martes, 13 de febrero de 2018

Enseñando con Franqueza

Teniendo, por tanto, tal esperanza, hablamos con mucha franqueza. (2 Corintios 3:12)

Veo a muchos hombres que pretenden predicar el Evangelio de la gracia de Dios en Cristo Jesús, involucrados en una gran cantidad de confusión y debate de irrelevancias complicadas. Gracias a Dios por aquellos que, por su gracia y poder, predican la simplicidad clara y clara que está en Cristo Jesús. Si los niños pequeños no pueden entender (intelectualmente) su evangelio, entonces su evangelio no tiene valor.

Sé que la verdad debe ser revelada por Dios y que es insondable, pero el Evangelio que predicó nuestro Señor no fue confuso o difícil de entender. Incluso aquellos que lo odiaban (a él) y que alguna vez aprendieron pero que nunca pudieron llegar a conocer la verdad, entendieron claramente lo que estaba diciendo, aunque estaban espiritualmente ciegos. No necesitabas un léxico para referirte a cuando nuestro Señor predicó. No llevaba una pizarra con él, garabateaba diagramas y tablas cronológicas, o hacía interminables y complejos estudios de palabras.

La gente está muriendo y yendo al Infierno mientras los Doctores en Teología están divagando por horas sin una sola vez, simplemente diciéndole a alguien cómo un pecador puede ser salvado por la gracia gratuita de Dios en Cristo Jesús. Qué triste ver esto, pero Pablo dice teniendo esta esperanza, y estando completamente persuadido de que Dios nos ha hecho capaces y suficientes ministros del Evangelio, nos ha llamado y calificado para tal servicio; y dado que tenemos tal ministerio comprometido con nosotros, que tanto excede en gloria el ministerio de Moisés, un ministerio no de muerte y condenación, sino del Espíritu y de justicia; no que es abolida y eliminada, sino que permanece y permanecerá, a pesar de toda la oposición del infierno y la tierra.

Es así que hablamos con toda franqueza en palabras claras e inteligibles, no ambiguas: o "osadía"; no le tememos a los hombres ni a los demonios; no estamos aterrorizados por las amenazas, las cadenas, el encarcelamiento y la muerte misma: o la "libertad de expresión"; hablamos toda nuestra mente, que es la mente de Cristo; declaramos todo el consejo de Dios, escondemos y no ocultamos nada que sea provechoso para las iglesias; no debemos dejarnos intimidar por el terror, ni atraernos por las adulaciones de los hombres para cubrir la verdad; lo decimos claramente, claramente, con toda evidencia y perspicacia.
Soli Deo Gloria