pruebas y tentaciones, es una constante aprobación de la revelación de la voluntad de Dios en La Escritura concerniente a nuestra santidad, y la obediencia a ella que él requiere de nosotros. La fe nunca renunciará a esto, cualesquiera que sean las pruebas que pueda sufrir, cualquiera que sea la oscuridad en que pueda caer la mente. Se ajustará a esto en todas las extremidades”.

La santificación solo es aprobada y deseada por aquel que ha sido realmente traído de las tinieblas a la Luz, porque él se deleita en la ley de su Señor y busca agradar a su amado Salvador, por el contrario, el impío no se sujetará a las demandas de Dios, ni puede hacerlo. John Owen escribe: “Ningún hombre, sin la luz de la fe salvadora, puede aprobar constantemente y universalmente la revelación de la voluntad de Dios, en cuanto a nuestra santidad y obediencia”.

La santificación, como vemos, fluye de un verdadero hijo de Dios. Somos llamados a vivir para la gloria de Dios, y cuando nos referimos a este tema, la santificación toca cada área de nuestras vidas llevándonos a ser imagen de nuestro amado Salvador Jesucristo. Por esto, es urgente examinarnos y ver cuál sea nuestro andar en esta vida, con esto no estoy negando nuestra libertad en Cristo, pero es terrible, y debería serlo, cuando esa libertad se vuelve en libertinaje.

Para terminar, John Owen escribe: “Como la santidad reside en los creyentes, es un principio permanente de vida espiritual, de luz, de amor y de poder, que actúa en toda el alma y en todas las facultades de la mente, permitiéndoles aferrarse a Dios con propósito de corazón y vivir para él en todos los actos y deberes de la vida espiritual. Esto es lo que el Espíritu Santo es “en ellos un pozo de agua, que salte para vida eterna” (Juan 4:14).

Confesionalidad

Para la mayoría el Puritanismo es un término “nuevo” y extraño, y cuando digo mayoría, hablo de la línea “reformada” en el presente, que desconoce nuestras raíces. Existe una crítica apresurada y despiadada con respecto a estos hombres piadosos, y muchas veces somos guiados por caricaturas fuertemente marcadas por el liberalismo teológico que se ve en peligro ante una Ortodoxia que va de la mano con la Ortopatía.

Los Puritanos eran confesionales, es más, dentro de aquellos 121 teólogos que se reunieron para confeccionar la Confesión de fe de Westminster habían Puritanos: 
“El 1º de julio de 1643 la Asamblea se reunió en la capilla del Rey Enrique VIII. Sin embargo, según comenta Warfield, debido a la llegada de un otoño muy frío, el 12 de octubre de 1643 el lugar de reuniones fue transferido a una sala más cómoda, llamada «sala Jerusalén». Aquí se llevó a cabo todo el trabajo de la Asamblea de teólogos (Warfield 1991, 3). Para seleccionar los miembros de la Asamblea se procedió de la siguiente manera: dos de cada condado inglés, uno de cada condado de Gales, dos de las Islas del Canal de la Mancha, uno de cada universidad, y cuatro de Londres. En total se reunieron 121 teólogos (Warfield 1991, 11-12). La Iglesia de Escocia envió 8 delegados: Robert Douglas, Alexander Henderson, Robert Baillie, el conde de Cassilis y el Lord de Matiland (del partido puritano), y Samuel Rutherford, George Gillespie y Archibald Johnston of Wariston (del partido del viejo orden eclesial) (Warfield 1991, 30, nota 58; Hetherington 1991, 126)”.

Según Martyn Lloyd Jones, Knox es el fundador del Puritanismo porque exhibe con enorme claridad los principios que seguían a los Puritanos y entre los cuales se encuentra, primeramente y ante todo, la suprema autoridad de las Escrituras como Palabra de Dios. Este mismo hombre del cual se habla, debido a su constante predicación de la Palabra de Dios nacieron grandes grupos de cristianos cuya fe estaba fundada en la Palabra de Dios, quienes a su vez constituyeron la base para dar nacimiento a la Iglesia Presbiteriana de Escocia en 1560. Dicha iglesia elaboró su propia confesión de fe denominada La confesión de fe de los escoceses, la cual fue reconocida por el Parlamento escocés en el año 1657.
Como vemos, la estructura confesional estaba arraigada en el pensamiento Puritano, es más, nuestra confesión está confeccionada por hombres piadosos que buscaban aplicar la Palabra de Dios a sus propias vidas y, por supuesto, en todas las esferas de la vida cristiana, no por nada naciones completas fueron impactadas por una predicación coherente con la doctrina, pero mucho más abundante en la piedad y la llenura del Espíritu Santo.

Thomas Watson, un teólogo Puritano, publicó una serie de libros acerca de temas prácticos, y de una naturaleza provechosa, pero su obra principal fue un tratado de Teología, en 176 sermones, acerca del Catecismo de la Asamblea de Westminster, que no apareció hasta después de su muerte. Se publicó en un libro en folio en 1692… Durante muchos años este libro se siguió utilizando para instruir a la gente corriente en cuestiones de teología, y aún es muy común encontrarlo en cabañas de los campesinos escoceses. Al igual que los reformadores, los puritanos eran catequistas. Creían que los mensajes del púlpito debían ser reforzados por el ministerio personalizado mediante la catequesis – la instrucción en las doctrinas de la Escritura usando los catecismos-. La catequesis puritana fue evangelizadora en varios sentidos. Varios de los ministros puritanos crearon catecismos con la mentalidad de ayudar a los niños, jóvenes y adultos en comprender las doctrinas de la Escritura. En su mayoría la catequesis era la continuación de los sermones, y una manera de alcanzar al prójimo. Joseph Alleine, según dicen, continuaba su obra del domingo, cinco días a la semana, catequizando a miembros de la Iglesia y alcanzando con el evangelio a gente que se encontraba en las calles. Como vemos la catequesis era evangelizadora, y con razón de examinar el corazón de las personas. Tanto Reformados como puritanos usaron estos métodos bíblicos de enseñanza y evangelización, un sistema que con el tiempo fue perdiéndose y quedando en el olvido. En los siglos en que el avivamiento protestante estuvo en su más alto nivel, estos métodos eran las bases en las comunidades de creyentes. La base doctrinal es una falencia dentro de las iglesias confesionales en este siglo, y al echar una mirada al pasado, es necesario reconocer que el vino viejo es mejor que el nuevo.

Debo decir que he leído ya varias veces el libro de Thomas Watson, y en su totalidad ha sido de mucha ayuda y bendición para mi vida personal. Cada tratado que aborda tiene aplicaciones para la vida cotidiana, como también de exhortación que muchas veces me llevaron a corregir mi comportamiento en arrepentimiento. No es mi deseo discutir de cosas vanas sobre estos temas, solo expresar de forma sincera la riqueza que puede encontrarse en literatura como esta. Hoy más que nunca la Iglesia debe detenerse y examinarse con respecto a lo que profesa, y supuestamente vivimos. Hoy tenemos a muchos teólogos encantados con la literatura y vidas de hombres que fueron usados grandemente por Dios, pero lamentablemente lo doctrinal solo ha quedado en las paredes que rodean la razón y no han producido un corazón nuevo que viva para la gloria de Dios. Sé que algunos se alborotan ante el Puritanismo y lo entiendo, debido a que ellos también cayeron en errores, pero queridos hermanos, no levantemos “hombres de Paja” al ver a hermanos sinceros en la búsqueda y práctica de la piedad. Por otro lado, sabemos que existen extremos (como en todos lados), pero no tengamos la vista tan corta, examinemos y probemos, ya que a su tiempo se verán los frutos.

Te animo a que leas y examines la vida y teología de estos hombres, la cual, por la gracia y providencia de Dios me ha ayudado y fortalecido en los momentos más secos de mi vida espiritual, y donde muchas veces mi corazón a ardido por la gloria de Dios.

“Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia; vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados. Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Por esto, yo no dejaré de recordaros siempre estas cosas, aunque vosotros las sepáis, y estéis confirmados en la verdad presente. Pues tengo por justo, en tanto que estoy en este cuerpo, el despertaros con amonestación; sabiendo que en breve debo abandonar el cuerpo, como nuestro Señor Jesucristo me ha declarado. También yo procuraré con diligencia que después de mi partida vosotros podáis en todo momento tener memoria de estas cosas” (2 Pedro 1:3-15).

Así podéis descubrir por vosotros mismos el gran gozo que acompaña la lectura de la literatura puritana.
Joel Beeke, La Espiritualidad Puritana y Reformada.
Soli Deo Gloria


miércoles, 27 de septiembre de 2017

La Prioridad de la Predicación Doctrinal

Y se admiraban de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas. (Marcos 1:22)

"¡Oh señores, de qué manera tan clara, tan cerca, tan entregada debemos de dar un mensaje como el momento nuestro, en donde la vida eterna o la muerte eterna de nuestros compatriotas está involucrada! No hay nada más indigno de tal negocio, que ser apático y aburrido. ¡¿Qué?! ¿Hablar fríamente por Dios y por la salvación del hombre? ¿Podemos creer que nuestra gente debe ser convertida o condenada, y hablar en un tono monótano? En el nombre de Dios, hermanos, esfuércense para despertar a sus corazones antes de subir al púlpito, para que estén listos para despertar a los corazones de los pecadores. Ay, no digas ni una sola palabra fría o sin importancia acerca de tan gran asunto que es el cielo o el infierno. Sea lo que sea, haz que la gente vea tu gran entrega y seriedad. Un sermón llena de meras palabras, por bello que esté compuesto, si falta alguna luz de evidencia y la vida de celo, es tan solo una imagen o un elegante cadáver." Richard Baxter

Los volúmenes que se han escrito respecto a este post (libros, bibliotecas) es amplio, solamente aquí el fin sera mostrar y enseñar a los ministros cómo predicar doctrinalmente. Entonces en este pequeño artículo sólo tengo el propósito de tocar una rama del sujeto, y eso es la predicación doctrinal directa.

La predicación doctrinal es el fundamento de toda verdadera experiencia cristiana. Sin una sólida base doctrinal, la experiencia cristiana es como las flores cortadas en el suelo, que pronto se marchitan y mueren. La verdad doctrinal no es sólo el fundamento, sino también la superestructura de toda predicación bíblica verdadera.

Las doctrinas cristianas no son nada menos que las verdades del cristianismo. La Biblia enfatiza que "toda la Escritura es útil para la doctrina ".

Generalmente, la objeción a la doctrina de la predicación se refiere a aquellas doctrinas que el objetor no le gusta.
  • Enunciados bíblicos explícitos
  • Palabras y frases doctrinales
  • Pasajes doctrinales extensos
Todas las afecciones y propósitos cristianos están inspirados por una visión de la verdad cristiana (doctrina). No hay verdades cristianas (doctrinas) que, si se presentan en sus debidas proporciones y en sus alrededores, no tienden a nutrir algunos afectos santos. No puede haber duda, por lo tanto, que es una parte fundamental de la verdadera predicación bíblica. Es deber del predicador hacer que estas verdades sean claramente entendidas como la condición misma de la fe verdadera, la vida santa y todo lo que está involucrado en la práctica correcta.

La predicación doctrinal es a veces estigmatizada como aburrida, muerta y no rentable. Se refiere como la ofrenda de huesos secos a las almas que anhelan leche pura y carne de la palabra. No negamos que puede haber alguna predicación doctrinal que merece esta carga, sin embargo, no es el contenido doctrinal, sino más bien la manera impropia en que es manejado por los predicadores. La predicación doctrinal no debe ser frío teológicamente -conferencias o dogmática polémica de argumentos. La doctrina debe estar siempre claramente definida y establecida y desarrollada en su contexto práctico y experimental. Por lo tanto, toda práctica cristiana debe basarse en doctrinas correctas y enraizadas en los principios cristianos para ser aquella que acompaña a la salvación.

Algunos pueden llamar a las doctrinas huesos secos. Debemos preguntarnos qué clase de cuerpo sería aquel que tiene carne y sangre pero que no tiene huesos. Por supuesto, si el predicador presenta la doctrina en la desnudez esquelética, aparte de una relación vital con la vida y la experiencia, es culpa del predicador y no la culpa de la verdadera predicación doctrinal.

La predicación doctrinal sana debe ser siempre práctica y experimental, aplicada a la necesidad y a las capacidades de los oyentes. De hecho, los dos nunca deben separarse más que la carne y los huesos deben ser separados. Si están separados, la muerte es segura.

Deben siempre mezclarse juntos para felicitarse y establecerse mutuamente, y ser impregnados por la unción del Santo.

El predicador doctrinal no necesita preocuparse de que la gente buena no asista a sus sermones. Generalmente he encontrado que la gente buena asistirá si el predicador les da algo que atender.

Jesucristo era un predicador doctrinal

En Marcos 1 aprendemos algunas lecciones importantes del Predicador de predicadores - el sabio Predicador Maestro mismo.

Primero, aprendemos que Él oró antes de predicar (Mr. 1:13). Estaba cuarenta días y noches en el desierto antes de que comenzara a predicar. Él oró antes de venir a Galilea predicando (Mr. 1:14). Nota en Mr. 1:35 "Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto,  y allí oraba." Inmediatamente después de haber orado, dijo a sus seguidores (v.38) "Vamos... para que yo pueda predicar... porque para este propósito he venido..." Él declaró muy claramente su propósito: "vino para predicar”.

En este capítulo podemos aprender algunas otras lecciones importantes del Maestro Predicador. En 1:22, 27 aprendemos que Él predicó con autoridad. En 1:41 aprendemos que predicó con compasión. Pero lo que quiero enfatizar es que Él fue un predicador doctrinal. Mr. 1:22, "Y ellos se asombraron de Su doctrina...." Mr. 1:27, "¿Qué doctrina nueva es ésta?" Esta pregunta nos dice claramente que Jesús era un predicador doctrinal.

Cuando Jesús dio a la iglesia sus órdenes de marcha la predicación era la prioridad: "Id por todo el mundo y predicad" (Mr. 16:15). En Mr. 16:20 vemos que ellos entendieron sus órdenes  "Y salieron y predicaron en todas partes",  la prioridad de la predicación.

La predicación doctrinal debe ser directa

El obispo JC Ryle tiene un muy buen consejo para todos los predicadores sobre la predicación directa. El obispo Ryle fue primer obispo de Liverpool y fue instrumento en la fundación de veinticinco iglesias. La doctrina, la experiencia y la práctica basadas y formadas por la Palabra pura de Dios eran para él lo esencial de la vida continua de la iglesia.

En el libro, The Upper Room , publicado por Banner of Truth, hay un capítulo llamado "Simplicity in Preaching". En este capítulo, Ryle da cinco pistas para lograr la sencillez en la predicación (deseo que todos los predicadores la estudien); la cuarta sugerencia nos ayudará a discutir la predicación directa. Una cita de su sermón:

La cuarta indicación es la siguiente: Si desea predicar simplemente, use un estilo directo. ¿Qué quiero decir con esto? Me refiero a la práctica y costumbre de decir "yo" y "tú". Cuando un hombre adopta este estilo de predicación, a menudo se le dice que es engreído y egoísta. El resultado es que muchos predicadores nunca son directos, y siempre piensan que es muy humilde y modesto y que se convierten en decir "nosotros". 

¿El predicador que a través de su sermón sigue diciendo "nosotros" se refiere a sí mismo y al obispo? o él mismo y la Iglesia? o él mismo y la congregación? o él mismo y los primeros padres? o él mismo y los reformadores? o a sí mismo y a todos los sabios del mundo? o, después de todo, él sólo se refiere a mí mismo, Si sólo se entiende a sí mismo, ¿qué razón terrenal puede dar para usar el plural, y no decir simplemente y claramente "yo"? Cuando visita a sus feligreses o se sienta junto a una cama de enfermo, o catequiza su escuela, o pide pan en el panadero, o carne en el carnicero, no dice "nosotros", sino "yo". ¿Por qué, entonces, me gustaría saber, no puede decir "yo" en el púlpito? ¿Qué derecho tiene, como hombre modesto, de hablar por alguien más que por sí mismo? ¿Por qué no levantarse el domingo y decir: "Leyendo en la Palabra de Dios.

Muchas personas, estoy seguro, no entienden lo que significa el "nosotros" del predicador. La expresión los deja en una especie de niebla. Si usted dice: Yo vengo aquí a hablar de algo que concierne a su alma, algo que debe creer, algo que debe hacer - usted está comprometido con el mensaje. Pero si empiezan a hablar en el vago número plural de lo que "nosotros" debemos hacer, muchos de sus oyentes no saben a qué se dirigen, y si están hablando a sí mismos o a ellos. Ruego y suplico a mis hermanos más jóvenes en el ministerio que no olviden este punto. Trata de ser tan directo como sea posible. No importa lo que la gente diga de ti.  Nunca digas "nosotros" cuando quieres decir "yo". Cuanto más tengas la costumbre de hablar claramente a la gente, en la primera persona singular, como hizo el viejo obispo Latimer, más sencillo será tu sermón y más fácil de entender.

George Whitefield, el evangelista más grande que jamás puso el pie en el suelo americano, tenía algunos distintivos que nos ayudarían. Un autor dijo de la predicación de Whitefield:

·         Él predicó un evangelio singular y puro: mucho trigo y poca paja.
·         Era preeminentemente en la manifestación de la verdad. Pecados - su corazón - Jesucristo - el Espíritu Santo - necesidad absoluta de arrepentimiento, fe y santidad.
·         Su predicación era singularmente lúcida y simple.
·         Era un predicador audaz y directo, no esa expresión abstracta "nosotros". "He venido a hablarte de sus almas." Había una vena constante de aplicación durante todo el camino a través del sermón, no una pieza de la cola pegada en el final. Esto es para USTED - USTED - USTED.
·         Era descriptivo. Se volvió las orejas de los hombres en los ojos.
·         La seriedad marcó toda su predicación.
·         El predicaba con patetismo y sentimiento.
·         La gloria de los sermones de Whitefield era en su franqueza.

William Perkins, uno de los grandes padres puritanos, en un Tratado, El arte de profetizar (predicar) tenía un capítulo titulado "Cómo usar y aplicar la doctrina".

Las formas de aplicación era lo principal y aquí un ejemplo de ellos.

ALGUNOS SON ENSEÑABLES - PERO TODAVÍA IGNORANTES. 

A estos hombres debe ser entregado el Catecismo. Hechos 18:25, Apolos fue catequizado ... en el camino del Señor. Perkins era muy fuerte en este punto. Él dijo: "El catecismo es la doctrina de la fundación de la religión cristiana, brevemente propuesto para la ayuda de la comprensión y la memoria, en preguntas y respuestas hechas por voz viva".

ALGUNOS TENEN CONOCIMIENTO - PERO NO SON AUN HUMILLADOS. 

En ellos debe despertarse el fundamento del arrepentimiento, es decir, un cierto dolor que es según Dios. El dolor según Dios, es una pena por el pecado simplemente porque es pecado. Bajo este punto Perkins dice cómo usar la ley para agitar el corazón.
Soli Deo Gloria



martes, 26 de septiembre de 2017

¿Seguiremos en Pecado?


“¿Quédiremos, entonces?¿Continuaremos enpecado para que la gracia abunde? ¡De ningún modo!Nosotros, que hemos muerto alpecado, ¿cómo viviremos aún en él?” (Romanos 6: 1-2)

Para los próximos dos capítulos, el Apóstol trata este asunto del pecado en la vida de los creyentes y cómo debe relacionarse con él y es interesante porque no nos da una fórmula de cómo no pecar sin antes darnos una imagen de los creyentes de su relación con la muerte, sepultura y resurrección de Jesucristo. En otras palabras, él nos está diciendo que a menos que estemos primero muertos con Cristo y resucitados a una nueva vida, toda nuestra lucha contra el pecado es inútil. El creyente es finalmente liberado del pecado por su identificación con la muerte, sepultura y resurrección de Jesucristo. Hemos muerto con Cristo (Romanos 6: 6) “sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado con El, para que nuestro cuerpo de pecado fuera destruido, a fin de que ya no seamos esclavos del pecado.” Y estamos muriendo con Cristo (Romanos 6: 11). “Así también vosotros, consideraos muertos para el pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús.”

El cristiano es justificado por la fe en Jesucristo y lo que ha hecho El en la cruz y al salir de la tumba y en ese momento está unido con Cristo y su obra en la redención y luego en la santificación el trabajo continúa y se desarrolla en su vida. La vida cristiana se caracteriza por dos aspectos primordiales primero (positivo) Que él siempre encontrara en el Señor Jesús su esperanza, confianza, perdón, justicia, sabiduría y cualquier otro beneficio positivo en la persona y obra del Señor Jesucristo y segundo (negativo) él estará en esta continua batalla contra el pecado. Oh!  Amigos, por favor, no se mientan a sí mismos, si su pecado no le molesta y usted no está tomando medidas para deshacerse de usted no es un cristiano. Romanos 3:23 “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios.”

Nuestro pecado es nuestra mayor carga porque es lo que puso a nuestro Señor en la cruz y ahora tenemos la victoria porque nuestras vidas ya no son nuestras porque hemos sido crucificados con Él. Pecamos porque recuperamos nuestras vidas y pensamos que hay algo más que Cristo y obediencia a la voluntad de Dios que nos traerá plenitud. Sin embargo, para el cristiano continuamente reconocemos que hemos sido crucificados con Cristo, “Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.” (Gal. 2:20)

Pero ahora… (en Cristo)

A fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. (Romanos 6:4)

Esta es la maravillosa verdad de nuestra identificación con Cristo. No sólo que Cristo murió por nosotros, sino que nosotros morimos con Él. Cuando el Espíritu nos bautizó en el cuerpo de Cristo, fuimos sepultado con Él y resucitados a una vida nueva.
Soli Deo Gloria



jueves, 21 de septiembre de 2017

¿Temor al Evangelismo?

Cuando fui a vosotros, hermanos, proclamándoos el testimonio de Dios, no fui con superioridad de palabra o de sabiduría, pues nada me propuse saber entre vosotros, excepto a Jesucristo, y éste crucificado.  Y estuve entre vosotros con debilidad, y con temor y mucho temblor. Y ni mi mensaje ni mi predicación fueron con palabras persuasivas de sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no descanse en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios. (1 Corintios 2:1 -5)

En términos de tratar con el miedo y el evangelismo, creo que el punto de partida es darse cuenta de que no todo el miedo es malo. El miedo nos recuerda la importancia de la tarea de compartir el evangelio. No es algo que debemos tomar a la ligera, y también nos obliga a depender del Señor, y en ese caso, el miedo puede ser una cosa muy útil. Pero la mayoría de las veces cuando la gente habla de miedo y evangelismo, están hablando de un miedo que les impide compartir.

¿Cómo podemos definir el evangelismo? La respuesta del Nuevo Testamento es muy simple: el evangelismo es predicar el evangelio. Es una obra de comunicación en la cual el creyente pregona las Buenas Nuevas que nuestro Padre misericordioso nos enseñó. Cualquier persona que anuncia el evangelio, ya sea en una reunión grande o en una pequeña, desde el púlpito, desde la esquina o desde la cocina, está evangelizando.

Hay temores comunes que he observado. 

La primera no es saber lo suficiente
Tienen miedo de que se les haga una pregunta que no pueden responder, y les digo a la gente que no tienen que tener miedo de eso. Eso sucederá y siempre habran preguntas que no podrían responder. Y no hay pecado si hay honestidad en responder en decir, "No sé la respuesta," o, "Déjame investigar y te respondo."

Una segunda fuente común de miedo, la gente tiene miedo al fracaso
Tienen miedo de que puedan hacer más daño que bien, pero cuando escucho a alguien compartir que tienen miedo de que hagan más daño que bien, siempre pienso: "Ese no es tu problema",  pueda ser que necesitan más audacia.

Me encanta esta definición de evangelismo, Él dijo: El testimonio exitoso es compartir las buenas nuevas de Jesucristo en el poder del Espíritu Santo y dejar los resultados a Dios. No podemos cambiar el corazón de nadie. El testimonio exitoso es cuando compartimos las buenas noticias.

¿Tienen miedo? ¿Qué piensa esta persona acerca de mí si me identifico con Cristo? Pienso en los gobernantes de los que Juan habló en Juan 12. Muchos de los gobernantes creyeron en Jesús, pero a causa de los fariseos no lo confesaban para que no fueran expulsados ​​del templo. Y luego en Juan 12:43, nos dice, porque ellos aman la aprobación de los hombres más que la aprobación de Dios.

Tenemos que afrontar que nuestro miedo al rechazo es realmente amar la aprobación de los hombres más que la aprobación de Dios. Necesitamos amar a aquellos que no conocen a Cristo más que a nosotros mismos. En Hechos 4, vemos que los discípulos tenían miedo. Habían sido amenazados, y tenían miedo, ¿y qué hicieron? Ellos oraron por audacia. Creo que es una oración que Dios se complace en responder. Cuando tenemos miedo, simplemente reconocemos eso y decimos, Dios me temo, estoy asustado ahora mismo. ¿Me llenarías de audacia? Esa es una oración que Dios ama contestar. Alguien lo describió de esta manera. El miedo golpeó a la puerta, respondió la fe, y no había nadie allí.

El miedo nos obliga a depender del Señor, y en ese caso, el miedo puede ser una cosa muy útil.
"Una iglesia que escucha el evangelio predicará el evangelio."




Soli Deo Gloria